martes, 24 de marzo de 2015

Vendaval 1.1.1

-Zack, dime que tal te parece éste.
El interpelado, recostado en una cama que lucía una colcha de Hello Kitty de prevalecientes tonos rosa chicle, asomó los ojos por encima de su teléfono móvil con parsimonia. La chica que había ante él, rodeada por distintas prendas desparramadas por el enmoquetado suelo del dormitorio, lucía una falda de raja de color lavanda que le llegaba hasta las rodillas y un ceñidísimo top de tirantes finos de  color negro.
-¿La verdad? -preguntó mordiéndose el labio con un poco de picardía-. Ponte unas medias de red y esos zapatos de tacón con tira en los tobillos que tienes en tu “contrafondo” de armario y ya estarás lista... para ir a un cabaret.
-Tú siempre tan oportuno con tus sarcasmos, Zacarías...
La melena castaña de Mónica ondeó como en un anuncio de champú al darle la espalda con altivez antes de seguir con su encarnizada búsqueda en el armario. Empezó a desvestirse sin pudor, quedándose en ropa interior. El joven, no más de un año mayor que ella, dejó su aparato electrónico sobre el pecho, suspirando en parte divertido y en parte contrito.
-Tampoco es para ponerse de morros, Mó.
-¿Yo, de morros?
-Sólo omites tu manía de usar un diminutivo anglosajón con mi nombre cuando te empiezas a irritar -sentenció Zacarías, volviendo a sus tecleos de pulgar-. Y no recuerdo haberte hecho nada.
-Ya, pero es que hoy le estás poniendo pega o ironía a cualquier cosa que me pruebe.
-Sabes que con cualquier trapito que te pongas estás preciosa.
-¿Incluso con algo que, según tú, me hace parecer una pilingui?
Zacarías no pudo más que abrir la boca en respuesta antes de vociferar un “hey” cuando el móvil fue arrebatado de su mano. Sus ojos estuvieron demasiado fijos en la pantalla del aparato y los delicados pies descalzos de la muchacha no emitieron el ruido suficiente delatar la proximidad de ésta a la cama. No reprimió el impulso de bajar de la cama de un salto y dedicarle una mirada intensa y seria, carente de enojo pero llena de desaprobación.
-Devuélvemelo, Mónica -le espetó tendiendo su mano con autoritaria exigencia-. Ahora.
-¿Quién está usando ahora el nombre completo? -preguntó con picardía en sus labios la joven en paños menores, evitando que Zacarías, quien se le acercó impaciente, recuperase tan pronto el móvil-. A saber que escribes con tanto secretismo para que estés en plan tonto.
Él movió sus manos con celeridad, pero ella se escurría como un pez para eludir cada uno de sus zarpazos. Una acosadora danza en la que un sofocado Zacarías ansiaba el aparato antes de que Mónica pudiese echarle un ojo. Dicen que el fin justifica los medios, pensó él, así que en un momento en que ella le dio la espalda la agarró por la parte trasera del sujetador para que no se escapase; no tenía otro lugar donde agarrarla para detenerla con tan pocas prendas.
Aunque logró retenerla, al final ambos se precipitaron, tras un traspié, sobre el mullido suelo donde prosiguieron en retoces y forcejeos con el ímpetu de dos rivales de lucha grecorromana. Zacarías, por más que lo evitase, al final cayó en la vorágine de risas de Mónica, aunque seguía terco por recuperar su móvil antes de que viese lo que recelaba. ¿Cómo podía enfadarse de verdad con ella? Le era impensable, la quería e importaba demasiado como para llegar a tal improbable.
Pero al final no pudo evitarlo, lo supo cuando las risas de Mónica se fueron extinguiendo y dejó de oponer resistencia. Ella parpadeó sus ojos ante lo que estaba leyendo, mientras su brazo dejaba de esforzarse en apartar a tientas al dueño del aparato que tomó sin permiso. Él se detuvo en su forcejeo mientras se apagaban los colores de su semblante, intercambiando una mirada casi telepática con Mónica con la barbilla hincándose, prácticamente, entre los pechos de ésta.
-Zack... ¿Aún no...?
-Aún no -respondió con queda pesadumbre, casi encogiéndose de hombros-. Aún es pronto.
Mónica le acarició el cabello en un silencio que decía mucho. Zacarías no quiso mirarla a los ojos en ese instante, por lo que ancló su vista sobre ese intempestivo lugar que era el canalillo rodeado por un coqueto sostén de encaje perlado. La joven semidesnuda abrazó su cabeza con fuerza contra su pecho, con tal intensidad que él pudo sentir los latidos bajo los senos.
-Lo que hay que ver -dijo una voz desde la entrada del dormitorio, sobresaltando a los que estaban dentro. Como mejor pudieron, los que se hallaban en el suelo se incorporaron pero sin levantarse, para ver al chiquillo de no más de trece años que estaba apoyado en el quicio de la puerta con expresión exasperada-. Vale que tengáis confianza y todo eso, pero pensad en los demás que vivimos en esta casa. Un poquito de por favor.
-¡Jake! -espetó Mónica enojada y sofocada, mientras se recolocaba un costado de las bragas que se habían deslizado un poco con el forcejeo previo, para luego cubrirse con las manos y encogiendo el cuerpo con pudor-. ¡Nadie te ha dado permiso para entrar en mi cuarto!
-Un par de pequeños incisos, hermanita. Uno: no estoy técnicamente dentro, estoy en el umbral. Dos: la puerta la tenías bastante abierta como para veros si cruzaba por el pasillo.
-¡Oh, lárgate de una vez ya! ¿No ves que estoy casi desnuda?
-Francamente, te he visto más carnes en la piscina con bikinis mucho menos decentes que ese conjunto que llevas.
-¡Fuera!
Estuvo a punto de lanzarle el móvil de Zacarías como reacción, pero se detuvo a tiempo para tentar con la otra mano un cojín granate con forma de corazón que lo sustituyó como arma arrojadiza. Pero su hermano ya había salido de escena cuando el mullido objeto chocó contra el canto de la hoja de la puerta. No negó su berrinche con nulo disimulo cuando recorrió el dormitorio en escasas zancadas antes de cerrar la puerta de un sonoro portazo.
-Esta vez Jacobo tenía más razón que un santo -comentó Zacarías con el móvil de nuevo en su poder y guardándolo a buen recaudo en el bolsillo del pantalón. Era evidente que estaba un poco mejor de ánimos, ya que no tardó en mirarse en el espejo del armario para arreglarse la camisa-. Te dije que la cerraras del todo si ibas a probarte ropa.
-Me importa un pimiento del piquillo, Zack.
Un minuto escaso de silencio, en el que ambos se mantuvieron dándose la espalda, allí de pie en medio de la habitación y sin cruzarse sus ojos, que bastó tanto para templar por completo a Mónica como para que ésta recordase lo que había visto en el móvil de Zacarías.
-Zack -dijo rompiendo el mutismo mientras le daba de nuevo la cara-, sobre lo de antes...
-No le des más vueltas -atajó el interpelado con serenidad, mientras oteaba entre el revoltijo de prendas-. Lo único que podemos hacer es seguir caminando ahora que estamos de pie al fin.
-Pero...
-Ponte éste -insistió él, tendiéndole un vestido de satén en tono azul cobalto-. A penas te lo pones y es uno de los que más me gustan entre tantos que tienes. Creo que es perfecto para la fiesta.
Mónica se acercó hasta que lo único que los separaba fue la prenda en las manos de él. Debía correr un tupido velo a un tema que no sabía si reflotar en otro momento más apropiado, debía hacerlo por su Zack y la sonrisa sincera que éste le dedicaba.
-De acuerdo -contestó brindándole una sonrisa-. Como siempre, me fiaré de tu criterio.
Se puso de puntillas para que ambos rostros estuviesen a la misma altura, entonces juntó sus labios con los de él en un beso. No duró más de un par de segundos y las bocas a penas se movieron, pero no fue exento de sentimiento e intensidad.
-Pero nunca lo olvides, Zack -añadió después de ese fugaz beso, acariciándole con los dedos una de sus suaves mejillas de afeitado bien apurado-, eres muy, pero que muy importante para mí en mi vida y me es imposible concebirla sin tu existencia en ella.
Los ojos verdosos de Mónica se achinaron un poco por su más dilatada sonrisa cargada de complicidad, al ver que los de color marrón claro de Zacarías habían hecho exactamente lo mismo.
-Yo también te quiero, Mó.

martes, 17 de marzo de 2015

Oniris Solidario

Hola, amig@s de Salteado de Palabras,

Entre una cosa y otra, esta entrada se ha demorado cerca de tres meses; por lo que me disculpo enormemente.

Me es grato poder compartir algo en lo que mi primera novela, Jennifer en la Tierra de Oniris, ha tenido algo que ver, aunque desde luego no como protagonista de ello, ni mucho menos. Lo que sí me enorgullece es que mi “retoño de papel y tinta” haya podido hacer algo por los demás.

En pleno apogeo de las pasadas fiestas navideñas, la organización Madres Caballas (para los no familiarizados con el término, a los naturales de mi ciudad natal, Ceuta, también se nos conoce por el nombre de dicho pez, al igual que a los malagueños se les conoce como “boquerones”), una organización sin ánimo de lucro promovida por madres y familias de la ciudad, organizó un mercadillo navideño (llevado a cabo en la Biblioteca Pública de Ceuta) con el fin de recaudar fondos para ayudar a las familias más necesitadas de la ciudad en esas fechas.
Una de las actividades para recaudar dichos fondos fue una subasta de libros de autores locales, dedicados y firmados por los mismos. La recaudación de esta subasta se sumaría a la amasada en el citado mercadillo.

Y tanto Jennifer, Faerth, Erico y demás personajes de la Tierra de Oniris, así como un servidor, nos enorgulleció formar parte de esta ayuda a quienes más lo necesitaban en esas fechas. Cuando me telefonearon preguntándome si podía pasarme a dedicar un ejemplar facilitado por la Biblioteca, no necesitaron decírmelo dos veces para que me plantara esa misma tarde para aportar mi granito de arena.



Desde aquí, aunque ellos me hayan mostrado su agradecimiento, soy yo el que les da las gracias a Madres Caballas por hacerme partícipe en su empresa junto a otros autores naturales de Ceuta. Espero que muchos sueños hermosos se hayan forjado con la ayuda de esta asociación las pasada Navidad.
Y del mismo modo, le brindo a esta organización mi apoyo en su causa y en todas las actividades que realizan con todo su corazón.





martes, 10 de marzo de 2015

Crítica personal: Cazadores de Sombras 4 Ciudad de los Ángeles Caídos

Título: Cazadores de Sombras 4 – Ciudad de los Ángeles Caídos
Título original: The Mortal Instruments 4 – City of Fallen Angels
Autora: Cassandra Clare
Editado en España por: Destino

Sinopsis:
Alguien está dando muerte a los Cazadores de Sombras del círculo de Valentine, y esas muertes enemistan de nuevo a los cazadores de sombras con los subterráneos. Sólo Simon, ahora convertido en vampiro, podrá evitar el enfrentamiento. Mientras, Clary y Jace descubrirán un misterio que les llevará a fortalecer su relación o... a destruirla para siempre.
Amor, sangre, traición y venganza... los peligros son mayores que nunca en esta cuarta entrega de la exitosa serie de Cassandra Clare, que retoma la historia donde la dejó Ciudad de Cristal.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Como es una continuación, será muy inevitable que revele lo que se considere ya sabido para los que leyeron las anteriores partes. Si te adentras en esta reseña, tenlo en cuenta.

Todo terminó muy bien tras la Guerra Mortal en Alacante, con sus consecuencias buenas y felices, así como sus consecuencias menos buenas y bastante tristes. Un nuevo mundo para nefilim y Subterráneos, una prometedora y más genuina igualdad, el fin de una gran amenaza para todos ellos y los mundanos; y por parte de los personajes principales sentimientos que ya no se pueden considerar tabúes, sinceridades que abren puertas a futuras felicidades, el dolor de los supervivientes por el recuerdo de los que perecieron...
Perfectamente podía haberse quedado ahí, con ciertos cabos un poco flojos pero no del todo suelto que habrían quedado a imaginación abierta del lector, pero que prometía un final bastante dulce pese al toque de amargura. Sin embargo, los lectores nos picamos por esos cabos sueltos e insinuaciones, y no dudó Cassy en seguir con las aventuras de Clary y compañía; quedándose la trilogía de “The Mortal Instruments” en una hexalogía, o dos trilogías conexas, según se mire.

¿En serio es posible que hubiera una amenaza potencial y a tener en cuenta tras la muerte de Valentine Morgenstern? ¿O que el desenlace de Ciudad de Cristal pueda dar un giro rotundo y aún así no despertar un instinto homicida hacia la autora? Pues parece que en este caso, sí.

Clary y Jace pueden amarse y ser una pareja, Luke y Joceline están a punto de dar un gran paso en su reciente relación, el ahora invulnerable Simon se debate entre dos chicas tan diferentes como estupendas, Alec y Magnus imposible que puedan estar mejor, los nefilim y los Subterráneos pueden vivir en una concordia algo más reforzada por lo ocurrido en Idris y los nuevos acuerdos entre todos ellos... ¿Qué falta para darle algo de “chicha” a este idilio tan idílico? Pues ponerle a la ecuación unos cuantos asesinatos de nefilim para complicar la situación en Nueva York, nacientes recelos entre unos y otros ante las posibles evidencias que incriminan a los Hijos de la Noche, el foco de atención que se está volviendo Simon para algunos y turbulencias en las relaciones y dichosas estabilidades en el elenco, como por ejemplo en la pareja estrella de esta saga.
¿Quién dijo que descubrir que no ser hermanos garantiza poder amarse sin andar por un camino angosto y tortuoso lleno de contriciones? Eso es lo que descubrirán Clary y Jace en los inicios formales de esa relación que les era falsamente prohibida, porque algo empieza a inquietar a él tras sus reveladores orígenes verdaderos.
Simon descubrirá también lo complicada que se volverá en verdad su “vida” y lo que deberá adaptarse. No podrá ocultar por mucho más su transformación vampírica a su familia, temiendo la reacción de su madre y su hermana. Descubrirá que aunque se haya vuelto en un serio interés para Isabelle y Maia, su indecisión (quizás aderezada con un poco de cobardía) le arrastrará a un juego a tres bandas de que ellas dos serán totalmente desconocedoras. Y se equivocará igualmente al pensar que podría disfrutar de una existencia tranquila por la Marca de Caín que grabó Clary sobre su frente, porque cierto vampiro sabe bien que la tiene, de lo que podría beneficiarse de su portador para sus propios planes... y habrá otras mentes que verán en el vampiro diurno un fuerte foco de interés.
¿Qué conectará los asesinatos de nefilim, Simon y lo que hace tambalear la relación de Clary y Jace?

Cassy sigue sin decepcionarme con esta cuarta entrega de la saga, aunque sí es cierto que he notado un pequeño pero perceptible bajón con respecto a los tres títulos anteriores con los que ha cautivado a tantísimos lectores; pero desde luego estoy convencido que lo ha llevado bien, no todas las sagas se mantienen aún arriba tras llegar a donde ha llegado sin decepcionar estrepitosamente al lector. Quizás más complicado que empezar una historia es continuarla cuando has cerrado un ciclo, tratar de crear una nueva trama que enganche después del final que nos brindó en Ciudad de Cristal.
Su estilo no ha mutado, y eso es lo que potencia más el libro a pesar de ese leve declive con respecto al nivel que derrochan sus predecesores. Directa, dinámica, absorbente, realismo en la personalidad y carisma de sus personajes... Además, sin romper su excelente escritura, la autora es capaz de mantener el misterio y demostrarnos una gran cantidad de piezas que parecen a simple vista inconexas, hasta acercarnos al final en el que desvelará las incógnitas, uniendo con lógica esos cabos para satisfacción del lector. ¿Qué decir que no haya manifestado ya en mis otras reseñas de esta saga respecto al trazo de la pluma de Clare?

Ciudad de los Ángeles Caídos está estructurado en dos partes: “Ángeles exterminadores” y “Por cada vida”, siendo la segunda la que poco a poco comienzan a encajar las piezas del rompecabezas de la trama que trata.
Esta cuarta entrega sigue resultándome tan fascinante como lo lleva siendo desde sus inicios, pero considero que no ha sabido empezar tan bien este arco argumental como lo hizo con Ciudad de Hueso. Lo que más me ha podido hastiar un poco en este libro fue la relación de Clary y Jace, a veces demasiado centrada la historia en ellos dos; a pesar de que otros secundarios tienen su protagonismo, en particular Simon. Aunque siempre he visto en Cazadores de Sombras un buen equilibrio entre el romance juvenil y la trama fantástica moderna que sirve de base, tuve la impresión de que el primero de ambos aspectos ha sido el que más ha estado en posesión del balón en este partido. Sin embargo, sigue siendo un gran libro a la altura del resto de la saga y que te absorbe de igual manera.

En Ciudad de los Ángeles Caídos vemos una Clary que, aún siendo en base la misma y que tampoco he apreciado demasiada evolución en ella desde Ciudad de Cristal, se vuelve cada vez más una nefilim integrada a su verdadera gente; arrojada y entregada como siempre por quienes ama y estima, pero también vulnerable ante las crisis que la envuelven, sobre todo a nivel de pareja.
Jace aún se verá un poco abrumado ante sus verdaderos lazos de sangre revelados en el anterior libro. No dejará de ser un chico un tanto complicado, con un fuero interno y un alma complicados en igual medida, pero que a fin de cuentas sigue siendo en el fondo un chico que oculta más tras su fachada de rebelde sin causa del siglo XXI.
Simon tiene un peso algo mayor en esta historia. Debatiéndose entre Isabelle y Maia al entrar en un terreno peligroso entre ambas, los extraños intereses que despierta tanto por su condición de vampiro diurno y portador de la Marca de Caín, tratando de aparcar en lo posible esa realidad que no es capaz de aceptar del todo, el que no pueda mantener la existencia que tenía antes, siendo también más consciente de lo que implica su adquirida inmortalidad. Aquí se le ve madurar pero sin perder ese carisma propio de él, aunque le he visto bastante torpe en el terreno sentimental más allá de su pasado amor por Clary y que desaprovecha dichas oportunidades.
Aquí Isabelle, tan en su línea con la que se ganó un buen trozo de mi simpatía, la vemos más a fondo tras esa superficie despampanante, más visceral en comparación a esa nefilim que fue en Ciudad de Hueso. Creo que a partir de este episodio de la saga puede dar motivos a sus lectores detractores a que le tengan algo menos de tirria. Dentro de su aportación a Ciudad de los Ángeles Caídos, es uno de los personajes que más han progresado para mi criterio.
Jocelyn tendrá también su papel, quien junto a Luke se prepara para una de las mejores experiencias de su vida. Pero habrá sucesos que la harán algo vulnerable por sombras del pasado.
Entre las nuevas caras veremos a Jordan, quien se incorporará como vocalista al grupo del que Simon es miembro, así como la viperina y hermosa Camille Belcourt. Y aunque no suene demasiada con notoriedad, hay que tener presente al hermano Zachariah, uno de los ahora diezmados Hermanos Silenciosos.

¿Y sobre el desenlace? Trepidante, intenso, aunque un poco abrumador y brusco con respecto al de los anteriores. Esta vez no hay epílogo, y sobre las últimas páginas del capítulo final sólo diré que me sorprendió, dejándome bastante impactado; aunque una parte de mí se olía algo pero que no me mojaba a la hora de tener convicción de algunas de mis sospechas. Al cerrar la cubierta por primera vez tras acabarlo, no hubo forma de quitarme la intriga y las ganas de más.

La portada, como siempre, fabulosa, un dulce para la vista que anima más a llevártelo bajo el brazo de la librería de turno. El patrón base es el mismo que los tres anteriores, aunque cambia en que ya no consta de un personaje protagonizándola, sino dos; en este caso Clary y Simon, con la novedad a partir de la publicación de este libro de que sí se ven ahora las caras de los protagonistas (aunque la de Simon no es que se aprecie mucho que digamos...).

Conclusión: Un nuevo punto de partida de una saga curtida. Aunque decaiga un poco del nivel de sus predecesores (que remonta con creces en Ciudad de las Almas Perdidas, su continuación), Ciudad de los Ángeles Caídos sigue siendo una historia intensa, amena y que atrae, con fantásticos personajes que no pierden su gancho, y una ambientación atractiva pero que a veces queda bastante relegada por el factor romántico de sus protagonistas principales.

Mi valoración global: 4/5



Crítica personal: Cazadores de Sombras 5 Ciudad de las Almas Perdidas

Título: Cazadores de Sombras 5 – Ciudad de las Almas Perdidas.
Título original: The Mortal Instruments 5 – City of Lost Souls
Autora: Cassandra Clare
Publicado en España en: 2012
Editado en España por: Destino

Sinopsis:

Jace es ahora un sirviente del mal, vinculado a Sebastian por toda la eternidad. Sólo un pequeño grupo de cazadores de sombras cree posible su salvación. Para lograrla, deben desafiar al Cónclave, y deben actuar sin Clary. Porque Clary está jugando a un juego muy peligroso por su propia cuenta y riesgo. Si pierde, el precio que deberá pagar no consiste tan sólo en entregar su vida, sino también el alma de Jace.

Clary está dispuesta a hacer lo que sea por Jace, pero ¿puede seguir confiando en él? ¿O lo ha perdido para siempre? ¿Es el precio a pagar demasiado alto, incluso para el amor?


Crítica personal (puede haber spoilers):

Dado que se trata de un capítulo avanzado de una saga, será irremediable caer en la mención de hechos considerados sabidos por los que hayan sondado las anteriores partes; y más sumando su vínculo con la trilogía de Los Orígenes.

 Este quinto libro de la saga principal es, ni más ni menos, que la antecámara del desenlace a la historia de Clary y Jace. Y aunque objetivamente sentí que Cassandra Clare había bajado un poco la fuerza y el nivel de los tres primeros con Ciudad de los Ángeles Caídos, debo admitir, aquí ha sabido remontar el vuelo.
Retomando la historia desde el impactante y angustioso final de su predecesor. Jace está desaparecido, al igual que el cuerpo de Sebastian; este hecho lleno de temores e incertidumbres afecta a todos los que quieren a Jace, en especial Clary, la cual ha sido sometida a varios interrogatorios ante la Espada Mortal, revelando entonces lo ocurrido en la noche de autos y la secreta resurrección de Jace por obra del ángel Raziel durante la Guerra Mortal en Idris. El Cónclave no tardará demasiado en relegar este asunto para atender otros más prioritarios y urgentes, especialmente tras los nulos éxitos en su investigación.
Finalmente, Jace volverá a aparecer, pero no estará solo y no será el mismo que conoció y enamoró a Clary. Los dos hijos que crió Valentine Morgenstern están unidos para toda la eternidad… en todos los sentidos.
Clary tomará una iniciativa muy arriesgada, más de lo que ella pueda imaginar, siguiendo los pasos de ambos para tratar de recuperar al amor de su vida y saber que es lo que trama su hermano biológico. Por su parte, sus amigos actuarán por su cuenta en la desesperada búsqueda de una manera de acabar con Sebastian y liberar a Jace de éste… mientras todos ellos también lidian de paso con sus problemas y asuntos tantos personales como sentimentales.

Cazadores de Sombras sigue en su línea. Personajes muy elaborados y con gancho (aunque siempre he tenido más predilección por Simon, Magnus y los hermanos Lightwood), situaciones que te harán estremecer, reír, angustiar, emocionar y tener que hacer un esfuerzo por parar y no acabarlo demasiado pronto de lo mucho que puede llegar a meterte dentro de la historia el estilo de “Cassy” (o al menos, eso le pasa a un servidor). Una ambientación absorbente, un detalle minucioso en la descripción del entorno, una intriga que se va destapando capa a capa, con giros sorprendentes e inesperados hasta el final. Historias amorosas y vivencias personales, muchas veces tan normales a pesar de lo poco mundanos (y nunca mejor dicho) que son sus protagonistas; todo paralelamente a una trama interesante en un mundo del que la gente normal vive, por norma general, ignorante de su existencia y los peligros que representa. Cassandra Clare ha sabido mantener y mejorar incluso el estilo narrativo que tanto admiro como lector y escritor, ese mismo estilo que me metió de lleno en el bolsillo con Ciudad de Hueso.
Para no romper la costumbre, la autora trata de mantener bastante la intriga en lo posible para dar un buen golpe revelador prácticamente en los últimos capítulos. El epílogo tras los veintiún capítulos que forman este libro trae muchas sorpresas (en su mayoría no tan buenas y agradables) y giros vertiginosos que me han dejado bastante anonadado e incluso boquiabierto para afrontar el futuro desenlace de la saga.

Un gran peso de la historia lo lleva la prole (incluyendo el adoptado) de Valentine. En este libro he visto una Clary que cambia, crece y evoluciona tanto como persona como cazadora de sombras, un Jace que es y al mismo tiempo no es Jace, y a un Sebastian que me ha hecho titubear y pensar incluso si lo blanco es tan blanco y lo negro tan negro. Clary sigue siendo tan temeraria por los que ama, haciendo tripas corazón de estar junto “otro Jace”, que en realidad no es el que ama, pero a su vez lo es en lo más hondo, demasiado hondo; sentirá dicha y pesar mientras trata de recuperarlo, sin importar lo peligroso que sea en lo que se ha metido sin saberlo. Jace se muestra como es él pero sin serlo, como si la luz que fuese él en verdad estuviese rodeada por una densa niebla que deja ver que es la luz, pero que vela el verdadero e intenso resplandor de su naturaleza real. Y desde luego, Sebastian da mucho juego a esta historia, y me ha parecido un personaje muy interesante en este libro, ya que le iremos conociendo de verdad y más a fondo; porque la verdad, poco se pudo ahondar en su verdadera personalidad en Ciudad de Cristal.
Y con respecto al resto de personajes, la otra mitad de peso en esta historia… Simon sigue siendo el mismo (incluyendo la oportunidad de sus comentarios), y eso me agrada; amigo del alma leal a Clary, hasta tal punto de dejar en segundo plano todo lo demás… Está claro que más de media vida queriéndola es difícil de olvidar en tan poco tiempo, y aunque parezca que lo ha superado, a mí me da a entender que una reminiscencia de ese amor pasado está ahí para complementar su amistad platónica como un grupo de lapas sobre una roca marina. Isabelle (otro de mis “prefes”) cada vez más siente que algo está cambiando en sí misma, en su forma de ver y vivir la vida y todo lo que creía inalterable, mostrándose más humana y pasional bajo su habitual frivolidad... y eso la abruma y asusta un poco. Alec y Magnus, sobre todo el mayor de los hermanos Lightwood, nos deja ahondar más en su relación y lo que ha empezado a afectar la aparición de Camille en Ciudad de los Ángeles Caídos y la ponzoña de dudas que ésta vertió en la mente de la actual pareja de su ex; las tentaciones y los miedos un tanto egoístas pueden hacer en una relación más de lo que uno pueda imaginar. Maia y Jordan, con mayor presencia y participación ahora, tienen su pequeño protagonismo en Ciudad de las Almas Perdidas, tanto en los acontecimientos de la trama general como en lo que dejaron pendiente en el cuarto libro.
Jocelyn, Maryse y, en especial, Luke tienen menos presencia en este capítulo de la saga, pero siguen siendo bastante relevantes (de hecho, la madre de Clary tiene más protagonismo esta vez que en las anteriores entregas, con algunas escenas un tanto interesantes). Volvemos a encontrarnos con algunos personajes vistos en entregas anteriores de la saga, junto a algunos nuevos que creo que deberemos tener en cuenta, literalmente, de cara al futuro.
También en este libro sabremos más sobre Las Hermanas de Hierro, quienes me han resultado tan interesantes, a la par que misteriosas y arcaicas, que los Hermanos Silenciosos.
Un personaje que en sus apariciones en este libro me ha tenido con la mosca detrás de la oreja ha sido el Hermano Zachariah, que parece saber demasiado, haciendo despertar en el lector más de una conjetura, las cuales no pasan más allá de la mera especulación.

Si en Ciudad de los Ángeles Caídos se veía ciertas conexiones que hacían referencias a Los Orígenes, en este vemos más, pues hay ciertas menciones a personajes de dicha época victoriana (a parte de los inmortales Magnus y Camille), e incluso veremos algunos elementos que aparecen en los dos libros publicados hasta ahora de esta precuela. Y además de enlazar el pasado con este presente, Cassandra Clare utiliza Ciudad de las Almas Perdidas para establecer el primer nexo con Los Artificios Oscuros, la futura trilogía cronológicamente posterior a The Mortal Instruments, ya que vemos algunos personajes del Instituto de Los Ángeles (tal como dejó en manifiesto la autora antes de la salida del presente libro), entre los cuales vemos a uno de sus futuros personajes principales en una etapa muy pueril de su vida.

Debo reconocer que en las primeras páginas me costó un poco arrancar, intentando enlazar este comienzo con el final tan incierto como impactante de Ciudad de los Ángeles Caídos, pero no tardó en fluir todo como siempre. He podido apreciar una gran diferencia entre los primeros libros y éste a reseñar. Sigue siendo tal como siempre ha sido (el carisma de sus personajes, el estilo narrativo de la autora, etc.), pero ya es más que palpable el grado de evolución en la trama, que sus personajes han evolucionado también e incluso cambiado con pequeñas pinceladas pero sin perder la chispa que los caracterizó en sus primeras apariciones. La frescura de una historia nueva por descubrir y aún por crecer ya no se aprecia, pero sí la jugosa maduración de esa frescura con una trama que se ha curtido en más de mil páginas.
Otro punto a favor es que ahondamos más en los personajes secundarios, incluyendo sus situaciones sentimentales, sin que se acapare tanto a Clary y Jace (que la verdad, ya uno empezaba a sentir cierto fastidio de que esta parejita rozase la monopolización en este sentido). Ahora las inquietudes y problemas tanto personales como del corazón de Simon, Isabelle, Magnus, Alec, e incluso Maia y Jordan, son más palpables para mi beneplácito; suelo tener más “feeling” con los personajes secundarios y es un gusto para mí ver y saber más de ellos.

Y ya casi me iba a olvidar el comentar la portada. Fantástica, como siempre; y ya se aprecia la mecánica del diseño de éstas a partir de Ciudad de los Ángeles Caídos: Clary acompañada de otro personaje. Primero fue Simon, en esta Jace. Queda muy claro quién sería su consorte de portada en el sexto.

Conclusión: Una historia ya muy desarrollada, como siempre personajes y situaciones que nos mete de lleno en cada página, con un final tan sorprendente como intrigante. Muchos dirán que se podría haber quedado perfectamente la historia de Clary y Jace en Ciudad de Cristal, quizás sea así desde cierto punto de vista pero esta “segunda trilogía” de The Mortal Instruments no me está decepcionando en absoluto hasta el momento. Ahora toca esperar a Ciudad del Fuego Celestial.

Mi valoración global: 5/5


viernes, 6 de marzo de 2015

Crítica personal: Sé que Volverás

Título: Sé que Volverás
Título original: I’ll Walk Alone
Autora: Mary Higgins Clark
Editado en España por: De Bolsillo

Sinopsis:

A pesar de que no posee ningún indicio de que su hijo continúe con vida, Zan Moreland sigue convencida de que logrará encontrarlo. Han transcurrido dos años de angustia y de búsqueda obstinada desde que alguien raptara a Matthew a plena luz del día y en un sitio tan concurrido como Central Park, pero la investigación no ha avanzado lo más mínimo.
Cuando se aproxima la fecha del quinto cumpleaños del niño, las fuerzas de Zan comienzan a flaquear y justo en ese momento salen a la luz unas fotografías del instante en que secuestraron a Matthew. Zan mira desconcertada las imágenes en las que aparece una mujer idéntica a ella llevándose a su hijo. ¿Estará perdiendo el juicio?

Crítica personal (puede haber spoilers):

Zan era joven y con una carrera ascendente y prometedora como interiorista, a la par que criaba a su hijo como madre soltera tras su divorcio con la misma pasión que entregaba en su profesión. Pero su mundo se derrumbó cuando su hijo Matthew es secuestrado en Central Park, a cargo de una canguro mientras ella esta atendiendo un trabajo importante. Y esta pérdida azotará con gran fiereza a todos los niveles de su vida.
Transcurridos cerca de dos años, en víspera del que sería el quinto cumpleaños del pequeño, Zan avanza por la vida como un alma en pena, pero obcecada en su fe de que Matthew está aún con vida, volcándose en su trabajo para acumular todo el dinero posible en investigadores privados e incluso adivinos con el fin encontrar cualquier pista o indicio que la acerque a su reencuentro.
Pero hay aspectos de su vida que resultan extrañas, las cuales lapidan tanto sus intenciones como su negocio. Y más turbia se vuelve su situación cuando salen a la luz unas fotos de una mujer idéntica a ella, con las mismas prendas que ella lucía en dicho momento, llevándose al pequeño en el día de autos. Y aunque desde el principio ella se mantenga firme y segura de que no es ella la que aparece en las fotos, la superflua evidencia de esas fotos proliferará el germen no sólo los demás (incluso en quienes la conocen y aprecian), sino también en la propia sospechosa. La bola de nieve rodará y rodará, creciendo sentimientos el recelo, la desazón, el rencor, la argucia o la rabia en Zan y todos aquellos personajes que, en mayor o menor grado, acabarán formando piezas del minucioso engranaje que es esta rapto infantil.
Pero por encima de todo, en particular para la propia Zan, queda flotando en el aire las dos grandes preguntas: ¿Dónde está Matthew? ¿Estará vivo, o por el contrario…?

Sé que Volverás arrastra al lector a una compleja pero absorbente trama en la que la incertidumbre se respira en cada pasar de página. Todo gira en torno al delicado tema de la desaparición (y más que evidente rapto, aunque nadie se percatara aquel día) de un niño de tres años, un hecho que cerca de dos años más tarde aún está templado en el recuerdo de los ciudadanos de la ciudad de Nueva York y regiones colindantes; en gran parte, sigue vivo gracias a la prensa sensacionalcita, sin especial tacto al dolor reflejado en los rostros de los padres del pequeño.
Y todo el asunto, así como la investigación estancada de la policía, dará un giro de ciento ochenta grados al aparecer las fotos de un turista que capta accidentalmente la ejecución del delito. Zan acaba siendo el centro de esa vorágine, víctima de la suspicacia de todo el mundo, de si esas fotos están trucadas o si es la cínica desalmada que empieza a ser en la mente de la opinión pública.

La novela está dividida en cerca de un centenar de capítulos y un epílogo que ata todo el conjunto. Al ser cortos cada uno de ellos, se puede leer de manera fluida, pasando de una escena a otra, como piezas separadas que van agrupándose a medida que relacionan con el proseguir de la trama. Aún así, el lector deberá tener bien presente cada capítulo leído para no sentirse abrumado por el cambio de situación y de personajes, pues esta es una constante por la que nos guía la autora.

La exposición narrativa de Mary Higgins Clark me convenció mucho con esta primera toma de contacto con sus obras. Clara y detallada, pero concisa y con una profundidad que se ahonda a medida que avanza la historia. Consigue en gran medida, y de forma muy acertada, transmitir al lector una historia de este calibre sin que caiga en el denso tedio que podría esperarse a priori. Además, la autora consigue (al menos en mi caso particular) forjarnos con Sé que Volverás una especie de relación amor-odio; la historia agrada por su desarrollo, pero al mismo tiempo crea muchos momentos en los que pistas y revelaciones esclarecedoras para el caso de Matthew y la crisis en la que se verá sumida Zan se rozan prácticamente pero se escapan ante las narices del elenco, y de tal manera lo hace que puede frustrar al lector (como digo, en mi caso particular, espolea el deseo de meterse literalmente en la historia y decir “ey, ¿es que no lo ves?”).
Un punto en concreto de la novela, plasmada con sumo realismo, es lo que podemos llegar a dudar, tanto de los demás como de nosotros mismos, o al menos macular esa confianza intensa y franca que habíamos depositado, cuando algo aparentemente contundente y evidente aparece para echar al fango ese altar de fe. Y en definitiva, nos muestra las distintas formas en las que la gente encara esas dudas, siendo las más perturbadoras las que puede sentirse por uno mismo, y más dado algunos antecedentes de la personalidad y el pasado de Zan.

Son bastantes personajes los que tendrán, en mayor o menor medida, su peso y participación en esta intrigante situación, todos ellos tan dispares; desde un cura a una chismosa, pasando por una niñera, clientes de interioristas, una estrella del rock o la propia policía. Incluso diría que no hay un verdadero protagonista, aunque sí unos que gozan de peso notable, pues la acción nos sitúa en todos los que tengan algo que ver con la desaparición del niño, así como las personas que acaban de algún modo siendo los que aporten eslabones que compongan esta cadena.
Es evidente que Zan será una pieza clave. Viviendo, emocionalmente hablando, una no vida, tirando de sí misma hacia delante desde que desapareció su hijo, incapaz de desprenderse de esa pena, convencida de que él está vivo en algún lugar y que eso es lo suficiente para no abandonar su profesión en ascenso para atesorar todo el dinero posible para invertirlo en personas que puedan ayudarla. Y todo se vuelve una insufrible noria de confusión tras esas fatídicas fotos. Llegará incluso a dudar de sí misma, ante lo prácticamente sola que se sentirá ante la falta de plena credibilidad por su parte ante esa prueba tan, en superficie, evidente; incluso quienes la conocen, aprecian y quieren llegarán a no ser capaces de poner la mano en el fuego por ella al ciento por ciento. Pero tras las flaquezas de su personalidad, también demuestra su coraje y su pasión, en especial si se aferra al recuerdo de Matthew y su inmortal e infinito amor de madre por él.
Alvirah Meehan se vuelve más y más relevante tras cada aparición. Una mujer, ya prácticamente en la tercera edad, que apunta maneras de polifacética: ama de casa, ganadora de un suculento premio en la lotería, autora de un best-seller, así como aficionada a los casos policíacos llegando a ser una colaboradora ocasional del propio cuerpo policial. Por un lado, además del peso potencial y creciente que muestra en su primera aparición, es un puente argumental entre Zan y otros personajes que, por X o Y, acaban formando parte de la trama. Su marido, Willy, resulta un apoyo discreto pero necesario para este personaje.
Edward «Ted» Carpenter es el ex marido de Zan. Vemos en él a un empresario lleno de preocupaciones y tensiones laborales mezclados con la pena y rabia que fácilmente expone respecto a la desaparición de su hijo, sin decoro alguno a la hora de culpar a la canguro negligente o la propia Zan. Frenética virulencia es el término más adecuado para describir su comportamiento más recurrente ante los acontecimientos de la novela tras la publicación de las fotos. Un personaje que llegó a hastiarme, a la par que despertarme la compasión; pero que llegó a sorprenderme un tanto.
El personaje que se conoce al comienzo por el nombre de Glory es alguien que se desgrana a medida que se aportan más apariciones suyas en la novela, y en mi caso particular su transfondo me hizo aflorar un abanico de sentimientos encontrados y contrapuestos, e incluso llegando a entender lo que la empuja, su afán ciego y desesperado por sus metas aunque pueda implicar un delito tan grave como el que se narra o incluso desmadejar toda su vida.
Son otros los tienen su buena voz y su buen voto en esta obra, como los inspectores que llevaban el caso en el momento del secuestro, la canguro presuntamente negligente o varios conocidos y amigos cercanos de Alvirah; de estos últimos a destacar el padre Aiden, un cura católico que juega un papel considerable ya desde las primeras líneas. Y por otro lado, la estrella del rock Melissa Knight resulta el personaje perfecto para causar tedio tanto a los personajes más cercanos de relación con ella como al propio lector; un personaje, como se suele decir, con “tela del telón”, cuyas apariciones aportarán su grado de entretenimiento.
Y también, por supuesto, está Matthew. Lo que vemos de él, y no sólo por el recuerdo de quienes le conocían antes de su desaparición (en especial su madre), sin duda se convierte a ojos de cualquiera en un chico enternecedor y avispado a partes iguales. Sin duda, él llegará a la fibra sensible de cualquiera, lo que incrementa la empatía con el asunto y el interés por esta novela.

La historia en sí ocurre con intriga, pero sabiendo prácticamente desde la intriga datos que no cubren el asunto con el extremo misterio. No se tarda en entrever el destino de Matthew, pero esto no resta en absoluto la intriga o el interés, ya que dicha información es servida con cuentagotas, y espolea igualmente al lector.
Y sobre el desenlace, me sorprendió con un giro enorme en el argumento en sus últimos capítulos. De igual modo, me agradó, aunque quizás me esperaba otra cosa que no sabría expresar. Pero aún así, fue una lectura soberbia que, definitivamente, se aleja del término decepción, y empiezo a considerar que dicho adjetivo no tiene cabida en el estilo narrativo de su autora.

Conclusión: Una historia sobre un rapto infantil, densa pero fácil de sumergirse en ella, con un rico elenco de personajes que en su mayoría distantes entre sí acaban convirtiéndose en una cadena perfecta, un desarrollo argumental que atrae y que incita a más de una reflexión.
¿Quieres saber si Zan y Matthew vuelven a estar juntos? Te animo a que lo compruebes.

Mi valoración global: 4/5



jueves, 5 de marzo de 2015

Reapareciendo

¡Buenas a tod@s!

Sé que llevo bastante sin publicar nada en el blog, menos de lo que me había propuesto. No voy a soltar ningún rollo, pero quiero romper una lanza a favor de quienes dicen que o no pasa nada o vienen varias de golpe.

Espero este mes subir algunas reseñas (dos o tres nuevas al menos, más algunas que ya publiqué en La Repisa en su momento), algún escrito antiguo y una entrada que, por no haber conseguido el material gráfico a tiempo, se ha demorado casi dos meses.


Bueno, ya he dejado constancia que sigo vivito y coleando, como se suele decir. Nos vemos pronto, amig@s de Salteado de Palabras.