viernes, 27 de noviembre de 2015

Crítica personal: Divergente

Título: Divergente
Título original: Divergent
Autora: Veronica Roth
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

En el Chicago distópico de Beatrice Prior, la sociedad está dividida en cinco facciones, cada una de ellas dedicada a cultivar una virtud concreta: Verdad (los sinceros), Abnegación (los altruistas), Osadía (los valientes), Cordialidad (los pacíficos) y Erudición (los inteligentes). En una ceremonia anual, todos los chicos de dieciséis años deben decidir a qué facción dedicarán el resto de sus vidas. Beatrice tiene que elegir entre quedarse con su familia o ser quien realmente es, no puede tener ambas cosas. Así que toma una decisión que sorprenderá a todo el mundo, incluida ella. Durante el competitivo proceso de iniciación posterior, Beatrice decide pasar a llamarse Tris e intenta averiguar quiénes son sus verdaderos amigos, y dónde encaja en su vida enamorarse de un chico que unas veces resulta fascinante y otras la exaspera. Sin embargo, Tris también tiene un secreto, algo que no ha contado a nadie para no poner su vida en peligro. Cuando descubre un conflicto que amenaza con desbaratar la, en apariencia, perfecta sociedad en la que vive, también averigua que su secreto podría ser la clave para salvar a los que ama o... para acabar muerta.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Últimamente me están tirando las distopías dentro de mis lecturas juveniles/young-adult; algunas con buen sabor de boca (como la afanada trilogía de Suzanne Collins), otras en cambio acariciaron mi decepción (como el primero de la trilogía de El Bosque de Manos y Dientes), y esta ya bien conocida Divergente fue, afortunadamente, del primer caso.

El escenario de este mundo post apocalíptico es donde en nuestro mundo actual sería Chicaco, una ciudad cuya sociedad se constituye como todo el mundo que disponen, con sus límites que no se consideran franqueables para preservar esa pequeña nación en la que viven. Y para instaurar el equilibro para no recaer en la autodestrucción de la guerra, mucho tiempo atrás se optó por dividirse en facciones, y los miembros de cada una de ellas debían ceñirse y condicionarse a un patrón de conducta y personalidad determinado. Esa es la forma que creyeron en el pasado la más correcta para evitar el colapso de la humanidad, y así parece ser en una precaria y tensa estabilidad.
Beatrice Prior y su hermano Caleb, nacidos y criados en los entregados y altruistas miembros de Abnegación, han alcanzado la edad en la que junto a otros más de entre todas las facciones deberán mostrar su propio destino en esa sociedad. Una prueba determinará la facción que más se ciñe a su personalidad, pudiendo seguir en la que se han criado y educado, o por el contrario tratar de encajar en otra distinta que se convertirá no sólo en su nuevo hogar, sino también en su nueva familia… Porque para esa sociedad la facción tiene la máxima de estar indiscutiblemente por encima de la sangre. Sin embargo, si se cambia de facción los jóvenes deberán pasar una larga y nada fácil prueba que determinará si son aptos para ese cambio; y en caso de no superarla se convierten en Abandonados, personas sin facción que se arrastran por los trabajos más miserables y denigrantes y que sólo recibirán desprecio o lástima por parte de quienes sí pertenecen a alguna.
Beatrice no puede domar su preocupación ante la prueba de aptitud, porque sabe que su altruismo y predisposición no son tan innatos como debería ser en una abnegada, sino que se empuja a sí misma aunque a veces no con todo el éxito esperado en los cánones de la facción; pero el cambio, el no saber si encajaría en una nueva o, sobre todo, la idea de alejarse de su familia, son sus mayores temores ante lo que pueda ocurrir. Sin embargo, el resultado de su prueba de aptitud será algo tan inesperado y sorprendente como peligroso, lo que llevará a tomar decisiones que ni ella misma siente una convicción plena pero que aún así se moverá siempre por los dictados de su corazón. Será también consciente que ganar implica muchas veces una pérdida.
Dejará atrás su nombre para ser llamada simplemente Tris, dando sus primeros pasos para un encuentro tanto personal como con el mundo que se abre ante ella. Un camino angosto fruto de su elección; un chico enigmático que a partes iguales despierta su interés y la pone de los nervios; personas que conocer a la vez que trata de descubrir quien es ella misma; una tensión política de la cual se fermenta vientos peligrosos; secretos difíciles de mantener y recelos que a veces se vuelven irrefrenables, incluso con gente que llega a ganarse un hueco de tu corazón; una competencia que puede llegar a ser cruel y trapera que deberá saber torear si no quiere acabar con un destino penoso. Y todo con la palabra Divergente en mitad de esa vorágine.

Divergente me resultó una distopía realmente interesante y peculiar que me incentivó diversas reflexiones. ¿Puede existir equilibrio en una sociedad en la que se divide en diversos grupos y, a su vez, que en cada uno de estos se conviertan en seres de personalidades y conductas prácticamente idénticas pero con matices que a penas se salgan de los limitados márgenes que ellos mismos se esquematizan? ¿Cabe en la cabeza de alguien de nuestra sociedad actual que podamos ser, en cierto sentido, seres planos y limitados en lo que conducta se refiere y, quizás también, de emociones? Cierto es que cada uno tenemos unas cualidades más enfocadas y realzadas de un modo u otro respecto a otras, pero ser una persona que siempre sea valiente, sincero, sereno o brillante en su máximo exponente (y que al mismo tiempo no muestre encajar lo más mínimo en cualquiera de las otras aptitudes, para mayor complejidad de esta ecuación) como se ve en esta obra se me antoja extraño, e incluso diría que tan triste como ambivalente. No es tan fácil comprender cómo el ser humano de ese Chicago post apocalíptico haya llegado a condicionarse a nivel de personalidad hasta dicho punto, cuando precisamente nos caracterizamos por ser versátiles en estos menesteres; como si de verdad eso erradicara cualquier germen de conflictos con este remedio que se supone en su teoría la mejor opción de equilibrio social. Además, este condicionamiento forzado llevado a lo largo de décadas de instrucción sin alternativas (hasta casi grabarlo en el propio ADN para que lo herede las generaciones futuras) me hace pensar lo que podríamos llegar a perder en este aspecto nuestra propia humanidad personal; y dicha deshumanización alcanza sus cotas más altas si se lee entre las líneas de los Abandonados, tocando el tema de la marginación social si los individuos no alcanzas unas expectativas tan exigentes y limitadas como es la sociedad en la que vive Tris.
Sin embargo, y a pesar de este panorama, se entrevé que puede haber quienes extienden sus mentes más allá de esos limitados esquemas, lo que da esperanza a lo que nos hace tan genuinos; aunque esa virtud sea vista como un maldecido estigma. Por todo esto no se me antoja demasiado descabellado, si aceptamos la realidad de que las personas nos perdernos mucho, e incluso desprendernos de lo mejor que tenemos (esperemos que nunca al extremo del mundo Divergente).
Otro foco de reflexión que atisbé fue el deje de fanatismo en esa sociedad, dando la máxima de que la facción está por encima de la familia (y diría que esta sólo quedaría paralela si uno no cambia a otra), lo que aumenta el concepto de imposición incluso si uno se es afín a la facción. En definitiva, el mundo en el que  vive Tris además condiciona e incluso castra los valores individuales y las capacidades emocionales, porque a criterio propio considero fundamental el libre albedrío de las personas a la hora de considerar que es para nosotros más o menos importante y querido.

Este inicio de la saga posee un buen equilibrio a nivel argumental. En sus treinta y nuevo capítulos (sin prólogo ni epílogo) adentra al lector en un mundo quemado pero resurgiendo como puede y muy paulatinamente de las cenizas dejadas por el fuego de un colosal y remoto conflicto; con muchos misterios e intrigas en el aire que sus ciudadanos respiran, un camino no demasiado fácil para su protagonista (quien para no romper la tónica de otras distopías, es un personaje femenino que lleva la voz narradora de la historia, con sus sentimientos y su percepción como foco guía de la trama), donde nos muestra la crudeza pero sin que esté exenta de momentos más amenos y frescos que suavizan la tensión. Y el factor romántico tampoco podía faltar para tocar todos los palos de rigor para contentar a la mayoría que sienta interés por esta lectura.
El estilo de Roth me agradó, con un trazo atractivo y fresco en su narración. Consigue transportar al lector en su exposición carente de tedio, con una apropiada ambientación desde los ojos de su protagonista. Siendo esta una de mis primeras lecturas de esta autora, ella ha sabido espolearme a sondarla e incluso interesarme en su visión a la hora de concebir este escenario con su tensión tanto política como social. La prosa de Roth se ha ganado por mi parte los adjetivos de magnética y adictiva, y eso es sin duda un gran punto a favor para un autor.

Tris es una heroína que ha sabido ganarme como lector. Una joven muy real, con sus dudas y preocupaciones ante los cambios y las decisiones difíciles que se le presentan. Emocional en su fuero interno pero con un arrojo en potencia que crece a medida que se curte ella misma. Fácilmente infravalorada por su complexión menuda incluso para su edad (creo que empieza a ser un poco sobreexplotado el utilizar protagonistas del aspecto de Tris, aunque una imagen opuesta quizás fuera menos atractiva para el rol que desempeña), pero puede llegar a sorprender a medida que avanza su evolución y su forma de encarar la trama. Definitivamente, aprueba con buena nota al final de Divergente y que despierta mis expectativas para el siguiente libro.
Sobre Cuatro, es todo un personaje que ya para empezar despierta interés por su peculiar nombre (y uno no evitar las ansias de saber porqué todos le llaman así y si su verdadero nombre es otro). Incluso para su edad, da la imagen de alguien fuerte, con un gran grado de autoridad dentro de su posición en su facción, incluso de ser frío y estricto; pero esto no resta el interés de Tris por él tan similar a la que siente una polilla por una llama. Un foco de misterios a desentrañar capa a capa que acabó agradándome, sin decepcionarme y viendo en Cuatro un personaje que en la trama se equilibra con Tris. Además, este mozo tiene casi desde el comienzo todas las papeletas de mover una caterva de fans que le entregarán sus suspiros y sus fantasías como otros tantos casos.
Caleb me dio una de cal y otra de arena. En los primeros capítulos me pareció prometedor, con una personalidad que choca pero sin rechinar con la de su hermana, para no tardar en sorprender tanto al lector como a Tris de forma abrumadora. Sin embargo, no he visto que se le diera mucho juego en este libro, quizás el justo y necesario dentro de la estructura del argumento, y siempre queda la esperanza de que se exprima en los posteriores todo lo que puede ofrecer.
Los padres de la protagonista, dentro de su ubicación como secundarios, aportan su peso justo pero crucial en Divergente; y Natalie (la madre) es un personaje que me llegó a impactar a medida que iba mostrando todas las cartas que disponía en esta partida.
El número de secundarios es bastante amplio, aportando cada uno de ellos su peso en los momentos que les corresponde actuar, con especial mención a Eric, Christina, Will, Uriah o Albert, sin obviar a Peter, un joven ponzoñoso y ambicioso que se ganó mi desagrado y seguramente de la mayoría (pero de este último nunca le quitaré el mérito de que fue creado a la perfección dentro del papel que le toca desempeñar). Sin duda, tantos secundarios carismáticos fueron creados como cruciales contrafuertes para sostener y alzar el peso que cae más sobre Tris e incluso Cuatro.
Tampoco puedo omitir a Jeanine, un personaje que va apareciendo cuando más transcurre la novela, gran parte del tiempo cubierta con difusos y oscuros velos sobre su persona y sus metas; pero que sin duda arrollará a nivel interpretativo una vez que el lector la tenga de frente.

La trama de principio a fin agrada, como dije cruenta pero que aporta situaciones que la vuelven llevadera, con tenue luz que brinda mayor seguridad al caminar por esa senda oscura y espinosa que transita su protagonista. Aunque resulta bastante introductorio, como es lógico, para familiarizar al lector con ese mundo; pero en general la explicación de la autora a través de Tris no resulta tediosa en absoluto, exponiéndose sobre la marcha a medida que la joven afronta lo que marcará un antes y un después en su vida. La tensión tanto en la sociedad como en los personajes se germina con armonía, así como los misterios e intrigas (sobre todo lo que gira en torno la palabra “Divergente”, que desde el comienzo se coteja como un tabú muy desconocido para la basta mayoría) que van desprendiéndose de las capas que les brindan opacidad a medida que inflan la potencial expectación del lector página a página; todo a la par que Tris da sus primeros pasos de crecimiento y encuentro personal, así como evoluciona sus relaciones con quienes la rodean. Encajar de verdad en esa sociedad singular no es fácil, y más a la hora de ser un verdadero miembro del grupo donde te corresponda vivir (o que te debas amoldar a más no poder para no ser un paria); cada uno de sus personajes deberá afrontarlo, y de ellos dependerá su propio futuro y lo lejos que pueden llegar en ese mundo o caer en el intento.
Su final no tiene desperdicio, lejos de resultar demasiado estrambótico como pudiera uno esperar pero sí como un interludio prometedor para el siguiente paso de la trilogía. Para sus protagonistas, en especial Tris, el destino les dará una de cal y otra de arena, con azotes acerados y candentes, pero precisamente serán ellos mismos los que deberán encarar el resultado final de la novela, lo que influirá en las rutas a elegir en el futuro (senderos con extensiones e incluso destinos difusos) que les llevarán hacia Insurgente.

La portada resulta atractiva, de la cual destacaría matices que se me antojó un híbrido de las portadas de las sagas Los Juegos del Hambre (con la presencia de un símbolo con significado dentro de la trama, el cual el lector no tardará mucho en comprender su origen y razón de este primer libro) y Cazadores de Sombras (por la presencia de la vista panorámica de una ciudad al pie de la cubierta extendiéndose de portada a contraportada).

Conclusión: Posiblemente una distopía que merece la pena adentrarse, en la que uno vivirá con Tris una andanza que te curte que a su vez es una vía de encuentro personal para ella. Una sociedad estructurada, con individuos sumidos y condicionados a las mismas en pos de un equilibrio real según quienes la instauraron, que da cabida a diversas reflexiones mientras el misterio de los Divergentes va esclareciéndose poco a poco.


Mi valoración global: 4,5/5


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