Título: Harry Potter y el
prisionero de Azkaban
Título original: Harry Potter and The Prisoner of Azkaban
Autora: J. K. Rowling
Editado en España por: Salamandra
Sinopsis:
Por la cicatriz que lleva en la
frente, sabemos que Harry Potter no es un niño como los demás, sino que el
héroe que venció a lord Voldemort, culpable de la muerte de sus padres. Desde
entonces, Harry no tiene más remedio que vivir con sus pesados tíos y su
insoportable primo Dudley, todos ellos muggles, o sea, personas no magas. Igual que en las dos primeras partes de la
serie —La
piedra filosofal y La cámara secreta—
Harry aguarda con impaciencia el inicio del tercer curso en el Colegio Hogwarts
de Magia y Hechicería. Tras haber cumplido los trece años, solo y lejos de sus
amigos de Hogwarts, Harry se pelea con su bigotuda tía Marge, a la que
convierte en globo, y debe huir en un autobús mágico. Mientras tanto, de la
prisión de Azkaban se ha escapado un terrible villano, Sirius Black, un asesino
en serie con poderes mágicos que fue cómplice de lord Voldemort y que parece
dispuesto a eliminar a Harry del mapa. Y por si esto fuera poco, Harry deberás enfrentarse
también a unos terribles monstruos, los dementores, seres abominables capaces de robarles la felicidad a los magos y
borrar todo recuerdo hermoso de aquellos que osan mirarlos. Lo que ninguno de
estos malvados personajes sabe es que Harry, con ayuda de sus fieles amigos Ron
y Herminone, es capaz de todo y mucho más.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación,
será bastante inevitable que llegue a mencionarse lo que se considere ya sabido
para quienes leyeron la anterior parte. Si te adentras en esta opinión, tenlo
en cuenta.
Un nuevo curso y nuevas aventuras para el niño mago más famoso de la
literatura actual; el cual ya empieza a dar sus primeros pasitos en la
adolescencia, con todo lo que ello acarrea. Y desde luego, esta es una
continuación que hace méritos al atractivo ritmo que ha llevado la saga hasta
este punto. El prisionero de Azkaban
es un título que empieza a ser de los que deban tenerse en cuenta, sobre todo
de cara a su desenlace en el séptimo libro, por ciertos puntos que se tratan en
este.
Más sonada, a la par que arriesgada y con demasiadas consecuencias
negativas como mago menor de edad, no podría ser la marcha de Harry de la casa
de sus tíos antes de este regreso a Hogwarts; aunque en su defensa se puede
decir que no fue con premeditación, ni del todo falto de motivos. Y tampoco le
será tan plácido el comienzo de este tercer curso, sin romper demasiado esa
racha que lleva acarreando desde el principio, aunque esta vez el peligro puede
llegar a ser más mortal para él, si cabe; incluso sin que, aparentemente, el
Señor Tenebroso tenga algo que ver…
La alarmante fuga sin precedentes de un peligroso mago, el más leal y
cruel de los siervos de Lord Voldemort como rezan las bocas de toda la
comunidad mágica. Constantes augurios de muerte señalando al protagonista desde
el comienzo del libro que, colateralmente, despertarán una vez más miradas recelosas
(además de mofas maliciosas) dirigidas sobre él por parte de otros alumnos.
Enigmáticas y grotescas criaturas circundando el castillo que le producirán un
malestar mayor incluso al habitual que surte en el resto de magos y brujas… ¿Estará
preparado Harry para afrontar todos estos factores adversos, a la par que
encara un curso académico más arduo y con nuevas asignaturas? ¿Será capaz de
desentrañar y asimilar verdades y sucesos que surgieron en un tiempo pasado, en
el que él siquiera poseía uso de razón, que marcarán más aún un antes y un
después en su propia percepción de su existencia y de la historia personal
reciente en la que vive?
El prisionero de Azkaban, desde
mi punto de vista, da un tono algo más maduro, e incluso pinceladas ligeramente
sombrías, a esta historia que va creciendo a la par que su protagonista. Queda
atrás la naturaleza introductoria y pueril, con el fin de ofrecernos (sin
perder el encanto de los dos previos) una trama que se torna más intensa y
rica, tanto en el desarrollo de personajes como en los acontecimientos de los
que son partícipes, sumándose en el escenario nuevos añadidos a la sociedad de
magos (como Azkaban, ya mentado de pasada en La cámara secreta, así como el peculiar sistema penitenciario de
los magos) sin perder esa “coherencia” dentro de ese elemento tan ficticio y
fantástico.
Tras la magia y la aventura, esta vez nos presenta temas tales como los mayores
miedos de cada individuo; algo de lo cual somos conscientes en algún momento
tanto en la edad temprana del protagonista como cuando ya la vida nos ha
curtido. Y si la discriminación y los desprecios se asomaron en el segundo
libro, el prejuicio es otra lacra de la sociedad que se deja asomar en éste.
Otro punto que dará más juego a la historia de Harry Potter a partir de El prisionero de Azkaban es lo difusa,
subjetiva e incluso moldeable que puede ser la verdad, algo provechoso para
unos y nefasto para quienes le toca la peor parte.
Una vez más, Jo fusiona la sencillez y la profundidad en una simbiosis
perfecta para las delicias de quienes se han dejado conquistar por los dos
libros anteriores. Una trama original, más enriquecida y absorbente, con giros
en el argumento y revelaciones (sobre todo en los últimos capítulos) que
seguirán pasmando al lector. A pesar de tantas novedades añadidas al escenario
y a la historia en sí, dilatando más las intrigas, la autora sabe hacerlo en
cantidades generosas pero a la vez justas para no desbordar al lector.
Harry ha entrado en la primera estancia de la adolescencia, así como en
el inevitable e intrínseco comportamiento que esa etapa suele arrastrar a los
jóvenes. Llegará a ser, en ciertos aspectos, algo más rebelde y arrojado cuando
considera serlo, e incluso no tan comedido si pinchan donde más le duele en la
moral; pero no por ello echará a perder lo mejor de sí mismo. Se enfrentará,
más literalmente, a sus propios miedos, en un reto sin precedentes en sus
correrías por Hogwarts en arras de superarse en todos los sentidos; sin duda
son varias las pruebas a las que se enfrenta, no sólo en el terreno mágico,
sino también en su propia alma y su desarrollo emocional como ser humano que crece
ante lo bueno y lo malo que le dispone la vida y los azares del destino.
En El prisionero de Azkaban, la
amistad entre Ron y Hermione pasará por muchos altibajos, hallándose su amigo
común incómodamente en medio de ambos. Aquí es donde veo cómo empieza a surgir
gorgoteos sutiles que fraguan más esa amistad sincera pero con ineludibles
roces ásperos de estos dos muchachos tan diferentes pero a la par
complementarios.
Albus Dumbledore sigue en la línea que describí en las dos reseñas
previas, aunque uno llega a sorprenderse un tanto en este tercer libro;
quedando claro que este anciano, sosegado pero firme por norma, puede llegar a imponer
en el momento preciso y en la medida justa.
Vemos cambios y novedades en el profesorado junto a los que ya conocimos,
sobre todo con la incorporación de materias optativas para Harry y compañía al
entrar en su tercer año. La estrafalaria Sybill Trelawney de Adivinación se
hará notar bastante en la práctica totalidad de sus apariciones, e igualmente
están las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, que en este curso se estrena
un profesor que mejor no decir de quién se trata para evitar un buen spoiler.
Habrá otro reemplazo este curso para el gafado puesto de Defensa Contra
las Artes Oscuras: Remus Lupin; un hombre que, a pesar de su aspecto bastante
dejado y vetusto, se ganará a la mayoría de los alumnos (ya de antemano
deberíamos saber cuales serán la excepción). Poco a poco se irá desgranando de
él mucho más de lo que pueda prejuzgarse, o tan siquiera imaginar.
Entre los alumnos de Hogwarts, seguiremos viendo en mayor o menor medida
a viejos conocidos y alguna discreta novedad. El quidditch estuvo presente en
los anteriores libros, pero en éste goza
de un protagonismo algo más acentuado en relación a los otros; y vemos a Lee
Jordan (amigo Gryffindor de Fred y George) en su máximo exponente en su faceta
que comentarista, haciéndose para esta crítica un personaje de ineludible
mención. Tímidamente aparecen quienes comparten con Harry la posición de
buscador en los demás equipos, a parte de Draco en Slytherin ya visto en La cámara secreta; intervenciones
bastante menores, pero que lo mejor será no olvidarles lo más mínimo tras
terminar el libro.
No sólo se nos presentan nuevos personajes entre los muros del castillo,
sino también en sus cercanías en el pueblo de magos de Hogmeade, al cual los
alumnos a partir de tercer curso pueden hacer excursiones puntuales y programadas
para disfrutar de un día libre fuera de la escuela. Además de las novedades,
reaparecerán algunos personajes aparecidos en los anteriores, esta vez con
mayor presencia y relevancia dentro de sus roles secundarios.
Las criaturas mágicas del universo de J. K. Rowling siguen presentes, con
novedades gracias a una de las nuevas asignaturas. Pero el mayor peso en este
libro recae sobre los llamados Dementotes, tan bien conocidos por los fans de
la saga; entes siniestros y grotescos que propagan la miseria y la desesperanza,
capaces de mermar los buenos sentimientos de toda personas y dejarles sin sus
más bellos recuerdos, que además son usados por el Ministerio de Magia como
guardianes de Azkaban. Para nulo agrado de los habitantes de Hogwarts, en especial
Harry, tendrán peligrosamente cerca estas siniestras criaturas por un cometido
relacionado con su deber ante los delincuentes mágicos… lo cual no resta sus
pérfidas intenciones naturales.
¿Y sobre el personaje que da título a este libro? Nos mantendrá en vilo
hasta el momento en que todas sus cartas se pongan sobre la mesa. Sirius Black
no me ha decepcionado, en absoluto; la autora ha logrado que ejerza muy bien el
papel que le ha correspondido en este tercer libro.
En general, una historia con aventura, magia e intrigas, sin descuidar el
punto de humor, barajándose momentos emocionantes con otros muy amenos. Su recta
final es un carrusel de acontecimientos y revelaciones en constantes giros de
argumento hasta el desenlace; el cual deja al lector con ganas de más, junto a
un sabor algo amargo de sucesos que pudieron ser pero que se escapan entre los
dedos, para impotencia de Harry, pero quienes se han aventurado en este libro
saben perfectamente que si no hubiera sido de esta forma, el resto de la historia
no habría sido igual.
Sin embargo, a pesar de ser un título a la altura de la saga y de mis
propias expectativas, El prisionero de
Azkaban ha sido el que sutilmente se coloca el primero por la cola si
tuviera que enfrascarme en la muy complicada tarea de determinar un orden personal
de preferidos. ¿Los motivos? Objetivamente, ninguno, pero supongo que es algo
que está dentro del gusto propio y la conexión con este episodio de la obra.
Conclusión: Este tercer recorrido de la saga Harry Potter se haya bastante
a la altura de la línea que la autora marca. El inicio de los primeros indicios
a tener en cuenta en el futuro, con revelaciones y sucesos que marcarán la
dirección de la gran aventura del niño que sobrevivió de cara a El cáliz de fuego.
Mi valoración global: 4,5/5
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