Título: Cazadores de Sombras –
Las Crónicas de Magnus Bane
Título original: The Bane Chronicles
Autoras: Cassandra
Clare, Sarah Rees Brennan, Maureen Johnson
Editado en España por: Destino
Sinopsis:
Ser Magnus Bane no es fácil. Como
es un brujo, siempre tiene que solucionar los problemas de otros. Su vida ha
sido larga, y ha tenido muchos amores. Y ha sabido estar en el lugar correcto
en el momento adecuado (bueno, a veces no tanto): la Revolución Francesa, el
gran apagón de la ciudad de Nueva York, la primera batalla entre Valentine y el
Instituto de Nueva York… Pero ayudar a huir a María Antonieta no tiene
comparación con amar a una vampira como Camille Belcourt o tener la primera
cita con Alec Lightwood.
Y si bien la leyenda se sigue
creando, estas historias nos revelan su carácter, a menudo misterioso y
desconocido. ¿Qué pasa cuando un brujo inmortal se vuelve loco? ¿Todos los
Herondale dan tantos problemas como Will? (Respuesta: sí) ¿Qué fue lo que pasó
realmente en el hotel Dumort? ¿Cómo se convirtió Raphael Santiago en vampiro?
¿Qué le comprarías a un cazador de sombras que te gusta pero con el que aún no
estás saliendo? Y ¿por qué Magnus tiene prohibida la entrada a Perú?
Para Magnus sería imposible contar
todas y cada una de sus historias. Nadie le creería. Aquí hay once relatos que
descubren algunos secretos… que seguro él no querría que se hubiesen revelado.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Extremadamente preferible haber
leído con anterioridad tanto los seis libros de Cazadores de Sombras (The Mortal Instruments) como la trilogía Cazadores de Sombras: Los Orígenes (The
Infernal Devices) para comprender en plenitud esta obra, así para evitar
spoilers de los mismos.
Creo que la mayoría de los lectores incondicionales de la famosa saga de
Cassandra Clare se habrán enamorado (en un sentido u otro) del excéntrico gran
brujo de Brooklyn. Y tengo por seguro que esta publicación es todo un regalo
para quienes nos hemos encariñado de Magnus. ¿Quién no ha sentido deseos de
conocer más de su larga vida de inmortal, incluso más atrás del Londres
Victoriano de Tessa, Will y Jem? ¿Qué correrías, amoríos, juergas, riesgos,
alegrías y penas habrá experimentado a lo largo de los siglos y que dejaran una
importante mella en él? Pues Las Crónicas
de Magnus Bane traerá una buena dosis de satisfacción a esas curiosidades.
Sería imposible sondar por entero toda la historia de este gran
personaje, pero en este título uno puede hacerse una idea de su vida y su
personalidad con esta selección de episodios trascendentes de su dilatado
periodo de existencia (aunque quizás más de uno, como mi caso, le hubiera
gustado desgranar aún más sus primeros años de andanza por el mundo de los
mundanos).
Estas once historias son de índoles dispares, pues veremos que este brujo
ha sido testigo de momentos históricos reales (como la Revolución francesa o el
Crac del 29 en Nueva York), pasando por sucesos que están más relacionados con
los Subterráneos y los nefilim. Y por supuesto tampoco podía faltar uno de los
mayores intereses de los fans de Magnus: retazos del que posiblemente sea el
más grande de sus amores: el cazador de sombras Alec Lightwood.
En general, estos relatos están colocados cronológicamente; y por la
manera adecuada de posicionarlos entre sí permite apreciar en buena parte el
desarrollo del propio Magnus en cada época que vive, a medida que años, décadas
y siglos avanzan sin que le afecten (por lo menos de fachada) como a la mayoría
de seres corrientes.
Vemos junto a él como el mundo cambia, como se desplaza con bastante
frecuencia por el globo, sobre todo en busca de lugares tan exóticos como él
mismo; pero el lector verá como su corazón acaba divido principalmente entre
Londres y Nueva York, ciudades que por un motivo u otro se vuelven los lugares
que más llega a sentir la necesidad de volver más tarde o más temprano, ya sea
en unos años o décadas, con todo lo agradable y doloroso de las vivencias
pasadas en ambos.
Uno de los mayores alicientes de este título, a parte de ahondar más en
un gran personaje, es que complementa aún más los libros ya publicados por
acontecimientos con mayor o menor relevancia, directa e indirectamente, tanto a
las respectivas tramas como a los personajes de las mismas que participan en
estas crónicas.
Un claro ejemplo son momentos relacionados con Los Orígenes (The Infernal
Devices), tanto previos (con Vampiros,
Pastelillos y Edmund Herondale) como posteriores (El Heredero de Medianoche) a los acontecimientos narrados en dicha
trilogía. Precisamente es en el último de estos dos, situado un par de décadas
tras los acontecimientos de Princesa
Mecánica, donde se indaga un poco lo que fue de parte de los habitantes del
Instituto de Londres, así como su descendencia; y queda claro que no todo iba a
ir tan bien en sus vidas por demasiado tiempo, como muy a su pesar comprueba el
propio Magnus. Sin duda dicho relato, que se queda la cosa bastante en el aire
en su final con un halo de incierto misterio, hace de evidente anticipo y
gancho para The Last Hours, la futura
trilogía y secuela directa de The
Infernal Devices y que, a su vez, estará conectada con la (en el momento de
publicar esta crítica) recién estrenada trilogía The Dark Artifices (una relación entre ambas tramas, al parecer,
idéntica a la que une The Mortal
Instruments y The Infernal Devices).
Admito que logra despertar la expectativa para seguir esta saga cuyo ocaso no
parece divisarse.
Tampoco podían faltar sucesos relacionados con la saga principal (The Mortal Instruments), como por
ejemplo sobre el Círculo de Valentine y el verdadero comienzo de la historia de
Clary Fray en La Última Batalla del
Instituto de Nueva York.
Además, menos centrados en la trama principal pero sí repercutiendo en lo
personal de su parte de su elenco (y sobre todo el propio Magnus). El Auge del Hotel Dumort y La Caída del Hotel Dumort despiertan
interés por lo que pueda haber sucedido a destacar en la historia de ese
edificio emblemático de la saga, sobre todo el origen de que se convirtiera en
la morada de los vampiros de Nueva York; Salvar
a Raphael Santiago nos acerca más a este vampiro que ha tenido bastante que
decir durante el trayecto entre Ciudad de
Hueso y Ciudad del Fuego Celestial.
Magnus ha amado a muchas personas a lo largo de su existencia, entre
mundanos, Subterráneos e incluso cazadores de sombras; mujeres y hombres casi por
igual pero quizás con cierta predilección por su mismo sexo; amando
irremediablemente tanto a personas que les corresponden como si de antemano sabe
que sería un amor más bien platónico; pero ante todo que al final lo que toque
su corazón sea la persona en sí por encima de su canon ideal de la combinación
del cabello negro con los ojos azules.
Y Alexander “Alec” Gideon Lightwood parece para Magnus el roto para su
descosido desde la primera vez que lo ve, por más que sea un nefilim. Con los
relatos ¿Qué comprarle a un cazador de
sombras que tiene de todo? (y con el que, de todas formas, no estás saliendo
oficialmente); El curso del amor
verdadero (y las primeras citas); y El
buzón de voz de Magnus Bane, más de uno se quedará saciado con una buena
ración de esa relación tan adictiva para buena parte de los lectores que
recibió el nombre de “Malec”.
Como menté más arriba, resultan singulares los capotazos que ha dado
Magnus en hechos históricos. La reina
fugitiva me agradó bastante, una historia que no tiene desperdicio en la
que se nos ofrece la presencia e intervención de nuestro brujo favorito en un
momento famoso de la humanidad pero sin conseguir con ello méritos o cambios en
el mismo.
En buena parte de la novela estarán presentes sus buenos amigos brujos
(Ragnor y Catarina), a destacar Lo que
realmente ocurrió en Perú, donde se atisba (sobre todo Ragnor) lo que
implica para bien o para mal tener a Magnus como una de tus más cercanos y
longevas amistades; y de paso esclarecer ese guijarro lanzado en cierto momento
de la saga de que no pueda pisar terreno peruano.
Fue muy grato ver en este caso que Cassandra Clare sigue defendiendo con
poderío ese bastión que es mi enorme agrado por su estilo narrativo y creativo
(como buenamente he dejado claro en todas mis reseñas de su saga), con Sarah
Rees Brennan y Maureen Johnson como excelentes escuderas para no la fácil
misión para crear estos fragmentos del pasado, la vida y las emociones de uno
de los personajes más aclamados de esta saga.
Igualmente agrada que las estilográficas de las dos cooperantes encajen
en sincronía con la de la autora.
Como es en habitual en el universo de los Cazadores de Sombras, la voz
narradora es la tercera persona; aunque roza mucho la primera persona porque todo
gira en torno a Magnus, en lo que hace, lo que ve, lo que piensa y lo que
siente; como si él fuese un narrador indirecto a demás de, por primera vez
aquí, un protagonista principal.
Esta es sin duda una edición muy atractiva más allá de lo evidente. Antes
de que el lector se adentre directamente en cada relato, éstos están precedidos
por su título con un pequeño extracto del mismo para abrir boca, y justo
después una página de cómic en blanco y negro (obras de Cassandra Jean) que
representa un instante de dicho relato (no necesariamente el mismo que el
extracto antes citado). Son detalles como estos los que hacen de un libro todo
un regalo para cualquier lector de este género, y en especial para quienes
admiran este universo cautivador.
Magnus Bane. Creo que este personaje ha dejado muy marcado quién y cómo
es él a lo largo de los nueve libros que componen The Mortal Instrument y The Infernal
Devices. Sin embargo, aquí se desgrana mucho más de este brujo tan
carismático, haciendo incluso que todo lo conocido de él antes de esta lectura sea
poco más que la punta del iceberg. Siempre he tenido la corazonada de que podía
ofrecer incluso más si cabe de lo que él parecía ocultar tras su frecuente
actitud llena de frivolidad y sus más bien falsas negativas iniciales de
implicarse con los protagonistas (sobre todo si tiene que utilizar sus recursos
mágicos, más si es de manera gratuita); y aquí se confirma.
Puede que el concepto de la inmortalidad, con el paso de los siglos, implique
la pérdida de la chispa que muestran los mortales mundanos. Sin embargo, Magnus
refleja en este libro su lado más sentido, mucho más de lo que cabía esperar en
quien ha vivido durante siglos transitando una época tras otra; encontrando el
amor entre Subterráneos, mundanos y hasta entre los nefilim, con sus fracasos
incluso con la garantía de la inmortalidad por la otra parte, con sus pérdidas
y pesares por la fecha de caducidad que supone el envejecer y finalmente morir
de muchos de sus amantes. Un corazón muy humano bajo toda la magia brindada por
su sangre demoníaca, incapaz en la mayoría de las veces no mojarse incluso en
locuras cuando su fibra es tocada; pero también llega a refrenarse en más de
una ocasión para precisamente evitar sufrir demasiado por su propia humanidad.
Por supuesto, sus extravagancias no podían faltar, una virtud que ha sido
una constante suya sin importar la época o nación del globo que haya tenido la
dicha (o desdicha) de que su calzado (sin duda estiloso, como siempre) haya
pisado. No hay que olvidar que él es glamour… en todos los sentidos.
Si te emocionaste, reíste o lloraste con Magnus en su paso por las nueve
novelas en las que ha aparecido previamente, en sus crónicas seguirás esa misma
estela.
Las Crónicas de Magnus Bane regala
un generoso número de personajes circundando estos trozos del camino andado por
su protagonista, ya sean mundanos, Subterráneos o nefilim; tanto si son
relevantes o no en las novelas publicadas, caras conocidas y nuevas casi por
igual. Además, brinda también la oportunidad de diseccionar mejor la
personalidad y las emociones de quienes de verdad importan tanto para Magnus
como en los distintos arcos argumentales de la saga; no con la intensidad que
se vuelca en el brujo pero con una riqueza de detalle elevada incluso para la
pasada superficial que sus líneas reflejan.
Aquí conocemos mejor aún a sus mejores amigos dentro de los Hijos de
Lilith: Ragnor Fell y Catarina Loss, los cuales gozan de una presencia bastante
acentuada a lo largo de estos retazos de la dilatada vida de Magnus. El brujo
de piel verde se caracteriza por un sentimiento de afecto y fobia equilibrados
hacia su amigo, siendo muchas veces sufridor de las peripecias y los disparates
que este le haya arrastrado a lo largo de su amistad; mientras que la altruista
bruja sanadora de piel azulada es la confidente que derrocha comprensión y
paciencia tanto para ayudar a su bien apreciado Magnus como para ejercer de
mediadora que lime las asperezas entre éste y el amigo común. Ambos han sufrido
como todo brujo por el origen de su concepción y la diferencia de ellos que
tanto recelo y odio llega a despertar en los mundanos, sobre todo en sus
progenitores y en las épocas que vieron por primera vez el mundo; pero tanto él
como ella han afrontado sus vidas siguiendo los dictados propios que se
explican en la presente, al igual que Magnus, tres caminos diferentes en mayor
o menor medida pero que no resta que puedan caminar paralelos en su equilibrado
(y un poco tópico) trío de amistad.
Raphael y Camille son posiblemente, hasta la fecha, los Hijos de la Noche
con mayor relevancia en el universo de Cazadores de Sombras, y ellos tienen
cabida aquí. Ella claro está por la evidente relación sentimental que mantuvieron
en el Londres Victoriano; pero de él, personalmente, no me cabía esperar tanto,
aunque en ciertos momentos de The Mortal
Instruments (sobre todo en Ciudad del
Fuego Celestial) hay evidencias más o menos difusas de cierto vínculo con
Magnus más allá de las circunstancias del argumento o que ambos fueran del
escalafón jerárquico de sus respectivas razas en Nueva York. Por un lado, el
origen de la conversión de Raphael consiguió ganarme un poco más de simpatía
hacia él, ya que en general no me atrajo demasiado en sus apariciones en la
trama “principal” de esta saga; mientras que la pérfida tentación rubia con
colmillos ofrece aspectos importantes sobre ella misma, sobre todo de cómo
empezó su relación con Magnus, pero también se vislumbra que su fortaleza interior
no llega tanto a la altura de las expectativas de poder y gloria que fragua en
sus deseos.
Era de esperar que los nefilim tuvieran aquí notable presencia. Viejos conocidos
para los fans serán su mayoría, pero también otros se presentan para futuras
publicaciones, junto a un generoso número de estos semiángeles que aparecen
para su participación justa y funcional (de estos últimos destacaría a los
Whitelaw, los predecesores de los Lightwood en llevar las riendas del Instituto
de Nueva York). Por mentar algún ejemplo, me gustó ver plasmado en su apogeo al
Círculo de Valentine y su propio cabecilla en esa visión radicalmente idealista
antisubterráneos que los unía, con personajes como Luke, Maryse, Robert e
incluso Stephen Herondale en una juventud cuyos actos indómitos y su fe y
lealtad desmedida hacia Valentine los nubla y, en mayor o menor medida, les
pasará una factura que siempre recordarán incluso en el comienzo de Ciudad de Hueso; pero por lo que respecta
al primer antagonista de The Mortal
Instruments, éste no supone una variante real al comparársele con su yo más
maduro, salvo quizás que en este caso es más descaradamente cruel, sin esa
frialdad calculada y esa inteligencia manipuladora que le caracterizan. También
me resultó agradable volver a leer a Tessa, Will y Jem, sobre todo en el futuro
cercano a la caída del Magister; y esto puede despertar añoranza a quienes
disfrutaran con la trilogía en la que se dieron a conocer, al mismo tiempo que
se empieza a conocer la siguiente generación que promete (tanto queriendo o no)
seguir la estela de sus predecesores en formar parte de algo relevante en la
historia del mundo de sombras en el que viven.
Pero es Alec quien despunta en esta novela de entre su gente por la
relación que se fragua con este brujo más allá de la profesional necesidad que
los cazadores de sombras llegan a tener de sus servicios de brujería. El
primogénito de los Lightwood da en estos relatos más a conocer de su
personalidad, y sobre todo de lo mucho que llega a desbordar en él todo lo
nuevo que se presenta ante él y que había considerado tabúes (como flirtear o
tener una cita con alguien de su mismo sexo, y Subterráneo para rizar más el
rizo). Si Alec me caía en bastante gracia con anterioridad, aquí siguió sin
defraudarme, sobre todo al comprobar lo que incluso su mera mirada puede
producir en un personaje de la talla y la experiencia en la vida como Magnus.
La portada, por supuesto, sigue siendo tan atrayente como todas las que
se han utilizado en la saga, con la peculiaridad de utilizarse claramente a Godfrey
Gao como modelo (quien interpretó a Magnus en la adaptación cinematográfica de Ciudad de Hueso).
Cada historia casa bien con el concepto de autoconclusión. En algunos
casos terminan cerrados, otros terminan en un reguero difuso de pisadas para
marcar que no todo puede ser sabido incluso por el lector y que se debe quedar
en el fuero interno de Magnus; y evidentemente otros simplemente forman
ramificaciones acertadas para complementar extenso árbol que es el macrouniverso
de los Cazadores de Sombras, ahondando más en pasado, presente y/o futuro no sólo
de tramas ya publicadas sino de lo que la autora amenaza con ofrecernos en los
años venideros a la redacción de esta opinión personal.
Pero por encima de todo, realza el trasfondo con
soberbio acierto todo lo que gira a Magnus.
Sin duda funcionó la mecánica utilizada con estas crónicas, muestra de
ello fue que la repitieran con Historias
de la Academia de Cazadores de Sombras, la cual gira esta vez en torno a
Simon Lewis y que ofrecerá mucho que decir no sólo de este personaje y su
futuro tras Ciudad del Fuego Celestial,
sino también a los arcos de The Dark
Artificies y The Last Hours.
Conclusión: Mucho se ha leído y conocido del fabuloso y glamoroso
gran brujo de Brooklyn, pero en este tomo se constata que este personaje podía
dar más aún; y seguramente (o por lo menos eso espero en lo personal) no será
lo último que se sepa de él. Sin duda, una lectura obligada tanto para los que
hayan disfrutado de la obra magna de Cassandra Clare como para los que hayan caído
víctima de los hechizos y encantos de Magnus Bane.
Mi valoración global: 5/5
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