lunes, 26 de diciembre de 2016

Crítica personal: Sword Art Online 002 (Aincrad)

Título: Sword Art Online 002 (Aincrad)
Título original: Sword Art Online Volume 2
Autor: Reki Kawahara
Ilustraciones: Abec
Editado en España por: Timunmas, Planeta Cómic

Sinopsis:

En el Sword Art Online (SAO) es imposible abandonar el juego a no se que lo completes. Game over aquí significa la «muerte». El protagonista, Kirito, y otros muchos jugadores, concentran sus esfuerzos en alcanzar el nivel superior. Pero para ellos, hay numerosos competidores con diferentes oficios y objetivos dentro del mundo de Aincrad.
Cuatro jugadoras que intentan sacar el mayor partido a sus vidas a pesar de estar atrapadas dentro del SAO, unas veces riendo y otras llorando. Ellas son Silica, la domadora de bestias; Lisbeth, la herrera; Yui, la niña misteriosa, y Sachi, una joven lancera que el espadachín negro jamás olvidará.
En tus manos tienes cuatro historias en cada una de las cuales Kirito, jugador en solitario, compartirá una pequeña aventura.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de historias paralelas a los sucesos del primer volumen, será bastante inevitable que llegue a mencionarse lo que se considere ya sabido para quienes leyeron la anterior parte, aunque sea de manera parcial. Si te adentras en esta opinión, tenlo en cuenta.

Ya el primer volumen esclarece todo lo principal de la historia de Kirito dentro del SAO, tanto en su resolución a pasarse ese juego mortal como su creciente relación con Asuna. Esta segunda publicación no prosigue los acontecimientos dejados en la anterior, sino que es, al igual que otros posteriormente publicados, un complemento enriquecedor que ramifica el árbol del arco argumental de Aincrad en diferentes sub historias secundarias paralelas a lo crucial del mismo.

Aquí se nos presenta la interacción que, de un modo u otro y según las circunstancias, mantiene Kirito con cuatro jugadoras que nada tienen que ver entre sí salvo por el fortuito y puntual cruce de sus respectivos caminos con el de este espadachín negro solitario. Y dichas encrucijadas aportaran algo enriquecedor en las piezas implicadas en cada una de estas cuatro historias.

La primera de estas (El Espadachín Negro) gira en torno a Silica, una de las jugadoras más jóvenes del SAO que es rescatada fortuitamente por Kirito, después de que ella decidiese aventurarse en solitario en un bosque tras una airada discusión con otra integrante del grupo en el que estuvo momentos antes. Sin embargo, justo antes de la aparición de su rescatador, Pina, un pequeño dragón emplumado mascota de Silica, mure protegiendo a su ama al interponerse en un golpe letal de uno de los monstruos. Desde ese momento, Kirito se moverá por sus propios motivos en pos de ayudar a la desconsolada domadora de monstruos en busca de una posibilidad contrarreloj de resucitar a Pina.
En la segunda historia (La Temperatura del Corazón) toma gran peso el personaje de Lisbeth, una herrera que se ha abierto camino en su negocio y la mejor amiga de Asuna en el SAO. Para ella habrá un antes y un después cuando Kirito acude a su armería en busca de una espada manufacturada cuya calidad iguale e incluso supere a su actual Elucidator, una rareza sin duda adquirida tras derrotar a un monstruo singular. Y esto dará pie a que se aventuren codo con codo, pero con constantes puyas entre ellos dos, en una misión complicada para buscar los materiales dignos de un arma de esas características; una experiencia más arriesgada de lo que cabía esperar en la que Lis será alcanzada por la personalidad de su cliente y, en consecuencia, le dará pie a diversas reflexiones sobre sí misma entre su yo dejado atrás en el mundo real y su entidad en Aincrad.
El siguiente relato (La Niña de las Brumas Matinales) es la de mayor extensión, situada durante ese tramo del volumen 001 en el que Kirito y Asuna deciden tener un tiempo para ellos solos tras realizar sus nupcias “in-game”. Una luna de miel en la que caerá la inesperada presencia de una niña llamada Yui, quien sin recuerdos de su pasado y muchos misterios en torno a ella, desarrollará un gran apego hacia ellos dos; fortaleciéndose un vínculo con la joven jugadora mientras tratan de indagar sobre ella y de posibles familiares o conocidos de Yui dentro del SAO. Sin embargo, el que la pequeña entre en sus vidas tendrá mucho que decir.
El que cierra esta novela (El Reno de la Nariz Roja) esclarece con detallada profundidad esa confesión de Kirito con Asuna en la anterior sobre su traumática experiencia con Los Gatos Negros a la Luz de la Luna, un modesto pero afable gremio del cual aceptó su invitación de unirse a ellos. Aquí se argumenta parte de los motivos por los que él decidió ser un jugador solitario, por el sentimiento de culpa que se impone por la muerte de cada uno de los miembros de dicho gremio, remordido por la falta de sinceridad con ellos al ocultarles que su nivel era muy superior al de ellos y por no haber evitado cuando pudo dicha desgracia. Entremezclado con sus buenos y malos recuerdos con dicho gremio, el lector se adentra en la desesperada y obcecada búsqueda de Kirito durante un evento navideño sobre un rumoreado objeto de resurrección… ¿Existirá de verdad? ¿Es posible revivir a un jugador que haya muerto también en el mundo real? Esas cuestiones les son irrelevantes, aferrándose a esa posibilidad para revivir al menos a Sachi, la única fémina del gremio con la cual llegó a estrechar vínculos cercanos y que le prometió mantenerla con vida hasta que el SAO fuera completado, debido a los constantes miedos a morir con los que ella vivía.

Esta es una buena muestra de que un arco argumental, por muy cerrado que esté, siempre puede expandirse como las ondas en el agua con pequeñas tramas que complementen, enriquezcan y amplíen de manera periférica el eje principal de su universo, aunque la relevancia de estos relatos paralelos no sea crucial ni vinculante para el desarrollo central.
Por un lado esparce más el trasfondo de Kirito, quien sigue gozando del protagonismo que le caracterizaba en la primera novela de la saga; lo que no quita que otros personajes, sobre todo Lisbeth en el tercer relato, compartan el peso argumental. Se desgrana más de su personalidad e incluso pinceladas de su vida dejada atrás en el mundo real, algo que se aprecia en la historia de Silica y el motivo por el que él decide ayudarla a buscar la flor de pneuma para resucitar a Pina.
La aventura que inspira un juego como el SAO, a pesar de su cruel y mortal norma, se vuelve más detallada y fascinante. Se profundiza más en elementos característicos de los MMORPG de la actualidad (incluyendo algo tan típico en estos juegos como misiones y eventos que sólo ocurren en determinadas temporadas; y la Navidad, como se ve en el último relato, es uno de los más comunes), a la par que estos conceptos conocidos por sus usuarios habituales se vuelven algo más profundo, dinámico y relativamente cercano a la realidad, manteniendo siempre la mayor lógica posible de un juego de realidad virtual tan avanzado como el autor nos presenta.
En lo personal, entre otros aspectos, este segundo volumen de Sword Art Online rueda bastante el concepto del amor. No únicamente al tipo de amor que llegan a profesarse Kirito y Asuna, sino a distintos sentimientos de afecto y cercanía igual de genuinos e intensos (el enamoramiento, el cariño que puedes sentir por algún familiar concreto…); aunque la reciprocidad de los mismos pueden ser más o menos intensos en algunos casos.
Y aunque en esta segunda novela son cuatro féminas las que tienen que algo que ver con Kirito, podría contarse también a Asuna, quien tienes su pequeño papel en el de Lisbeth y, sobre todo, en el de Yui; y en este último se destapa algo más sobre su yo en la vida real, un trasfondo que reafirma su evolución personal tras quedar atrapada en el SAO.

Cada historia se divide en cuatro capítulos (salvo la de Silica, que son tres), y la exposición de cada uno de los mismos es variable, algo que descuadra la narración del primer volumen a través del propio Kirito (que en este caso, es el narrador de la historia de Sachi), cambiando a la voz en tercera persona en los de Silica y Yui, y siendo la propia Lisbeth la única que narra la suya propia para dar una perspectiva más visceral del mismo y una dimensión más profunda de ella como personaje. Pero a pesar de las diferentes formas de narrar esta segunda novela ligera, esto no rompe la armonía entre cada historia independiente donde ese singular espadachín solitario vestido de riguroso negro es la piedra angular.
Esta compilación de historias secundarias mantiene una cronología perfecta en la línea de tiempo de la trama de Aincrad, salvo que dejan para el final el de Sachi, el cual ocurre a penas un par de meses antes que el de Silica; y tras esta lectura, es indiscutible que fue más que acertado, pues de haberse respetado la cronología en esta edición, no habría quedado del todo bien ni habría producido el mismo impacto que deja en el lector.

El estilo de Kawahara sigue la línea del anterior; sencillo y directo sin dejar de ser reflexivo y visceral en su buena medida. A pesar de su dinamismo, su prosa sigue derrochando ese ímpetu capaz de convertir al lector en otro avatar que camina junto a Kirito en estas cuatro historias.
Tampoco podían faltar las ilustraciones de Abec, un gran atractivo añadido.

Kirito muestra su lado más humano en estas historias, sin descuidar la personalidad que le caracteriza. Sumamente protector con cada una de las féminas protagonistas de cada relato, hasta el punto de arriesgar su vida. Aquí se acentúa ese carácter suyo de no dejarse desbordar demasiado en la adversidad, tratando de controlar cada situación en lo posible pero a su vez consciente de la letal posibilidad que puede haber en un juego como es el SAO. Vemos su lado más tierno al interesarse por las tribulaciones de Silica nada más conocerla; esos piques en su creciente amistad con Lisbeth; las simientes de una aptitud paternal con Yui; o el como puede sumirse en la desesperación cuando trata de encontrar sosiego para su alma por fallar su promesa con Sachi. Sin duda, aquí se exprime más la personalidad de Kirito para enriquecer lo que muestra de sí en la primera novela.
Asuna destapa de sí misma un poco más aunque sólo goce de marcada relevancia en la historia de Yui. Ya en el volumen 001 se nos mostró la Asuna “Relámpago” que ven todos desde fuera; la que no es tan distinta a cualquier chica cuando se la conoce mejor; así como la que se enamora devotamente de Kirito, a quien llega a mostrar sin reservas su lado más sensible y vulnerable. Sin embargo, aquí se destila todo eso y más de este personaje, a la par que adentra de manera sutil en su vida en el mundo real, el tipo de persona que solía ser y las circunstancias de que le diera por probar el SAO; y todo eso esclarece lo abrumador que debió ser para ella ese primer día al saber que no podía desconectarse y que le freirían el cerebro de su cuerpo real si la vida de su avatar llegaba a cero, y que a pesar de ser un personaje con un lado vulnerable difícil de eliminar por más crudezas y tribulaciones que haya vivido en ese mundo virtual, ella ha salido adelante hasta poder conocer a Kirito y recibir de él todo lo que le ha aportado en ese tiempo en Aincrad.
Silica se nos muestra como una jugadora joven tanto de edad como de personalidad para adentrarse en el juego (teniendo entonces doce, cuando la edad mínima era trece); por tanto, se le hizo realmente grande la cruel realidad. Su aspecto aniñado y adorable, así como su singularidad de haber domado a un pequeño dragón emplumado, la convierten en alguien reclamado por muchos grupos; algo a lo que ella se ha agarrado como a un clavo ardiendo para subir niveles y mejorar sus habilidades, aunque ese modo de salir del paso nunca le ha sido plato de buen gusto, sintiéndose más bien una ansiada “chica mascota adorable” para cualquier grupo que la requiera. Se palpa su gran pesar cuando Pina muere, lo que llenaba su soledad a pesar de ser una inteligencia artificial movida por algoritmos; así como su forma de conectar con Kirito cuando la rescata y se ofrece a ayudarla. Cuando él le explica sus motivos, esto no hace más que emerger en ella un vínculo singular entre el enamoramiento mezclado con un puro y platónico sentimiento que podría sentir por un hermano mayor. Es en esta primera aparición de Silica donde se saca a lucir esos momentos más bien cómicos de los que puede ser víctima en el universo de Sword Art Online.
Lisbeth es sin duda especial. En su fuero interno está muy presente su vida en el mundo real, a pesar de haberse adaptado a su prisión virtual volcándose con genuino aprecio a la fabricación y al mantenimiento de armas. Sin embargo, hasta que conoce a Kirito, sentía un pequeño pero nítido vacío emocional, incapaz de conectar con un mundo que sabe lo artificial y frío que es, sin encontrar la calidez que ofrece una vida genuina. Un contraste de su personalidad es lo directa e incluso descarada que puede ser con los demás, sobre todo con quienes tiene confianza como su amiga Asuna, pero que luego se aturrulle cuando se trata de sí misma. Ella consigue, sobre todo al final de su relato, emocionar al lector por como se desarrolla tanto los acontecimientos del mismo como los propios sentimientos de esta herrera de personalidad singular que puede dar más juego si su camino se cruza de nuevo en la saga.
Yui es mostrada como una niña demasiado joven para jugar al SAO, incluso más que Silica, a parte de ser un gran foco de enigmas por lo poco que se sabe sobre ella de partida más allá de su propio nombre. Sin caer en spoilers, simplemente diré que es un personaje que enternecerá por la forma con la que decide vincularse con Kirito y Asuna, te sorprenderá cuando los velos del misterio se aparten y te conmoverá cuando llega la realidad que muestra y la resolución de su historia.
Sachi me resultó una joven sosegada que puede ser jovial con sus amigos del gremio pero que no quita una parte un tanto retraída. Vive una no vida desde que comienza el SAO con esas inesperadas normas, algo que se agravia con el tiempo. Sin embargo, logra encontrar en Kirito un remanso de paz cuando ambos llegan a conectar, aferrándose tanto a estar con él como a la promesa que le hace asegurándola que no moriría y que podría desconectarse cuando todo acabara. La relación que mantiene con el protagonista principal no es menos que singular: realmente cercana, más allá de una intensa amistad, pero sin llegar a lo que se ve con Asuna. En definitiva, aunque Sachi no es un personaje que rutile como otras féminas que desfilan en la vida de Kirito, ella tiene un pequeño fulgor que incluso después de la muerte tocará el corazón del espadachín solitario.
No son demasiados personajes que se dejan ver por estas historias, salgo unos pocos que cumplen su papel en cada una de estas y que resulta mejor conocerlos una vez que se adentra en este volumen 002. Pero destacaría una cara conocida del anterior: Klein. Este espadachín de katana líder del modesto pero entregado gremio Furinkazan demuestra que, a pesar de las distancias que le marca, no pierde su interés y preocupación por Kirito; a pesar de que suele ser bastante simple y a veces un tanto patético, aquí derrocha profundidad y madurez ante los riesgos que está dispuesto a correr el protagonista por su angustiosa testarudez.

Cada historia resultó de mi agrado, jugando con la independencia de su propio argumento y la relación (aunque sea sutil) que puede ofrecer tanto con el que inicia la saga como con publicaciones posteriores. Sin excepción, estos relatos dejan buen sabor de boca, lo que no quita que en algunos casos sean además amargos o esperanzadores.

La ilustración de la portada sigue la línea de la anterior novela, siendo Silica (junto a Pina) la que acompaña a Kirito en lugar de Asuna; seguramente por ser la fémina que estrena sus páginas.
Aquí también se repite la mecánica de las ilustraciones en blanco y negro de algunas escenas de cada capítulo, además de iniciar la novela con viñetas de una o dos páginas a todo color que además sirven para presentar y definir en unas pocas líneas a cada personaje relevante.

En la serie animada de Sword Art Online también tiene cabida las adaptaciones de estas cuatro historias, de manera bastante fidedigna pero también con sus matices que dan sus puntos justos de diferencia, y que de alguna forma ambos formatos se complementan mutuamente; un ejemplo es cómo Lisbeth en el anime parecía ya saber de antemano la habilidad secreta de Kirito cuando esta sale a conocimiento público, lo cual se explica en su correspondiente historia. Las partes de Sachi, Silica y Lisbeth se adaptaron en los episodios 3, 4 y 7 respectivamente; mientras que el relato de Yui tomó dos para ello: el 11 y el 12.

Sword Art Online (opening Aincrad)

 
Conclusión: Está claro que había más que contar sobre Aincread más allá de ese argumento tan directo y centrado en superar el juego y la relación de sus protagonistas principales. Y no será la última vez en la saga que emerjan más episodios de algunos sucesos del SAO en los que Kirito ha tenido algo que ver mientras se entregaba a subir cada piso de ese mundo virtual. Si disfrutaste de la primera novela, Silica, Lisbeth, Yui y Sachi harán que disfrutes más de esta parte de ese juego mortal.


Mi valoración global: 5/5

martes, 20 de diciembre de 2016

Crítica personal: A Christmas Carol (Cuento de Navidad)

Título: A Christmas Carol
Título en español: Cuento de Navidad
Autor: Charles Dickens
Editado en inglés por: Varias editoriales
Editado en España por: Varias editoriales

Sinopsis:

Ebenezer Scrooge is a mean old man with no place in his heart for others, not even his clerk’s feeble son, Tiny Tim. One freezing cold Christmas Eve, Scrooge is visited by the ghost of and old friend and embarks on an eerie nightmare journey. By visiting his past, present and future, can Scrooge learn to love Christmas and those around him?

Crítica personal (puede haber spoilers):

Esta es, a todas luces, la primera obra de Dickens en la que pensamos la mayoría cuando se menta a este destacable autor. E igual de probable es que será extraño el caso en que alguien no sepa de que va esta historia, aunque sea por las diferentes adaptaciones que en algún momento (sobre todo en Navidad) son emitidas en televisión.
Finalmente he tenido una oportunidad ineludible para conocer este clásico literario, aunque en inglés; por lo que esta crítica, como todas de este estilo, se enfocará especialmente desde mi perspectiva de haber leído la obra en su estado más puro y original.

La trama de A Christmas Carol gira en torno al personaje de Ebenezer Scrooge, un anciano falto de bondad, empatía y caridad hacia el prójimo que ha dedicado su vida casi por entero a trabajar y amasar dinero (no se especifica con exactitud su negocio, pero se da a entender que es un prestamista usurero). Todo acontece en el día de Nochebuena, siendo ese día exacto el séptimo aniversario de la muerte de Jacob Marley; quien fuera socio y buen amigo de Scrooge, con una aptitud similar a la del protagonista principal de esta historia.
Ni tan siquiera en esa víspera el anciano es capaz de apelar a una miaja de humanidad y compasión; ni con su sobrino, a quien rechaza fríamente su amable y sincera invitación de almorzar en su casa al día siguiente; ni con unos hombres que acuden a él implorando ayuda económica para los necesitados, a quienes no muestra la menor compasión por sus penurias al considerarles mejor muertos para poner freno a la sobrepoblación que está sufriendo la sociedad; ni con su explotado empleado, Bob Scratchit, a quien de mala gana le concede libre el día de Navidad. Pero esa noche recibirá en su casa una advertencia de ultratumba, que más bien podría considerarse un ultimátum, directamente de la mano del difunto Marley.
Quien fuera su socio acarrea una condena muy pesada en la otra vida por su falta de bondad y su afán de ganar dinero, y el propio Scrooge correrá un destino igual, e incluso peor, si no cambia su forma de ser. Por ello, tres espíritus irán a visitarle para darle una última oportunidad en su vida.
¿Querrá Scrooge enmendar su corazón pétreo y glacial? ¿Serán esos fantasmas capaces de quitarle la venda que lo ha apartado de lo mejor del ser humano? ¿Llegará a ser tocado por la magia de la Navidad?

Cuento de Navidad narra un breve pero intenso periplo en pos de una redención que ganar, a través de un repaso al ayer, una concienciación del ahora y un anticipo agrio de un mañana no tan lejano. Un alma congelada por demasiados años que necesitará los rayos del sol si quiere evitar un castigo tan aciago como eterno, debiendo abrir los ojos ante lo mucho que se ha dejado perder de sí mismo y de su bondad innata a lo largo de su vida.
Esta obra trata de aleccionar en muchos aspectos, con el fin de no desmerecer ni dejar caer en el olvido las virtudes positivas potenciales con las que nacemos. Que tras la decadencia de lo más difícil de esa época, sobre todo para las clases más desfavorecida y los niños, siempre queda un espacio para el amor, la bondad e incluso la esperanza, que estos sentimientos no pueden desaparecer del todo, aunque sea avivándolos en ese día tan especial del año. Igualmente, el autor inculca en sus líneas que no se puede vivir ignorando los infiernos que otros puedan padecer; así como lo poco bien repartida que puede estar la vida, viendo a Scrooge con mucho dinero pero sólo y sin amor, en contraste con personas como su empleado, que aún con necesidades dependientes del dinero que carecen (sobre todo en lo que respecta a la precaria salud de Tiny Tim) goza en su hogar de una fortuna a nivel emocional. 

La historia se divide en cinco partes: Marley’s Ghost, The First of the Three Spirits, The Second of the Three Spirits, The Last of the Spirits y The End of It. La exposición utilizada es la tercera persona, en la cual he podido distinguir más al propio autor que una mera voz narradora neutra y anónima; y al mismo tiempo logra atraer con sumo éxito a las palabras escritas cada emoción que rezume sus personajes, en especial Scrooge.
Y es precisamente ese ímpetu de Dickens en su forma de narrar uno de los puntos que me parecieron más fuertes de su estilo; pues muestra él mismo cuanto vive y hasta donde se implica con lo que salió de su pluma. Capaz de mostrar la vida no tan fácil para muchos de esa época, pero sin que caiga en una bruma de decadencia luctuosa, creando una obra que siempre refleja aunque sea un mínimo atisbo de luz en medio de un escenario gris.

Ebenezer Scrooge es un personaje que en el cual se aprecia una clara curvatura en su evolución como personaje, sobre todo teniendo en cuenta su pasado; y esto es seguramente otro de los mayores y más atractivos puntos fuertes de ese clásico literario. Un corazón con un invierno eterno que entierra durante largos años todo lo bueno que hay en él, sin que muestre el menor arrepentimiento de esa forma de ser tan degradada; y tiene que ser la revelación de su castigo reservado para la otra vida lo que le haga recapacitar. Claramente empezará movido por el miedo ante un calvario eterno, pero a medida que los tres espíritus le muestran el antes, el ahora y el después de sus Navidades, irá entendiendo lo que quieren decirle y el miedo dejará de ser el único sentimiento que ahonde en él. Pasará por la nostalgia de las pocas pero intensas cosas buenas de su infancia y su juventud, antes de que se volcara demasiado en su trabajo y en las ganancias; después se verá a sí mismo de una manera distinta y menos subjetiva gracias a los tres espíritus, lo que decidirá en gran parte el destino y las elecciones del propio Scrooge.
Marley no tiene más importancia en la trama que al comienzo como mero mensajero y prueba “viviente” de que todos sin excepción pasamos por caja una vez exhalamos nuestro último aliento. En Jacob aprecié un poco de que, a pesar de haber sido insensible en vida, sí que llegó a fraguar sincera amistad con su socio, lo que le lleva su conciencia a salvar el alma de aquel hombre, y que quizás dicha ayuda le sirva para sobrellevar un poco el peso que debe arrastrar por siempre.
Los tres fantasmas que le visitarán, a cual más singular, supondrán una influencia enorme en Ebenezer, aunque al final la decisión dependerá del propio anciano. El de las Navidades Pasadas será quien evoque la nostalgia, un punto que conectará a Scrooge con lo bueno que tenía y que fue perdiendo con los años. El de las Navidades Presentes le abrirá los ojos de lo que muchos piensan de él, de cómo la gente derrocha felicidad en Navidad incluso si sus circunstancias no sean ideales, y sobre todo, en cierto aspecto será una bofetada de moralidad para el protagonista cuando sea metafóricamente escupido por sus propias palabras insensibles; además, ya mostradas las Navidades que dejó atrás, le ayudara a ablandar la rudeza de su corazón cuando Scrooge desgrane el panorama en la familia de su empleado por el que nunca se había interesado. El de las Navidades Futuras (o las que aún no han ocurrido) será perturbador, mostrándole la mísera y nula impronta que Ebenezer dejaría sobre la tierra, acentuándose el miedo y la culpa en lo más hondo del anciano.
El lector, acompañado de Scrooge guiado por cada fantasma, conocerá cada personaje más o menos cercano en la vida actual del anciano. Su sobrino Fred, su único pariente de sangre con vida, le aprecia y le brinda su compasión por más que le pisotee con su insensibilidad. Bob Scratchit es su trabajado explotado y mal pagado, pero que aun así nunca pierde la amabilidad y la serenidad en su trabajo, siendo un cabeza de familia luchador por los suyos y que alberga compasión por su jefe a pesar de todo. Tiny Tim es uno de los hijos de Bob y quizás el personaje más enternecedor de la historia, un niño cuyo precario estado salud le brinda un futuro incierto. También el pasado ofrecerá personas que fueron importantes para Ebenezer; como Fan, su hermana pequeña y madre de Fred, por la cual sintió un intenso cariño y una adoración recíprocos; su antiguo jefe, Mr. Fezziwig, quién tanto él como su señora, a pesar de ser un empleado, le brindaron el afecto similar al de un padre hacia un hijo, mucho más de lo que el suyo propio llegó a expresarle; o Belle, su antiguo amor que no fue capaz de cuidar por obcecarse en el trabajo y el dinero.

La trama avanza con buen ritmo, en buena parte esclarecedor pero que en ciertos puntos relevantes he sentido ciertas lagunas en donde habría sido apropiado que se esclareciera un poco más, en particular la parte del pasado de Scrooge. Un final que quizás se vea venir de lejos, incluso sin la sugestión de las adaptaciones cinematográficas que inevitablemente hemos llegado a visualizar alguna vez en nuestra vida. Pero de otra manera no podría acabar A Christmas Carol, indudablemente.

En lo que respecta la lectura de esta obra en su idioma original, debo reconocer que a pesar de su sencilla extensión llegó a ser un tanto tedioso, con un amplio vocabulario al cual no estaba acostumbrado y que me obligó a tirar del diccionario con más frecuencia que otras lecturas mías en inglés hasta la fecha. Además, me encontré alguna que otra estructura gramatical a la que no estaba demasiado familiarizado, algo que claramente delata la antigüedad de la obra. En general, un libro apto para cualquier asiduo a la lectura en inglés, incluso para los que no estén demasiado curtidos; sólo que las consultas serán, en muchos casos, más frecuentes de lo que a uno le gustaría.

Conclusión: Redención, arrepentimiento y segundas oportunidades; amor y bondad por lo menos una vez al año; voluntad de liberarse uno mismo de las cadenas que nos arrastran y condena; no olvidar el pasado, viviendo el presente y soñando con un futuro mejor. Una historia que espolea la fe que podemos tener en el ser humano, incluso en quienes se consideran casos perdidos si conservan una chispa de voluntad para dejar de serlo para que en una navidad reveladora pueda tener el espíritu de esas fechas perenne en su corazón.
Y parafraseando a Tiny Tim… ¡Que Dios nos bendiga a todos!


Mi valoración global: 4/5


domingo, 11 de diciembre de 2016

Crítica personal: Harry Potter y la Cámara Secreta

Título: Harry Potter y la cámara secreta
Título original: Harry Potter and The Chamber of Secrets
Autora: J. K. Rowling
Editado en España por: Salamandra

Sinopsis:

Tras derrotar una vez más a lord Voldemort, su siniestro enemigo en Harry Potter y la piedra filosofal, Harry espera impaciente en casa de sus insoportables tíos el inicio del segundo curso del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Sin embargo, la espera dura poco, pues un elfo aparece en su habitación y le advierte que una amenaza mortal se cierne sobre la escuela. Así pues, Harry no se lo piensa dos veces y, acompañado de Ron, su mejor amigo, se dirige a Hogwarts en un coche volador. Pero ¿puede un aprendiz de mago defender la escuela de los malvados que pretenden destruirla? Sin saber que alguien ha abierto la Cámara de los Secretos, dejando escapar una serie de monstruos peligrosos, Harry y sus amigos Ron y Hermione tendrán que enfrentarse con arañas gigantes, serpientes encantadas, fantasmas enfurecidos y, sobre todo, con la mismisima reencarnación de su más temible adversario.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Al tratarse de una continuación, será bastante inevitable que llegue a mencionarse lo que se considere ya sabido para quienes leyeron la anterior parte. Si te adentras en esta opinión, tenlo en cuenta.

Seguimos con la vida escolar, así como las aventuras, del niño mago más famoso de la literatura actual. Y desde luego, esta es una continuación que hace méritos al fantástico inicio de la saga. La Cámara Secreta es un título que empieza a ser de los que deban tenerse en cuenta, sobre todo de cara a su desenlace en el séptimo libro por ciertos puntos que se tratan en este.

Aunque en su primer curso descubrió muchas cosas de sus orígenes y el verdadero mundo en el que nació y se crió en su primer año de vida, a Harry le resta más por aprender a lo largo de su segundo año en Hogwarts... y no únicamente en los libros y en las aulas.
Ahora, los peligros que rondan los muros del castillo son mayores, y no sólo atañerán a Harry, sino a toda la escuela en mayor consecuencia; tal y como asegura Dobby, un enigmático elfo doméstico que aparecerá de incógnito en casa de los Dursley a finales de las vacaciones de verano; la criatura insistirá en que él no debe asistir el próximo curso a Hogwarts por su seguridad, y para ello Dobby está más que dispuesto a todo tipo de medios tan disparatados como poco ortodoxos.
Pero nada hará desfallecer a Harry en su regreso a la escuela, donde las palabras del elfo doméstico irán cobrando poco a poco mayor sentido del que el alumno de Gryffindor pudiera especular en un primer momento, hallando la raíz del mismo en una vieja y oscura leyenda forjada en los inicios de la concepción y edificación de la escuela en tiempos de sus cuatro fundadores.
Una vez más, él y sus inseparables amigos tomarán baza en el asunto por su propia cuenta.

La Cámara Secreta es una historia más intensa que La Piedra Filosofal pese a sus extensiones similares, siendo en este caso algo menos introductorio y pueril pero sí ligeramente recordatorio y con sus justos añadidos para brindar profunda y rica coherencia a la sociedad de los magos en el que se desenvuelve Harry.
A pesar de haber impedido que lord Voldemort tomara la piedra filosofal que podría haberle devuelto las fuerzas perdidas diez años atrás, los oscuros peligros de la magia seguirán rondando a Harry, tal y como le asegura el misterioso Dobby en su confidencia. Un terrible mal amenaza con extender el miedo y las primicias de la muerte. La escurridiza sombra de una figura enigmática, estrechamente relacionada con una de las más misteriosas leyendas que algunos aseguran hallarse en lo más profundo de Hogwarts: La Cámara de los Secretos.
Pero más allá de lo principal de esta trama, una vez más la autora demuestra su pericia de entremeter en armoniosa simbiosis distintos temas bajo la aventura, el peligro de las artes oscuras sobre su protagonista y esa vida escolar entre varitas y escobas. Tocará, por ejemplo, la discriminación o los desprecios que se pueden sufrir también entre los magos, familiarizándonos con la opinión de los más puristas y rígidos de estos con términos tan crueles como “sangre sucia”; y precisamente este tipo de sentimientos tienen su papel e influencia relevantes no sólo en lo que ocurre en La Cámara Secreta, sino a lo largo del resto de los libros que componen la saga.

La narrativa de Rowling sonda la misma buena senda con la que arrastró al lector en La Piedra Filosofal, derrochando sencillez en sus líneas pero con una profundidad en la que sumerge al lector con natural deleite. Nuevamente ha trazado una trama original y absorbente que sigue siendo las delicias del lector afín a este género literario, siendo certera en los giros y momentos en los que arrebatar sorpresa a lo largo del libro. Desde luego, una lectura fantástica para jóvenes y no tan jóvenes. Una vez más, ha creado una historia con aventuras repleta de intrigas, momentos divertidos que incluso en relecturas consigue robar sonrisas y algunas carcajadas tempestivas, así como un mundo de magos pionero y original dentro de la literatura fantástica juvenil.

Harry seguirá siendo el vimos en el primer libro, sobre todo en su resolución y arrojado como buen Gryffindor que se considera; pero a su vez las dudas, en particular sobre sí mismo, le musitarán con su maliciosa naturaleza difusos pero ásperos signos germinales de evidencias. La Cámara Secreta será una de sus mayores pruebas a encarar, y no sólo por las oscuras artes que le amenazan; que de superarlas no sólo podrá vivir para contarlo el curso siguiente, sino que también aportarán mucho a su crecimiento como personaje.
Ron y Hermione se mantienen en su línea, con sus correspondientes desarrollos dentro de este arco argumental. Seguirán siendo los paradigmas de la amistad, aportando además sus mejores cualidades para tratar de esclarecer juntos el enigma que gira en torno a La Cámara de los Secretos. Aunque entre los dos hay franca amistad, eso no frena que choquen esos caracteres tan diferentes.
Conoceremos un poco mejor a la familia Weasley, así como su humilde pero cálido hogar. Arthur y Molly son un matrimonio bien avenido pero con sus cosas; dado que él, bonachón y prudente por norma, se fascina por todo lo muggle (en especial sus inventos) y que ella, dulce pero con rectitud, le trae de cabeza dicha excentricidad. Los gemelos George y Fred seguirán igual pícaros, y Percy demasiado estirado, responsable y lleno de aspiraciones. Además, veremos mejor a Ginny, la menor y única chica de los siete hermanos (además, uno de mis personajes favoritos de la saga), quien empieza ese curso en Hogwarts; aunque su transcendencia no es comparable a la de otros personajes a lo largo de la saga, en este título hay que tenerla en cuenta más allá de la timidez y el nerviosismo que le provocarán Harry en evidencia de los sentimientos que ella le dedica.
Otro que continua sin decepcionarme es Albus Dumbledore. El director de la escuela sigue siendo ese anciano de sosegada afabilidad y juiciosamente comprensivo, una fuente de sabiduría entregado al bienestar de Hogwarts y quienes lo moran. Aquí demostrará cuan grande es su temple y convicción a pesar de las serias crisis y retracciones que deberá afrontar por su cargo.
Los profesores que ya se dieron a conocer en el comienzo seguirán presentes y en los patrones en los que fueron concebidos; en particular Severus Snape, quien seguirá tan desagradable y mordaz como el peor de los sutiles y letales venenos que pueda prepararse en sus clases. Conoceremos mejor a la profesora Sprout, que imparte Herbología, cuyos conocimientos tendrán relevancia en este libro. En lo que respecta al nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Gilderoy Lockhart, es toda una celebridad que goza de la adoración de la práctica totalidad de las brujas, con una larga lista de libros a sus espaldas donde relata sus aventuras y escarceos con artes y criaturas oscuras; sin embargo, y a pesar de su “currículum”, irá esclareciendo que no es oro todo lo que reluce con esa imagen suya de patán presuntuoso que presume petulante como un pavo real.
 Entre los alumnos, veremos a viejos conocidos al igual que algunas caras nuevas sin especial peso pero de presencia propicia, tanto de Gryffindor como de otras casas, en especial de Hufflepuff. Draco no varía su actitud altiva de todo buen Slytherin, tratando como siempre de resultar superior incluso a sus profesores (salvo su respetado Snape), aunque sin ocultar sin mucho empeño la malsana envidia que es capaz de demostrar.
Hagrid seguirá presente, y en este libro empezaremos a saber algo más sobre su pasado. Y habrá caras nuevas, como Lucius Malfoy, quien aún siendo más refinado que su hijo en su maquiavélica malicia nos dejará claro de qué fuentes bebe la mentalidad del pequeño Draco.
Los seres no humanos y criaturas mágicas serán más visibles en este título, empezando por Dobby, en el cual conoceremos cosas de la raza de los elfos domésticos a la par que ejerce su rol en la trama. Igualmente, los fantasmas seguirán pululando por Hogwarts, conociendo además el de una antigua alumna apodada Myrtle la Llorona, toda una novedad relevante en La Cámara Secreta.
Por parte de los Dursley, el juego que aportan a la historia en este segundo libro (dentro de su justo pero propicio papel) no reluce tanto como en el anterior o en los posteriores a este.

La historia sigue rebosando humor, intriga, aventura, magia entre momentos divertidos y otros más cruentos. Su desenlace no me ha decepcionado en absoluto, con expectaciones y sorpresas desfilando hasta prácticamente la última línea, a la altura de La Piedra Filosofal; aclarándose con acierto el misterio de la Cámara Secreta, así como la identidad y motivos de quien estaba detrás de todas las calamidades que se desarrollan ese curso en Hogwarts. Un final que queda bastante cerrado, incluso autoconclusivo de no ser por alusiones y enigmas que se leen entre sus líneas, además de que a Harry aún le quedan cinco años de estudios que dan para más. La Cámara Secreta regala muchas señas que tener bien presentes, bastantes de las cuales se nos puede pasar por alto su relevancia por la perfecta sutileza de Rowling para impactar al lector en el futuro.

Conclusión: Una gran continuación para ese estupendo comienzo que supuso el anterior. Una historia divertida y emocionante a la par, llena de aventura y magia que avanza en madurez al mismo ritmo que su protagonista va creciendo en todos los aspectos. Si disfrutaste buscando con Harry la piedra filosofal, desentrañar el misterio de la Cámara de los Secretos será como mínimo igual de satisfactorio.


Mi valoración global: 5/5


domingo, 4 de diciembre de 2016

Crítica personal: Sword Art Online 001 (Aincrad)

Título: Sword Art Online 001 (Aincrad)
Título original: Sword Art Online Volume 1
Autor: Reki Kawahara
Ilustraciones: Abec
Editado en España por: Timunmas, Planeta Cómic

Sinopsis:

Es imposible abandonar el juego a no ser que lo completes. Game over aquí significa «muerte». Ignorando esto, más de 10.000 jugadores se conectan al Sword Art Online (SAO), el primer VRMMORPG (juego de rol multijugador masivo online de realidad virtual), donde se encuentran con una «realidad» más cruda de lo que nadie podía imaginar.
El protagonista, Kirito, es de los primeros en aceptar la «realidad» del juego y decide llegar al piso más alto de titánica fortaleza flotante Aincrad como jugador solitario, sin unirse a ningún equipo o gremio.
Con la vista puesta en superar al final boss del piso superior, condición indispensable para ganar el juego, Kirito se enfrenta a trepidantes pruebas en solitario hasta que recibe la insistente invitación de Asuna, una famosa usuaria de espada fina, para que se unan y formen equipo. Ese encuentro será el que marque el destino de Kirito en el juego.
¡Aquí llega la legendaria novela que consiguió más de seis millones de visitas cuando se publicó en un blog privado de internet!

Crítica personal (puede haber spoilers):

En un futuro no tan lejano, los avances tecnológicos logran dar grandes saltos. Una de estas innovaciones es el Full Dive (o Inmersión Total), que consiste en una mayor conexión entre usuario y máquina mediante el Nerve Gear, un dispositivo en forma de casco con el que se permite una entrada más directa al uso convencional de un ordenador, los programas informáticos e Internet.
Precisamente el Nerve Gear ha explotado todo su potencial en la industria del entretenimiento, creando el primer MMORPG de realidad virtual, con el que el jugador puede manejar su avatar como si fuera su propio cuerpo y vivir de primera mano la aventura que ofrece Aincrad, el mundo de dicho juego: Sword Art Online (más conocido por sus siglas, SAO).
Tal expectación levanta que adquirir una de las diez mil copias que salieron a la venta se convierte en un privilegio para los más rápidos y/o afortunados.

Toda la novedad y la emoción que ofrece esta nueva forma de disfrutar este género se evapora cuando los jugadores descubren que no existe opción de desconexión en el menú de personaje, la única forma de salir del juego a parte de que alguien en el mundo real le remueva de la cabeza el Nerve Gear. Y el terror cunde cuando Akihito Kayaba, desarrollador del SAO, les informa de que están atrapados en el juego y que serán libres si logran pasárselo por completo, derrotando al boss (o monstruo jefe) de cada uno de los cien niveles o pisos que compone ese mundo virtual.
Pero Kayaba les recalcará que SAO no es ningún juego tras revelar un inesperado y cruel handicap: si los puntos de vida de un personaje llega a cero, morirá tanto su avatar como su propio yo inerte en el mundo real mediante una descarga del Nerve Gear lo suficiente potente como para freír el cerebro (y lo mismo ocurrirá si alguien en el mundo real intenta quitarle dicho dispositivo).

La confusión aflora en los casi diez mil jugadores que quedan con vida tras esa revelación. Habrá quienes se nieguen a creer tales palabras; otros se desesperarán hasta el punto de suicidarse para no morir a manos de algún monstruo en el juego, con la ciega posibilidad de que eso sirva para desconectar con vida en el mundo real; estarán los que el miedo les obligue a no salir siquiera de los muros de Ciudad Inicial en el primer piso. Pero la mayoría, por un motivo o por otro, avanzarán el SAO, sacando de algún modo el valor necesario para ello; y la mayor esperanza de todos serán los que se impliquen en la vanguardia para derrotar cada boss en el menor tiempo posible, luchando día tras día en ese mundo formado por datos digitales que sensorialmente es casi una perfecta realidad.
El jugador con el nick de Kirito es uno de estos jugadores diligentes en el propósito de pasarse el SAO. Él fue uno de los mil beta testers (jugadores de la versión de prueba), y sacará provecho de lo aprendido en ese periodo previo al lanzamiento oficial, avanzando como un jugador solitario evitando toda formación de equipo e invitaciones de gremios.
Sin embargo, por más que trate de evitarlo, habrá alguien con quien estreche amistad y algo más paulatinamente: Asuna, jugadora conocida por todos por su belleza, su dominio del estoque y por ser subcomandante de los Knights of the Blood, considerado el gremio más poderoso que siempre está en la vanguardia en cada conquista de nivel en Aincread.
Superar ese juego mortal y los vínculos que se estrechan de forma natural entre Kirito y Asuna será lo que haga girar la rueda del destino del Sword Art Online.

Esta primera novela ligera de una ya larga serie recoge todo lo que ocurre en Aincrad, desde el momento en que empieza el juego hasta que se llega a la resolución del destino de Kirito y demás usuarios abducidos a ese mundo digital.
Sin embargo, Sword Art Online no es una historia tan simple como pueda aparentar por ambientarse en un juego MMORPG de estilo medieval clásico. Mostrará como viven y sienten Kirito, Asuna y muchos más en esa prisión que se convierte a su vez, de un modo u otro, en su nueva realidad aunque todo lo que les rodea sean datos y píxeles, y que todo aquello que captan sus sentidos sean mera información que llega a sus cerebros reales por un programa informático.

SAO demuestra tener, como juego dentro de la novela, todo lo que caracteriza los MMORPG que muchos disfrutan hoy en día en sus ordenadores. Sin embargo, todo lo conocido de estos juegos gana una dimensión más amplia y real para sus confinados usuarios, que casi estricta y obligadamente tienen que llevar una vida dentro de ese mundo virtual. Todo lo innovador de este juego irreal y de potencial superior a nuestra tecnología actual resultará fascinante para quienes conocen este género de juegos, al mismo tiempo que se explica con toda la lógica posible para que no hayan cabos sueltos en un sistema tan complejo como es este caso. Y tal es la dimensión que alcanza el juego que es fácil olvidar lo que es en realidad cuanto más tiempo se viva en este.
Cierto es que en el día a día muchos jugadores de este género les dedican buena parte de tiempo y esfuerzo, pero aquí la necesidad de las circunstancias hacen que esa conexión mental e incluso emocional conviertan el mundo real y las vidas que dejaron estancadas allí en algo como remoto e incluso casi ajeno; a pesar de que cada jugador tiene bien en mente la meta y el anhelo de desconectarse con vida… algún día.
También aporta un trasfondo moral, ético y reflexivo, sobre todo de aspectos que en un juego normal no tienen importancia. Un ejemplo es el concepto de la muerte “in game”, por un lado debido a la extrema y mortal norma impuesta por Kayaba, y por otro el hecho de que ciertos jugadores no se amilanen a la hora de asesinar a otros. Bien cierto es que en muchos MMORPG exista la posibilidad de herir e incluso matar a otros jugadores (lo que se denomina PK: Player Killer), algo que siempre se ha visto sin verdadera malicia a pesar del tedio de jugadores contrarios a esta forma de incordiar; sin embargo, ¿podría alguien llevar tal concepto a este juego sabiendo lo que conlleva sin importar la situación? ¿Qué empuja a un jugador no discernir la diferencia entre ser PK en un juego de siempre y serlo en SAO? ¿Será porque para algunos no deja de ser un juego, o que llevar el player-killing a un nivel máximo y extremo imposible de realizar en el mundo real sin consecuencias es algo que siempre soñaron?
Otro aspecto de Aincrad, en parte a raíz de algo común en los MMORPG, es el que en general esta vida que tienen en SAO sea casi como un reseteo personal en muchos casos, llevando a más de uno a optar por una existencia nueva en ese universo virtual, quedando lo que dejaron atrás tras ponerse el Nerve Gear para su propio foro interno. Y por más que un jugador desarrolle lazos afectivos con otros “in-game”, eso rara vez llega a romper esa regla no escrita en este tipo de juegos sobre no compartir con nadie información de tu vida real; lo que uno se cuestiona si la confianza está reñida con no compartir siquiera tu nombre real a un jugador que aprecies o incluso ames.

El estilo de Kawahara es sencillo y directo, pero capaz de ofrecer la dimensión reflexiva y emocional a través de Kirito, quien es el absoluto narrador de los veinticinco capítulos que constan este primer volumen de Aincrad. Aporta a sus páginas una notable agilidad de lectura, como cabe esperar de su naturaleza de novela ligera, pero que a su vez derrocha una intensidad más que palpable. Este autor despliega potencial tanto en las escenas más profundas y reflexivas como en esas otras donde la acción se desborda como tratando de convertir al lector en un jugador más de SAO, de convertirlo en el propio Kirito, de infundarle el frenesí, el arrojo y la tensión cuando está rodeado de monstruos, de sus sentimientos cuando está junto a Asuna, de su propia aptitud ante esos jugadores que le prejuzgan e insultan de ser un beta tester tramposo.
Y como buen acompañante para estas páginas, uno de sus mayores atractivos que se repetirá a lo largo de toda la saga: las ilustraciones obra del artista nipón Abec, con un excelente diseño de personajes que se convierte en canon fidedigno en las diferentes adaptaciones de la obra de Kawahara tanto en manga como en anime.

Kirito es un personaje equilibrado y variado, aunque con su complejidad y trasfondo; y sobre todo un joven normal y corriente. Decidirá moverse en solitario gran parte de su tiempo en SAO, en particular por una amarga experiencia que desembocó a sentirse un potencial peligro para quienes se acerquen demasiado a él. Huye de las emociones y las relaciones estrechas con el resto en lo posible, sacando a veces un carácter distante y un tanto borde; pero esto no evita que posea una sensibilidad que trata de encubrir a costa de sentir remordimientos, así como unos notables valores de justicia, amabilidad e incluso cierto altruismo, siendo alguien en realidad necesitado de calor humano aunque cumpla la ambivalencia de evitarlo por sus propios motivos. Será evidente, aunque no se aclare del todo, que esta personalidad le viene influenciada por razones propias del mundo real. Sin embargo, la pertinaz compañía de Asuna hará que marque la diferencia en él tanto para sí mismo como para su propio rol en la conquista de Aincrad. Como jugador, personaje y héroe demuestra salirse incluso de lo que cabría esperarse de alguien diligente y obstinado, con grandes habilidades como luchador con dotes de subterfugio fruto de su extrema autosuficiencia. En general no se amolda a los cánones ideales de un paladín, pero eso no quita su determinación capaz de superar en los momentos críticos sus propios temores e inseguridades.
Asuna es una joven que despierta admiración e incluso deseo por parte de todos los jugadores; como un lirio que derrocha belleza, elegancia y pureza, pero a su vez como una flor silvestre sin nombre que perdura ante toda inclemencia para volverse más y más fuerte. La mujer perfecta para la mayoría, incluidas las féminas que han despertado admiración y respeto hacia ella; más allá de lo superficial, de su renombrada maestría como cocinera o su fulgurante y hostigador manejo del florete que hizo ganarse el apodo de “Relámpago”. Demuestra ser fuerte tanto de carácter como en su faceta de luchadora, pero no por ello falta de gentileza y fragilidad con aquellos que no necesite ser implacable y defensiva; y aunque aquí no se desgrane tan minuciosamente su trasfondo en comparación con Kirito, sí asienta las bases que dan pie a lo que puede ofrecer ella como personaje a descubrir. Con naturalidad y confianza sin caer en el descaro, su acercamiento al protagonista será fluido e intenso hasta el punto de que una joven como ella, que ha tenido que afilarse ella misma en la adversidad, vea en él una vaina en la que guarecerse para buscar la paz en medio de ese mundo donde el menor descuido puede suponer la muerte incluso si se es fuerte; y del mismo modo, ella quiere ser la funda de la hoja solitaria que se convirtió Kirito.
A nivel de personajes, esta pareja es la que acapara casi todo el peso, aunque los hay quienes suponen fichas tan complementarias como fundamentales para la trama y el propio protagonista principal. Tenemos a Klein, quien conoce a Kirito el primer día y que entablan las simientes de una buena amistad hasta que las circunstancias crueles del juego les hace tomar sendas alejadas, aunque se vuelvan a encontrar en algún momento que otro en el futuro; un personaje simple, un tanto patoso, desaliñado y obsesionado con tener novia que no resta su pasión y cuidado como combatiente, a lo cual se suma su sincera preocupación y aprecio por Kirito, demostrando sus nulos reproches por las circunstancias por las que se despidieron en inicio del SAO. Egil es un hombre enorme de tez oscura que se dedica a los negocios pero que también goza de aceptable fama en el combate, una participación menor que no va más allá de una buena amistad con Kirito; dentro de la novela goza de un rol quizás menor incluso que el de Klein, pero que aporta sus pequeñas pinceladas en esta novela junto a promesas de potencial por descubrir sobre él en el futuro.
Dos miembros de los Knights of the Blood tendrán su toque de protagonismo en este volumen. Por un lado Kuradeel, a quien se le asignó ser guardaespaldas de Asuna, caracterizado por su soberbia y temperamento, sobre todo ante Kirito por acaparar tal interés por parte de su protegida; y por otro Heathcliff, comandante del gremio reconocido por ser casi imbatible en combate, con un carácter parco y difícil de escrutar a pesar de que sea el estandarte de esperanza más destacable de los jugadores que luchan por la liberación de todos.
Y por supuesto está Akihito Kayaba, una enigmática e insondable sombra tan inalcanzable como los motivos le mueven a encerrar a diez mil personas en su propia creación, donde la muerte del avatar implica también la del yo real; una premeditación que inevitable y justamente hace recaer sobre sus hombros la responsabilidad de cada vida que se apaga cuando estallan los píxeles que forman cada avatar. Un personaje que supondrá un impacto argumental llegado su momento.

En general, la trama se mueve con fluidez e intensidad en cada uno de los distintos puntos que abarca, yendo muy al grano pero ahondando en lo fundamental del argumento. Una perfecta armonía en la dualidad paralela que supone, por un lado, la aventura arriesgada e intensa que supone desconectarse algún día con vida y sobrevivir a los riesgos que supone el SAO; y por otro la relación irrefrenable y singular entre Kirito y Asuna que bambolea entre la dulzura entrañable y las situaciones hilarantes e incluso un tanto comprometidas. Y al mismo tiempo, se muestra todo lo que conlleva un MMORPG a los niveles que ofrece los adelantos técnicos de la sociedad de sus personajes con esa dificultad añadida de la mortalidad; y detrás de todo las propias reflexiones de Kirito sobre todo lo que acontece, de sus metas, sus deseos, sus temores, sus frustraciones y sus dilemas.
Al final nos ofrece un desenlace en gran medida inesperado, revelador, impactante y bastante emotivo, dejando un reguero de incertidumbres y enigmas inexplicados que espolea en su justa pero urgente medida el saber con todo el detalle posible lo que ocurre más allá de la historia narrada en este primer volumen lleno de atractivo argumental, con todas las expectativas que puede ofrecer el porvenir de quienes han sido prisioneros de cuerpos inertes encadenados mentalmente por sus Nerve Gears.


Sin duda alguna, una vez sondada ambas versiones, puedo decir que la adaptación animada de esta novela, la cual empujó la fama de Sword Art Online más allá de sus tierras hasta tal punto de hacer factible esta publicación por estos lares, demuestra ser bastante fiel, capaz de expresar todo el dinámico y profundo argumento de la obra original; aportando a su vez una perspectiva suplementaria en algunos momentos. Por lo tanto, dicha adaptación es la alternativa ideal a la novela, con el potencial añadido de incentivar esta lectura si la historia de Kirito logra despertar el suficiente interés del espectador.
Para ser más precisos, la primera parte de la primera temporada del anime recoge las líneas de esta novela en sus episodios 1, 8, 9, 10, 13 y 14.

Opening del anime de Sword Art Online (arco de Aincrad)


Conclusión: Una historia de fantasía en estado puro engarzada con nuestra vida real y la tecnología más de vanguardia. Las ansias de un joven por alcanzar en solitario una meta común, a la par que un inevitable sentimiento aflora en él para derribar en parte los muros propios que limitaban a los demás el acceso a su propia alma. Kayaba asegura que aquel juego no es ningún juego, pero no sabe hasta que punto pueden ser ciertas sus palabras en cuanto un corazón de voluntad lo suficientemente fuerte sea capaz de alcanzar sus logros, sin importar los límites teóricamente inquebrantables de los parámetros y los algoritmos de su depurado sistema informático.

Mi valoración global: 5/5


miércoles, 16 de noviembre de 2016

Crítica personal: Will Grayson, Will Grayson

Título: Will Grayson, Will Grayson
Título original: Will Grayson, Will Grayson
Autores: John Green y David Levithan
Editado en España por: Nube de Tinta

Sinopsis:

Will Grayson tiene dos reglas en la vida: guardar silencio y no implicarse en nada. Sin embargo, su mejor amigo, Tiny Cooper, está decidido en buscarle novia y montar su musical autobiográdico: Tiny Dancer.
Muy cerca de él hay otro Will Grayson: un chico melancólico que no tiene nada bueno a lo que agarrarse. Lo único que hace que su vida merezca la pena es su relación online con Isaac, al que nunca ha visto en persona.
Una fría noche de invierno, los dos Will Grayson se cruzarán en una esquina cualquiera de Chicago. Por suerte para ambos, Tiny está decidido a empujarlos hacia la felicidad, el amor y, por supuesto, el musical más fabuloso jamás representado en un instituto.
Divertidísima, conmovedora y profundamente perspicaz, la novela de John Green y David Levithan reflexiona sobre la amistad y la identidad con todo el humor y la emoción propios de dos maestros del género.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Una nueva incursión a la agradable literatura de John Green, aunque en esta ocasión me ha permitido conocer a otro autor con el que lleva a medias la batuta de esta historia y que demuestra ser igual de encomiable.

Dos chicos con el mismo nombre y el mismo apellido, que aun sin vivir en la misma ciudad y ser diferentes entre sí, comparten el tener cada uno a su manera una personalidad complicada. Uno trata de implicarse lo menos posible en prácticamente todo, aunque no es fácil para él estando en medio su mejor amigo gay, Tiny; mientras que el otro tira más a la decadente soledad que sólo Isaac, un chico con el que mantiene una relación por chat, es capaz de mitigar.
Pero el encuentro de sendos tocayos en un lugar peculiar para tal casualidad será el comienzo de pequeños peros notorios cambios en sus vidas y en sus propias personalidades. Y en medio de ambos estará Tiny para tratar de darles un rayo de luz y una brisa de renovación para que encuentren la felicidad y el amor, aunque para ello deba arrastrarles a la vorágine que supone tanto él mismo como Tiny Dancer, el musical autobiográfico que tras mucho batallar conseguirá llevarlo a escena en su instituto.

Will Grayson, Will Grayson muestra la vida de varios jóvenes de instituto, con las ilusiones y tribulaciones propias de cada uno en esa edad tan convulsionada y a veces tan desinhibida. En esta historia aprenderán mucho los unos de los otros, sobre todo el que la felicidad no es tan imposible aunque no por ello libre de ser complicada de hallar. Un reflejo de la adolescencia con sus gestos de rebeldía (como ese tópico del carnet falso tan fácil de conseguir), el luchar por algo que se crea importante (como Tiny con su musical memorable), el tener un cabo al que agarrarse para no sumirse en la más insondable apatía (como el vínculo con Isaac de uno de los Will, aunque sea por una pantalla de ordenador), o la carcoma que supone lanzarse o no por algo que en el fondo se quiere aunque uno trate de negarlo (como impresionar a alguien especial aunque esto tenga la potencial posibilidad de suponer un bochornoso batacazo). Y todo lo que acontece en la novela da cabida a reflexiones de sus personajes que nunca se habían parado a plantear antes, lo que determinará muchas cosas que en general supondrán cambios y evoluciones en ellos mismos.
Tiny Dancer se convierte en un punto del argumento que va ganando una relevancia y una presencia que a priori no cupe esperar, si es que el propio Tiny deja constante su diligencia a la hora de no sólo llevarlo a cabo, sino de hacerlo perfecto. Incluso algo tan abstracto como una simple representación teatral puede ser objeto de la evolución más propia de un personaje, con metas de grandilocuencia y emotividad para los futuros espectadores que absorben al principal responsable de dicho espectáculo.

Quizás una de las singularidades más notorias de la novela sea su exposición. La primera persona es la voz narradora, intercalando la de un Will Grayson con la del otro, siendo los impares para el hetero (escrito por Green) y los pares para el gay (a cargo de Levithan); y ambos personajes solapan con pericia lo que acontece en sus vidas, separadas pero indirectamente conectadas, a lo largo de la veintena de capítulos que conforman la obra.
Y al ser cada autor responsable de un personaje/narrador, se puede apreciar claramente sendos estilos narrativos, lo cual remarca más la personalidad de uno y otro Will.
Por parte de Green, poco puedo decir ya de su estilo tras haber reseñado varias de sus obras, salvo que resulta indudable cada detalle que lo define como autor, incluso incapaz de evitar la colación en algún momento de sus páginas esa especie de manía suya a la hora de que algún personaje enumere los factores de alguna situación suya.
En lo que se refiere a Levithan, me gustó los escasos, por no decir nulos, tapujos que brinda a su Will a la hora de expresarse, incluso en pensamientos relacionados con el sexo. Además, me chocó de este autor que escribiera sin el uso de mayúsculas al comienzo de cada frase o en nombres propios; salvando algunas puntuales excepciones como el nombre de la ciudad de Chicago o cuando la voz se alza. Otra singularidad suya es la forma de exponer los diálogos, haciéndolo como si fuera el guión de una obra teatral; con el nombre seguido de dos puntos antes de la línea en cuestión.
Sin duda, dos estilos narrativos tan distintos como conexos, igual que lo son sendos protagonistas que dan nombre a la obra. Tanto Green como Levithan derrochan en estas páginas la capacidad de hacer visceral lo que sienten, tanto bueno como no tan bueno, a cada personaje que dotan de vida y realismo.

Por parte de Will (el heterosexual), me pareció un joven con un concepto demasiado excesivo de su propio margen de seguridad para su vida. Considera que la vía más lógica para una mejor calidad de vida es no implicarse en nada ni en nadie, y sobre todo no abrir la boca; esas son sus dos máximas que intenta llevar a rajatabla como si fueran preceptos de una gran religión a la que entrega toda su fe. Sin embargo, sus propias normas no son fáciles de seguir teniendo tan cerca un amigo como Tiny como una enorme y porfiada sombra. El tipo de persona que nunca se tira a la piscina, ni siquiera si una chica muestra interés por él; pero los acontecimientos de la novela, lo que vive con conocidos y gente por conocer, lo arrastrarán poco a poco a una perspectiva de nuevas posibilidades que le enseñarán que no es malo lanzarse a la piscina, incluso si cabe la posibilidad que esta no tenga agua. La evolución de este personaje me agradó y sorprendió, y sin duda aprenderá mucho de los demás, de sus sentimientos y de sí mismo.
Will (el gay) es otro complicado, quizás un poco más que su tocayo, al cual se refiere como o.w.g (otro Will Grayson)… Un joven muy encerrado en si mismo, pero de una manera distinta al anterior, porque la huella de la tristeza en él es notoria en su mente y en su pecho; con una situación familiar dolorosamente desestructurada tras el abandono de su padre, manteniendo desde entonces un muro de espinos en su relación con su madre. Pero en su personalidad hay la suficiente materia prima para la esperanza en lo que se refiere a nivel emocional y anímico. Un personaje que llega a demostrar feedback en esta historia, capaz de hacer algo positivo por quienes de alguna forma tratan de darle un motivo de color a la vida que consideraba más bien gris y deprimente.
A veces Tiny puede parecer el protagonista indiscutible (y a veces un tanto cargante) de esta novela por lo mucho que canta (tanto literal como figurado), por su voluminosa y dinámica figura, y por su estridente presencia. Puede parecer un homosexual algo estereotipado (aunque no del todo por su físico y su odio al Over the Rainbow), pero dentro de su singularidad puede sorprender incluso a su amigo de tantos años. Un joven que quiere y vive el amor, siempre dispuesto a encontrarlo en todo chico que se preste aunque ello le haya dado fama de tener una interminable lista de efímeros noviazgos. Sin embargo, me agradó y sorprendió también que tras la sencillez y la algarabía despreocupada que reluce en él haya algo más profundo, demostrando que aun sin tener la “neuras” de los dos Will, este grandullón también sangra si se corta. Quizás él, aunque no sea el estereotipo de belleza, su encanto, su ternura, su carisma y su afán de que cada persona encuentre la felicidad sean suficientes para que Tiny sea capaz de robar corazones, ya sea en un sentido u otro.
Hay bastantes personajes que cumplen su función con maestría dentro de sus limitaciones secundarias, como los padres de un Will y la madre del otro, así como las amistades de ambos. Puedo decir que los personajes de Maura e Isaac supondrán impactantes en cierto momento de la novela, más concretamente en el primer tramo de capítulos. Sin embargo, Jane es el caso más relevante de los secundarios, con una participación bastante amplia y un peso más acentuado; ella será una pieza clave para uno de los que sí entretejen los hilos más importantes de la trama, y que de hecho la propia Jane es una hebra muy importante para el personaje en cuestión.

La historia en general es entretenida y fresca, además de lo suficiente adictiva y amena a la hora de avanzar en ella página a página sin a penas resuello. Derrochando humor, tanto ese tan característico de John Green como ese otro singular de David Levithan, aunque no por ello esté falto de momentos y situaciones menos agradables que brinden interés y profundidad al argumento. Su final no es menos que frenético e imprevisible, junto a la virtud de acariciar la emotividad tanto de sus personajes como la del propio lector. Puede que a más de uno el desenlace despierte sentimientos encontrados, del tipo esperarse otra cosa pero a su vez con la certeza de que esta estupenda novela no podía acabar de otra manera.

Conclusión: El casual encuentro de dos adolescentes con el mismo nombre es la excusa para una historia en la que cada pieza de esta composición a dos brochas disponga de posibilidades, incluyendo de algo tan codiciado como la felicidad y el amor, demostrando que puede ser encontrada incluso en el más singular de los musicales realizados en un instituto.

Mi valoración global: 5/5          


viernes, 11 de noviembre de 2016

Destino: Lázaro (parte 3)

Poco a poco la fecha del trigésimo aniversario del Apocalipsis estaba más próxima, y para desgracia de los detractores del Proyecto Scheherezade, las investigaciones de Natasha y Kate estaban cada vez más cerca de terminar, y por tanto, el Proyecto Lázaro sería una realidad.
-Pronto acabará esta larga pesadilla.
-Con ese optimismo, aunque sólo esté en tus palabras, seguro que acelerarás todo el proceso -añadió Natasha ante ese comentario, cesando el tecleo de sus envejecidos pero aún activos dedos. Había sido un camino largo, en ese instante se permitió quitarse las gafas y descansar la vista, al igual que hacía lo propio con su espalda contra el cómodo sillón en su “despacho”-. En momentos como éste me gustaría ser al menos un par de décadas más joven.
-No digas tonterías -terció Kate desde el sofá donde descansaba, aún recuperándose de la última e intensa sesión con Scheherezade de esa mañana-. No todos llegan a tu edad con tus facultades físicas y mentales, y yo doy por seguro que nos enterrarás a todos.
-Los años no pasan el balde, Katherine -esa fue una de esas raras veces en las que no se dirigía a ella por el diminutivo-. Tienes razón, aún no muestro esos típicos achaques propios de los que ya han llegado a mi edad, y toco madera para que se demore el día en que me convierta en una vieja chocha y senil; pero las vivencias, especialmente éstas que estamos viviendo los últimos treinta años, hacen que se sienta más la edad más abajo del tuétano. Por suerte una sabe llevar la procesión por dentro y aguantar día a día mientras pueda.
-Quizás te venga bien ahora una taza de café.
-Sería algo propicio, sí... Aunque ese sucedáneo de compuestos químicos que llamamos ahora “café” no tiene nada que ver con el que disfrutábamos en la Tierra.
-Seguro que cuando volvamos a la Tierra tomaremos juntas ese café legendario que tanto mencionas y añoras -ya parecía del todo repuesta, pues se levantó del sofá con agilidad y sin sentir el menor mareo o reminiscencia de fatiga-, pero de mientras nos toca conformarnos con este café que es café café para los de mi generación en adelante.
Kate se perdió por la puerta, de apertura automática por censor de movimiento, que daba a la cocina. El compartimento que compartían ambas era limitado, pero no podían quejarse dadas la situación y que era mejor que muchas de las otras “viviendas” en las que habitaban el resto de exiliados al espacio. Tenían sitio suficiente para una modesta sala de estar que a la vez era el despacho de Natasha para cuando ésta quería trabajar fuera del laboratorio, una minúscula cocina, dos pequeñas habitaciones individuales y un cubil que hacía de baño con su lavabo, excusado y plato de ducha metidos casi a presión.
En esos tiempos que vivían, aquello era todo un palacio, reflexionó Everlast. Hacía muchísimo que ya ni extrañaba ni recordaba el enorme ático en el cual vivió antes del declive de la Tierra.
A penas sobrevivieron cerca de un millón de personas treinta años atrás en el Apocalipsis, habitando en diversas naves de gran tamaño que con el tiempo se interconectaron para facilitar la comunicación y el desplazamiento entre todas. Treinta años después, a pesar de las limitaciones y las condiciones de vivir en el espacio, todo tan sintético, tan artificial, tan poco natural, a penas duplicaron dicha cantidad entre los que iban pereciendo en su mayoría los más ancianos al no adaptarse bien a ese nuevo “hábitat” y los nacimientos que se producían con cuenta gotas por un lado controlando la natalidad ante la inconveniencia de poblar las naves más allá de la capacidad máxima que disponían, y que de todos modos esa situación deprimente no animaba a todo el mundo a la hora de adentrarse en la fecundación, especialmente por medios naturales, y cada año que pasaba iba siendo más necesario volver a un lugar donde la humanidad pudiese expandirse y vivir sus vidas de verdad.
Pero Natasha estaba convencida de que el día de volver a la Tierra estaba ya cerca. Confiaba en Kate, en sus sueños visionarios y su ferviente y obstinado deseo de llegar a buen puerto; llevaba toda la vida de esa joven volcando su fe sobre ella día tras día. Jamás pensó, antes de conocer a Elvira Burton, que llegaría a sentir el orgullo propio de una madre hacia su prole; precisamente ella, una mujer que se percató tarde de que había dedicado su vida por completo a su profesión y descuidado el terreno sentimental.
La científica de renombre tomó el marco digital que había sobre su escritorio, junto al monitor. Fueron desfilando gradualmente las no muchas fotos almacenadas, en su mayoría en compañía de Kate, desde que ésta era un bebé, pasando por la niñez y la adolescencia, hasta alcanzar la edad presente en la que se hallaban. Pero buscó de modo manual y presuroso en el marco una instantánea en concreto, hasta que la encontró finalmente.
Su calidad era pésima, se trataba de un escaneo de una foto física cuyo original conservaba en su dormitorio, dentro de una pequeña caja con el resto de escasos recuerdos de su vida anterior en la Tierra. Fotos así había pocos que las tuviesen aún en esos tiempos. A pesar de los arreglos con editores de imagen, eran perceptibles las arrugas y demás defectos que tenía el original cuando la escanearon, provocados por la catástrofe y la presura a la hora de huir del planeta. Pero aún se podía apreciar con gran detalle a las dos mujeres sonrientes que salían una al lado de la otra.
En esa imagen, Natasha era unos escasos años más mayor que Kate en la actualidad que vivían, y la verdad era que se había conservado muy bien en esas casi tres décadas. En la foto su piel aún era tersa como la porcelana, su cabellera entonces caoba todavía no la recogía en un moño, sino en una coleta alta, y usaba gafas de monturas de pasta gruesa y lentes estrecha que tan de moda se volvieron a poner en esos años. Siempre se sorprendía verse sonriendo con esa frescura en los labios, recordando aquella época que ya le era tan lejana como ajena. También se sentía extrañada de verse en esa foto, con ropa de calle, la Natasha de ahora tenía batas y uniformes de científica hasta en el diminuto fondo de su armario.
El olor a café, que nunca se podría comparar al del café de verdad, fue captado por su olfato llegando desde la puerta que Kate, en ese instante llenando las tazas, había dejado abierta al desbloquear el sistema automático de apertura y cierre. Eso hizo que se derritiese más su alma, con los recuerdos de aquella mujer que salía a su lado en la foto, esa mujer que murió hacía tanto tiempo. Esa mujer que fue la mejor y más sincera y leal amiga, como de la misma familia, que había tenido Everlast en su vida, y que sin ella a su lado habría sido tan fría y cuadriculada, con menos inteligencia emocional, como le ocurría a muchísimos colegas de su gremio.
Acarició la pantalla del marco digital con cuidado, Elvira murió justo un año después de ser tomada la foto. Natasha estaba totalmente convencida de que ella ya debía de ser más que consciente del tiempo que le restaba de vida y que estaba a punto de quedarse embarazada, gracias a ese extraño don que Kate aún no había llegado a explotar con la intensidad y las dimensiones abrumadoras con que lo había hecho su progenitora.
Los dedos de la científica rozaron la cara de aquella que acompañaba a su yo del pasado, Kate era su vivo retrato viéndola con edades parejas. Sólo había pequeñas diferencias, como que los ojos de Elvira eran totalmente negros y brillantes como su cabellera, o que no compartía con su hija el pequeño hoyuelo en el mentón y los labios carnosos que ésta sí tenía; esos rasgos sutiles que las diferenciaban debió sacarlos de ese padre que ambas desconocían su identidad o si habría sobrevivido siquiera al Apocalipsis.
En aquella foto el vientre de Elvira era completamente plano, pero a los pocos meses se quedó encinta, y no le constaba a Natasha que su amiga hubiese mantenido una relación formal ni de haber conocido a alguien por aquella época. ¿Habría visto Elvira con su don con quién tendría que engendrar a Kate? ¿La tuvo sin ser fruto del amor? ¿Bastó sólo usar un hombre predestinado para ese nacimiento? ¿O sí había sido fruto de un amor resurgido, de una época anterior a que se cruzaran sus caminos? Ese fue el único secreto que la madre de Kate se llevó consigo con el último aliento, y Natasha nunca lo sabría. Y nunca compartiría estas cuestiones con su querida ayudante, se juró a sí misma tiempo atrás, aunque seguramente por la mente de Kate habrían pasado algunas de esas preguntas... o todas.
-Aún confío en ti, Elvy -susurró a la foto con un quebrado y sentido hilo de voz, conteniendo las lágrimas para no preocupar a Kate, la cual volvería a la sala de un instante u otro-. Sólo te pido que allá donde sea que estés ahora nos ayudes y cuides de tu niña... de nuestra niña, porque sabes que la quiero tanto como la querrás tú.

Muchas veces Natasha se cuestionó si se habían conocido de la forma tan fortuita que lo hicieron ella y Elvira a causa del don de ésta, que desde el principio necesitase a la científica para el futuro que estaba predestinada Kate, para el futuro de la supervivencia de la raza humana. Una parte de sí misma, la más lógica, objetiva y racional de una mente brillante, le decía siempre que sí. Pero su lado humano le decía que eso no importaba, porque el cariño que se habían tenido las dos fue sincero y de todo corazón; y esa era una de las pocas cosas que estaban completamente de acuerdo Natasha y la profesora Everlast.