sábado, 21 de enero de 2017

Crítica personal: Personas Como Yo

Título: Personas como yo
Título original: In One Person
Autor: John Irving
Editado en España por: Tusquets Editores

Sinopsis (spoiler en la última frase):

Tanto en el pequeño teatro de aficionados de la localidad de First Sister como en el Club de Teatro del colegio, al adolescente Billy Dean suelen caerle en suerte papeles complejos y ambiguos, aunque sin duda no tan comprometidos como los que deberá interpretar en la vida. A los trece años, conoce a Richard Abbott, su futuro padrastro y figura clave en su educación sentimental, quien a su vez le presentará a la señora Frost, la maravillosa bibliotecaria del pueblo. A medida que avanzan los cursos escolares y se va forjando como escritor, el joven Billy se embarcará en la búsqueda de su identidad sexual, al tiempo que ve crecer en su interior la necesidad de conocer a su verdadero padre, ese eterno ausente del que nadie habla. Tardará toda una vida en dar con él, y será muy lejos de allí, en Madrid.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Personas como yo nos adentra en el amplio recorrido de la vida de Billy Dean, un escritor ya en la vejez en el momento presente de la novela. Él desgranará su vida desde su infancia en los años cincuenta, haciendo un repaso de todas esas experiencias que le han hecho ser como es. Y de algún modo, ya sea en un sentido como en otro, la sexualidad ha formado parte de ese desarrollo y recorrido personal.

Vemos como transcurre gran parte de su vida, sobre todo durante sus primeros años, en su pueblo natal First Sister, en el estado de Vermont. Su presencia desde su más tierna infancia a los ensayos y las representaciones del grupo teatral aficionado de su comunidad donde buena parte de su familia formaba parte: su madre la apuntadora; su tía y abuelo sobre el escenario (este último, siempre interpretando papeles femeninos), y mas tarde su joven y carismático padrastro. Sus años en la academia masculina colindante al pueblo, Favourite River, donde su vida estudiantil y familiar transcurre entre la consciencia de sus cuestiones personales sobre su sexualidad y el tenso sentimiento ambiguo de enemistad-atracción que siente por Jacques Kittredge, un compañero miembro del equipo de lucha de la academia que suele dedicarle mofas. Sus estancias en otros lugares de Estados Unidos e incluso de Europa, tanto por sus estudios superiores como por su alcanzada meta de infancia de convertirse en escritor profesional, momentos de suponen su liberación de varias piedras atadas a su cuello que acaban suponiendo para él la vida en First Sister.
Y entre tanto, distintos amores tanto correspondidos como si no llegan y van en sus diferentes edades, volcando sus sentimientos y sus deseos sin importar la edad o lo que tengan entre sus piernas esas personas; sin importar su identidad y orientación sexual.
A través de las vivencias y los ojos de Billy, rememorando cada recuerdo paralelamente entre su visión retrospectiva junto a la percepción crítica de quien es en el presente, reflejará lo bueno y lo difícil de su vida, de su familia, de su juventud y su madurez, de sus propios sueños y metas, de su sexualidad, de sus amores y sus desamores, de secretos y revelaciones de quienes le rodean. Y todo esto sumado a la figura inexistente y casi etérea de un padre que nunca conoció y que lo escaso que sabe de este es por boca de su familia materna.

En Personas como yo se trata mucho las mareas emocionales de su protagonista a medida que se encuentra a sí mismo en muchos sentidos, incluyéndose el terreno sexual; siendo toda una biografía de Billy Dean donde desnuda su alma y refleja su desarrollo personal.
A parte de quienes mantuvieron relación de pareja con él, vemos también sus encaprichamientos complicados e imposibles; como con su padrastro Richard, su compañero de academia Kittredge o la madre de su amiga Elaine. Pero para él no habrá mayor capricho que le desborde de sentimientos desde el primer momento que la señorita Frost.

Siendo una novela de temática claramente LGTB, se desgrana menesteres y tribulaciones implícitos en el colectivo, incluyendo su propia cultura, acentuándose la complejidad de sus vidas; sobre todo cuando más atrás se remonte en el tiempo en la vida de Billy. Vemos en su protagonista los entresijos del sexo y la forma de moverse en el mismo; el afrontar las orientaciones “no tradicionales” en aquellas épocas menos flexibles y tolerantes; el desprecio hacia todos ellos, que incluso parece más marcado en el caso de bisexuales, transexuales y transformistas; la presión (en gran medida absurda y exagerada) que ejerce en Favourite River algunos profesores en pos de prevenir toda posible tendencia sexual “antinatura” entre los alumnos por lo que supone un ambiente escolar exclusivamente masculino en una edad en que las hormonas se revolucionan; el daño emocional que puede producirse, tanto intencionadamente como sin conocimiento de ello, en algunas personas debido a pertenecer a una minoría sexual poco reconocida y respetada décadas atrás; los estragos tanto físicos como sociales del sida, por igual entre quienes lo sufren en sus carnes y en los que no lo han contraído, cuando esta enfermedad se convierte en una pandemia entre los homosexuales; o las pantomimas y secretos que algunos deciden llevar para no mostrar su propias verdades por miedo o negación. En muchos casos, se muestra el lado más difícil e incómodo de ver de la comunidad LGTB, más que el desinhibido y vivaz, como si el autor tratara de crear concienciación de esas realidades aunque sean doloras de reconocer.
Y algo que sin duda se puede sacar al respecto en Personas como yo es que da igual si un individuo es gay, lesbiana, bisexual, transexual… o heterosexual; porque esas preferencias son nada más que una parte irrisoria de cada uno de nosotros, y todos poseemos un universo personal muy amplio y único distinto al del resto si quitamos lo que nos guste llevarnos a la cama. Y aquí nos damos cuenta que no podemos generalizar ni poner etiquetas a una persona únicamente por la atracción afectiva y sexual que manifieste por unos y/o por otros, y mucho menos sin conocer a la persona en sí.

Dos puntos a tener también en cuenta, en lo que concierne al protagonista, son su sueño de ser novelista y saber más sobre su padre biológico. Lo primero, aunque presente como meta personal en su juventud y una realidad presente en su edad adulta, no es algo que se ahonde de manera significativa en comparación a otros asuntos más desgranados en la novela, siendo más bien un recurso y un parapeto para la trama. Con respecto al tema de su progenitor, es algo que deja caer al comienzo con indicios entre líneas no tan fáciles de leer, pero que a medida que el tiempo y las vivencias avanzan, irá resurgiendo esa inquietud de Billy, en especial cuando se entrevea secretos por destripar que ni las personas ni los años pueden enterrar para siempre.

A lo largo de la novela hay diferentes referencias narrativas, muchas buscadas por Billy en la biblioteca, aconsejado y guiado por su amada señorita Frost, centrándose mucho en historias sobre encaprichamientos prohibidos, complicados e incluso peligrosos. Algunos ejemplos son Madame Bovary de Gustave Flaubert, Grandes Esperanzas de Charles Dickens, o la obra teatral Verano y Humo de Tennessee Williams. Y con estas referencias metidas en medio de estas páginas, el autor logra captar atención potencial hacia estas obras a quienes no las conozcan.

Sus catorce capítulos muy generosamente extensos están narrados en primera persona, en la voz del propio Billy, compartiendo todas sus experiencias con clara y detallada naturalidad, sin andarse con medias tintas ni tapujos a la hora de exponer todo lo que considera importante de su vida, incluyendo los asuntos de índole sexual, pero sin caer estrepitosamente en la vulgaridad aunque sí pueda resultar un tanto explícito.
El estilo de John Irving me pareció bien balanceado, entre los pros y los contras que he encontrado en esta lectura. Aquí ha concebido una historia intensa, detallada, directa, sentida y visceral, fácil de seguir a pesar de la dimensión que abarca la vida de su protagonista tanto en experiencias como en tiempo amasados; sin embargo, por el calibre de páginas que la componen y por su propio estilo, esta la hace una lectura algo lenta y pesada en ciertos momentos, aunque en buena parte de la trama se vuelva mucho más dinámica y atractiva, y en general la convierte en una lectura que llevar a cabo con calma e incluso paciencia para poder disfrutarla por entero.
Uno de los puntos a favor del autor es su minuciosa exposición de la homosexualidad, de las alegrías y sobre todo las penas, de la realidad en torno al colectivo LGTB desde los años cincuenta hasta nuestros años más próximos. Aunque logra arrastrar bien al lector a la mentalidad y las emociones que implicaría haber vivido en esas distintas décadas, con lo relacionado a este tema logra llegar hasta el tuétano del mismo a través de su protagonista y las personas que forman hebras en el telar de su propia historia.

Billy cuenta con un amplio trasfondo a sus espaldas; a lo que se suma marcas propias como su costumbre incurable a las repeticiones, así como sus dificultades a la hora de pronunciar ciertas palabras más por cuestiones emocionales y psicológicas que meramente fisiológico. Se ve la curiosidad, tanto sexual como en lo que se refiere a la vida en sí y las personas que le rodean, desde esa edad que se es mayor para ser un niño pero joven para que le consideren un hombre. Comparte sus dudas, inquietudes y descubrimientos durante su adolescencia en Favourite River. Mostrará sus momentos de valor y a veces de cobardía; su entrega a su sueño de ser escritor de profesión, derramando buena parte de sus creencias y sentimientos referentes a las “tendencias sexuales no convencionales” en sus manuscritos. Algo que llega a frustrarle en alguna ocasión es su versatilidad con las personas tanto para las relaciones sexuales como de pareja, sin distinción entre hombres, mujeres y transexuales femeninos en ambos terrenos; pero esa bisexualidad en la que se va reafirmando con el tiempo es objeto de suspicacia para muchos. Un personaje que abre su alma y desnuda sus intimidades al lector sin pudor ni lamentaciones, con todo lo que implica ser como es; compartiendo también la importancia (ya sea positiva o negativamente) de cada persona que haya desfilado en vida que haya contribuido a ser como es, mostrando el afecto y el desprecio a veces inseparables hacia ellos según cada momento como las dos caras inseparables de una moneda.
Un muy dilatado elenco es el que rodea al protagonista, conformando un completo y complejo mosaico que sería imposible de englobar en esta reseña como se merecen.
Una parte muy importante es su familia. Tanto su abuela Victoria como su tía Muriel son mujeres de echar de comer a parte, sumamente altivas, propensas a censurar y criticar lo que no les agrada en los demás y que tienen a sus maridos bastante acogotados aunque no siempre; y en lo que respecta los Comediantes de First Sister, la una no es partidaria aunque resignada a los papeles que adopta su marido con afán, y la otra es avariciosa de protagonismo en lo posible sobre el escenario. El abuelo Harry es un personaje que me llegó al corazón, alguien que demuestra preocupación y afecto por su nieto, el cual con el tiempo desgrana lo que implicaba el transformismo de este hombre sobre un escenario más allá de las diferentes reacciones del público (desde la diversión a la repulsa). Por parte de Mary, la madre de Billy, me pareció alguien mutable; al principio no tan parecida a su madre y su hermana, encantada con su segundo matrimonio con Richard, una madre que siempre había adorado a su único hijo, pero que a medida que este crecía su personalidad cambia de manera inexplicable para él, pero con más significado de lo que hubiera entrevisto. Bob, el marido de Muriel, se hace querer y siempre regala todo su sincero afecto a su sobrino político; aunque su único defecto motivo de crítica para muchos es su excesivo consumo de alcohol, pero eso no mancha la buena madera que es él. Gerry, la prima de Billy, es un personaje de presencia sutil, pero que dentro de esa limitación va ganando participación a medida que transcurre la historia; con una relación tensa con sus padres y un carácter fuerte y chabacano que la hace indiferente a lo que piensen los demás sobre ella misma. Richard Abbot, el joven padrastro de Billy, es alguien cuya personalidad lo hace ganador de la simpatía de los demás; y aunque habrá momentos en que decepcione a su hijastro, desde el principio se gana su cariño como si fuera su padre biológico.
Dentro de Favourite River, está el matrimonio Hadley, aunque con un mayor peso en Martha, la esposa, y la hija del matrimonio, Elaine, siendo el cabeza de familia una figura con un pie metido en la irrelevancia. Martha será alguien que apoyará a Billy en algún momento, siendo confidente en parte de su adolescencia; mientras que Elaine será todo un referente de amistad leal, aunque ella no se librará de sus propios episodios dignos de encerrar con llave en lo más profundo de su memoria y su corazón, tan agónicos para ella que se vuelven complicados de compartir a fondo incluso con alguien tan importante para ella como es Billy. Entre sus compañeros se desgrana más, dentro de sus papeles secundarios, algunos miembros del equipo de lucha (que en general sorprenderán a pesar de ser pinceladas sutiles en la trama), destacando entre ellos su capitán: Kittredge; este joven con el guapo tan subido, creyéndose mejor que nadie y con poca amabilidad hacia los demás, sobre todo contra sus principales objetos de burla que son Billy y Elaine, tiene facilidad de ganarse el desprecio del lector pero que a su vez llega a sorprender de manera impactante cuando la novela se encuentre en un punto bastante avanzado. Otro estudiante a tener un poco en cuenta que entrelaza parte de su vida con Billy, con el que además comparte problemas de dicción, es Tom Atkins, un joven más bien insulso de mente y voluntad débiles e inseguras, el tipo de persona que suele despertar lástima en la mayoría y que suele considerarse alguien destinado a ser un pringado en esta vida de la cuna a la sepultura.
Muchas personas formarán parte de la vida de Billy en su edad adulta, tanto en el amor como en la amistad. Hombres, mujeres y transexuales de todo tipo y condición, algunos más trascendentes que otros. Sin embargo, la señorita Frost será la pieza maestra de todas en el desarrollo del protagonista. La bibliotecaria derrocha fuerza en su personalidad imperturbable, con un halo enigmático rodeándola que encandila a Billy tanto como ese cuerpo su, con sus manos grandes y sus pechos minúsculos a pesar de su edad. Detrás esta mujer hay detalles que darán que pensar, además de ser un personaje impactante en varios acontecimientos de la trama, y que sin duda influirá en el protagonista y dejará una impronta lo suficientemente honda para que siga recordándola de manera tan especial incluso en la vejez.
También está el padre de Billy, conocido por algunos como “el chico de los códigos”, un tema que es más mencionado al principio de la novela, sobre todo en la infancia del protagonista, para luego caer un poco en el olvido hasta que resurja en la memoria y la curiosidad de Billy con el paso de los años, a medida que descubra cosas que estaban cubiertas sobre esa figura enigmática para él.

Como antes mencioné, la trama es intensa, detallada, atractiva, sorprendente e incluso reveladora; y precisamente, junto a la profundidad de sus personajes, esos son sus puntos fuertes capaces de despertar curiosidad al lector, al ofrecer la vida entera de su protagonista/narrador a tantos niveles: su vida familiar, su adolescencia en la academia, la búsqueda de su propia persona y de su sexualidad, sus altibajos amorosos y personales, las verdades que van saliendo a la luz poco a poco de quienes han formado parte de su existencia; sus alegrías y arrojos, sus miedos y cobardías, sus aspiraciones y las maneras con las que ha salido adelante con todas las piedras que pasan por el camino de su vida (entre ellas, como es obvio, la homofobia); en definitiva, Billy Dean tal cual. Y todo lo bueno que ofrece esta novela hace que compense e incluso mitigues los contras que me ofreció, tales como la amplia dimensión que tiene que la convirtió en una lectura que necesité afrontar con bastante sosiego para cosechar el disfrute que encontré en sus páginas.
El final realmente me agradó, capaz de ofrecer incluso nuevos personajes y revelaciones que tengan su pequeña voz y voto por igual en la trama y en el alma de ese Billy en el último tercio de su vida. Y en sus últimas páginas dejará claro su protagonista cuánto ha influido en él todo lo que ha vivido y todas las personas que ha conocido; en especial su señorita Frost.

Conclusión: La biografía profunda y visceral de un hombre corriente en la que este desgrana, analiza y comparte todo lo que ha vivido y sentido. Un larguísimo y a veces empinado recorrido en muchos sentidos, incluido el sexual, que un lector con buena paciencia y nulo escepticismo será capaz de entender y sentir lo que Billy Dean Abbot es capaz de enseñar y enriquecer, tanto de sí mismo como de las personas en general, a lo largo de más de cincuenta años de su vida que recoge esta novela.


Mi valoración global: 4,5/5


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