Título: Los Hijos de Lugh
Autora: Noah Goldwin
Editado en España por: Nowevolution
Sinopsis:
La vida de Darkos está a punto de
sufrir un gran cambio: Ha sido señalado por Lugh, dios supremo celta y líder de
los dioses de la luz, con el don de la inmortalidad y sentidos sobrehumanos. Un
guerrero druida legendario ha nacido, elegido para salvar a su pueblo, los
Hijos del Sol, del exterminio.
Dentro de él comienza a
desarrollarse un ser cuya naturaleza es bien distinta a la humana. Poseedor de
un secreto ancestral y guerrero innato, es el encargado de acabar con el cruel
destino que el rey de Inglaterra ha marcado para los suyos.
La guerra se acerca, la batalla
entre dos ejércitos enemigos está a punto de culminar una era de torturas y
desgracias. Los Hijos del Sol se han alzado, están preparados para el combate
final y Darkos será el abanderado de toda una raza que sellará el destino de
todos ellos.
La leyenda de Darkos comienza: batallas, conspiraciones, sangre,
pasión, amistad, mitología celta y mucho más te esperan en esta fabulosa novela
de fantasía oscura.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Balor, dios de las divinidades fomorianas, recibió de una mujer druida un
augurio poco venturoso. Su hija daría una descendencia de grandes virtudes y
dones extraordinarios, pero uno de sus nietos sería quien acabara con su vida.
Aunque el dios trató por todos los medios que Eithne estuviera lejos del
alcance de todo varón, ella acaba finalmente encinta de trillizos, de los
cuales sólo sobrevivió uno: Lugh.
El nieto de Balor creció, desarrollando sus cualidades innatas, hasta el
día en que cumplió el inevitable parricidio marcado por el destino. Sin
embargo, su abuelo lo maldijo con su último aliento, y dicha maldición recayó
también en la futura descendencia de Lugh: los stonianos, también conocidos
como Los Hijos del Sol. La raza creada por aquel dios gozaba de cualidades
físicas superiores a los humanos, además de diversos dones prácticamente
mágicos y de la inmortalidad; pero el estigma lanzado por Balor acarreaba
desventajas para moverse entre los mortales, entre ellas varios de los típicos
síntomas del vampirismo como cierta sensibilidad a la prolongada exposición del
sol o la necesidad de alimentarse de sangre.
La trama toma de punto de partida la Inglaterra del siglo XIV. El rey
Eduardo es conocedor de la existencia de los stonianos, y por el bien de su
pueblo está dispuesto a erradicar esas abominaciones que considera demoníacas,
depositando todas sus esperanzas en sir Williams. Aunque su meta es la extinción
de esa raza, tanto el monarca como el caballero tienen un principal y enigmático
objetivo cuya eliminación se considera de vital importancia.
Darkos, un joven del poblado de Amesbury, no da crédito a la masacre de
la que es objeto su hogar. Deberá huir con su hermano Reig, con la rabia y la
agonía que supone la muerte de sus conciudadanos y el incierto destino del
resto de su familia; aunque él no podrá dar la vista a un lado a la realidad de
que ellos también hayan perecido.
Pero ese sinsentido cruel no será lo único que ponga patas arriba la
tranquilidad de su vida. De mano de Reig descubrirá verdades que le han sido
velada de su pueblo, de su familia y de él mismo, a la par que empieza a sufrir
cambios que se salen de lo que creía normal.
La huída de los dos hermanos por sobrevivir será sólo el comienzo de una
aventura cruenta que no les permitirá demasiados resuellos; llena de misterios
y descubrimientos, mientras se desgrana todo lo que gira en torno a los Hijos
del Sol y el dudoso destino de los mismos amenazado por los humanos que saben
de su existencia y desean su aniquilación total.
Los Hijos de Lugh es una obra
que entrelaza fantasía arraigada a la mitología celta con situaciones e incluso
personajes históricos. Una novela que en sus aproximadas doscientas cincuenta
páginas condensa una trama intensa que tiene cabida en su propia sencillez.
Un argumento épico de tintes oscuros y cruentos, donde la malicia humana
se extiende para hacer correr la sangre con virulencia; y esto es la base que
fragua la lucha encarnizada y decisiva que se irá volviendo más y más
inevitable tal y como anuncia de antemano la sinopsis.
Y de forma pareja; en mitad de profecías, criaturas fantásticas
descendientes de un dios maldecido, masacres y todo tipo de elementos propios
de la literatura fantástica más cruda y dura; también hay cabida para el factor
romántico e incluso los placeres de la carne.
Darkos será la pieza clave de todo lo que se acontece y que dará sentido
a la trama, con un destino a sus espaldas que desconocía y que nunca pidió.
Principalmente esta historia se vuelca en el propio periplo del protagonista,
en el modo en que asimila y enfrenta los cambios en su vida, en especial los
más tortuosos, así como la propia metamorfosis que sufre su persona. Una senda
de encuentro personal para comprender quién es él en realidad, aunque llegue
momentos que dudará de sí mismo por el aluvión de secretos y de verdades
ocultas que van saliendo a la luz ante sus atónicos ojos. Y ese mismo
torbellino caótico de desarrollo y evolución de Darkos será lo que determine
tanto los acontecimientos como la resolución del libro.
Otro de los puntos de interés de Los
Hijos de Lugh es, precisamente, todo lo que gira en torno a los Hijos del
Sol, algo que es, sin duda, importante dentro de la trama. Una raza bien
definida, mostrando detalles pero sin ahondar de forma desmedida; pero aún así
hubo momentos en que ciertos detalles de los stonianos no me parecía tan claros,
y a veces un tanto confusos de seguir. Algo característico y enriquecedor en la
novela relacionado con esta raza es la presencia constante de su lengua
ancestral; generalmente en forma de una palabra suelta en medio de alguna
frase, pero también se muestran algunas frases cortas, de las cuales me
quedaría con esta: mou lohn diuy lohnnö
pait ok mou (mi luz siempre será para ti).
La historia está dividida en un prefacio, un prólogo, una primera parte
que ocupa la aplastante mayoría de sus páginas llamada La Huida, sucedida por otra realmente escueta de nombre El Renacer, además de un epílogo que la
culmina. La omnipotente voz en primera persona es la que narra la trama, pero
que frecuentemente llega a parecer la propia de sus personajes los que cuentan
los acontecimientos y sus pensamientos con suma subjetividad.
Me fue bastante fácil empatizar con el estilo de Goldwin. Una prosa
profunda que logra hacer acopio de todo lo épico que puede llegar a ser una
historia de estas características. Demuestra una acertada capacidad de
ambientación junto a la dimensión e intensidad de las emociones y pasiones de
sus personajes; además de grandes cantidades de creatividad para asentar los
fundamentos de los stonianos. También me ganó que en ciertos aspectos no se
amilanase a la hora de expresar con naturalidad y crudeza cada situación, pero
sin caer en nada extremadamente explícito; incluyendo las escenas más
sangrientas y aquellas otras movidas por la lujuria.
Darkos es la piedra angular de la trama, y su peso va creciendo como una
bola de nieve rodando en una larga pendiente. Un personaje que evoluciona y
cambia a todos los niveles posibles; no se perderá del todo la naturaleza
intrínseca de su personalidad previa a los acontecimientos de la novela, aunque
será inevitable que se curta y mute en muchos aspectos después de tantos azotes
crueles en vida y el tener que limarse a sí mismo a grandes zancadas en tan
poco tiempo. Un protagonista que, a mi parecer, logra ganarse simpatía por el
modo de torear el caos que le llega repentinamente, contagiando al lector con
su bastante frecuente impotencia ante todo lo que acontece en torno a su
persona. Aunque en algunos momentos se pierda a sí mismo por lo que le toca
experimentar y lo que puede cegarles ciertos cambios que sufre, al final
demuestra ser un buen personaje bastante real y vivo.
Reig es alguien muy importante para Darkos. El hermano mayor que cumple
bien su rol de protector del menor, orientándolo en la revelación de ser un
stoniano, siendo en muchos momentos su sombra constante para asegurarse que no
caiga en un abismo de perdición dada las cruentas circunstancias que son
arrastrados. En muchos momentos y en diversas situaciones, llega a igualar e
incluso superar en protagonismo a Darkos en la novela, sobre todo en el aspecto
romántico de la historia. Un personaje que me agradó en todo momento y por el
que sentí mucha empatía.
Otra figura significativa de la trama es el antagonista: sir Williams. A
medida que avanza el argumento, más se conoce de su personalidad y los motivos
que convierten la exterminación de los Hijos del Sol, sobre todo la cierta
persona, en algo sumamente personal para él. Un personaje que quizás, en
pequeña parte, debido a sus circunstancias se muestre tan despiadado y
despechado; capaz de todo por llegar a sus objetivos, pero que sin ocultar su
agrado de sacar lo más oscuro y despiadado de su alma. Un antagonista que
también peca a veces de ambivalencia, de rechazo a lo que es, y que llega a
intentar engañar tanto a la propia realidad como a sí mismo.
Quizás flaquea un poco el hecho de que el peso recaiga más sobre los tres
personajes antes citados. Aún así, la historia cuenta con un aceptable sostén
en el resto del elenco; como Selt, lugarteniente de Williams con constante
presencia en sus tropas y siempre ofreciendo sostén en su cometido; los
parientes de Darkos y Reig en Folkestone; cierto personaje que tendrá su voz
dentro de la trama que hará acto de presencia pasado el ecuador del libro; o el
mismísimo rey Eduardo de Inglaterra, quien cuenta con una participación directa
en el prólogo.
Quizás la pieza más relevante de los secundarios, incluso cuando no actúa
de manera directa y que deja su impronta hasta casi el final, sea Sade. Un
personaje importante, casi tratado con veneración, para los stonianos; una alta
sacerdotisa, por así decirlo, con más dones que cualquier otro druida de su
gente, ya que fue señalada y elegida por el propio Lugh. Pero también es
alguien crucial para uno de los dos personajes más destacados de esta historia,
siendo la piedra angular del aspecto romántico y apasionado dentro del
argumento.
Algo digno de mención de esta obra es su edición, la cual derrocha
sencillez y atractivo, en especial el excelente trabajo artístico de su portada
por la mano de Ion Ander; una ilustración que ha sabido captar el concepto de
la autora respecto a la figura del dios Lugh en todo su esplendor.
La trama en general me agradó, con esa exposición fluida, épica, cruda y con
escasos tapujos; resultándome muy profunda y completa dentro de lo que ofrece
el grosor de su lomo. Sin embargo, a pesar de la calidad que demuestra en
originalidad y exposición, no resta que de algún modo sintiera que fuera a
veces un poco lineal y que le faltara algo de fuerza para que saliera del todo
su verdadero potencial y ser una historia perfecta y más cautivadora aún,
dejando a un lado algún que otro detalle que me resultó un tanto previsible o
el que cayera en alguno de los clásicos e inevitables clichés del género.
El final es digno como tal dentro del argumento de Los Hijos de Lugh, aunque su epílogo me dejó con un buen racimo de
incertidumbres; las suficientes para que me resultara, a un mismo tiempo, tanto
un libro autoconclusivo que deja el porvenir a la libre imaginación especulativa
del lector como un primer título de una potencial saga. En lo personal,
apostaría por lo segundo, porque creo que los stonianos tienen todavía más que
decir y ofrecer en el terreno literario, además de darle oportunidad a Noah
Goldwin para mostrar todo lo que es capaz su capacidad creativa.
Conclusión: Una historia que retuerce el hilo de nuestro mundo con el de
la ficción fantástica que ofrecen la descendencia de un dios celta maldecido.
Un conflicto determinado por la senda propia de un joven que se debe encontrar
a sí mismo en medio de un mar de caos. Una aventura lo suficiente atractiva si
el lector conecta con la prosa y la trama que narra el episodio más delicado de
la larga historia de Los Hijos del Sol.
Mi valoración global: 4/5
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