miércoles, 16 de noviembre de 2016

Crítica personal: Will Grayson, Will Grayson

Título: Will Grayson, Will Grayson
Título original: Will Grayson, Will Grayson
Autores: John Green y David Levithan
Editado en España por: Nube de Tinta

Sinopsis:

Will Grayson tiene dos reglas en la vida: guardar silencio y no implicarse en nada. Sin embargo, su mejor amigo, Tiny Cooper, está decidido en buscarle novia y montar su musical autobiográdico: Tiny Dancer.
Muy cerca de él hay otro Will Grayson: un chico melancólico que no tiene nada bueno a lo que agarrarse. Lo único que hace que su vida merezca la pena es su relación online con Isaac, al que nunca ha visto en persona.
Una fría noche de invierno, los dos Will Grayson se cruzarán en una esquina cualquiera de Chicago. Por suerte para ambos, Tiny está decidido a empujarlos hacia la felicidad, el amor y, por supuesto, el musical más fabuloso jamás representado en un instituto.
Divertidísima, conmovedora y profundamente perspicaz, la novela de John Green y David Levithan reflexiona sobre la amistad y la identidad con todo el humor y la emoción propios de dos maestros del género.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Una nueva incursión a la agradable literatura de John Green, aunque en esta ocasión me ha permitido conocer a otro autor con el que lleva a medias la batuta de esta historia y que demuestra ser igual de encomiable.

Dos chicos con el mismo nombre y el mismo apellido, que aun sin vivir en la misma ciudad y ser diferentes entre sí, comparten el tener cada uno a su manera una personalidad complicada. Uno trata de implicarse lo menos posible en prácticamente todo, aunque no es fácil para él estando en medio su mejor amigo gay, Tiny; mientras que el otro tira más a la decadente soledad que sólo Isaac, un chico con el que mantiene una relación por chat, es capaz de mitigar.
Pero el encuentro de sendos tocayos en un lugar peculiar para tal casualidad será el comienzo de pequeños peros notorios cambios en sus vidas y en sus propias personalidades. Y en medio de ambos estará Tiny para tratar de darles un rayo de luz y una brisa de renovación para que encuentren la felicidad y el amor, aunque para ello deba arrastrarles a la vorágine que supone tanto él mismo como Tiny Dancer, el musical autobiográfico que tras mucho batallar conseguirá llevarlo a escena en su instituto.

Will Grayson, Will Grayson muestra la vida de varios jóvenes de instituto, con las ilusiones y tribulaciones propias de cada uno en esa edad tan convulsionada y a veces tan desinhibida. En esta historia aprenderán mucho los unos de los otros, sobre todo el que la felicidad no es tan imposible aunque no por ello libre de ser complicada de hallar. Un reflejo de la adolescencia con sus gestos de rebeldía (como ese tópico del carnet falso tan fácil de conseguir), el luchar por algo que se crea importante (como Tiny con su musical memorable), el tener un cabo al que agarrarse para no sumirse en la más insondable apatía (como el vínculo con Isaac de uno de los Will, aunque sea por una pantalla de ordenador), o la carcoma que supone lanzarse o no por algo que en el fondo se quiere aunque uno trate de negarlo (como impresionar a alguien especial aunque esto tenga la potencial posibilidad de suponer un bochornoso batacazo). Y todo lo que acontece en la novela da cabida a reflexiones de sus personajes que nunca se habían parado a plantear antes, lo que determinará muchas cosas que en general supondrán cambios y evoluciones en ellos mismos.
Tiny Dancer se convierte en un punto del argumento que va ganando una relevancia y una presencia que a priori no cupe esperar, si es que el propio Tiny deja constante su diligencia a la hora de no sólo llevarlo a cabo, sino de hacerlo perfecto. Incluso algo tan abstracto como una simple representación teatral puede ser objeto de la evolución más propia de un personaje, con metas de grandilocuencia y emotividad para los futuros espectadores que absorben al principal responsable de dicho espectáculo.

Quizás una de las singularidades más notorias de la novela sea su exposición. La primera persona es la voz narradora, intercalando la de un Will Grayson con la del otro, siendo los impares para el hetero (escrito por Green) y los pares para el gay (a cargo de Levithan); y ambos personajes solapan con pericia lo que acontece en sus vidas, separadas pero indirectamente conectadas, a lo largo de la veintena de capítulos que conforman la obra.
Y al ser cada autor responsable de un personaje/narrador, se puede apreciar claramente sendos estilos narrativos, lo cual remarca más la personalidad de uno y otro Will.
Por parte de Green, poco puedo decir ya de su estilo tras haber reseñado varias de sus obras, salvo que resulta indudable cada detalle que lo define como autor, incluso incapaz de evitar la colación en algún momento de sus páginas esa especie de manía suya a la hora de que algún personaje enumere los factores de alguna situación suya.
En lo que se refiere a Levithan, me gustó los escasos, por no decir nulos, tapujos que brinda a su Will a la hora de expresarse, incluso en pensamientos relacionados con el sexo. Además, me chocó de este autor que escribiera sin el uso de mayúsculas al comienzo de cada frase o en nombres propios; salvando algunas puntuales excepciones como el nombre de la ciudad de Chicago o cuando la voz se alza. Otra singularidad suya es la forma de exponer los diálogos, haciéndolo como si fuera el guión de una obra teatral; con el nombre seguido de dos puntos antes de la línea en cuestión.
Sin duda, dos estilos narrativos tan distintos como conexos, igual que lo son sendos protagonistas que dan nombre a la obra. Tanto Green como Levithan derrochan en estas páginas la capacidad de hacer visceral lo que sienten, tanto bueno como no tan bueno, a cada personaje que dotan de vida y realismo.

Por parte de Will (el heterosexual), me pareció un joven con un concepto demasiado excesivo de su propio margen de seguridad para su vida. Considera que la vía más lógica para una mejor calidad de vida es no implicarse en nada ni en nadie, y sobre todo no abrir la boca; esas son sus dos máximas que intenta llevar a rajatabla como si fueran preceptos de una gran religión a la que entrega toda su fe. Sin embargo, sus propias normas no son fáciles de seguir teniendo tan cerca un amigo como Tiny como una enorme y porfiada sombra. El tipo de persona que nunca se tira a la piscina, ni siquiera si una chica muestra interés por él; pero los acontecimientos de la novela, lo que vive con conocidos y gente por conocer, lo arrastrarán poco a poco a una perspectiva de nuevas posibilidades que le enseñarán que no es malo lanzarse a la piscina, incluso si cabe la posibilidad que esta no tenga agua. La evolución de este personaje me agradó y sorprendió, y sin duda aprenderá mucho de los demás, de sus sentimientos y de sí mismo.
Will (el gay) es otro complicado, quizás un poco más que su tocayo, al cual se refiere como o.w.g (otro Will Grayson)… Un joven muy encerrado en si mismo, pero de una manera distinta al anterior, porque la huella de la tristeza en él es notoria en su mente y en su pecho; con una situación familiar dolorosamente desestructurada tras el abandono de su padre, manteniendo desde entonces un muro de espinos en su relación con su madre. Pero en su personalidad hay la suficiente materia prima para la esperanza en lo que se refiere a nivel emocional y anímico. Un personaje que llega a demostrar feedback en esta historia, capaz de hacer algo positivo por quienes de alguna forma tratan de darle un motivo de color a la vida que consideraba más bien gris y deprimente.
A veces Tiny puede parecer el protagonista indiscutible (y a veces un tanto cargante) de esta novela por lo mucho que canta (tanto literal como figurado), por su voluminosa y dinámica figura, y por su estridente presencia. Puede parecer un homosexual algo estereotipado (aunque no del todo por su físico y su odio al Over the Rainbow), pero dentro de su singularidad puede sorprender incluso a su amigo de tantos años. Un joven que quiere y vive el amor, siempre dispuesto a encontrarlo en todo chico que se preste aunque ello le haya dado fama de tener una interminable lista de efímeros noviazgos. Sin embargo, me agradó y sorprendió también que tras la sencillez y la algarabía despreocupada que reluce en él haya algo más profundo, demostrando que aun sin tener la “neuras” de los dos Will, este grandullón también sangra si se corta. Quizás él, aunque no sea el estereotipo de belleza, su encanto, su ternura, su carisma y su afán de que cada persona encuentre la felicidad sean suficientes para que Tiny sea capaz de robar corazones, ya sea en un sentido u otro.
Hay bastantes personajes que cumplen su función con maestría dentro de sus limitaciones secundarias, como los padres de un Will y la madre del otro, así como las amistades de ambos. Puedo decir que los personajes de Maura e Isaac supondrán impactantes en cierto momento de la novela, más concretamente en el primer tramo de capítulos. Sin embargo, Jane es el caso más relevante de los secundarios, con una participación bastante amplia y un peso más acentuado; ella será una pieza clave para uno de los que sí entretejen los hilos más importantes de la trama, y que de hecho la propia Jane es una hebra muy importante para el personaje en cuestión.

La historia en general es entretenida y fresca, además de lo suficiente adictiva y amena a la hora de avanzar en ella página a página sin a penas resuello. Derrochando humor, tanto ese tan característico de John Green como ese otro singular de David Levithan, aunque no por ello esté falto de momentos y situaciones menos agradables que brinden interés y profundidad al argumento. Su final no es menos que frenético e imprevisible, junto a la virtud de acariciar la emotividad tanto de sus personajes como la del propio lector. Puede que a más de uno el desenlace despierte sentimientos encontrados, del tipo esperarse otra cosa pero a su vez con la certeza de que esta estupenda novela no podía acabar de otra manera.

Conclusión: El casual encuentro de dos adolescentes con el mismo nombre es la excusa para una historia en la que cada pieza de esta composición a dos brochas disponga de posibilidades, incluyendo de algo tan codiciado como la felicidad y el amor, demostrando que puede ser encontrada incluso en el más singular de los musicales realizados en un instituto.

Mi valoración global: 5/5          


viernes, 11 de noviembre de 2016

Destino: Lázaro (parte 3)

Poco a poco la fecha del trigésimo aniversario del Apocalipsis estaba más próxima, y para desgracia de los detractores del Proyecto Scheherezade, las investigaciones de Natasha y Kate estaban cada vez más cerca de terminar, y por tanto, el Proyecto Lázaro sería una realidad.
-Pronto acabará esta larga pesadilla.
-Con ese optimismo, aunque sólo esté en tus palabras, seguro que acelerarás todo el proceso -añadió Natasha ante ese comentario, cesando el tecleo de sus envejecidos pero aún activos dedos. Había sido un camino largo, en ese instante se permitió quitarse las gafas y descansar la vista, al igual que hacía lo propio con su espalda contra el cómodo sillón en su “despacho”-. En momentos como éste me gustaría ser al menos un par de décadas más joven.
-No digas tonterías -terció Kate desde el sofá donde descansaba, aún recuperándose de la última e intensa sesión con Scheherezade de esa mañana-. No todos llegan a tu edad con tus facultades físicas y mentales, y yo doy por seguro que nos enterrarás a todos.
-Los años no pasan el balde, Katherine -esa fue una de esas raras veces en las que no se dirigía a ella por el diminutivo-. Tienes razón, aún no muestro esos típicos achaques propios de los que ya han llegado a mi edad, y toco madera para que se demore el día en que me convierta en una vieja chocha y senil; pero las vivencias, especialmente éstas que estamos viviendo los últimos treinta años, hacen que se sienta más la edad más abajo del tuétano. Por suerte una sabe llevar la procesión por dentro y aguantar día a día mientras pueda.
-Quizás te venga bien ahora una taza de café.
-Sería algo propicio, sí... Aunque ese sucedáneo de compuestos químicos que llamamos ahora “café” no tiene nada que ver con el que disfrutábamos en la Tierra.
-Seguro que cuando volvamos a la Tierra tomaremos juntas ese café legendario que tanto mencionas y añoras -ya parecía del todo repuesta, pues se levantó del sofá con agilidad y sin sentir el menor mareo o reminiscencia de fatiga-, pero de mientras nos toca conformarnos con este café que es café café para los de mi generación en adelante.
Kate se perdió por la puerta, de apertura automática por censor de movimiento, que daba a la cocina. El compartimento que compartían ambas era limitado, pero no podían quejarse dadas la situación y que era mejor que muchas de las otras “viviendas” en las que habitaban el resto de exiliados al espacio. Tenían sitio suficiente para una modesta sala de estar que a la vez era el despacho de Natasha para cuando ésta quería trabajar fuera del laboratorio, una minúscula cocina, dos pequeñas habitaciones individuales y un cubil que hacía de baño con su lavabo, excusado y plato de ducha metidos casi a presión.
En esos tiempos que vivían, aquello era todo un palacio, reflexionó Everlast. Hacía muchísimo que ya ni extrañaba ni recordaba el enorme ático en el cual vivió antes del declive de la Tierra.
A penas sobrevivieron cerca de un millón de personas treinta años atrás en el Apocalipsis, habitando en diversas naves de gran tamaño que con el tiempo se interconectaron para facilitar la comunicación y el desplazamiento entre todas. Treinta años después, a pesar de las limitaciones y las condiciones de vivir en el espacio, todo tan sintético, tan artificial, tan poco natural, a penas duplicaron dicha cantidad entre los que iban pereciendo en su mayoría los más ancianos al no adaptarse bien a ese nuevo “hábitat” y los nacimientos que se producían con cuenta gotas por un lado controlando la natalidad ante la inconveniencia de poblar las naves más allá de la capacidad máxima que disponían, y que de todos modos esa situación deprimente no animaba a todo el mundo a la hora de adentrarse en la fecundación, especialmente por medios naturales, y cada año que pasaba iba siendo más necesario volver a un lugar donde la humanidad pudiese expandirse y vivir sus vidas de verdad.
Pero Natasha estaba convencida de que el día de volver a la Tierra estaba ya cerca. Confiaba en Kate, en sus sueños visionarios y su ferviente y obstinado deseo de llegar a buen puerto; llevaba toda la vida de esa joven volcando su fe sobre ella día tras día. Jamás pensó, antes de conocer a Elvira Burton, que llegaría a sentir el orgullo propio de una madre hacia su prole; precisamente ella, una mujer que se percató tarde de que había dedicado su vida por completo a su profesión y descuidado el terreno sentimental.
La científica de renombre tomó el marco digital que había sobre su escritorio, junto al monitor. Fueron desfilando gradualmente las no muchas fotos almacenadas, en su mayoría en compañía de Kate, desde que ésta era un bebé, pasando por la niñez y la adolescencia, hasta alcanzar la edad presente en la que se hallaban. Pero buscó de modo manual y presuroso en el marco una instantánea en concreto, hasta que la encontró finalmente.
Su calidad era pésima, se trataba de un escaneo de una foto física cuyo original conservaba en su dormitorio, dentro de una pequeña caja con el resto de escasos recuerdos de su vida anterior en la Tierra. Fotos así había pocos que las tuviesen aún en esos tiempos. A pesar de los arreglos con editores de imagen, eran perceptibles las arrugas y demás defectos que tenía el original cuando la escanearon, provocados por la catástrofe y la presura a la hora de huir del planeta. Pero aún se podía apreciar con gran detalle a las dos mujeres sonrientes que salían una al lado de la otra.
En esa imagen, Natasha era unos escasos años más mayor que Kate en la actualidad que vivían, y la verdad era que se había conservado muy bien en esas casi tres décadas. En la foto su piel aún era tersa como la porcelana, su cabellera entonces caoba todavía no la recogía en un moño, sino en una coleta alta, y usaba gafas de monturas de pasta gruesa y lentes estrecha que tan de moda se volvieron a poner en esos años. Siempre se sorprendía verse sonriendo con esa frescura en los labios, recordando aquella época que ya le era tan lejana como ajena. También se sentía extrañada de verse en esa foto, con ropa de calle, la Natasha de ahora tenía batas y uniformes de científica hasta en el diminuto fondo de su armario.
El olor a café, que nunca se podría comparar al del café de verdad, fue captado por su olfato llegando desde la puerta que Kate, en ese instante llenando las tazas, había dejado abierta al desbloquear el sistema automático de apertura y cierre. Eso hizo que se derritiese más su alma, con los recuerdos de aquella mujer que salía a su lado en la foto, esa mujer que murió hacía tanto tiempo. Esa mujer que fue la mejor y más sincera y leal amiga, como de la misma familia, que había tenido Everlast en su vida, y que sin ella a su lado habría sido tan fría y cuadriculada, con menos inteligencia emocional, como le ocurría a muchísimos colegas de su gremio.
Acarició la pantalla del marco digital con cuidado, Elvira murió justo un año después de ser tomada la foto. Natasha estaba totalmente convencida de que ella ya debía de ser más que consciente del tiempo que le restaba de vida y que estaba a punto de quedarse embarazada, gracias a ese extraño don que Kate aún no había llegado a explotar con la intensidad y las dimensiones abrumadoras con que lo había hecho su progenitora.
Los dedos de la científica rozaron la cara de aquella que acompañaba a su yo del pasado, Kate era su vivo retrato viéndola con edades parejas. Sólo había pequeñas diferencias, como que los ojos de Elvira eran totalmente negros y brillantes como su cabellera, o que no compartía con su hija el pequeño hoyuelo en el mentón y los labios carnosos que ésta sí tenía; esos rasgos sutiles que las diferenciaban debió sacarlos de ese padre que ambas desconocían su identidad o si habría sobrevivido siquiera al Apocalipsis.
En aquella foto el vientre de Elvira era completamente plano, pero a los pocos meses se quedó encinta, y no le constaba a Natasha que su amiga hubiese mantenido una relación formal ni de haber conocido a alguien por aquella época. ¿Habría visto Elvira con su don con quién tendría que engendrar a Kate? ¿La tuvo sin ser fruto del amor? ¿Bastó sólo usar un hombre predestinado para ese nacimiento? ¿O sí había sido fruto de un amor resurgido, de una época anterior a que se cruzaran sus caminos? Ese fue el único secreto que la madre de Kate se llevó consigo con el último aliento, y Natasha nunca lo sabría. Y nunca compartiría estas cuestiones con su querida ayudante, se juró a sí misma tiempo atrás, aunque seguramente por la mente de Kate habrían pasado algunas de esas preguntas... o todas.
-Aún confío en ti, Elvy -susurró a la foto con un quebrado y sentido hilo de voz, conteniendo las lágrimas para no preocupar a Kate, la cual volvería a la sala de un instante u otro-. Sólo te pido que allá donde sea que estés ahora nos ayudes y cuides de tu niña... de nuestra niña, porque sabes que la quiero tanto como la querrás tú.

Muchas veces Natasha se cuestionó si se habían conocido de la forma tan fortuita que lo hicieron ella y Elvira a causa del don de ésta, que desde el principio necesitase a la científica para el futuro que estaba predestinada Kate, para el futuro de la supervivencia de la raza humana. Una parte de sí misma, la más lógica, objetiva y racional de una mente brillante, le decía siempre que sí. Pero su lado humano le decía que eso no importaba, porque el cariño que se habían tenido las dos fue sincero y de todo corazón; y esa era una de las pocas cosas que estaban completamente de acuerdo Natasha y la profesora Everlast.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Crítica personal: Harry Potter y la Piedra Filosofal

Título: Harry Potter y la Piedra Filosofal
Título original: Harry Potter and the Philosopher’s Stone
Autora: J. K. Rowling
Editado en España por: Salamandra

Sinopsis:
Harry Potter se ha quedado huérfano y vive en casa de sus abominables tíos y del insoportable primo Dudley. Harry se siente muy triste y solo, hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para siempre. En ella le comunican que ha sido aceptado como alumno en el colegio interno Hogwarts de magia y hechicería. A partir de ese momento, la suerte de Harry da un vuelvo espectacular. En esa escuela tan especial aprenderá encantamientos, trucos fabulosos y tácticas de defensa contra las malas artes. Se convertirá en el campeón escolar de quidditch, especie de fútbol aéreo que se juega montado sobre escobas, y se hará un puñado de nuevos amigos... aunque también algunos temibles enemigos. Pero sobre todo, conocerá los secretos que le permitirán cumplir con su destino. Pues, aunque no lo parezca a primera vista, Harry no es un chico común y corriente. ¡Es un verdadero mago!

Crítica personal (puede haber spoilers):

Este libro es el que da inicio a una de las sagas más reconocidas de la historia de la literatura infantil/juvenil dentro de su género. La historia de un niño ajeno en un comienzo de sus verdaderos orígenes, de lo que él mismo representa y el destino que le depara en los seis años posteriores a sus once; sin ser consciente de lo importante que es y qué puede llegar a ser.

Harry ha tenido una infancia decadente desde que tiene uso de razón, acogido por sus tíos y su primo tras la muerte de sus padres en un accidente. Ha soportado la falta de afecto y de comprensión por parte de sus parientes, de las constantes humillaciones e infravaloraciones. Además, con el paso de los últimos años hasta la cercanía de su undécimo primero de vida, es consciente que le pasan algunas cosas tildadas de poco normales.
Y mal desencaminados no irán los tiros del pequeño Potter cuando descubre verdades veladas de su pasado, sobre la muerte de sus padres, de quién es y de sinsentidos para la gente corriente volviéndose una pura realidad que asimilar con deleite y curiosidad.

Aquí se nos expone la existencia paralela de los magos a la realidad de la gente no mágica (conocidos como muggles entre los que sí lo son). Tienen su propia sociedad, guarecida con cautela, procurando vivir en armonía sin que se viole ese secreto considerado un dogma. Harry descubrirá que es uno de ellos, y al alcanzar los once años deberá iniciar sus estudios en la escuela Hogwarts de magia y hechicería como todo niño mago de Gran Bretaña. Él se fascinará por dicha revelación, ávido de conocer esa nueva vida que tendrá sus cosas buenas y no tan buenas; y a pesar de los hechizos que aprenda, no estará ajeno a las preocupaciones y dificultades.
Pero esta saga no será simplemente la vida de Harry en Hogwarts, pues habrá dos elementos que convertirán de este libro en la primera gran aventura de su protagonista. Por un lado, algo que irán descubriendo él y sus amigos que está oculto entre los muros del castillo, y por otro, alguien misterioso que lo ansía; y Harry intuirá, pese a no tener pruebas tangibles en un primer momento, que detrás está aquel tan temido en el pasado entre los magos, el que le arrebató sus padres y su vida con ellos, el responsable de su peculiar cicatriz: El innombrable Lord Voldemort.

Pero más allá del elemento fantástico, la trama que se empieza a fraguar en este primer libro y del destino que deparará a su protagonista principal, un gran peso recae sobre el propio Harry, así como su maduración, sus elecciones y su modo de afrontar todos los aspectos de su vida a partir de esa preadolescencia.
A él le tocó una infancia poco memorable. Huérfano desde su primer año de vida, sin el menor signo de afecto por parte de sus tíos y su primo, personas egoístas y petulantes que lo mantienen bajo su techo por obligación, pasando por vejaciones y humillaciones una detrás de otra. Y todo su pasado se tambalea al descubrir la verdad oculta, sin a penas tiempo para asimilarla, para sumergirse de lleno en un mundo nuevo que despierta su interés afanoso, en el que él es bien conocido por todos los magos como una leyenda viva, siendo evidente la presión que implica ser el foco de miradas y expectativas, así como envidia y recelo, por parte de la mayoría de alumnos, profesores y demás que habiten el castillo de Hogwarts durante su primer año en dicha escuela.
Desde luego, creo que Harry afronta bastante bien todos estos factores teniendo en cuenta su temprana edad en este libro. Un alma mutilada que ha pasado por la tristeza y la carencia de amor, que ha sabido no dejarse cegar por lo que le ofrece la sociedad de los magos y la fama que su nombre implica entre su nueva gente, ni dejarse abrumar por las miradas curiosas que se centran en la cicatriz en forma de relámpago de su frente que le acredita como Harry Potter. Él, dentro de lo que cabe, no renuncia a quién es, un chico normal a pesar de ser un mago, y eso es algo que más bien verá la gente más próxima que llegarán a cercar un verdadero vínculo con él.
Este es sólo el comienzo de la evidencia que nos quiere mostrar la autora sobre el triunfo del amor sobre el odio, y lo que puede variar el porvenir y los azares de la vida en cuánto despliegas ese sentimiento que nos hace humanos y que tanto veremos defender el propio Dumboledore.

J. K. Rowling concibió un inicio de saga muy prometedor, gracias a ese estilo que me agradó de principio a fin. La piedra filosofal es bastante introductorio, detallando ese mundo de magos (desde asignaturas, organización y normativa de Hogwarts y sus cuatro Casas hasta tiendas del Callejón Diagón, pasando por su principal comunicación vía lechuzas o su deporte rey sobre escobas) pero sin resultar tediosa dicha explicación, pues esta incursión se vive a través de Harry, quien desconoce todo al respecto y que deberá adaptarse y aprender sobre la marcha. El enrejado de palabras que reviste la originalidad del libro es sencillo, pero a su vez de lenguaje rico capaz de versar a los más jóvenes; una lectura amena y fluida que avanza sin que uno se de a penas cuenta de ello. La autora, recurre a habitual narración en tercera persona, demostrando su facilidad de descripción, derrochando personalidad y carisma en la concepción de sus personajes. Rowling llegó a sorprenderme con frecuencia en mi primera lectura del libro, otro punto a su favor. Creo que cualquiera que sienta pasión por esté género se rendirá a la narración que la autora destila aquí.

Harry es el indiscutible protagonista, que ha sabido llevar su decadente niñez y, una vez siendo alumno de Hogwarts, demostrará ciertamente hasta la última cualidad de las que caracterizan a los miembros de la Casa a la que será asignado. Y en este libro se presentan los primeros personajes cuyas vidas tendrán una conexión en mayor o menor medida con él.
Por supuesto, están los que serán sus más grandes amigos: Ron y Hermione. Él impulsivo, testarudo, a veces irracional, proporcionando además el toque humorístico y simpático en el libro. Ella inteligente, lógica, de mayor temple y constancia; pareciendo sin buscarlo una sabelotodo de extremo purismo por las normas de todo tipo. Pero ambos tendrán en común el sincero sentimiento de amistad y lealtad hacia Harry y aprenderán y crecerán en esa amistad que conformen los tres.
Dumbledore, el director de Hogwarts, me pareció un personaje con un gran carisma que se toma todo con la mayor filosofía posible, derrochando sabiduría y simpatía, siempre correcto incluso con quien ni se lo merezca. No suele tener un rol muy activo, parece estar siempre un paso o más por delante de los hechos, incluso los más adversos, y tenerlo todo bajo control. Este anciano tendrá un peso a tener en cuenta tanto en toda la saga como en la vida del propio Harry.
El variopinto profesorado hará desear al lector ser uno más en las aulas, aunque en general su papel es más bien secundario, enfocado a introducir al lector en lo que se estudia en esa escuela para magos. A destacar Minerva McGonagall, con mucho peso y presencia en Hogwarts; Severus Snape, cliché de profesor odiado y hasta temido por excelencia, aunque aportará bastante a lo largo de la saga; así como Quirinus Quirrel, profesor tartamudo y reconocido por su abultado turbante.
Del personal no docente, no faltará la bibliotecaria o la encargada de la enfermería propias en toda escuela; pero quién dará más la nota será Filch, el viejo y arisco conserje partidario de los castigos corporales, siempre acompañado de su gata la señora Norris. Está también Hagrid, quién más allá de las misiones encargadas por Dumbledore respecto a Harry al comienzo del libro es el guardabosque de la escuela; este enorme barbudo es difícil que no caiga en gracia con lo bonachón que es, a pesar de no controlar su fuerza y es muy propenso a cometer errores no intencionados.
Dentro del resto de elenco en Hogwarts, desfilan gran cantidad de alumnos, haciendo particular mención a Neville y los hermanos mayores de Ron que aún están estudiando. Y muy presente estará también Draco Malfoy, un niño petulante y altivo que se convertirá en el reverso de la moneda de Harry, prometiendo no ponérselo fácil en sus años de escuela.
Son más los que pululan por los terrenos de Hogwarts, aunque no sean humanos, desde fantasmas a criaturas fabulosas concebidas por la autora que tampoco tienen desperdicio.
Además, está esa figura enigmática de lord Voldemort, temido por la sociedad mágica incluso después de desaparecer. Conocido como el mago tenebroso más poderoso y cruel, que causó una verdadera ola de terror sin que ningún otro pudiera ajusticiarle, hasta que cayó en desgracia cuando no fue de matar a un simple e indefenso bebé de un año. Son muchas las brumas que rodean a este nombre, pero son siete los libros con los que se puede ir esclareciendo estas cuestiones.

Tampoco paso por alto a la familia Dursley, los únicos parientes vivos de Harry, todos ellos muggles. Petunia, la hermana de la madre del protagonista, es la típica chismosa que nunca aceptaría serlo. Vernon es más que autoritario con su sobrino político, con el cual tiene facilidad para estallar en cólega; un escéptico que siempre censura todo lo extraño y que se salga de su propia mentalidad. Dudley es un niño muy mal criado y consentido por sus padres, quienes siempre le han bañado en elogios y regalos que éste ni valora, sin haber amasado méritos para ellos, teniendo a su primo como constante foco de su hipócrita crueldad. En definitiva, un matrimonio petulante, con un hijo mamando de la misma vertiente, pero que igualmente dan su buen juego a la saga.
En definitiva, un amplio y variopinto elenco que aporta bastante en La piedra filosofal, dentro del papel que le corresponde a cada uno, haciendo más fuerte la trama de principio a fin.

Sobre su desenlace, soberbio y más que entretenido, como todo el conjunto de la obra. La aventura se destila hasta casi el último momento, con algunas revelaciones que darán más juego para los títulos posteriores. Creo que será difícil para el lector asiduo a la literatura fantástica no caer en las ganas de volver a Hogwarts el curso siguiente para saber qué nuevas sucederán.

Conclusión: Una saga que empieza realmente bien, donde lo fantástico y lo real no parecen del todo reñidos gracias al ingenio de Rowling. Una vez que te subas al expreso de Hogwarts en compañía de Harry, Ron y Hermione, si disfrutas de esta travesía, no querrás bajar.


Mi valoración global: 5/5


miércoles, 2 de noviembre de 2016

Crítica personal: Los Hijos de Lugh

Título: Los Hijos de Lugh
Autora: Noah Goldwin
Editado en España por: Nowevolution

Sinopsis:

La vida de Darkos está a punto de sufrir un gran cambio: Ha sido señalado por Lugh, dios supremo celta y líder de los dioses de la luz, con el don de la inmortalidad y sentidos sobrehumanos. Un guerrero druida legendario ha nacido, elegido para salvar a su pueblo, los Hijos del Sol, del exterminio.
Dentro de él comienza a desarrollarse un ser cuya naturaleza es bien distinta a la humana. Poseedor de un secreto ancestral y guerrero innato, es el encargado de acabar con el cruel destino que el rey de Inglaterra ha marcado para los suyos.
La guerra se acerca, la batalla entre dos ejércitos enemigos está a punto de culminar una era de torturas y desgracias. Los Hijos del Sol se han alzado, están preparados para el combate final y Darkos será el abanderado de toda una raza que sellará el destino de todos ellos.
La leyenda de Darkos comienza: batallas, conspiraciones, sangre, pasión, amistad, mitología celta y mucho más te esperan en esta fabulosa novela de fantasía oscura.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Balor, dios de las divinidades fomorianas, recibió de una mujer druida un augurio poco venturoso. Su hija daría una descendencia de grandes virtudes y dones extraordinarios, pero uno de sus nietos sería quien acabara con su vida. Aunque el dios trató por todos los medios que Eithne estuviera lejos del alcance de todo varón, ella acaba finalmente encinta de trillizos, de los cuales sólo sobrevivió uno: Lugh.
El nieto de Balor creció, desarrollando sus cualidades innatas, hasta el día en que cumplió el inevitable parricidio marcado por el destino. Sin embargo, su abuelo lo maldijo con su último aliento, y dicha maldición recayó también en la futura descendencia de Lugh: los stonianos, también conocidos como Los Hijos del Sol. La raza creada por aquel dios gozaba de cualidades físicas superiores a los humanos, además de diversos dones prácticamente mágicos y de la inmortalidad; pero el estigma lanzado por Balor acarreaba desventajas para moverse entre los mortales, entre ellas varios de los típicos síntomas del vampirismo como cierta sensibilidad a la prolongada exposición del sol o la necesidad de alimentarse de sangre.

La trama toma de punto de partida la Inglaterra del siglo XIV. El rey Eduardo es conocedor de la existencia de los stonianos, y por el bien de su pueblo está dispuesto a erradicar esas abominaciones que considera demoníacas, depositando todas sus esperanzas en sir Williams. Aunque su meta es la extinción de esa raza, tanto el monarca como el caballero tienen un principal y enigmático objetivo cuya eliminación se considera de vital importancia.
Darkos, un joven del poblado de Amesbury, no da crédito a la masacre de la que es objeto su hogar. Deberá huir con su hermano Reig, con la rabia y la agonía que supone la muerte de sus conciudadanos y el incierto destino del resto de su familia; aunque él no podrá dar la vista a un lado a la realidad de que ellos también hayan perecido.
Pero ese sinsentido cruel no será lo único que ponga patas arriba la tranquilidad de su vida. De mano de Reig descubrirá verdades que le han sido velada de su pueblo, de su familia y de él mismo, a la par que empieza a sufrir cambios que se salen de lo que creía normal.

La huída de los dos hermanos por sobrevivir será sólo el comienzo de una aventura cruenta que no les permitirá demasiados resuellos; llena de misterios y descubrimientos, mientras se desgrana todo lo que gira en torno a los Hijos del Sol y el dudoso destino de los mismos amenazado por los humanos que saben de su existencia y desean su aniquilación total.

Los Hijos de Lugh es una obra que entrelaza fantasía arraigada a la mitología celta con situaciones e incluso personajes históricos. Una novela que en sus aproximadas doscientas cincuenta páginas condensa una trama intensa que tiene cabida en su propia sencillez.
Un argumento épico de tintes oscuros y cruentos, donde la malicia humana se extiende para hacer correr la sangre con virulencia; y esto es la base que fragua la lucha encarnizada y decisiva que se irá volviendo más y más inevitable tal y como anuncia de antemano la sinopsis.
Y de forma pareja; en mitad de profecías, criaturas fantásticas descendientes de un dios maldecido, masacres y todo tipo de elementos propios de la literatura fantástica más cruda y dura; también hay cabida para el factor romántico e incluso los placeres de la carne.
Darkos será la pieza clave de todo lo que se acontece y que dará sentido a la trama, con un destino a sus espaldas que desconocía y que nunca pidió. Principalmente esta historia se vuelca en el propio periplo del protagonista, en el modo en que asimila y enfrenta los cambios en su vida, en especial los más tortuosos, así como la propia metamorfosis que sufre su persona. Una senda de encuentro personal para comprender quién es él en realidad, aunque llegue momentos que dudará de sí mismo por el aluvión de secretos y de verdades ocultas que van saliendo a la luz ante sus atónicos ojos. Y ese mismo torbellino caótico de desarrollo y evolución de Darkos será lo que determine tanto los acontecimientos como la resolución del libro.


Otro de los puntos de interés de Los Hijos de Lugh es, precisamente, todo lo que gira en torno a los Hijos del Sol, algo que es, sin duda, importante dentro de la trama. Una raza bien definida, mostrando detalles pero sin ahondar de forma desmedida; pero aún así hubo momentos en que ciertos detalles de los stonianos no me parecía tan claros, y a veces un tanto confusos de seguir. Algo característico y enriquecedor en la novela relacionado con esta raza es la presencia constante de su lengua ancestral; generalmente en forma de una palabra suelta en medio de alguna frase, pero también se muestran algunas frases cortas, de las cuales me quedaría con esta: mou lohn diuy lohnnö pait ok mou (mi luz siempre será para ti).

La historia está dividida en un prefacio, un prólogo, una primera parte que ocupa la aplastante mayoría de sus páginas llamada La Huida, sucedida por otra realmente escueta de nombre El Renacer, además de un epílogo que la culmina. La omnipotente voz en primera persona es la que narra la trama, pero que frecuentemente llega a parecer la propia de sus personajes los que cuentan los acontecimientos y sus pensamientos con suma subjetividad.

Me fue bastante fácil empatizar con el estilo de Goldwin. Una prosa profunda que logra hacer acopio de todo lo épico que puede llegar a ser una historia de estas características. Demuestra una acertada capacidad de ambientación junto a la dimensión e intensidad de las emociones y pasiones de sus personajes; además de grandes cantidades de creatividad para asentar los fundamentos de los stonianos. También me ganó que en ciertos aspectos no se amilanase a la hora de expresar con naturalidad y crudeza cada situación, pero sin caer en nada extremadamente explícito; incluyendo las escenas más sangrientas y aquellas otras movidas por la lujuria.

Darkos es la piedra angular de la trama, y su peso va creciendo como una bola de nieve rodando en una larga pendiente. Un personaje que evoluciona y cambia a todos los niveles posibles; no se perderá del todo la naturaleza intrínseca de su personalidad previa a los acontecimientos de la novela, aunque será inevitable que se curta y mute en muchos aspectos después de tantos azotes crueles en vida y el tener que limarse a sí mismo a grandes zancadas en tan poco tiempo. Un protagonista que, a mi parecer, logra ganarse simpatía por el modo de torear el caos que le llega repentinamente, contagiando al lector con su bastante frecuente impotencia ante todo lo que acontece en torno a su persona. Aunque en algunos momentos se pierda a sí mismo por lo que le toca experimentar y lo que puede cegarles ciertos cambios que sufre, al final demuestra ser un buen personaje bastante real y vivo.
Reig es alguien muy importante para Darkos. El hermano mayor que cumple bien su rol de protector del menor, orientándolo en la revelación de ser un stoniano, siendo en muchos momentos su sombra constante para asegurarse que no caiga en un abismo de perdición dada las cruentas circunstancias que son arrastrados. En muchos momentos y en diversas situaciones, llega a igualar e incluso superar en protagonismo a Darkos en la novela, sobre todo en el aspecto romántico de la historia. Un personaje que me agradó en todo momento y por el que sentí mucha empatía.
Otra figura significativa de la trama es el antagonista: sir Williams. A medida que avanza el argumento, más se conoce de su personalidad y los motivos que convierten la exterminación de los Hijos del Sol, sobre todo la cierta persona, en algo sumamente personal para él. Un personaje que quizás, en pequeña parte, debido a sus circunstancias se muestre tan despiadado y despechado; capaz de todo por llegar a sus objetivos, pero que sin ocultar su agrado de sacar lo más oscuro y despiadado de su alma. Un antagonista que también peca a veces de ambivalencia, de rechazo a lo que es, y que llega a intentar engañar tanto a la propia realidad como a sí mismo.
Quizás flaquea un poco el hecho de que el peso recaiga más sobre los tres personajes antes citados. Aún así, la historia cuenta con un aceptable sostén en el resto del elenco; como Selt, lugarteniente de Williams con constante presencia en sus tropas y siempre ofreciendo sostén en su cometido; los parientes de Darkos y Reig en Folkestone; cierto personaje que tendrá su voz dentro de la trama que hará acto de presencia pasado el ecuador del libro; o el mismísimo rey Eduardo de Inglaterra, quien cuenta con una participación directa en el prólogo.
Quizás la pieza más relevante de los secundarios, incluso cuando no actúa de manera directa y que deja su impronta hasta casi el final, sea Sade. Un personaje importante, casi tratado con veneración, para los stonianos; una alta sacerdotisa, por así decirlo, con más dones que cualquier otro druida de su gente, ya que fue señalada y elegida por el propio Lugh. Pero también es alguien crucial para uno de los dos personajes más destacados de esta historia, siendo la piedra angular del aspecto romántico y apasionado dentro del argumento.

Algo digno de mención de esta obra es su edición, la cual derrocha sencillez y atractivo, en especial el excelente trabajo artístico de su portada por la mano de Ion Ander; una ilustración que ha sabido captar el concepto de la autora respecto a la figura del dios Lugh en todo su esplendor.

La trama en general me agradó, con esa exposición fluida, épica, cruda y con escasos tapujos; resultándome muy profunda y completa dentro de lo que ofrece el grosor de su lomo. Sin embargo, a pesar de la calidad que demuestra en originalidad y exposición, no resta que de algún modo sintiera que fuera a veces un poco lineal y que le faltara algo de fuerza para que saliera del todo su verdadero potencial y ser una historia perfecta y más cautivadora aún, dejando a un lado algún que otro detalle que me resultó un tanto previsible o el que cayera en alguno de los clásicos e inevitables clichés del género.
El final es digno como tal dentro del argumento de Los Hijos de Lugh, aunque su epílogo me dejó con un buen racimo de incertidumbres; las suficientes para que me resultara, a un mismo tiempo, tanto un libro autoconclusivo que deja el porvenir a la libre imaginación especulativa del lector como un primer título de una potencial saga. En lo personal, apostaría por lo segundo, porque creo que los stonianos tienen todavía más que decir y ofrecer en el terreno literario, además de darle oportunidad a Noah Goldwin para mostrar todo lo que es capaz su capacidad creativa.

Conclusión: Una historia que retuerce el hilo de nuestro mundo con el de la ficción fantástica que ofrecen la descendencia de un dios celta maldecido. Un conflicto determinado por la senda propia de un joven que se debe encontrar a sí mismo en medio de un mar de caos. Una aventura lo suficiente atractiva si el lector conecta con la prosa y la trama que narra el episodio más delicado de la larga historia de Los Hijos del Sol.


Mi valoración global: 4/5