Título: Sé que Volverás
Título original: I’ll Walk Alone
Autora: Mary Higgins Clark
Editado en España por: De
Bolsillo
Sinopsis:
A pesar de que no posee ningún
indicio de que su hijo continúe con vida, Zan Moreland sigue convencida de que
logrará encontrarlo. Han transcurrido dos años de angustia y de búsqueda
obstinada desde que alguien raptara a Matthew a plena luz del día y en un sitio
tan concurrido como Central Park, pero la investigación no ha avanzado lo más
mínimo.
Cuando se aproxima la fecha del quinto
cumpleaños del niño, las fuerzas de Zan comienzan a flaquear y justo en ese
momento salen a la luz unas fotografías del instante en que secuestraron a
Matthew. Zan mira desconcertada las imágenes en las que aparece una mujer
idéntica a ella llevándose a su hijo. ¿Estará perdiendo el juicio?
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Zan era joven y con una carrera ascendente y prometedora como
interiorista, a la par que criaba a su hijo como madre soltera tras su divorcio
con la misma pasión que entregaba en su profesión. Pero su mundo se derrumbó
cuando su hijo Matthew es secuestrado en Central Park, a cargo de una canguro mientras
ella esta atendiendo un trabajo importante. Y esta pérdida azotará con gran
fiereza a todos los niveles de su vida.
Transcurridos cerca de dos años, en víspera del que sería el quinto
cumpleaños del pequeño, Zan avanza por la vida como un alma en pena, pero
obcecada en su fe de que Matthew está aún con vida, volcándose en su trabajo para
acumular todo el dinero posible en investigadores privados e incluso adivinos
con el fin encontrar cualquier pista o indicio que la acerque a su reencuentro.
Pero hay aspectos de su vida que resultan extrañas, las cuales lapidan
tanto sus intenciones como su negocio. Y más turbia se vuelve su situación
cuando salen a la luz unas fotos de una mujer idéntica a ella, con las mismas
prendas que ella lucía en dicho momento, llevándose al pequeño en el día de
autos. Y aunque desde el principio ella se mantenga firme y segura de que no es
ella la que aparece en las fotos, la superflua evidencia de esas fotos
proliferará el germen no sólo los demás (incluso en quienes la conocen y
aprecian), sino también en la propia sospechosa. La bola de nieve rodará y
rodará, creciendo sentimientos el recelo, la desazón, el rencor, la argucia o
la rabia en Zan y todos aquellos personajes que, en mayor o menor grado,
acabarán formando piezas del minucioso engranaje que es esta rapto infantil.
Pero por encima de todo, en particular para la propia Zan, queda flotando
en el aire las dos grandes preguntas: ¿Dónde está Matthew? ¿Estará vivo, o por
el contrario…?
Sé que Volverás arrastra al
lector a una compleja pero absorbente trama en la que la incertidumbre se
respira en cada pasar de página. Todo gira en torno al delicado tema de la
desaparición (y más que evidente rapto, aunque nadie se percatara aquel día) de
un niño de tres años, un hecho que cerca de dos años más tarde aún está
templado en el recuerdo de los ciudadanos de la ciudad de Nueva York y regiones
colindantes; en gran parte, sigue vivo gracias a la prensa sensacionalcita, sin
especial tacto al dolor reflejado en los rostros de los padres del pequeño.
Y todo el asunto, así como la investigación estancada de la policía, dará
un giro de ciento ochenta grados al aparecer las fotos de un turista que capta
accidentalmente la ejecución del delito. Zan acaba siendo el centro de esa
vorágine, víctima de la suspicacia de todo el mundo, de si esas fotos están
trucadas o si es la cínica desalmada que empieza a ser en la mente de la
opinión pública.
La novela está dividida en cerca de un centenar de capítulos y un epílogo
que ata todo el conjunto. Al ser cortos cada uno de ellos, se puede leer de
manera fluida, pasando de una escena a otra, como piezas separadas que van agrupándose
a medida que relacionan con el proseguir de la trama. Aún así, el lector deberá
tener bien presente cada capítulo leído para no sentirse abrumado por el cambio
de situación y de personajes, pues esta es una constante por la que nos guía la
autora.
La exposición narrativa de Mary Higgins Clark me
convenció mucho con esta primera toma de contacto con sus obras. Clara y
detallada, pero concisa y con una profundidad que se ahonda a medida que avanza
la historia. Consigue en gran medida, y de forma muy acertada, transmitir al
lector una historia de este calibre sin que caiga en el denso tedio que podría
esperarse a priori. Además, la autora consigue (al menos en mi caso particular)
forjarnos con Sé que Volverás una
especie de relación amor-odio; la historia agrada por su desarrollo, pero al
mismo tiempo crea muchos momentos en los que pistas y revelaciones
esclarecedoras para el caso de Matthew y la crisis en la que se verá sumida Zan
se rozan prácticamente pero se escapan ante las narices del elenco, y de tal
manera lo hace que puede frustrar al lector (como digo, en mi caso particular,
espolea el deseo de meterse literalmente en la historia y decir “ey, ¿es que no
lo ves?”).
Un punto en concreto de la novela, plasmada con sumo realismo, es lo que
podemos llegar a dudar, tanto de los demás como de nosotros mismos, o al menos
macular esa confianza intensa y franca que habíamos depositado, cuando algo
aparentemente contundente y evidente aparece para echar al fango ese altar de
fe. Y en definitiva, nos muestra las distintas formas en las que la gente
encara esas dudas, siendo las más perturbadoras las que puede sentirse por uno
mismo, y más dado algunos antecedentes de la personalidad y el pasado de Zan.
Son bastantes personajes los que tendrán, en mayor o menor medida, su
peso y participación en esta intrigante situación, todos ellos tan dispares;
desde un cura a una chismosa, pasando por una niñera, clientes de
interioristas, una estrella del rock o la propia policía. Incluso diría que no
hay un verdadero protagonista, aunque sí unos que gozan de peso notable, pues
la acción nos sitúa en todos los que tengan algo que ver con la desaparición
del niño, así como las personas que acaban de algún modo siendo los que aporten
eslabones que compongan esta cadena.
Es evidente que Zan será una pieza clave. Viviendo, emocionalmente
hablando, una no vida, tirando de sí misma hacia delante desde que desapareció
su hijo, incapaz de desprenderse de esa pena, convencida de que él está vivo en
algún lugar y que eso es lo suficiente para no abandonar su profesión en
ascenso para atesorar todo el dinero posible para invertirlo en personas que
puedan ayudarla. Y todo se vuelve una insufrible noria de confusión tras esas
fatídicas fotos. Llegará incluso a dudar de sí misma, ante lo prácticamente
sola que se sentirá ante la falta de plena credibilidad por su parte ante esa
prueba tan, en superficie, evidente; incluso quienes la conocen, aprecian y
quieren llegarán a no ser capaces de poner la mano en el fuego por ella al
ciento por ciento. Pero tras las flaquezas de su personalidad, también
demuestra su coraje y su pasión, en especial si se aferra al recuerdo de
Matthew y su inmortal e infinito amor de madre por él.
Alvirah Meehan se vuelve más y más relevante tras cada aparición. Una
mujer, ya prácticamente en la tercera edad, que apunta maneras de polifacética:
ama de casa, ganadora de un suculento premio en la lotería, autora de un
best-seller, así como aficionada a los casos policíacos llegando a ser una
colaboradora ocasional del propio cuerpo policial. Por un lado, además del peso
potencial y creciente que muestra en su primera aparición, es un puente
argumental entre Zan y otros personajes que, por X o Y, acaban formando parte
de la trama. Su marido, Willy, resulta un apoyo discreto pero necesario para
este personaje.
Edward «Ted» Carpenter es el ex marido de Zan. Vemos en él a un
empresario lleno de preocupaciones y tensiones laborales mezclados con la pena
y rabia que fácilmente expone respecto a la desaparición de su hijo, sin decoro
alguno a la hora de culpar a la canguro negligente o la propia Zan. Frenética
virulencia es el término más adecuado para describir su comportamiento más
recurrente ante los acontecimientos de la novela tras la publicación de las
fotos. Un personaje que llegó a hastiarme, a la par que despertarme la
compasión; pero que llegó a sorprenderme un tanto.
El personaje que se conoce al comienzo por el nombre de Glory es alguien
que se desgrana a medida que se aportan más apariciones suyas en la novela, y
en mi caso particular su transfondo me hizo aflorar un abanico de sentimientos
encontrados y contrapuestos, e incluso llegando a entender lo que la empuja, su
afán ciego y desesperado por sus metas aunque pueda implicar un delito tan
grave como el que se narra o incluso desmadejar toda su vida.
Son otros los tienen su buena voz y su buen voto en esta obra, como los
inspectores que llevaban el caso en el momento del secuestro, la canguro
presuntamente negligente o varios conocidos y amigos cercanos de Alvirah; de
estos últimos a destacar el padre Aiden, un cura católico que juega un papel
considerable ya desde las primeras líneas. Y por otro lado, la estrella del
rock Melissa Knight resulta el personaje perfecto para causar tedio tanto a los
personajes más cercanos de relación con ella como al propio lector; un
personaje, como se suele decir, con “tela del telón”, cuyas apariciones
aportarán su grado de entretenimiento.
Y también, por supuesto, está Matthew. Lo que vemos de él, y no sólo por
el recuerdo de quienes le conocían antes de su desaparición (en especial su
madre), sin duda se convierte a ojos de cualquiera en un chico enternecedor y
avispado a partes iguales. Sin duda, él llegará a la fibra sensible de
cualquiera, lo que incrementa la empatía con el asunto y el interés por esta
novela.
La historia en sí ocurre con intriga, pero sabiendo prácticamente desde
la intriga datos que no cubren el asunto con el extremo misterio. No se tarda
en entrever el destino de Matthew, pero esto no resta en absoluto la intriga o
el interés, ya que dicha información es servida con cuentagotas, y espolea
igualmente al lector.
Y sobre el desenlace, me sorprendió con un giro enorme en el argumento en
sus últimos capítulos. De igual modo, me agradó, aunque quizás me esperaba otra
cosa que no sabría expresar. Pero aún así, fue una lectura soberbia que,
definitivamente, se aleja del término decepción, y empiezo a considerar que
dicho adjetivo no tiene cabida en el estilo narrativo de su autora.
Conclusión: Una historia sobre un rapto infantil, densa pero fácil
de sumergirse en ella, con un rico elenco de personajes que en su mayoría
distantes entre sí acaban convirtiéndose en una cadena perfecta, un desarrollo
argumental que atrae y que incita a más de una reflexión.
¿Quieres saber si Zan y Matthew vuelven a estar juntos? Te animo a que lo
compruebes.
Mi valoración global: 4/5
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