jueves, 31 de marzo de 2016

Vendaval 1.1.4

-¡Tachán! -exclamó Mónica surgiendo con una pomposa pose de diva-. ¿Qué tal estoy?
En verdad, no necesitaba la opinión de nadie; ella sabía de sobra que estaba fabulosa. El vestido elegido por Zacarías le favorecía muchísimo, tanto en color como en forma y talle, se adaptaba perfectamente a su piel para realzar más ese cuerpo que procuraba machacarlo a diario con ejercicios físico. Los zapatos de tacón alto y el discreto bolso de diseño a juego, así como la rutilante plata de pendientes, colgante, pulsera en la muñeca derecha y anillo en el corazón de la zurda, fueron complementos que cumplían con creces con su función. Sin embargo, fue un fastidio para ella que la ignorasen así, y para más inri por lo que daba por sentado que estarían haciendo.
-¿Será posible?
Sus ojos se estrecharon por un segundo en rendijas severas formadas por sus párpados de pestañas alargadas al límite por el rimel. La musiquilla y los efectos sonoros que salían de los altavoces del plasma de cuarenta pulgadas evidenciaban lo que estaban haciendo Zacarías y Jacobo. Suspiró antes de avanzar por el enorme salón de su casa, dando más constancia de ello con cada intencionado taconeo sobre el parqué, aunque no parecieron percatarse de ello, ni siquiera al sentarse al lado de ellos en el chaise longe de cuero perlado frente a la pantalla.
No le quedó otra a Mónica que cruzarse de brazos y esperar mientras Zacarías ayudaba a Jacobo con el último juego de Zelda. Él nunca había sido forofo de las consolas, y menos de ese tipo de juegos, bien lo sabía ella; pero lo que sí que tenía Zacarías era una excelente habilidad visual y manual capaz de aplicar en cualquier situación.
-Venga, tú puedes... -no estaba claro si Jacobo estaba espoleando concretamente al jugador o al personaje, lo único evidente fue su fascinación al ver lo intocable que era Link cuando los controles estaban en las manos de Zacarías-. Ya casi... ¡Toma ya! ¡Chúpate esa, Volga!
-¿Ya habéis acabado? -preguntó Mónica con palpable y huraña impaciencia, consiguiendo al fin algo de atención-. La verdad, Jake, te emocionas con un juego de nada como si fueses un niño pequeño. No vas a asimilar nunca que estás ya en secundaria, por lo que veo.
-Habló la nueva universitaria -soltó el aludido con mordaz sarcasmo. En otra época más pueril su hermana le habría sacado los colores con esos comentarios, pero estando ya en plena pubertad su carácter empezó a consolidarse con la rebeldía propia de esos años de hormonas danzantes-. Bien que coges mi Wii U  para jugar al Just Dance y la Play para el SingStar...
-No olvides guardar la partida -terció Zacarías apresurándose en devolverle el mando a Jacobo, antes de que estallase una de esas broncas fraternales de las que era ajeno por su condición de hijo único-. No hace falta que te regale el oído, Mó, sabes muy bien que estás preciosa a todas horas -añadió al reconocer en sus ojos claras intenciones de replicar al hermano. Ese halago que dijo para sosegarla sonó más bien a hecho indiscutible en sus labios-. Ya podemos irnos, princesa.
-Hasta luego Zack -dijo Jacobo a la vez que se lanzaba en bomba sobre el sofá para enfrascarse de nuevo con la videoconsola-. Que te diviertas. ¡Ah, y gracias!
No le hizo gracia a Mónica que la omitiese, pero decidió dejarlo correr; o mejor dicho, esa era la única opción que le permitió Zacarías, quien la arrastró con cortesía hacia el recibidor, a pesar de que el deseo de estrangular a Jacobo se evaporaría justo antes de alcanzar la entrada de su casa. Se abrió fortuitamente cuando dos figuras un hombre y una mujer se disponían a entrar.
Él, algo entrado en los cuarenta, tenía toda la pinta de hombre de negocios que conservaba la buena presencia de sus años de yuppie, pese a diversas vetas plateadas en su cabello engominado. Respecto a ella, que no vestía especialmente elegante pero tampoco informal, no cabía duda de que era una década más joven, exudando todavía la juventud que aún no había empezado a decrecer en su cuerpo y su espíritu. Sin embargo, ambos adultos reflejaron en sus rostros la sorpresa y el bochorno propios de adolescentes pillados infraganti haciendo algo que no debían hacer o que se avergonzaban de su descubierto. No se esperaban a nadie nada más entrar.
Mónica sintió que se le esfumaba de un plumazo tanto el entusiasmo por salir de fiesta como el recuerdo de su pique fraternal con Jacobo, mientras su rostro palidecía y se apresuraba en borrar un claro sentimiento entremezclado de asco, incredulidad... y cierta deslealtad.
-Hola, papá -saludó al recién llegado con estoica y seca serenidad en su voz, mirándole muy fijamente antes de desviar sus ojos hacía la mujer que estaba al lado de él-. “Tita”...
Los aludidos intentaron disimular, pero Mónica estuvo segura de haberles visto sonreír con complicidad mientras abrían la puerta; y por más que Santiago, su padre, atusase la corbata ya había pillado a su tía Mercedes jugueteando con ella como queriendo arrimarle muy cerca. Demasiado y más de la cuenta, pensó. Y ya fuese para bien o para mal, la cara de simple y llana sorpresa de Zacarías le confirmó que sus ojos no erraron. Deseó exigirles explicaciones entre exabruptos y reprimendas, pero al final apretó la carne interna del labio con los dientes para no hacerlo.
-Creí que ya estabais de camino a la fiesta -bajo la usual sobriedad de su voz profunda, aún perduraba una irrisoria nota de sobresalto. Santiago no pareció captar la mirada que le dedicaba su hija, como diciéndole “vaya forma tan peculiar de devolverme el saludo”-. ¿No se os hace tarde?
-Vamos bien -le contestó automática y tajante su primogénita-. Aunque no tanto como otros.
Ese comentario claramente despectivo produjo un silencio un tanto cargado de tensión, y nadie parecía capaz de limar esa leve aspereza; sólo se oía de fondo a Jacobo jugando a la consola, ignorante a lo que pasaba en el recibidor. Sin embargo, Mónica pareció disfrutar un poco de esa circunstancia, aunque se esforzaba por no dejarse abatir por el remordimiento.
-Hoy estás muy guapa, Mónica -añadió Mercedes brindando una sonrisa sincera y cariñosa a su sobrina, esforzándose en restar violencia a la escena-. Y tú estás hecho todo un galán, Zacarías.
-Sé que estoy guapa -terció su sobrina, dejando al joven que la acompañaba con la palabra en la boca-. Y eso es porque lo soy, y lo mismo se puede decir de Zack.
-Será mejor que nos vayamos ya, Mó, por si el tráfico nos traiciona -comentó Zacarías arrimando a Mónica hacia sí en un medio abrazo para acompañarla fuera de la vivienda, sabiendo lo contraproducente que estaba siendo la situación-. Hasta luego, Santi, Merche.
Los que estaban junto a la entrada, algo pasmados por esa actitud de la muchacha tan difícil de digerir, no añadieron nada más; tan solo se apartaron para dejarles paso. Con tal osadía ponzoñosa y altiva caminó Mónica, que era muy probable la posibilidad de arrollarlos a su paso sin miramientos si no se hubiesen movido.
-¿Hacía falta que te metieras a fondo en el papel de arpía herida, rencorosa y amargada salida de un culebrón barato? -preguntó Zacarías con prudente sinceridad cuando estuvieron a solas en el ascensor-. Y luego quieres dar lecciones de madurez a Jacobo.
-Déjame tranquila -espetó desquitándose con el botón de la planta baja. Su arrebato estaba en un tira y afloja con el remordimiento al que llevaba rato resistiéndose-. Sabes de sobra que esta familia lleva años lejos de convertirse en una secuela de La Casa de la Pradera.
-Una cosa es que seáis independientes y tiréis cada uno por vuestro lado y aún así os queráis y os importéis de verdad -argumentó nada más iniciarse el descenso del ascensor-, otra bastante distinta es que quieras hacer daño de manera ilícita e intencionada a un padre que nunca se ha portado mal contigo y que te quiere mucho más de lo que puedas imaginar.
-Eso ya lo sé -admitió Mónica entre resoplidos, mientras oteaba su sutil capa de maquillaje en el espejo al fondo del cubículo, por si se hubiese estropeado con su irritación. De paso, se colocó bien un par de mechones de sus cabellos, los cuales había ondulado un poco y recogido en una coleta a la altura de la oreja izquierda-, pero... ¿Es que no has visto lo mismo que yo?
-Claro que lo he visto. Pero lo que no veo es el problema que al parecer tú sí puedes ver.
-No me busques la boca.
-¿Tanto te jode que se plantee rehacer su vida después de tantos años? ¿O te cabrearía menos si hubiese sido con cualquier desconocida en vez de la hermana de tu madre?
No recibió respuestas en lo que quedó de descenso, pero Zacarías no las necesitaba. Conocía demasiado bien a Mónica, y por su silencio, la mirada perdida en la nada y el hervidero de emociones opuestas que debía estar cociéndose en su fuero interno, supo que esta vez tampoco estaba él demasiado desencaminado. La joven continuó excesiva y forzadamente callada incluso después de salir del ascensor una vez que habían llegado a la planta baja.
-Sabes muy bien que tu madre es insustituible para él -prosiguió sin importarle que ella se cerrase en banda, rompiendo ese silencio que perduró más allá de dejar atrás el céntrico edificio. No le sorprendió verla tensa y andando un metro por delante de él, aunque sus palabras lograron que aminorase el ritmo-. Ya me hago una idea de la lista de sandeces que están desfilando por tu cabeza.
-Creía que él la amaba de verdad -contestó Mónica con actitud algo más relajada. Parecía medio absorta en un pasado diluido pero aún así imborrable-. Yo no recuerdo mucho, ya sabes que mamá murió al poco de nacer Jake y yo a penas iba a párvulos, pero tía Merche siempre me contaba lo mucho que se querían, con ese tipo de amor tan envidiable como aborrecible... E incluso a esa edad tan inconsciente supe lo derrumbado que se quedó papá cuando murió en ese accidente. Por eso jamás pensé que se plantearía rehacer su vida con otra, y menos después de tantos años.
-Eso no significa que halla dejado de amarla o que la quiera menos; y permíteme que te diga que en estos tiempos ningún hombre que enviude tan joven como enviudó él duraría tanto sin siquiera echar una canita al aire. Le honra haber respetado la memoria de tu madre, al menos que tengamos constancia clara de ello, todo este tiempo; pero también se merece buscar de nuevo un poco felicidad en ese terreno, aunque quizás no llegue a ser tanta como la que tuvo con ella.
»No se puede vivir siempre de recuerdos y pena -añadió renovando sus pasos y cogiéndola de la mano. Sacó del bolsillo la llave de su coche al estar cerca de donde lo estacionó. Mónica se mostró más mansa y alentada, el contacto físico y las palabras de Zacarías fueron como un bálsamo para ella-, y admite que se merece vivir para algo más que trabajar o estar pendiente de sus hijos. La soledad es muy mala, Mó, y más si se le pasa por la cabeza la realidad de que eres toda ya una mujer que tarde o temprano dejará el nido, y lo mismo verá en Jacobo en unos cuantos años.
-Dices eso último como si fuésemos a mandarle ya a una asilo, ya te vale.
-Ya me entiendes.
-Sí, sí... -se apoyó sobre el capó cuando llegaron al pequeño Peugeot 206 Cabriolet plateado de Zacarías, sin miedo a ensuciar su lindo y caro vestido sabiendo que su dueño siempre lo mantenía impoluto-. Mi madre debe estar también hartita en el otro barrio de que él siga siendo un adicto a la viudedad, aunque tenga que compartirlo con su propia hermana. Precisamente me choca que sea con ella, si ni siquiera nos lo habíamos olido lo más mínimo. Merche siempre ha estado pendiente de nosotros dos, pero me es raro que algún día pueda ser mi madre además de mi tía.
-Creo que eres mayorcita para tener esos traumas de malvada madrastra de cuento -alegó después de activar la apertura remota del coche-. Lo que hagan tu padre y tu tía entre ellos no tiene porqué afectar a lo demás. Quitando el hecho de que se atraigan, yo lo veo todo como siempre.
Ya ambos dentro del coche, Mónica apoyó la cabeza en el hombro del conductor.  Consideró irónico que en menos de una hora pasara de consoladora a consolada.
-¿Ves? Sigo diciendo que deberías estudiar psicología en lugar de derecho, Zack.
-Bueno, piensa que puedo ser muy convincente ante un jurado con esta labia que tengo.
Ella sonrió, y eso le gustó a Zacarías, quién deseaba ver a su Mó de siempre. Cuando él echó  mano sobre la palanca de freno tras arrancar el motor, ella posó la suya encima con cariño.
-Te propongo un trato: olvidemos tus neuras y las mías, al menos por hoy. Esta noche toca divertirse y ya tendremos tiempo para hablar de estos temas en momentos menos intempestivos.

-Por mí perfecto -contestó él con una sonrisa-. Y ahora te pido que te abroches el cinturón.

martes, 29 de marzo de 2016

Crítica personal: Perturbado

Título: Perturbado
Título original: Pacific Heights
Autor: Paul Harper
Editado en España por: Roca Editorial

Sinopsis:

Cuando un detective que no existe tiene que investigar un caso del que nadie debe enterarse, sólo puede tratarse de que alguien intenta cometer el asesinato perfecto.

Marten Fane no figura en ningún directorio. No se le encuentra a no ser que quiera que lo hagas. Y no acepta casos comunes. De hecho, casi nadie lo conoce por su nombre real. Vera List, una reputada psicoanalista, consigue ponerse en contacto con él a través de la mediación de un conocido. Su situación es desesperada: dos de sus pacientes han estado hablándole desde hace tiempo de sendas relaciones extramatrimoniales que han mantenido. En ambos casos, los encuentros prohibidos y los juegos sexuales son exactamente la vía de escape que las dos habían estado buscando para sus aburridas vidas. Cada detalle perverso es tal y como ellas lo habían imaginado, pero ése es precisamente el problema.
Vera se ha dado cuenta de que algo no cuadra, y su sospecha es sobrecogedora: se trata del mismo hombre y ese perturbado ha entrado en los historiales que la psicoanalista guarda de cada una de sus pacientes para conseguir colarse en sus mentes y hacer con ellas su voluntad. Cuando List le cuenta a Marten Fane cuál es la situación, poco imagina las intenciones reales del manipulador o la trama de poder que se oculta tras lo que no era más que una simple relación de adulterio.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Aquí tenemos otra de mis incursiones al género policiaco y detectivesco, al cual me dejo caer de vez en cuando. Esta vez en compañía de Marten Fane, un hombre con un pasado vinculado a diversos organismos policiales y de inteligencia de Estados Unidos que en el momento presente de la novela trabaja discretamente por su cuenta. En esta ocasión, atiende el caso peliagudo y delicado de la psicoanalista Vera List, la cual llega a saber de él y sus servicios a través de Shen Moretti, un conocido de ambos. Dos pacientes suyas, Elise Currin y Lore Cha, que no tienen nada que las vincule de manera directa entre sí (dejando a un lado el hecho de que sus respectivos maridos son hombres conocidos, con poder e influencia en la sociedad por los terrenos en los que cada uno de ellos se mueve), salvo el factor común en la figura de un amante entre las más apartadas bambalinas de sus vidas. Sin embargo, Vera percibe en sus sesiones con cada una de ellas las similitudes entre sus idilios amorosos, que sus amantes son capaces de desentrañar sus fantasías más íntimas e incluso detalles cruentos de sus pasados, como si sus mentes y sus corazones fuesen cajas que él abre y hurga a su antojo sin consideración alguna ni permiso de ambas mujeres que son sutilmente manejadas. Y lo que hace más perturbador aún a los amantes de Elise y Lore, es que la psicoanalista está segura de que son en realidad un único hombre del que las dos ignoran compartir, y que de algún modo ha llegado a lo más hondo de ellas accediendo a sus historiales.
Marten acepta el caso, a pesar de lo arduo que pinta, a pesar de que su cliente exige presura y, sobre todo, discreción total, sin que llegue a trascender a las dos principales afectadas y mucho menos al conocimiento judicial y público. Sin embargo, no será tan fácil llegar a buen puerto a pesar de todos los recursos que dispone este peculiar detective y el equipo que trabaja con él, siendo muy posible que Vera deba ceder en más de una exigencia si desea evitar un desenlace peor.
Del mismo modo, a parte de ponerle freno, también deberán descubrir qué fines mueve al amante de Elise y Lore para tejer esa red de manipulaciones.

El libro se divide en seis partes; o más bien siete si se cuenta el primer capítulo, que podría considerarse un prólogo aunque no se nombre como tal, una escena entre una de las pacientes de Vera con su amante. El caso que se presenta ante Fane comienza en la Noche del lunes, la primera de las particiones reales del manuscrito de los capítulos 2 al 7, siendo seguidas por Martes, del 8 al 16, Miércoles, del 17 al 25, Jueves, del 26 al 36, Viernes, del 37 al 46, y finalmente el capítulo 47 clasificado como Epílogo (tres meses después). Es una historia intensa que ocurre en un periodo que a penas roza la semana a lo largo de casi 280 páginas; aún así, me resultó una lectura más lenta y ardua de lo que pudo parecerme en un superficial principio, pese a su cierto dinamismo.
Nos adentramos en la investigación de Fane, en el cauce que arrastra a Elise y a Lore a raíz de los idilios que viven y que se tornan cada vez más tortuosos; de igual modo en la preocupación de Vera List y su responsabilidad con sus dos pacientes que tratará de proteger en lo posible, a parte de sí misma y la privacidad del resto de personas que acuden a su consulta. A pesar de la experiencia y los recursos de este peculiar detective, no será tan fácil cerrar su cerco sobre ese individuo, pero Marten nunca acepta un caso que no sea capaz de afrontar.
El lector además será un testigo, de manera gradual, de las maquinaciones de ese amante, lo que le ha llevado a escudriñar los historiales psicoanalíticos de esas dos mujeres, a cortejarlas y ser amante a dos bandas con una carencia de escrúpulos indudable, así como se impulsa a utilizar con perfidia e intención lo que conoce de ellas hasta volverse en algo ponzoñoso por debajo de la dulzura que las atrajo a sus brazos.
                        
La historia está muy bien planteada y expuesta (en tercera persona), siendo prometedora aunque con cierta incertidumbre desde sus primeras líneas. La intriga se mantiene constante y firme a lo largo de los capítulos, una novela de detectives que cumple muy bien su función y que creo que cubre a raja tabla lo mínimo que se puede esperar en un título de este género. Sin embargo, en otros aspectos puede resultar una trama un algo lineal y con una profundidad limitada en contextos más allá del asunto principal que expone el autor.

Un punto fuerte es el estilo de Harper, metiendo bien al lector en cada escena de esta composición de intrigas e investigación. Es abundante, pero sin excesos, en detalles del escenario elegido, San Francisco; una ciudad que para mi criterio hace ganar atractivo a la novela. También proporciona buenos detalles del lenguaje corporal de cada intérprete de esta trama, brindándoles de sobrado realismo como para vislumbrar cada gesto; un aspecto que me agradó a la hora de leer algunos personajes, como por ejemplo Lore Cha.

Son pocos los personajes que tengan mucho de aportar de sí mismos en esta novela, pero aún así algunos consiguen transmitir al lector.
A lo largo del caso que acepta, llegamos a saber de manera condensada lo más relevante del pasado de Marten Fane y de su forma de ser. Sin embargo, es prácticamente lo único que le aporta profundidad al protagonista, no es un personaje plano pero que personalmente esperaba algo más, aunque cumple con el rol que le corresponde. A fin de cuentas, un detective que trabaja discretamente a su modo, con gente que colabora con él dentro de sus métodos, curtido en sus experiencias policiales y en los servicios de inteligencia; él inspira seguridad y confianza de ponerse en sus manos y que desde luego los enigmáticos costes de sus servicios están más que justificados.
Vera List es una psicoanalista que antepone mucho a sus pacientes, considerando igual de importante o incluso más la integridad y privacidad de todos ellos como el peligro que pueda correr su trayectoria profesional ante el ultraje de que alguien tenga la facilidad de acceder a los expedientes que religiosamente custodia. Una gran pérdida en su terreno personal no mucho tiempo atrás se visualizará en Perturbado, que de algún modo se convertirá en uno de tantos elementos que la harán confiar más en el detective y su buen juicio, aunque signifique tomar medidas que su excesivo sentido de protección a sus pacientes no aceptaría en un principio.
Elise y Lore son realmente contrarias pero con similitudes conexas y hasta complementarias; quizás lo que hace más razonable la elección de estas dos mujeres por parte del antagonista de la historia para sus propósitos, comparando las reacciones de la una y la otra. Ambas, en particular Elise, han sido castigadas por la vida y no son en verdad felices a pesar de tener una vida que muchas otras envidian, aunque para ello sean “mujeres florero”. Lore es temperamental e impaciente, derrocha seguridad pero que en su núcleo emocional esconde un lado frágil que en todo lo posible doma para no verse superada ni derrumbada por las circunstancias adversas. Elise es una mujer realmente marcada desde su infancia por los avatares que le ha ido acolitando a lo largo de su vida; esto la convierte en el personaje con la personalidad más profunda, con un buen desarrollo y de los más ricos en detalles de su pasado. Es vulnerable y bastante dócil, pero incluso con esa fragilidad ha sabido mantenerse a flote, y en su interior atesora una fuerza aún mayor que de ella depende sacarla a relucir o no en la crisis que en un comienzo desconoce ser víctima. Elise es por la que he sentido más compasión de las dos, entre tantos motivos por ejemplo este fragmento muy al comienzo de la historia, en el que Vera habla sobre ella con Marten:
-Desde que empezó la aventura −preguntó Fane−, ¿habla de algún tema más, tiene otras preocupaciones?
Vera inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado y frunció el ceño.
-Los temas y las preocupaciones no han cambiado mucho que digamos, pero tal vez ahora los aborde de una forma algo distinta. En cierto modo la aventura la ha… aliviado del aislamiento de su matrimonio.
-¿Aislamiento?
-Los floreros se ponen en las repisas de cristal de las vitrinas. Cogen polvo. Nadie los toca en mucho tiempo.
De entre el equipo que trabaja con Fane en este caso, destacaría a dos. Por un lado Shen Moretti, conocido de la psicoanalista quien le sugirió los servicios del detective cuando ella le expuso su problema. De madre china y padre italiano, según el protagonista con rasgos capaces de mutar sutilmente pareciendo más chino o más europeo según el día. No tiene una gran participación en la historia pero hay momentos en los que él goza de su grado de relevancia.
Sin embargo, la más destacable sin duda es Roma Solís, una colombiana que siguió los pasos de su padre policía que sufrió un gran golpe en su vida como mínimo igual de contundente que el de Fane en el pasado. Podría considerarse la mano derecha del protagonista, pues buena parte del trabajo de campo lo dirige y supervisa ella misma con excelente mano. Entre ella y Fane parece flotar una empatía y cierta simbiosis confidente que parece ir un poco más allá de la amistad y el trabajo pero sin palparse del todo un posible romance futuro; son capaces de apoyarse mutuamente de sus aflicciones pero respetando sus respectivos espacios emocionales. Por lo menos en lo que a lo “laboral” existe una sincronía y una confianza indudables entre ellos dos.
Y por supuesto, está ese perturbado que da nombre al título de la edición española. Un hombre que a medida que avanza la trama demuestra su moral quebrada y mutilada, tras descubrirse los motivos que lo mueven a manipular con perfidia a Elise y a Lore; así como su capacidad de sacar provecho de la gente para sus fines, algo que no se limita a sus dos “amantes”. Un antagonista no del todo desechable, capaz de causar estragos sin tener que ensuciarse las manos, un hombre que evidencia muy bien ese dicho que reza que se cazan más moscas con miel que con vinagre.

La trama en sí es impecable hasta el último segundo de este caso contrarreloj, con una mejora que despunta en los últimos capítulos antes de resolverse, por así decirlo, todo el intríngulis por el que el protagonista fue contratado; aunque por el contrario el epílogo me defraudó un poco, dejándolo muy en el aire al tratarse el primer libro de una serie protagonizada por Marten Fane y que no me instó tanto al interés por más sobre este detective (personalmente, aunque ofrece bastante del pasado de su protagonista que despiertan interés, al final se me antojó poco más que un ni fu ni fa). Supongo que algunos cabos sueltos que pude apreciar en sus páginas se ahondarán en libros posteriores a éste; segura y claramente lo que guarda Marten en el baúl de sus recuerdos. Además, como ya comenté, no considero que los personajes den tanto juego más allá del asunto principal de atrapar a ese perturbado; también me esperaba algo más de ellos, pero tampoco me han defraudado en términos generales.

El título de la traducción española parece muy adecuado para referirse al antagonista, aunque el título original (Pacific Heights) cobra más sentido por ser una zona de ese escenario que es San Francisco, concretamente por ser la que reside su protagonista principal.

Conclusión: Una historia de detectives nada desechable, bastante entretenida, con una trama de ritmo fluido pero que a veces decrece su dinamismo. Un caso realmente peculiar, en el que nos demuestra que puede hacerse auténtico daño a otros sin necesidad de armas ni violencia, y que la coacción puede ser tan sutil como efectiva.


Mi valoración global: 3,5/5

miércoles, 23 de marzo de 2016

Crítica personal: Las Crónicas de Magnus Bane

Título: Cazadores de Sombras – Las Crónicas de Magnus Bane
Título original: The Bane Chronicles
Autoras: Cassandra Clare, Sarah Rees Brennan, Maureen Johnson
Editado en España por: Destino

Sinopsis:

Ser Magnus Bane no es fácil. Como es un brujo, siempre tiene que solucionar los problemas de otros. Su vida ha sido larga, y ha tenido muchos amores. Y ha sabido estar en el lugar correcto en el momento adecuado (bueno, a veces no tanto): la Revolución Francesa, el gran apagón de la ciudad de Nueva York, la primera batalla entre Valentine y el Instituto de Nueva York… Pero ayudar a huir a María Antonieta no tiene comparación con amar a una vampira como Camille Belcourt o tener la primera cita con Alec Lightwood.
Y si bien la leyenda se sigue creando, estas historias nos revelan su carácter, a menudo misterioso y desconocido. ¿Qué pasa cuando un brujo inmortal se vuelve loco? ¿Todos los Herondale dan tantos problemas como Will? (Respuesta: sí) ¿Qué fue lo que pasó realmente en el hotel Dumort? ¿Cómo se convirtió Raphael Santiago en vampiro? ¿Qué le comprarías a un cazador de sombras que te gusta pero con el que aún no estás saliendo? Y ¿por qué Magnus tiene prohibida la entrada a Perú?

Para Magnus sería imposible contar todas y cada una de sus historias. Nadie le creería. Aquí hay once relatos que descubren algunos secretos… que seguro él no querría que se hubiesen revelado.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Extremadamente preferible haber leído con anterioridad tanto los seis libros de Cazadores de Sombras (The Mortal Instruments) como la trilogía Cazadores de Sombras: Los Orígenes (The Infernal Devices) para comprender en plenitud esta obra, así para evitar spoilers de los mismos.

Creo que la mayoría de los lectores incondicionales de la famosa saga de Cassandra Clare se habrán enamorado (en un sentido u otro) del excéntrico gran brujo de Brooklyn. Y tengo por seguro que esta publicación es todo un regalo para quienes nos hemos encariñado de Magnus. ¿Quién no ha sentido deseos de conocer más de su larga vida de inmortal, incluso más atrás del Londres Victoriano de Tessa, Will y Jem? ¿Qué correrías, amoríos, juergas, riesgos, alegrías y penas habrá experimentado a lo largo de los siglos y que dejaran una importante mella en él? Pues Las Crónicas de Magnus Bane traerá una buena dosis de satisfacción a esas curiosidades.
Sería imposible sondar por entero toda la historia de este gran personaje, pero en este título uno puede hacerse una idea de su vida y su personalidad con esta selección de episodios trascendentes de su dilatado periodo de existencia (aunque quizás más de uno, como mi caso, le hubiera gustado desgranar aún más sus primeros años de andanza por el mundo de los mundanos).

Estas once historias son de índoles dispares, pues veremos que este brujo ha sido testigo de momentos históricos reales (como la Revolución francesa o el Crac del 29 en Nueva York), pasando por sucesos que están más relacionados con los Subterráneos y los nefilim. Y por supuesto tampoco podía faltar uno de los mayores intereses de los fans de Magnus: retazos del que posiblemente sea el más grande de sus amores: el cazador de sombras Alec Lightwood.
En general, estos relatos están colocados cronológicamente; y por la manera adecuada de posicionarlos entre sí permite apreciar en buena parte el desarrollo del propio Magnus en cada época que vive, a medida que años, décadas y siglos avanzan sin que le afecten (por lo menos de fachada) como a la mayoría de seres corrientes.
Vemos junto a él como el mundo cambia, como se desplaza con bastante frecuencia por el globo, sobre todo en busca de lugares tan exóticos como él mismo; pero el lector verá como su corazón acaba divido principalmente entre Londres y Nueva York, ciudades que por un motivo u otro se vuelven los lugares que más llega a sentir la necesidad de volver más tarde o más temprano, ya sea en unos años o décadas, con todo lo agradable y doloroso de las vivencias pasadas en ambos.

Uno de los mayores alicientes de este título, a parte de ahondar más en un gran personaje, es que complementa aún más los libros ya publicados por acontecimientos con mayor o menor relevancia, directa e indirectamente, tanto a las respectivas tramas como a los personajes de las mismas que participan en estas crónicas.
Un claro ejemplo son momentos relacionados con Los Orígenes (The Infernal Devices), tanto previos (con Vampiros, Pastelillos y Edmund Herondale) como posteriores (El Heredero de Medianoche) a los acontecimientos narrados en dicha trilogía. Precisamente es en el último de estos dos, situado un par de décadas tras los acontecimientos de Princesa Mecánica, donde se indaga un poco lo que fue de parte de los habitantes del Instituto de Londres, así como su descendencia; y queda claro que no todo iba a ir tan bien en sus vidas por demasiado tiempo, como muy a su pesar comprueba el propio Magnus. Sin duda dicho relato, que se queda la cosa bastante en el aire en su final con un halo de incierto misterio, hace de evidente anticipo y gancho para The Last Hours, la futura trilogía y secuela directa de The Infernal Devices y que, a su vez, estará conectada con la (en el momento de publicar esta crítica) recién estrenada trilogía The Dark Artifices (una relación entre ambas tramas, al parecer, idéntica a la que une The Mortal Instruments y The Infernal Devices). Admito que logra despertar la expectativa para seguir esta saga cuyo ocaso no parece divisarse.
Tampoco podían faltar sucesos relacionados con la saga principal (The Mortal Instruments), como por ejemplo sobre el Círculo de Valentine y el verdadero comienzo de la historia de Clary Fray en La Última Batalla del Instituto de Nueva York.
Además, menos centrados en la trama principal pero sí repercutiendo en lo personal de su parte de su elenco (y sobre todo el propio Magnus). El Auge del Hotel Dumort y La Caída del Hotel Dumort despiertan interés por lo que pueda haber sucedido a destacar en la historia de ese edificio emblemático de la saga, sobre todo el origen de que se convirtiera en la morada de los vampiros de Nueva York; Salvar a Raphael Santiago nos acerca más a este vampiro que ha tenido bastante que decir durante el trayecto entre Ciudad de Hueso y Ciudad del Fuego Celestial.
Magnus ha amado a muchas personas a lo largo de su existencia, entre mundanos, Subterráneos e incluso cazadores de sombras; mujeres y hombres casi por igual pero quizás con cierta predilección por su mismo sexo; amando irremediablemente tanto a personas que les corresponden como si de antemano sabe que sería un amor más bien platónico; pero ante todo que al final lo que toque su corazón sea la persona en sí por encima de su canon ideal de la combinación del cabello negro con los ojos azules.
Y Alexander “Alec” Gideon Lightwood parece para Magnus el roto para su descosido desde la primera vez que lo ve, por más que sea un nefilim. Con los relatos ¿Qué comprarle a un cazador de sombras que tiene de todo? (y con el que, de todas formas, no estás saliendo oficialmente); El curso del amor verdadero (y las primeras citas); y El buzón de voz de Magnus Bane, más de uno se quedará saciado con una buena ración de esa relación tan adictiva para buena parte de los lectores que recibió el nombre de “Malec”.
Como menté más arriba, resultan singulares los capotazos que ha dado Magnus en hechos históricos. La reina fugitiva me agradó bastante, una historia que no tiene desperdicio en la que se nos ofrece la presencia e intervención de nuestro brujo favorito en un momento famoso de la humanidad pero sin conseguir con ello méritos o cambios en el mismo.
En buena parte de la novela estarán presentes sus buenos amigos brujos (Ragnor y Catarina), a destacar Lo que realmente ocurrió en Perú, donde se atisba (sobre todo Ragnor) lo que implica para bien o para mal tener a Magnus como una de tus más cercanos y longevas amistades; y de paso esclarecer ese guijarro lanzado en cierto momento de la saga de que no pueda pisar terreno peruano.

Fue muy grato ver en este caso que Cassandra Clare sigue defendiendo con poderío ese bastión que es mi enorme agrado por su estilo narrativo y creativo (como buenamente he dejado claro en todas mis reseñas de su saga), con Sarah Rees Brennan y Maureen Johnson como excelentes escuderas para no la fácil misión para crear estos fragmentos del pasado, la vida y las emociones de uno de los personajes más aclamados de esta saga.
Igualmente agrada que las estilográficas de las dos cooperantes encajen en sincronía con la de la autora.

Como es en habitual en el universo de los Cazadores de Sombras, la voz narradora es la tercera persona; aunque roza mucho la primera persona porque todo gira en torno a Magnus, en lo que hace, lo que ve, lo que piensa y lo que siente; como si él fuese un narrador indirecto a demás de, por primera vez aquí, un protagonista principal.
Esta es sin duda una edición muy atractiva más allá de lo evidente. Antes de que el lector se adentre directamente en cada relato, éstos están precedidos por su título con un pequeño extracto del mismo para abrir boca, y justo después una página de cómic en blanco y negro (obras de Cassandra Jean) que representa un instante de dicho relato (no necesariamente el mismo que el extracto antes citado). Son detalles como estos los que hacen de un libro todo un regalo para cualquier lector de este género, y en especial para quienes admiran este universo cautivador.

Magnus Bane. Creo que este personaje ha dejado muy marcado quién y cómo es él a lo largo de los nueve libros que componen The Mortal Instrument y The Infernal Devices. Sin embargo, aquí se desgrana mucho más de este brujo tan carismático, haciendo incluso que todo lo conocido de él antes de esta lectura sea poco más que la punta del iceberg. Siempre he tenido la corazonada de que podía ofrecer incluso más si cabe de lo que él parecía ocultar tras su frecuente actitud llena de frivolidad y sus más bien falsas negativas iniciales de implicarse con los protagonistas (sobre todo si tiene que utilizar sus recursos mágicos, más si es de manera gratuita); y aquí se confirma.
Puede que el concepto de la inmortalidad, con el paso de los siglos, implique la pérdida de la chispa que muestran los mortales mundanos. Sin embargo, Magnus refleja en este libro su lado más sentido, mucho más de lo que cabía esperar en quien ha vivido durante siglos transitando una época tras otra; encontrando el amor entre Subterráneos, mundanos y hasta entre los nefilim, con sus fracasos incluso con la garantía de la inmortalidad por la otra parte, con sus pérdidas y pesares por la fecha de caducidad que supone el envejecer y finalmente morir de muchos de sus amantes. Un corazón muy humano bajo toda la magia brindada por su sangre demoníaca, incapaz en la mayoría de las veces no mojarse incluso en locuras cuando su fibra es tocada; pero también llega a refrenarse en más de una ocasión para precisamente evitar sufrir demasiado por su propia humanidad.
Por supuesto, sus extravagancias no podían faltar, una virtud que ha sido una constante suya sin importar la época o nación del globo que haya tenido la dicha (o desdicha) de que su calzado (sin duda estiloso, como siempre) haya pisado. No hay que olvidar que él es glamour… en todos los sentidos.
Si te emocionaste, reíste o lloraste con Magnus en su paso por las nueve novelas en las que ha aparecido previamente, en sus crónicas seguirás esa misma estela.

Las Crónicas de Magnus Bane regala un generoso número de personajes circundando estos trozos del camino andado por su protagonista, ya sean mundanos, Subterráneos o nefilim; tanto si son relevantes o no en las novelas publicadas, caras conocidas y nuevas casi por igual. Además, brinda también la oportunidad de diseccionar mejor la personalidad y las emociones de quienes de verdad importan tanto para Magnus como en los distintos arcos argumentales de la saga; no con la intensidad que se vuelca en el brujo pero con una riqueza de detalle elevada incluso para la pasada superficial que sus líneas reflejan.
Aquí conocemos mejor aún a sus mejores amigos dentro de los Hijos de Lilith: Ragnor Fell y Catarina Loss, los cuales gozan de una presencia bastante acentuada a lo largo de estos retazos de la dilatada vida de Magnus. El brujo de piel verde se caracteriza por un sentimiento de afecto y fobia equilibrados hacia su amigo, siendo muchas veces sufridor de las peripecias y los disparates que este le haya arrastrado a lo largo de su amistad; mientras que la altruista bruja sanadora de piel azulada es la confidente que derrocha comprensión y paciencia tanto para ayudar a su bien apreciado Magnus como para ejercer de mediadora que lime las asperezas entre éste y el amigo común. Ambos han sufrido como todo brujo por el origen de su concepción y la diferencia de ellos que tanto recelo y odio llega a despertar en los mundanos, sobre todo en sus progenitores y en las épocas que vieron por primera vez el mundo; pero tanto él como ella han afrontado sus vidas siguiendo los dictados propios que se explican en la presente, al igual que Magnus, tres caminos diferentes en mayor o menor medida pero que no resta que puedan caminar paralelos en su equilibrado (y un poco tópico) trío de amistad.
Raphael y Camille son posiblemente, hasta la fecha, los Hijos de la Noche con mayor relevancia en el universo de Cazadores de Sombras, y ellos tienen cabida aquí. Ella claro está por la evidente relación sentimental que mantuvieron en el Londres Victoriano; pero de él, personalmente, no me cabía esperar tanto, aunque en ciertos momentos de The Mortal Instruments (sobre todo en Ciudad del Fuego Celestial) hay evidencias más o menos difusas de cierto vínculo con Magnus más allá de las circunstancias del argumento o que ambos fueran del escalafón jerárquico de sus respectivas razas en Nueva York. Por un lado, el origen de la conversión de Raphael consiguió ganarme un poco más de simpatía hacia él, ya que en general no me atrajo demasiado en sus apariciones en la trama “principal” de esta saga; mientras que la pérfida tentación rubia con colmillos ofrece aspectos importantes sobre ella misma, sobre todo de cómo empezó su relación con Magnus, pero también se vislumbra que su fortaleza interior no llega tanto a la altura de las expectativas de poder y gloria que fragua en sus deseos.
Era de esperar que los nefilim tuvieran aquí notable presencia. Viejos conocidos para los fans serán su mayoría, pero también otros se presentan para futuras publicaciones, junto a un generoso número de estos semiángeles que aparecen para su participación justa y funcional (de estos últimos destacaría a los Whitelaw, los predecesores de los Lightwood en llevar las riendas del Instituto de Nueva York). Por mentar algún ejemplo, me gustó ver plasmado en su apogeo al Círculo de Valentine y su propio cabecilla en esa visión radicalmente idealista antisubterráneos que los unía, con personajes como Luke, Maryse, Robert e incluso Stephen Herondale en una juventud cuyos actos indómitos y su fe y lealtad desmedida hacia Valentine los nubla y, en mayor o menor medida, les pasará una factura que siempre recordarán incluso en el comienzo de Ciudad de Hueso; pero por lo que respecta al primer antagonista de The Mortal Instruments, éste no supone una variante real al comparársele con su yo más maduro, salvo quizás que en este caso es más descaradamente cruel, sin esa frialdad calculada y esa inteligencia manipuladora que le caracterizan. También me resultó agradable volver a leer a Tessa, Will y Jem, sobre todo en el futuro cercano a la caída del Magister; y esto puede despertar añoranza a quienes disfrutaran con la trilogía en la que se dieron a conocer, al mismo tiempo que se empieza a conocer la siguiente generación que promete (tanto queriendo o no) seguir la estela de sus predecesores en formar parte de algo relevante en la historia del mundo de sombras en el que viven.
Pero es Alec quien despunta en esta novela de entre su gente por la relación que se fragua con este brujo más allá de la profesional necesidad que los cazadores de sombras llegan a tener de sus servicios de brujería. El primogénito de los Lightwood da en estos relatos más a conocer de su personalidad, y sobre todo de lo mucho que llega a desbordar en él todo lo nuevo que se presenta ante él y que había considerado tabúes (como flirtear o tener una cita con alguien de su mismo sexo, y Subterráneo para rizar más el rizo). Si Alec me caía en bastante gracia con anterioridad, aquí siguió sin defraudarme, sobre todo al comprobar lo que incluso su mera mirada puede producir en un personaje de la talla y la experiencia en la vida como Magnus.

La portada, por supuesto, sigue siendo tan atrayente como todas las que se han utilizado en la saga, con la peculiaridad de utilizarse claramente a Godfrey Gao como modelo (quien interpretó a Magnus en la adaptación cinematográfica de Ciudad de Hueso).

Cada historia casa bien con el concepto de autoconclusión. En algunos casos terminan cerrados, otros terminan en un reguero difuso de pisadas para marcar que no todo puede ser sabido incluso por el lector y que se debe quedar en el fuero interno de Magnus; y evidentemente otros simplemente forman ramificaciones acertadas para complementar extenso árbol que es el macrouniverso de los Cazadores de Sombras, ahondando más en pasado, presente y/o futuro no sólo de tramas ya publicadas sino de lo que la autora amenaza con ofrecernos en los años venideros a la redacción de esta opinión personal.
Pero por encima de todo, realza el trasfondo con soberbio acierto todo lo que gira a Magnus.

Sin duda funcionó la mecánica utilizada con estas crónicas, muestra de ello fue que la repitieran con Historias de la Academia de Cazadores de Sombras, la cual gira esta vez en torno a Simon Lewis y que ofrecerá mucho que decir no sólo de este personaje y su futuro tras Ciudad del Fuego Celestial, sino también a los arcos de The Dark Artificies y The Last Hours.

Conclusión: Mucho se ha leído y conocido del fabuloso y glamoroso gran brujo de Brooklyn, pero en este tomo se constata que este personaje podía dar más aún; y seguramente (o por lo menos eso espero en lo personal) no será lo último que se sepa de él. Sin duda, una lectura obligada tanto para los que hayan disfrutado de la obra magna de Cassandra Clare como para los que hayan caído víctima de los hechizos y encantos de Magnus Bane.


Mi valoración global: 5/5

miércoles, 16 de marzo de 2016

Crítica personal: Insurgente

Título: Insurgente
Título original: Insurgent
Autora: Veronica Roth
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

Una sola elección puede transformarte o destruirte. Sin embargo, toda elección tiene sus consecuencias, así que, cuando los disturbios se extienden por las facciones, Tris Prior debe seguir intentando salvar a sus seres queridos (y a sí misma), mientras se enfrenta a inquietantes dilemas sobre la pena y el perdón, la identidad y la lealtad, la política y el amor.
El día de la iniciación, lo normal es celebrar la victoria con la facción elegida; por desgracia, en el caso de Tris, el día acaba de forma atroz. El conflicto entre facciones y sus distintas ideologías se intensifica, y la guerra acecha en el horizonte. El peligro en tiempos de guerra es que se debe escoger un bando, desvelar secretos… y las consecuencias de cada elección se convierten en algo aún más irrevocable y poderoso. Transformada por sus decisiones, pero también por los nuevos descubrimientos, los cambios en sus relaciones personales, la pena y la culpa que la observan, Tris debe abrazar su divergencia por completo, aunque eso le suponga pérdidas insuperables.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación, será inevitable mentar sucesos del anterior para mayor comprensión y coherencia de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será bajo tu propia responsabilidad.

De alguna forma conecté bien con el inicio de esta trilogía (e incluso con su protagonista principal), pero en el caso de Insurgente, aunque siguió gozando de buena parte de mi agrado, a veces sentí una de cal y otra de arena.
Divergente acabó con mucha incertidumbre y expectación. Por un lado, el complot producto de la asociación de Erudición y ciertos miembros de Osadía, lo que desencadenó la casi extinción de Abnegación por parte de osados controlados por una simulación creada por la líder veraz. Por otro lado, en su huída junto a Caleb, Tobías, el padre de este y Peter, Tris siente un caldero caótico de emociones tras esos acontecimientos: la pena de perder a sus padres, la culpa por verse obligada a matar a su buen amigo Will, la confusión ante los actos de Jeanine y los enigmáticos motivos reales que la llevaron a idear todo lo que se desencadenó.
Ante todo esto, Tris llegará a Cordialidad en busca de refugio, además de ayuda; en especial a detener el paso arrasador de Erudición. Sin embargo, nada es tan sencillo como quisiera la protagonista.

Jeanine revelará poco a poco sus intenciones de ubicarse no sólo a la cabeza de su facción, todo en pos de una hegemonía y una supremacía que va más allá de su fría y pragmática crueldad. Se encenderá una rebelión soterrada y velada entre las bambalinas de esa sociedad por parte de los menos favorecidos que parece a punto de emerger si logran la vía para darle luz verde a sus propósitos. La tristeza, la culpa y las dudas de Tris que hará mella tanto en ella misma como en su relación con Cuatro. Una tensión política inesperada que hará tambalear la aparente equidad de las facciones, en especial cuanto más la desiguale Erudición a cada paso que avance en sus objetivos.
Y en medio de todo ello, la divergencia (e incluso la propia Tris) seguirá teniendo mucho que decir.

A través de sus cuarenta y siete capítulos (en los que la protagonista repite el rol de voz y visión expositoras de la trama) el lector verá la resolución del final de Divergente, mostrándonos la ambición de Erudición que promete el conflicto interno entre los miembros de esa sociedad post apocalíptica. Pero a diferencia que en el comienzo, los miembros de las facciones no serán los únicos que tendrán voz y voto en esta vorágine, debiendo tenerse en cuenta a los Abandonados, quienes están más presentes en Insurgente.
Los misterios e intrigas de ese hipotético y arrasado futuro, el como se ha llegado a ese Chicago divido en facciones de mentalidad y conductas condicionadas que imponen la mutilación de la versatilidad emocional, empezarán a esclarecerse lentamente, en pos de allanar camino de cara al desenlace; así como lo que hay detrás de los divergentes, todo incluso con explicaciones de base científica en medio.
Otra parte que se desgrana bastante (y que aporta en la historia de buena medida) es el pasado de muchos de sus personajes, siendo motivos de esclarecimiento para Tris en muchos casos; incluso conocerá más de su enemiga, de Cuatro y de sus propios padres más de lo que pudiera imaginar. Si dicen que nunca llegamos a conocer del todo a nadie, incluso a quienes más queremos, en el caso de la protagonista es indudable. Y entre todo, diría que el rencor, el resentimiento y las asperezas de muchos personajes se mostrará de manera natural, humana y visceral en conceptos generales.
También he tanteado algo tan real como la división y confrontación que puede llevar un conflicto interno en una nación, hasta el punto de ubicar amigos y familiares en bandos opuestos, con el potencial y penoso enfrentamiento entre hermanos o entre padres e hijos.
Por supuesto, el factor romántico seguirá siendo uno de los ejes de la trama. Aunque Tris y Tobias hayan forjado un amor sincero y brioso, una relación sentimental no es tan fácil de tornarla idílica incluso en su caso. Aquí se pondrá a prueba sus sentimientos, hasta el punto de que el fino hilo que los une roce demasiado el filo de esa navaja que es la ruptura, porque el amor puede ser flagelado por secretos del pasado aún no compartidos; sucesos no revelados difíciles de compartir si ya resulta complicado rumiarlos uno mismo; sobreprotección friccionando con el orgullo; los susurros de la duda potencial tan latente en las personas; o los matices de diferencia entre ambos más allá de lo mucho que encajan ambos, serán algunos factores que deberán encarar con todo el valor de Osadía para no embarcar en dique seco.
Además del amorío, Tris tendrá que vérselas y deseárselas con debates morales. Sentirá la culpa, la tristeza, la frustración y el recelo entre otras emociones igual de cargantes, prensada entre el desprecio por su propia existencia con las potenciales ganas de no morir.

La prosa de Veronica Roth siguió siendo de mi agrado durante esta lectura. Profunda y amena a la par, una aceptable ambientación dentro de la originalidad que ofrece ese escenario con facciones frente al abismo que amenaza los pilares superficialmente equilibrados en los que sus habitantes han vivido por largo tiempo. Sin embargo, a pesar de que me agradó bastante, aquí me ocurrió lo que muchas veces experimento respecto a las segundas partes, que hay algo (ya sea en el argumento o algo en el autor en sí) que no alcanza las expectativas alimentadas en el inicio. Eso sí, me alegró al final que, como autora, Roth no fuera motivo de decepción.
Otro punto a su favor es la mayor dilatación que ofrece en lo que se refiere a la sociedad, sus normas y maneras, conocer mejor las facciones de Cordialidad y Verdad, además de más detalles de Abnegación, Osadía y Erudición. Creo que logra expandir ese mundo lo suficiente para que sea más o menos razonable y comprensible dentro del género al que pertenece; y francamente, logró mantener mi agrado a la visión de la autora de ese escenario distópico.
                                                                                             
Tris me dio a la par una de cal y otra de arena. Su desarrollo y su forma de encarar lo que le toca vivir en ese caos que la circundan no tienen desperdicio, pero en Insurgente su personalidad se acerca un poco a ese tedio que pueden infundir otras heroínas/narradoras de la literatura juvenil. A lo largo de la novela crecerá a base de golpes y de remordimientos, cavilando elecciones de las cuales aprenderá que es difícil evadir el riesgo de perder algo para ganar. Seguirá temiendo su divergencia y la versatilidad potencial que ésta implica, sin saber lo relevante que puede llegar a ser. Aunque para mí flojeara como personaje poco después del principio en adelante, a mi parecer logra remontar llegando al final y agradándome de manera similar a como me agradó en Divergente.
En cuanto a Cuatro/Tobias, cuarto y mitad de lo mismo. En el anterior libro resultaba prometedor, y aunque en varios aspectos de su trasfondo no decepcionan (como su personalidad, su pasado y ciertos acontecimientos que impulsan su desarrollo como personaje), su rol en este libro se me antojó un tanto plano en ciertos tramos de la novela, salvando ciertas ondas acentuadas como algunos de sus actos de la trama en sí y las turbulencias de su relación con Tris; destripando su lado más vulnerable y humano bajo esa personalidad fuerte y arrolladora, y el enfrentarse a sus miedos, tanto a los cuatro que había tenido este tiempo y que haya o no superado como los que puedan surgir tras estrechar su camino personal con el de Tris tendrá su cabida en Insurgente. Simplemente, da su apropiada y bastante notable aportación en este segundo libro (sobre todo a la hora de ahondar su relación con Marcus y Evelyn), pero tuve la sensación de que acababa ensombreciéndose y eclipsándose por la relevancia que acarrea aquí la heroína.
Peter y Caleb, quienes escapan junto a Tris y Tobías, llegan a dejar muescas en los acontecimientos de esta continuación. Peter no es diferente al que se conoció de él durante el proceso de ingreso en Osadía (sobre todo en lo que respecta a los engranajes de su mente y su comportamiento), pero llega a ser un personaje interesante de leer. Por parte del hermano de la protagonista principal, sigue siendo tan erudito como prometía ser en Divergente, así como bastante ególatra tal y como se atisbó en su anterior intervención; aunque eso sí, llega a impactar por sus decisiones a medida que avanza la historia. Un punto en común entre estos convertidos en osado y erudito respectivamente es lo sorprendente que puede llegar a ser su paso dentro de sus roles secundarios, ofreciendo más de un giro inesperado.
Es en Insurgente donde se sonda más sobre Jeanine, sus intenciones, sus metas, su ambición  e incluso pequeños retazos de su pasado. Aquí se la puede comprender mejor, pero no lo suficiente para justificarla lo más mínimo. No deja de ser brillante, con una mente demasiado racional, pragmática hasta el punto de despreciar cosas importantes como la moral, la ética, la empatía o los sentimientos. La verdad, aunque un tanto mejorable, como antagonista cumple bien su papel.
Evelyn me inspiró menos confianza incluso que Jeanine por lo fangosa que fácilmente puede resultarle al lector; pero esto no quita lo más mínimo el acertado papel que desempeña en su puesta en escena. Sólo puedo decir que desde las primeras páginas en las que ella se expone, así como las perlas que puede sacar a relucir de su personalidad, hace aplicable incluso en el caso de la líder de Erudición ese viejo dicho de “más vale lo malo conocido”.
Algo más se verá y conocerá de otros tantos personajes vistos en el primer libro, como Christina, u osados como Uriah, Zeke, Lynn, Marlene o Eric, que se dejarán notar. También hay caras nuevas que no se pueden desdeñar lo más mínimo, como Johanna (líder de Cordialidad con más de un as bajo la manga de su amabilidad), Jack Kang (líder de Verdad que cumple bien el estereotipo de la facción) y Cara (la hermana de Will, cuyo recuerdo sigue presente en el dolor de quienes lo quisieron y el remordimiento de Tris) entre otros que enriquecerán la trama.

El desarrollo del argumento es fluido, ramificando diversas cuestiones (la táctica de tierra quemada de Erudición, el grupo de ciudadanos que planean su rebelión, los conflictos personales de la protagonista y la propia divergencia) para mantener la expectación hasta prácticamente el límite. Claro está, siendo una distopía con un escenario tan crudo y adverso, el sufrimiento, las penurias, las situaciones que rozan el adjetivo de irónicas y, sobre todo, la muerte estarán rondando en cada pasar de página; y todo esto agrada al comprobar lo inesperado que puede resultar estos factores tan inciertos como esperados de que sea víctima el personaje menos pensado sin importar lo cerca que esté o no de la cúspide de la relevancia en la trama.
El final se vuelve más dinámico, virulento y sorprendente en buen grado en su último trecho de capítulos; aunque quizás todo sucede un tanto precipitado hasta que se arroja la “resolución” en sus últimas páginas para encontrarnos a nuestros pies una bomba cuya metralla sin duda impactará con éxito para espolear (y de manera efectiva) la necesidad del lector de sondar la incertidumbre que deja de cara a Leal.

En este caso, la portada toma el símbolo de Cordialidad, y aunque dicha facción tiene relevancia en el argumento quizás no alcance el peso justificado que tuvo Osadía en el anterior como para mostrarse sobre el título. Esto no quita que siga siendo atractiva, sobre todo para el lector potencial.

Conclusión: Una continuación que ubica acertadamente al lector en los motivos y desencadenantes de los acontecimientos que cerraron su predecesor y que a su vez abre la puerta al desenlace en el posterior. Traición e intriga, ética y moral, secretos y reproches, amor y odio; todo convergiendo hacia el epicentro de Tris y su divergencia que difícilmente te dejará indiferente.


Mi valoración global: 4/5