viernes, 13 de febrero de 2015

Crítica personal: El Manuscrito de Avicena

Título: El Manuscrito de Avicena
Autor: Ezequiel Teodoro
Editado por: Entrelíneas

Sinopsis:

Bujará (Persia). Año 1004. Avicena escribe con firmeza sobre un pedazo de piel. Al acabar, levanta la barbilla y sonríe a las decenas de miles de libros que le rodean en la Gran Biblioteca. Ha terminado su obra más brillante. Y también la más peligrosa. Madrid (España). Año 2011. El médico español Simón Salvatierra recibe una terrible noticia: su esposa ha sido secuestrada por Al-Qaeda mientras investigaba un manuscrito milenario. Una vertiginosa aventura a través de los siglos protagonizada por cruzados, masones, espías y terroristas. Y un codiciado poder que podría redimir o aniquilar a la humanidad.

Crítica personal (puede haber spoilers):

El Manuscrito de Avicena es la primera novela del periodista y paisano mío Ezequiel Teodoro. Además, también cuenta con la paradójica y curiosa casualidad de ser la primera publicada en el mundo en la que se trata una Al-Qaeda tras la muerte de Osama Bin Laden, saliendo a la venta poco antes de la captura y muerte del mismo.
Una trama intensa, intrigante y rica en detalles y hechos históricos, en la que absorbe al lector junto a los protagonistas de la misma a una vorágine que puede sorprenderte hasta la última página.

Por un lado está el doctor Salvatierra, que parte de Madrid hacia San Petersburgo para reencontrarse con su esposa, una científica que un año atrás aceptó un trabajo muy importante en la citada ciudad rusa. A penas comenzando su solitario periplo, recordando fantasmas del pasado que desencadenaron fisuras sobre los pilares de su matrimonio y su propia vida, acaba teniendo a un joven llamado Javier como inesperado compañero, después de que éste le socorriese cuando unos misteriosos desconocidos le asaltasen en la estación de servicio en la que ambos se encontraban. No evita rememorar a su desaparecido hijo David en aquel joven autoestopista que, casualmente, también se dirige a San Petersburgo; y dicho recuerdo abre más de esas hondas heridas del pasado del doctor.
Por otro lado, Alex Anderson, una trabajadora del Museo Británico, se encuentra con su casa patas arriba tras regresar de visitar a su padre, el cual se encuentra trabajando en San Petersburgo. Pero detrás de lo que en principio apunta a una gamberrada o un hurto obra de inexpertos en ese terreno, hay algo más que hace peligrar su propia vida; por lo que se verá obligada a huir de Londres cual fugitiva en compañía de Jeff Tyler, un agente de Scotland Yard que considera demasiado extraños los acontecimientos que empiezan a cernirse sobre su inesperada protegida. La única posibilidad que le resta a Alex es reunirse con su padre, con la ayuda y el respaldo de Jeff.

Éste es el punto de partida, que no es más del primer capítulo de la novela. Más allá de estos personajes principales se prolongan la sombra de Al-Qaeda, la cual no está ya liderada por Osama Bin Laden; pero aún así la organización no parece haber perdido poder, sino más bien lo contrario. Igualmente están presentes organismos como el M16 británico y el CNI español, siguiéndoles la pista tanto a Al-Qaeda como a Salvatierra y a Anderson. A su vez, desfilarán paralelamente en la trama ciertas entidades que se remontan a lo largo de la historia de humanidad hasta desentrañar el primer eslabón que une los demás que desencadenan esta trama: Avicena (también conocido como Ibn Sina), a raíz de un importantísimo documento suyo que ha despertado la ambición de los hombres cuyos oídos han escuchado de su existencia y su naturaleza a lo largo de los siglos, hasta llegar nuestros tiempos. La organización terrorista ansía dicho texto para alcanzar sus fines, aunque no son los únicos que lo anhelan...

Una historia intensa, a veces con una densidad pareja al calibre de sus páginas, llena de enigmas que se van destapando capa a capa y que a veces uno llega a creer que nunca se acabarán tantos secretos e intrigas. Además, el autor intercala los acontecimientos del presente en los que se ven sumidos protagonistas con los vividos por otros personajes en fieles hechos históricos del pasado como escenarios; hechos totalmente ajenos a sus principales protagonistas, pero fundamentales para el objeto que da nombre a la obra que en muchos momentos asciende a la categoría de protagonista indiscutible.

El propio Ezequiel Teodoro compara el periplo de Salvatierra en busca de su esposa con la odisea que padeció Ulises por volver a Ítaca con su amada Penélope; y tras leerlo soy incapaz de quitarle la razón a ese perfecto símil. Los sentimientos de Simón por Silvia están muy patentes en la historia, que sumando los acontecimientos en los que se ha visto inmerso sin elección harán que evolucione en el plano emocional a lo largo de la novela. Y cuando decide recorrer en coche toda Europa para reencontrarse con la mujer que nunca había dejado de amar y no perder lo poco bueno que le queda en su vida, descubre que sus miedos no son nada comparado con lo que en verdad está a punto de perder, empezando por su propia vida y la de su amada.
Alex es un personaje que crece y cambia bastante con las vivencias que atraviesa a lo largo de la novela, dando en un comienzo (al menos según mi criterio) una imagen de mujer un tanto frívola, consentida la práctica totalidad de su vida por su padre y que conoce bien cuánto de atractiva es y cómo usarlo sobre los hombres para su propio beneficio. Pero cuando más se ve arrastrada a unos acontecimientos que sólo se le antoja de las películas de espías, se dará cuenta de que los hilos de la vida no son tan fáciles de manejar como siempre había creído. Y todo lo que experimenta en esta historia, especialmente los momentos difíciles, es lo que la ayuda a crecer y mejorar como ser humano.
Sin embargo, me pareció descompensado que en los personajes de Javier y Jeff a penas se ahondase en sus personalidades y sus pasados, sin desarrollarse en el grado de plenitud que logran Simón y Alex. Ambos personajes masculinos muestran al principio unas primeras cartas muy prometedoras que daban mucho juego, pero al final se centra más en sus otros compañeros y acaban teniendo un rol de personaje secundario a pesar de su relevancia inicial (en especial Jeff, que a nivel de desarrollo me apenó ver que estaba más destinado a ser “carne de cañón” y un contrafuerte para el personaje de Alex).

A lo largo de la novela, el autor nos transporta a momentos históricos reales en los cuales se mueven otros personajes que darán más sentido a los acontecimientos que sumerge a los que viven el “presente”. Está muy patente la pasión de Ezequiel por la historia, ya que estos capítulos que se desarrollan en el pasado ajeno y vinculante a su vez de la trama de la novela son ricos en detalle y fidelidad. Además crea expectación cada vez que salta a una de estas escenas “retrospectivas”, las cuales cobran mayor sentido cuanto más se acercan al presente y se van desentrañando el misterio del manuscrito.

Es una obra muy entretenida, sin ser especialmente amena pero desde luego no es explícitamente tediosa. Ideal para los que les apasione la temática que toca pero también puede gustar a cualquiera que le brinde una oportunidad de sumergirse entre sus páginas.
Quizás pueda cansar a quienes les guste más las tramas más lineales y menos enrevesadas, ya que el autor nos inicia con una historia dividida en dos paralelas entre Madrid y Londres como puntos de partida, cuyos personajes principales se encuentran y unen en el previsible y evidente destino final común que es San Petersburgo a mitad de la historia; además de sumar a la ecuación los frecuentes saltos retrospectivos que te sacan momentáneamente de la trama en la que se mueven Salvatierra y Anderson.

Respecto a su desenlace, quizás me esperaba mucho más, o por lo menos no me esperaba otra cosa, en especial respecto al foco de interés por el que sus personajes danzan en derredor. Sin embargo, este final no llega a desmerecer los puntos fuertes de la obra y el destino del elenco (en general) me ha dejado satisfecho.

Conclusión: Muchos achacan que el éxito y reconocimiento de esta obra viene de un golpe de suerte del destino ante la captura y ejecución de Bin Laden al poco tiempo de la publicación de El Manuscrito de Avicena. Es innegable que este hecho fue provechoso tanto para la novela como para el autor, pero no se les puede desprestigiar un ápice. Objetivamente, tiene calidad suficiente para merecerse una oportunidad y un rincón en las bibliotecas particulares de nuestras casas.


Mi valoración global: 3/5


miércoles, 4 de febrero de 2015

Crítica personal: Bajo la Misma Estrella

Título: Bajo la Misma Estrella
Título original: The Fault in Our Stars
Autor: John Green
Editado en España por: Random House Mondadori

Sinopsis:

A Hazel y a Gus les gustaría tener vidas más corrientes. Algunos dirían que no han nacido con estrella, que su mundo es injusto.
Hazel y Gus son sólo adolescente, pero si algo les ha enseñado el cáncer que ambos padecen es que no hay tiempo para lamentaciones, porque, nos guste o no, sólo existe el hoy y el ahora.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Es muy probable que, para la mayoría que lo son ahora o hayan vivido esa etapa, la vida de un adolescente sea complicada y dura de afrontar. Así que imagínate si le sumas a la ecuación el hecho de padecer un cáncer. Y estos factores son los que lleva al lector a la historia de dos jóvenes que, tras encontrarse por vez primera en un grupo de apoyo para adolescentes en dicha situación, se sumergirán en una interacción y unas vivencias  que darán lugar a algo tan dulce como punzante.
Hazel Grace Lancaster lleva arrastrando durante años un cáncer de tiroides, un caso que a pesar de su gravedad y un pronóstico sentencioso ella ha logrado mantenerse precariamente a floto en ese mar gracias a una medicación experimental a la que reaccionó favorablemente. Quizás a raíz de su experiencia y el hallarse en un estado de salud en constante incertidumbre, esta joven se enfrenta a la vida, o mejor dicho a cada instante que pueda seguir contando, con una parquedad realista sostenida por un humor agudo y un vivo ingenio; pero ante todo, cada día es muy consciente que el día menos pensado podría ser el último, una conciencia a priori mucho más presente y factible que alguien con mejor salud, e igualmente de consciente es del daño que causará su muerte sobre sus padres, en particular ante el sentimiento de una hija única.
Entre sus rutinas, aunque más por contentar a su madre por el afán de esta de que hiciera más amistades, está la de ir cada semana a un grupo de apoyo para jóvenes que también están afrontando una enfermedad oncológica. Pero para ella esos días transcurren con la misma mecánica, siempre las mismas historias y temores de otros jóvenes que se aferran a una esperanza fruto de la fe religiosa que siempre intenta inculcar quien organiza dichas reuniones; siempre igual para Hazel, sin importar si llega alguien nuevo o si hay mejorías o agravios en los casos de quienes conoce en ese grupo de apoyo, hasta el día en que se une un muchacho llamado Augustus (Gus) Waters; y este joven, quien padece un osteosarcoma que le llevó a perder su pierna derecha, irá picando la curiosidad de la protagonista, siendo arrastrada a un potencial magnetismo bastante ineludible por más que sus propios preceptos quieran mantenerse en sus trece.
Cosas como intercambiarse sus libros favoritos serán los primeros pasos de su acercamiento, lo que marcará ese antes y después en sus vidas, con todo lo bueno y lo malo que les soterrará a medida que se van conociendo y los sentimientos maceran en un futuro incierto, viviendo el ahora, creando infinitos dentro de los segundos contados que son conscientes que les deben quedar a raíz de la enfermedad. Porque en la relación que se fragua entre Hazel y Gus, navegando en las mareas de cada uno que acaban convirtiéndose en una sola, aprenderán mucho el uno del otro, así como descubrirán más a fondo cosas de ellos mismos que desconocían o que no evitaban ver directamente.

Sin duda alguna, Bajo la Misma Estrella es uno de esos títulos que deben ser leídos en la vida. Pese a tocar un tema tan delicado como el cáncer, no es una historia dramática y deprimente en su totalidad, ni constantemente lacrimógena. En esta novela podemos llegar a ver, a través de las vivencias y las emociones de Hazel, que la felicidad y la adversidad no están del todo reñidas, pudiendo encontrarse la una en la otra, que ambos conceptos forman parte de la vida y que hay que afrontarlos, incluso si las pérdidas o el propio final son una posibilidad en el siguiente paso de nuestro camino por este mundo.
Es más, es bastante seguro que para la mayoría se convierta en una lectura beneficiosa. Muchos habrán pasado por esta enfermedad en la que giran arrastrados sus protagonistas, con mayor o menor éxito en su superación, e incluso que se hallen en un punto más bien crítico o extremo como en este caso. También la mayoría es muy seguro que, aún sin padecerlo, el cáncer les haya tocado de cerca por familiares y amigos. En estos casos, creo que la empatía del lector sea más acentuada, y nos recompense con una mayor aceptación y consciencia del asunto, a la vez que nos recuerda lo mucho que tenemos que aprovechar la vida, más concretamente el aquí y el ahora, tratando que cada segundo se preñe de un infinito de nuestras almas. Si por el contrario el lector goza de la dicha de no haber tenido cerca esta enfermedad, estoy seguro de que le enriquecerá igualmente como persona, y quizás el recuerdo de esta lectura le sirva en mayor o menor grado a encararla con mayor entereza. Así que me reafirmo: Bajo la Misma Estrella merece la pena, en todos los aspectos.

La novela está expuesta en primera persona, a través de la propia Hazel, como cabría esperar. Este punto de vista elegido por el autor fue una de mis mayores preocupaciones al iniciar esta lectura, ya que otras historias narradas por personajes femeninos (y también adolescentes) llegué a considerar insufrible dichos personajes-narradores. Por suerte mi preocupación se quedó en eso, ya que Hazel es tan humana, real y femenina en su exposición de su historia pero sin caer el tedio que otras llegaron a provocarme; así que este personaje es de unos cuantos en mis últimas lecturas narradas en primera persona por un personaje femenino que me alimenta mi esperanza y un renovado voto de confianza a esta forma de exponer una novela mediante esta vía, a pesar de lo poco que llegué a conectar en otros casos que siguen esta tónica.
La trama se centra en el presente que vive el elenco, pero no por ello no vamos a conocer bien sobre puntos previos y relevantes, sobre todo la vida de Hazel y sus años de lucha contra el cáncer. Y de igual modo, nos guía a un futuro incierto y expectante.

Sobre la prosa de John Green me agradó a todos los niveles. Ameno y fluido, pero a su vez intenso, sabiendo como incitar la curiosidad del lector para atraparlo a esta lectura. Sabe mantener suspense sobre los giros que puedan ocurrir, siendo una lectura poco previsible. Aporta la cantidad intensa pero justa de dulzura (sin caer en la palabra “empalagoso”) que se equilibra con el peso amargo que cabe esperar en el tema del cáncer (pero sin convertirlo en algo lacrimógeno en extremo). Además, ha sabido encontrar el punto intermedio perfecto entre el realismo cotidiano con la ficción de toda novela sin pecar de surrealismo estrambótico. En definitiva, este autor consigue que nos quitemos el sombrero con Bajo la Misma Estrella.

Es difícil no simpatizar con Hazel y Gus. Aunque ambos poseen un apreciable grado de peculiaridades: un sentido del realismo mordaz pero sin caer en la fría insensibilidad, así como, en general, un humor tan desafiante como estoico, no dejan de ser tan humanos y emocionales como cualquier adolescente. Y lo mejor de todo es que son piezas que encajan en armonía, por más que ella intente por no estrechar más su vínculo con ese chico que ya en el primer segundo siente en su fuero interno que no será otro como los demás. Eso sí, ambos poseen sus notables diferencias.
El lector comprobará que Hazel ha vivido toda su enfermedad evitando estrechar relaciones con otras personas, considerando más que bastante el daño devastador que admite ella misma que causará a sus padres el día inesperado y potencial en que su enfermedad le de un revés y la haga pasar por caja (perdonad por este doble sentido que puede dar a un sutil toque de humor negro, seguramente los protagonistas de esta obra les habría gustado dada la forma de ser de ambos). Pero sus reglas autoimpuestas no serán tan férreas e inamovibles como pactase en un principio.
Gus camina sin arrepentimientos y aprovechando la vida que aún dispone. Este joven, que admite ser un gran aficionado a las metáforas, desde sus primeras líneas reconoce que su mayor miedo es el olvido, lo cual no le resta valor a la hora de abrazar los sentimientos que no tardarán en removerse en su pecho al conocer a Hazel en su primera reunión con el grupo de apoyo. Ambos se apoyarán mucho en el otro, y más a medida que la historia avanza, dándoles momentos adversos que encarar, junto a otros más regocijantes, lidiando entre la flaqueza y la fortaleza.
Son pocos los personajes que aparecen en la trama, ya que ésta se centra en Hazel y Gus. Por un lado tenemos los padres de ella, tan castigados en cuerpo y alma por el padecimiento de su amada hija pero que por ello no se dejan socavar la moral, apoyándola siempre llenos de toda la actitud positiva posible a pesar de que la preocupación y el temor anide en el rincón más profundo de sus almas ante la idea de que puedan perderla en cualquier momento. Igualmente están los padres de Gus, los cuales me resultaron los típicos padres amables convencionales y un poco cortados por el mismo patrón que los de Hazel.
Isaac también acude a las reuniones de apoyo, siendo en su caso la afección en los ojos. Es un buen amigo de Gus, además de quien convenció a este último para que empezara a acudir al grupo de apoyo. Es posiblemente ese amigo leal que adorarás y que al mismo tiempo desearías propinarle más de una colleja (con cariño). A medida que avanza en la historia se convierte en un personaje con un grado de relevancia mayor de lo que cabría esperar al comienzo. Disfruté leyendo a Isaac casi tanto como a Hazel y a Gus, y eso ya es decir bastante.
 Kaitlyn es una vieja amiga de Hazel con la que mantiene un ocasional contacto. Es una chica bastante corriente, y es evidente que vive con la normalidad propia de una adolescente como suele ser cada hija de vecino. Su participación es bien medida por el autor, aunque quizás podría haberse explotado un como más a esta joven dentro de la trama.
Hay algunos personajes secundarios más con relevancia en Bajo la Misma Estrella, aunque mentarlos siquiera conllevaría a cierto grado de spoiler. Nada más añadir que uno en concreto es muy crucial en la historia de Hazel y Gus.

En general, la novela está bien medida entre lo bueno y entrañable de la relación que se fragua entre un chico y una chica, incluso en mitad de la enfermedad que conlleva el lado más crudo y agrio que nos ofrece, ambos tan complementarios entre sí. Los giros en el argumento y el como los personajes encaran los acontecimientos a los que son arrastrados me agradaron por completo.
Sobre su final, con toda sinceridad, me gustó mucho a pesar de la tristeza imposible de ignorar incluso con todo lo entrañable que sentí que desbordan sus últimos capítulos. Creo que este ha sido el primer libro que puede llevarse el mérito no sólo de robarme un par de lágrimas, sino que me robe una sonrisa al mismo tiempo en los últimos momentos antes de cerrar sus páginas.

Bajo la Misma Estrella cuenta con una adaptación cinematográfica, de la cual haré una breve mención de elogio, pues creo que es de las más acertadas y fieles de toda la literatura pasada al celuloide; algo que agradece cualquier aficionado a la lectura, en particular para los que han convertido esta obra de John Green en una de las predilectas de sus estanterías.

Conclusión: Divertida, realista, tierna y cruda. Una historia de amor juvenil y el peso pernicioso del cáncer, la cual deja patente que, a pesar de las reservas que pueda causar a priori dicha combinación, pueden casar bien ambos extremos tan opuestos para crear esta obra que (además de concienciarnos más del tema del cáncer) da la importancia del ahora y crear infinitos de sentimientos en un solo segundo. Bajo la Misma Estrella dejará sin duda su impronta en ti, así que no dudes en adentrarte en sus páginas… “¿Vale?”


Mi valoración global: 5/5