Título: Niyura.
La Corona de los Elfos
Título original:
Niyura. Das erbe der elfenkrone
Autora: Jenny-Mai Nuyen
Editado en España por: Santillana
Ediciones Generales S.L.
Sinopsis:
Cuando los caminos de los elfos se
separaron, Elrysjar, la corona de
piedra de su soberano, también se dividió entre quienes partieron hacia el
Reino de los Bosques y los que marcharon a las Tierras de Aluvión. De la corona
se dice que vuelve a su portador invencible, un poder que, de recaer en un
humano, pondría en grave peligro el destino de los elfos.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
La sociedad élfica tomó caminos separados tiempo atrás; unos asentándose
en los Bosques Oscuros, el resto en los pantanos de las Tierras de Aluvión de
Korr. Y la soberanía de esta raza también se dividió junto la corona que regía
la perdida unidad, y las dos coronas resultantes ceñidas a la frente de quienes
lideraran estos nuevos pueblos. Pero un día, un humano logró de manera
inexplicable acabar con la vida del rey de los elfos de los pantanos y poseer
su corona: Elrysjar. Ahora este
hombre los gobierna por un derecho que atajar a pesar de no ser legítimo,
porque la magia de ese objeto es superior a la voluntad más fuerte de entre los
que pertenecen a dicho pueblo, y mientras esté en su frente no puede ser herido
por ningún ser sobre ese mundo. Ha logrado dominar a los elfos de los pantanos,
y será poco probable que sus aspiraciones se queden en esto.
Paralelamente en Kaldera, ciudad sin ley y propensa a ser hogar de
proscritos, su ya de por sí habitual caos empieza a alcanzar cotas sin
precedentes ante un inminente enfrentamiento. Los conflictos entre Vio Torron (quien
domina todo lo que ocurre en la ciudad) y los niños de la calle (que finalmente
han manifestado su hastío ante el mangoneo al que son sometidos por los hombres
de Torron) están a punto de llegar a su punto álgido. Scapa y Arane, dos
jóvenes muy unidos desde que se conocieron, son los cabecillas de la
sublevación de los niños y quienes germinaron en estos el arrojo de no dejarse
pisotear más; y todo fruto del afán de poder y libertad de esta parejita, sobre
todo de Arane. Y aunque llegara a buen puerto la empresa de los niños de tomar
la Zorrera, la inexpugnable morada de Torron, ¿eso garantizará la seguridad, la
libertad y el poder que ansiaban?
Y finalmente está Nill, mestiza de humano y elfa de los bosques que vive
en el pueblo de los Hykados (los cuales, incluyendo su madre adoptiva, la
desprecian por sus orígenes). La vida de esta joven cambiará radicalmente el
día en que se produce el fortuito hallazgo de un extraño punzón de piedra en el
interior de un árbol. Será entonces cuando los dirigentes de su pueblo le
encomendarán una misión sin objeción alguna al ser la responsable de encontrar
dicho objeto. Sin embargo, tras cruzarse con un grupo de jóvenes elfos de los
bosques al poco de comenzar su periplo, las decisiones y acciones de Nill no
serán exactamente tal y como le indicarían los Hykados.
Todos estos sucesos (con una profecía de por medio) se arrastrarán a una
relación tan inesperada como predestinada, de la cual dependerá en gran medida
de quienes los protagoniza, y el resultado puede marcar un antes y un después
tanto para ellos mismos de manera individual como al mundo en el que viven. Sus
sueños, sus deseos, sus obsesiones, así como sus propias acciones fruto de las
circunstancias en la que andarán, tendrán la última palabra.
Niyura es una historia con un
patrón muy tradicional dentro de su género. Un mundo de humanos y elfos, donde
la ambición de los primeros suelen traer vientos de desventura y calamidades.
No hace falta sondear demasiadas páginas para ser consciente de la perniciosa
crudeza que preña el escenario en el que sus protagonistas se mueven, y
afrontarlo curtirá y pondrá a prueba tanto sus voluntades como sus acciones. Y
precisamente el deseo de poder de los hombres es lo que más desencadena la
crudeza de esta novela; y esto me hizo reflexionar de lo mucho que podemos
llegar a perdernos a nosotros mismos si aspirásemos a más y más sin control,
del inconformismo que puede manifestar el ser humano por más que logre alcanzar
en la vida, y que cuanto más quiera uno abarcar o poseer (sobre todo más allá
de nuestros propios límites guiados por delirios de grandeza desorbitada) al
final se vuelve más fácil que se todo se desborde de esos afanosos abrazos.
Pero por más cruento que pueda ser este escenario, también tiene cabida
la dulzura, la ternura y la frescura efervescente que equilibra en buena medida
la tensión de la novela. Igualmente vemos el factor romántico, el cual me
pareció potencialmente bueno pero que llega a ser tan caótica como la vida en
Kaldera; en general me he encontrado sentimientos bastante unidireccionales que
difícilmente (e incluso de manera imposible) sean capaces de lograr su deseada
correspondencia.
La novela, tras el prólogo en el que se acontece la toma de la corona de
los elfos de los pantanos por parte de un humano, está dividida en cuatro
libros (Una Leyenda, La Niña de Espinas, La Criatura Blanca y Niyura);
culminando con un escueto epílogo. Su exposición en tercera persona aporta
objetividad a la trama, pero no por ello resta el sentimiento visceral que
podría ofrecer la propia voz de sus protagonistas. No encontramos en este caso
capítulos estructurados en verdadera numeración, sino más bien la sucesión de
los mismos, siendo sus respectivos títulos los que determinan cuando termina
uno y comienza el siguiente.
El estilo de Jenny-Mai Nuyen me agradó, aunque no llegué a conectar tanto
a pesar de las excelentes exposición y creatividad que saca a lucir en Niyura. Lo que más destacaría de su
prosa es lo certera que resulta su ambientación y la manera en la que sumerge
al lector en la trama y el escenario. Y por supuesto, la autora consigue que
sus personajes exuden realismo, en especial en sus emociones y la manera que
afrontan sus conflictos internos; pero aunque creó un elenco excelente y
variado, tampoco llegué a cuajar tanto como en otros casos en novelas
similares. También destacaría la impecable concepción de el mundo y la sociedad
que son el escenario en el que se mueven sus protagonistas, adaptando a su
gusto pero respetando en buen grado a su vez la visión que se suele tener de
los elfos (creo que la mayoría no encajarían en su mente la idea de una raza de
estos viviendo en los pantanos en lugar del típico bosque repleto de vergel y
fauna).
Scapa es uno de esos personajes que me despiertan compasión. Un joven que
no ha tenido una vida fácil, que en algunos momentos puede caer en el idealismo
un tanto iluso pero puro hasta que la maliciosa y cruda realidad le abofetee; y
por más entereza que quiera demostrar no deja de ser realmente frágil cuando su
mundo se desmorona o siente que ha perdido algo importante. Ariane es desde que
se conocen su mayor pasión y su debilidad, un sentimiento que cae de lleno en
una obsesión potencialmente autodestructiva. De hecho, esa chica tan especial
para él es lo que más le limita, una devoción obsesiva que podría llegar a
sacar lo más negativo de él; sin embargo, llegó a ganar mucho en el momento más
importante de la historia con una evolución fugaz y épica.
Ariane es muy distinta de Scapa, aunque no resta que en general ambos se
compenetren hasta ser casi complementarios el uno del otro por entero. Una
joven que podría compararse a una bonita flor que frota entre el fango y el
estierco, pero con demasiadas espinas que pueden llegar a dañar no sólo a
quienes la rodea sino a sí misma. Ella me pareció un personaje muy realista,
porque al igual que a muchos posee muchas aspiraciones y elevadas metas, y la
ambición del ser humano es tu mayor debilidad; incluso si logra alcanzar lo que
ansía, el triunfo se evapora demasiado rápido para fijar sus vista en cotas aún
más altas, lo que puede llevarla a un círculo vicioso de frustración si no
alcanza el verdadero escalafón en la vida, lo cual a su vez puede restarle la
visión de otras cosas que son, a fin de cuentas, mucho más importantes; y a la
hora de la verdad también acabó robándome un poco de compasión hacia ella. En
general, está entre aquellos que más me han gustado leer en esta novela por el
bien explotado rol que interpreta.
Sobre Nill diría que es un
personaje que evoluciona más que ningún otro en esta historia. Claramente
acomplejada y mermada por el desprecio de los humanos con los que convive por su
mestizaje, con su autoestima por los suelos volviéndola vulnerable y demasiado
inocente; esto no resta sus virtudes como no caer en la malicia ni el odio tras
tantas dejaciones, con un gran amor y conexión por la naturaleza herencia de la
sangre materna y que se despertará más cuando conozca a los que son de dicha
raza. Pero de adversidades y traiciones ella crece y madura de manera
sorprendente, cuando uno pensaría que terminaría de derrumbarse por completo
tras leer la Nill al comienzo de la novela. En más de un sentido se vuelve el
reverso de la moneda en la que por el otro lado encontramos a Arane; porque
esta mestiza logra salvar lo mejor de sí misma para seguir caminando aunque la
senda se vuelva peligrosa. Me habría gustado que la autora le hubiese dado
mayor partido si cabe, pero a fina de cuentas me agradó mucho como personaje.
Los elfos que conocerá Nill forman un grupo variopinto y heterogéneo que,
en general, se armonizan entre sí a pesar de que en algunos casos sus
caracteres son propensos a chocar entre sí. Kaveh me dio una de cal y otra de
arena, porque es noble (en todos los sentidos) y gallardo, y con muchas
virtudes que se convierte en el prototipo de chico ideal que toda madre desea
para sus hijas (y este joven elfo se ve que sufrirá el karma de este grupo ante
lo arduo, e incluso causa perdida, que puede llegar a ser ganarse el corazón
deseado); y también muestra su perseverancia incluso ante causas que parecen
más que perdidas, aunque a veces ese tesón podría despertar vergüenza ajena al lector.
Erijel es posiblemente el que más me agradó de estos elfos de los bosques, por
su personalidad seria y responsable aunque muestra más bondad y calidez de lo
que se puede aparentar su carácter prudente y un tanto apático; también llegó a
sorprenderme e incluso emocionarme en el momento más crucial de este personaje.
Sobre los gemelos Arjas y Maseru, prácticamente me recordaron a otros gemelos
en particular que aparecen en la saga Harry
Potter; por lo que ellos serán de los que aporten mayor frescura y momentos
amenos en medio de la tensión que puede exponerse en el libro. Con ellos
también está Bruno, aunque mejor dejo que lo conozcáis vosotros mismos si pasa
esta obra por vuestras manos.
Hago mención especial a Fesco, amigo de Scapa, porque es un personaje a
tener un poco en cuenta durante esta lectura. De igual modo, destaco a la
anciana Celdwyn entre los secundarios, un personaje que sabe más de lo que
puede aparentar de por sí en su primera aparición.
La trama en general es atractiva; muy cruenta pero no por ello carente de
frescura, como ya he mencionado, manteniendo en vilo al lector en muchos
momentos, sobre todo por la profecía que en buena parte gira el tema de la
corona de los elfos. Llegó a sorprenderme de verdad tras desentrañar la parte
de La Criatura Blanca, llegando a
desarmar mis propias conjeturas. Y sobre su último tramo en la parte de Niyura y el correspondiente desenlace,
diré que sigue sorprendiendo, además de resultar emocionante e incluso épico,
dejando un sabor agridulce y con ciertas incertidumbres que ni siquiera el
epílogo esclarece; por un lado, esas últimas páginas le dan un aceptable broche
final, aunque sin esclarecer ni atar de verdad lo que pasa tras los sucesos de
su desenlace, pero esto no quita que cierre bien el argumento de forma
gloriosa.
Conclusión: Cruenta, emotiva, intensa y épica son algunos
adjetivos que buenamente se merecería tanto esta novela como la cualidad
narrativa de su autora. Un estupendo libro de literatura fantástica que, como
mínimo, cumple excelentemente su cometido de entretener; aunque en mi caso no
llegué a conectar con la obra tanto como me hubiera gustado, estoy convencido
de que para muchos Niyura se ganará
con honores un puesto en sus estanterías.
Mi valoración
global: 3,5/5
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