jueves, 26 de octubre de 2017

Crítica personal: El Castillo Blanco

Título: El Castillo Blanco
Título Original: Beyaz Kale
Autor: Orhan Pamuk
Editado en España por: Penguin Random House

Sinopsis:

Un joven científico italiano es capturado por piratas cuando viaja de Venecia a Nápoles. Poco después es vendido como esclavo a un sabio turco deseoso de conocer los avances científicos de Occidente. Ambientada en al Turquía del siglo XVII, El Castillo Blanco cuenta la extraordinaria historia de estos dos hombres, que curiosamente guardan un gran parecido físico. Una fascinante exploración de la identidad, del fatídico pulso entre tradición y modernidad, y del destino del intelectual a través de la relación que surge entre ambos personajes.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Un joven científico apasionado por el estudio, la investigación y la búsqueda del conocimiento viaja tranquilamente de Venecia a Nápoles, hasta que una flota de piratas turcos aborda su nao para saquear todos los objetos de valor y tomar la mayor parte de tripulantes como esclavos para su país. Él consigue tener un destino tenuemente menos nefasto al alegar sus vagos conocimientos de medicina, aunque no por ello libre de la esclavitud y ninguneo.
La incertidumbre y la pesadumbre le soterrarán, anhelante de la libertad que le han arrebatado, añorando tanto la vida que tenía antes en Italia como a su familia y su prometida. Un día acaba bajo la tutela de un nuevo amo, al que todos se dirigen como el Maestro. Estará a su servicio, pero al mismo tiempo trabajarán juntos codo con codo dentro de la superioridad jerárquica del Maestro, quien se muestra claramente ávido de los conocimientos de la ciencia occidental. Sin embargo, el protagonista se inquietará durante gran parte de la novela por el parecido físico marcado entre su nuevo señor y él mismo, perturbándose por este hecho, cuestionándose si el propio Maestro, o cualquiera que conozca a ambos, es consciente de ese hecho.

El Castillo Blanco se centra por entero en la relación entre el protagonista (que nunca se menciona su nombre a lo largo de la novela) y el Maestro; y del mismo modo en las reflexiones y los sentimientos de dicho protagonista principal después del cambio abrupto durante esa travesía que prometía a priori ser sin percance alguno.
Detrás del escenario histórico y cultural, del contraste entre Oriente y Occidente y de los proyectos e investigaciones de sus protagonistas en distintos campos como astrología, medicina o ingeniería, se da pie a reflexiones y disertaciones que seguramente más de una persona ha debido cuestionar en la vida.
La propia identidad, cuestionándose el “yo”, es recurrente en las conversaciones entre protagonista/narrador y Maestro, y el que ambos personajes compartas demasiadas similitudes fisiológicas hará que dicho tema alcance mayores dimensiones, dando pie al desdoblamiento de la propia identidad.
Y aunque dé pie a distintos temas dignos de elucubrar, no sentí que se aprovecharan dentro de una trama opaca como la que me encontré. En términos generales acabó resultándome un argumento extraño y enrevesado, explotado con no demasiado acierto. Centrado demasiado en las divagaciones del Maestro y el trato entre este y el protagonista, y en la gran mayoría de los casos fue costoso para mí el hecho de encontrar sentido a muchas de las escenas que comparten.

Me fue imposible empatizar con el estilo narrativo de Orhan Pamuk (o con la traducción del mismo, según se mire) sin importar el respaldo de premio Nobel de literatura. Utiliza la primera persona, a través del anónimo italiano que protagoniza la historia, pero de un modo poco habitual, sin apenas diálogos, por la cual no evité sentir tedio línea tras línea, empujándome a mí mismo sin que me atrapara la historia, más por el mero compromiso de ser un libro propuesto por uno de los clubs de lectura en los que participo. El planteamiento de esta historia y su trasfondo argumental era prometedor e interesante, pero acaban desaprovechadas por la vía de narración y en parte por la historia propiamente dicha.

Quizás una de las lacras más destacables de El Castillo Blanco sea sus personajes, que en este caso se limitan en realidad a dos. Sin ánimo de despreciar, estos son fáciles de ser calificados de aburridos, haciendo que decaiga más aún el interés por el potencial de la historia que ya de por sí me parecía que poco se consigue sacar a relucir. Además, dan la impresión de contar mucho pero luego me daban la impresión de que no transmitían nada.
El protagonista se adapta como mejor puede a la situación en la que se ve arrastrado por el azar del destino. Anhelará su patria, su familia y su prometida; todo lo que tenía y quería, todo lo que estaba a su alcance; pero a su vez, y más con el paso del tiempo, reflejará momentos de resignación a recuperar lo perdido, que los recuerdos de su yo anterior se empañen (o más bien legándose a otra persona) para estar más asimilado a su vida en Turquía. Cercanía y a veces lástima serán sentimientos que le robará su Maestro, pero al mismo tiempo será motivo de aversión, pareciendo a veces como un sucedáneo de síndrome de Estocolmo. Y es quién más saldrá perdiendo en esta novela, porque le dará mucho al Maestro, demasiado y más de la cuenta, a veces incluso sin darse cuenta de ello y hasta que punto; pero él no será correspondido con el mismo “feedback” en esa relación.
El Maestro es contradictorio, complejo y extremadamente obsesivo, además de tóxico tanto para el protagonista como para sí mismo. Da a mostrar de sí una imagen brillante y erudita, pero habrá momentos en los que no es todo oro lo que hace relucir de su persona y que acabará dependiendo en buena medida de los conocimientos que el protagonista comparte con él. También está su facilidad de mostrar simpatía e incluso afecto por su compañero/vasallo pero con la misma facilidad de tornar su aptitud en menosprecio y envidia. Su egoísmo y su ambición son marcas insignias de este personaje, pero que se ahoga en la impotencia y el temperamento cuando sus reflexiones y objetivos terminan encallándose, haciendo que se acompleje con facilidad. Pero por otra parte, nada le quita el mérito de su afán de amasar conocimiento, aunque sea propenso a aburrirse en el momento menos pensado del foco de su curiosidad activa; y del mismo modo, se lanza a los brazos de muchas reflexiones, en especial las más porfiadas y significativas de la novela.
La única figura destacable a parte de estos sería la del sultán, que dará su justo juego como personaje que interactúa con sus protagonistas principales. Gran parte de su escueta participación resulta anodina y sin peso, pero llegará un momento en que parezca despuntar su rol dentro de sus limitaciones.

En general, una historia que se hace bastante pesada y repetitiva, con personajes que acentúan el tedio por esta lectura y una exposición lejos de ser atractiva; a lo que no ayuda demasiado un desenlace (por llamarlo de alguna forma) que convence incluso menos que el desarrollo llevado y que yerma el potencial intrínseco que vuelca aquí el autor.

Conclusión: Un claro ejemplo que no sólo “best-seller”, sino que tampoco “premio Nobel” es una apuesta asegurada para el lector empedernido y apasionado. Las potenciales simientes de esta novela pudieron dar mejores frutos si se hubiera cultivado mejor el resto de factores. Puede que haya quien conecte con El Castillo Blanco, aunque ese caso no fuera el mío personal.


Mi valoración global: 1,5/5

miércoles, 4 de octubre de 2017

Crítica personal: El Enigma de los Ilenios I - Marcado

Título: El Enigma de los Ilenios I - Marcado
Autor: Pedro Urvi
Editado en España por: Autopublicado

Sinopsis:

Komir, un joven guerrero de las montañas de Tremia intenta hacerse hueco en su tribu, los Norriel, cuando el destino llama a su puerta de la forma más cruel para reclamarlo como el héroe que aún no sabe que es. Junto a su gran amigo Hartz, emprenderá una trepidante aventura llena de misterios y mágicos enigmas que lo llevará a descubrir su pasado, entender su presente, y enfrentarse a un futuro de proporciones épicas.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Komir ha pasado toda su aún corta vida en uno de los pueblos de los Norriel, tribu conocida por ser cuna de grandes guerreros que suelen vivir apartados de las grandes poblaciones del continente de Tremia. Los motivos de acabar en ese recóndito lugar no han despertado su curiosidad, bastándole el afecto sincero de sus padres adoptivos. Sin embargo, en la tribu los hay que no mitigan su desprecio hacia él, considerándole un extranjero que nunca será un verdadero Norriel. Pero Komir se siente Norriel con todo el corazón, y se ha esforzado cada día para ser aceptado, o al menos ser motivo de orgullo para padres; aunque eso no impide el miedo y la frustración de considerarse a sí mismo alguien marcado, en más de un sentido. Pero los prejuicios de sus vecinos (en especial los de su edad) y ciertos incidentes en los últimos años, harán que se juegue el todo por el todo en la ceremonia de mayoría de edad de los jóvenes guerreros de la tribu.
Sin embargo, una sucesión de acontecimientos le harán tomar decisiones que fijarán un antes y un después en su vida. Pero para su suerte, contará con la compañía del tozudo y forzudo Hartz, su único amigo entre los Norriel dispuesto a seguirle y apoyarle hasta los confines de Tremia.
Paralelamente al periplo de Komir, el lector oirá soplar vientos aciagos que amenazan con estremecer al continente hasta sus mismos cimientos. Las tres potencias más poderosos de Tremia (Rogdon, el Imperio Noceano y Norghana) han perdurado en una diplomática pero tensa paz gracias al tratado que firmaron tiempo atrás, pero debido a ciertos actos recientes en cada uno de ellos, con pruebas circunstanciales que incrimina a alguno de los otros dos, ponen en la cuerda floja la calma entre las tres naciones; y de hacerse real estas especulaciones de guerra, también salpicaría a los demás reinos menores. Y por otro tenemos Toyomi, un continente oriental distante cuya existencia desconocen los habitantes de Tremia, y su actual soberana, la reina Yuzumi, ha logrado el control absoluto por la fuerza, la crueldad y artes oscuras. Pero Yuzumi es consciente de que existe una amenaza potencial para su supremacía, por lo que toma cartas en el asunto a través de su mano derecha, Isuzeni.
Los cambios en la vida de Komir, la tensión política en Tremia y las conspiraciones de Yuzumi serán los pilares de este punto de partida, junto a ese enigma que le da título a la trilogía.

En Marcado vemos una historia de fantasía de lo que podría denominarse como “corte clásico”, con una historia muy al uso en un escenario típico medieval para el disfrute de los amantes del género. Una trama que se divide en subtramas que se entrelazan, fundando la base de la trilogía a desarrollarse en los volúmenes posteriores. En algunos casos se intuye la relación futura entre algunas de estas subtramas, en otros casos no se vislumbra un efecto directo entre unas y otras pero el lector sagaz no descartará que de alguna forma una repercutirá sobre otras. Y aunque sea una historia a desarrollar desde distintos flancos, casi equidistantes, está lejos de ser confusa; la armonía entre cada una de las hebras de este hilo argumental se entrelazan con armonía y claridad.
La búsqueda personal de un joven del cual se intuye una futura relevancia en una empresa mayor; preludios de conflictos entre grandes naciones que de antemano se prevé una hecatombe; la pérfida ambición de poder imposible de contentar, por muchos logros que se amasen; el desvelar de secretos sobre una civilización casi olvidada por el hombre; o la búsqueda de alguien o algo de vital importancia, estas son recurrencias argumentales que suelen caer en el calificativo de cliché en el género de fantasía, pero no por ello debe considerarse esto como algo negativo, ni mucho menos. Aquí, todos los ejemplos mencionados se van solapando poco a poco a partir de Marcado.

Algo interesante y que agrada en este primer libro es la diversidad. No encontramos razas distintas a la humana como elfos o enanos, habitual en este tipo de novelas; en su lugar vemos una variedad étnica que vuelve la novela en algo más real y cercano al mundo que vivimos. Claramente se aprecia que algunos reinos como Rogdon se ciñen a los caucásicos, mientras vemos a otros como el Imperio Noceano que se asemejan a las personas naturales de países árabes/africanos o los de Toyomi con atributos de la fisionomía asiática. Esto no sólo se aplica al terreno fisiológico, pues en cada región vemos detalles como la demografía, el clima, las maneras o las costumbres, cotejándose con gran precisión a lo que podría corresponder en la vida real dentro de una época similar.

Aquí el principal toque de fantasía es la existencia de algo que recibe el nombre de “Don”. Esto consiste en que una persona puede desarrollar en sus primeros años de vida algún tipo de poder sobre natural, mostrándose un nada desdeñable abanico de posibilidades, algunos de estos son la clarividencia, el control sobre los elementos o la sanación de heridas y enfermedades. Pero el Don no es algo de elección a la carta, sino más bien intrínseco y de nacimiento, y aquí se muestra que es algo más bien escaso, que surge de manera esporádica e ilógica, y que la herencia sanguínea no ofrece garantía alguna. Esto también da pie a la cuestión de que puede verse como una bendición o como una maldición dependiendo del lugar, volviéndose la vida de un poseedor del don privilegiada o un verdadero calvario. En grandes poblaciones suele verse con respeto y en algunos casos como un regalo de los dioses, abriendo puertas a veces a quienes nacen con esta capacidad, aunque también puede suscitar la envidia; sin embargo, en zonas más rurales y supersticiosas como las tribus de los Norriel se contemplan con ojos recelosos, y en muchos casos con odio, y también con temor que a veces va acompañado de un escépticos respeto y tolerado con reservas.

Un punto fuerte de este primer libro puede ser el estilo narrativo de su autor. Pedro Urvi consigue preñar sus líneas, de la primera a la última, con ese toque épico que agrada al lector habitual de literatura fantástica; y en su pluma se aprecia en todo momento su cariño por este tipo de historias. Además, logra dar una gran riqueza de detalles en la ambientación que ayuda a recrear en la mente el escenario por el que se mueve el elenco; sobre las culturas y creencias de este mundo ficticio que en algunos aspectos no distan demasiado del nuestro; de las emociones, los deseos y los sentimientos de quienes viven dentro de esta historia que les permite alcanzar una humanidad más realista. También derrocha equilibrio de exposición, porque es una historia que puede resultar cruenta en determinados momentos, pero también hay cabida para las situaciones amenas sin perder su toque épico, e incluso para ese matiz de romanticismo genuinamente sentido pero sin la menor gota de almíbar a la hora de exponerlo.

Otra de las fortalezas de Marcado es su dilatadísimo abanico de personajes que se incorporan hasta casi el mismo final, capaces de dar su pie en la trama dentro de sus respectivos roles y que su participación no caiga en la pura irrelevancia. Tenemos principales y secundarios destacados a lo largo de sus páginas, obviamente. Vemos también personajes menores que juntos forman un buen contrafuerte para ayudar más a los importantes de este escenario, y entre estos tenemos algunos que sin tener un peso demasiado acentuado sí que traen consigo las especulaciones y las esperanzas de dar más juego en los libros posteriores de la trilogía.
Komir no es un héroe que se salga demasiado del patrón habitual. Aunque los hechos que él vive a lo largo de Marcado son importantes, relacionados por entero a su persona, con sutiles matices que lo vinculan a las otras tramas paralelas. Es un joven diligente, constante, valiente y porfiado, además de un habilidoso guerrero, todas cualidades que se esperaría de alguien del lugar donde se crió. Sin embargo, a parte del mal pronto que parece común en los Norriel, Komir tendrá sus inseguridades y preocupaciones respecto a ganarse el derecho pleno de ser en verdad parte de la tribu, o de si será capaz de llegar a buen puerto con lo que parece depararle el destino o si alcanzará la meta personal que le arrastrará de paso ese mismo destino. Pero en general, es un protagonista principal que, aunque su peso recae en poco más de un tercio de la trama, no sólo agrada sino que además cumple bien su papel de cara a lo que pueda venirle en el libro siguiente.
Hartz se hace querer como típico amigo leal de un protagonista, forzudo, temperamental, supersticioso e intrépido. Pero bajo ese patrón algo reutilizado en la literatura, uno ve el juego que puede dar, en especial si en el camino se cruza alguien que pueda influir en este grandullón.
Y tan importante como el propio Komir en esta historia, está Aliana. Es un personaje que para mí está ceñida a lo que se espera de alguien de su rol. Siendo todavía joven, posee una belleza nada desdeñable capaz de cautivar a más de uno pero de la cual no se vanagloria; con un Don de curación que pocas nacidos con este mismo tipo de poder logran igualarla y que es capaz de usarlo hasta el límite de sus fuerzas para salvar tantas vidas como sea necesario; abnegada y altruista con intenciones sinceras y sin pretensiones; y aunque no es una guerrera, fue entrenada para defenderse con el arco y para no dejarse llevar por el pánico en situaciones de amenaza. Un personaje que en muchos aspectos parece rallar la perfección idílica, pero no por ello esté libre de preocupaciones y zozobras; y cuando se vea alejándose del templo de las sanadoras de Tirsar para cumplir un cometido de vital importancia, será cuando empiece el conflicto interno entre el deber y lo que podría querer que nunca se le había presentado antes.
A groso modo, estos son los personajes que se podrían mencionar si caer en verdaderos spoilers. Desfilarán personajes de distintos reinos de Tremia y de Toyomi, algunos que serán tanto tangentes como secantes a las sendas por las que se muevan por su lado Komir y Aliana; otros estarán más enfocados a esa gran conspiración para estallar el conflicto entre Rogdon, el Imperio Noceano y Norghana. Yuzumi, la emperatriz de Toyomi, es una mujer infame y sin moral con un afán de poder y conquista insaciable; no se place con tomar el control de todo su continente por la guerra, la traición y el uso de artes y dones oscuros, sin quitarle el sueño la larga alfombra roja de sangre a sus espaldas, que posa su ambiciosa mirada en Tremia en este sentido, además de encontrarse allí lo único que podría suponer una amenaza para su imparable supremacía. Yomuki es lo más cercano que podría estar de la emperatriz, su mentor y mano derecha que respeta y al mismo tiempo parece envidiar el poderío de su señora; y movido por la lealtad y por sus propios intereses, será la cabeza pensante y la mano ejecutora que mueve las piezas de esas tretas con las que intentará quebrar el tratado de paz entre los tres reinos más poderosos de Tremia. Otro personaje que despertó mi curiosidad fue Haradin, un mago que devota y porfiadamente se encargó de asegurar la vida de Komir, siendo este un bebé, entre las tierras de los Norriel; no se sabrá demasiado sobre este personaje, ni a priori de la relevancia de ese cometido que se desarrolla en el primer capítulo, pero de todos modos eso lo convierte en alguien que, por si acaso, es mejor no olvidarlo del todo.

La portada de Marcado me resultó todo un reclamo visual para el lector en potencia. Atractiva sin más, con Komir y Aliana compartiendo protagonismo a pesar de moverse en caminos diferentes, y que para alivio personal el agrado no se queda únicamente en esa estupenda ilustración que reviste esta historia.

En general, la trama abarca distintos frentes, intercalándose una subtramas con otras, viéndose el desarrollo de estas de manera individual, así como la evolución de la interrelación entre todas ellas tanto en lo que se aprecia en Marcado como lo que se pueda elucubrar de cara al siguiente de volumen: Conflicto. El final de este primer episodio sorprende e inquieta a nivel argumental, y deja buen sabor de boca para no rechazar la siguiente degustación de esta trilogía de fantasía que apunta maneras.

Conclusión: Una trama completa y heterogénea de fantasía que a un mismo tiempo sigue la línea del corte más clásico del género y marca su propia tendencia. Pedro Urvi logra demostrar aquí, en este comienzo de El Enigma de los Ilenios, que los autores de fantasía nacionales tampoco tienen desperdicio.


Mi valoración global: 4/5