Título: Personas
como yo
Título original: In One Person
Autor: John
Irving
Editado en España por: Tusquets
Editores
Sinopsis (spoiler en la última
frase):
Tanto en el pequeño teatro de
aficionados de la localidad de First Sister como en el Club de Teatro del
colegio, al adolescente Billy Dean suelen caerle en suerte papeles complejos y
ambiguos, aunque sin duda no tan comprometidos como los que deberá interpretar
en la vida. A los trece años, conoce a Richard Abbott, su futuro padrastro y
figura clave en su educación sentimental, quien a su vez le presentará a la
señora Frost, la maravillosa bibliotecaria del pueblo. A medida que avanzan los
cursos escolares y se va forjando como escritor, el joven Billy se embarcará en
la búsqueda de su identidad sexual, al tiempo que ve crecer en su interior la
necesidad de conocer a su verdadero padre, ese eterno ausente del que nadie
habla. Tardará toda una vida en dar con él, y será muy lejos de allí, en
Madrid.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Personas como yo nos adentra en
el amplio recorrido de la vida de Billy Dean, un escritor ya en la vejez en el
momento presente de la novela. Él desgranará su vida desde su infancia en los
años cincuenta, haciendo un repaso de todas esas experiencias que le han hecho
ser como es. Y de algún modo, ya sea en un sentido como en otro, la sexualidad
ha formado parte de ese desarrollo y recorrido personal.
Vemos como transcurre gran parte de su vida, sobre todo durante sus
primeros años, en su pueblo natal First Sister, en el estado de Vermont. Su
presencia desde su más tierna infancia a los ensayos y las representaciones del
grupo teatral aficionado de su comunidad donde buena parte de su familia
formaba parte: su madre la apuntadora; su tía y abuelo sobre el escenario (este
último, siempre interpretando papeles femeninos), y mas tarde su joven y carismático
padrastro. Sus años en la academia masculina colindante al pueblo, Favourite
River, donde su vida estudiantil y familiar transcurre entre la consciencia de
sus cuestiones personales sobre su sexualidad y el tenso sentimiento ambiguo de
enemistad-atracción que siente por Jacques Kittredge, un compañero miembro del
equipo de lucha de la academia que suele dedicarle mofas. Sus estancias en
otros lugares de Estados Unidos e incluso de Europa, tanto por sus estudios
superiores como por su alcanzada meta de infancia de convertirse en escritor
profesional, momentos de suponen su liberación de varias piedras atadas a su
cuello que acaban suponiendo para él la vida en First Sister.
Y entre tanto, distintos amores tanto correspondidos como si no llegan y
van en sus diferentes edades, volcando sus sentimientos y sus deseos sin
importar la edad o lo que tengan entre sus piernas esas personas; sin importar
su identidad y orientación sexual.
A través de las vivencias y los ojos de Billy, rememorando cada recuerdo
paralelamente entre su visión retrospectiva junto a la percepción crítica de
quien es en el presente, reflejará lo bueno y lo difícil de su vida, de su
familia, de su juventud y su madurez, de sus propios sueños y metas, de su
sexualidad, de sus amores y sus desamores, de secretos y revelaciones de
quienes le rodean. Y todo esto sumado a la figura inexistente y casi etérea de
un padre que nunca conoció y que lo escaso que sabe de este es por boca de su
familia materna.
En Personas como yo se trata
mucho las mareas emocionales de su protagonista a medida que se encuentra a sí
mismo en muchos sentidos, incluyéndose el terreno sexual; siendo toda una
biografía de Billy Dean donde desnuda su alma y refleja su desarrollo personal.
A parte de quienes mantuvieron relación de pareja con él, vemos también
sus encaprichamientos complicados e imposibles; como con su padrastro Richard,
su compañero de academia Kittredge o la madre de su amiga Elaine. Pero para él
no habrá mayor capricho que le desborde de sentimientos desde el primer momento
que la señorita Frost.
Siendo una novela de temática claramente LGTB, se desgrana menesteres y
tribulaciones implícitos en el colectivo, incluyendo su propia cultura,
acentuándose la complejidad de sus vidas; sobre todo cuando más atrás se
remonte en el tiempo en la vida de Billy. Vemos en su protagonista los
entresijos del sexo y la forma de moverse en el mismo; el afrontar las
orientaciones “no tradicionales” en aquellas épocas menos flexibles y
tolerantes; el desprecio hacia todos ellos, que incluso parece más marcado en
el caso de bisexuales, transexuales y transformistas; la presión (en gran
medida absurda y exagerada) que ejerce en Favourite River algunos profesores en
pos de prevenir toda posible tendencia sexual “antinatura” entre los alumnos
por lo que supone un ambiente escolar exclusivamente masculino en una edad en
que las hormonas se revolucionan; el daño emocional que puede producirse, tanto
intencionadamente como sin conocimiento de ello, en algunas personas debido a
pertenecer a una minoría sexual poco reconocida y respetada décadas atrás; los
estragos tanto físicos como sociales del sida, por igual entre quienes lo
sufren en sus carnes y en los que no lo han contraído, cuando esta enfermedad
se convierte en una pandemia entre los homosexuales; o las pantomimas y secretos
que algunos deciden llevar para no mostrar su propias verdades por miedo o
negación. En muchos casos, se muestra el lado más difícil e incómodo de ver de
la comunidad LGTB, más que el desinhibido y vivaz, como si el autor tratara de
crear concienciación de esas realidades aunque sean doloras de reconocer.
Y algo que sin duda se puede sacar al respecto en Personas como yo es que da igual si un individuo es gay, lesbiana,
bisexual, transexual… o heterosexual; porque esas preferencias son nada más que
una parte irrisoria de cada uno de nosotros, y todos poseemos un universo
personal muy amplio y único distinto al del resto si quitamos lo que nos guste
llevarnos a la cama. Y aquí nos damos cuenta que no podemos generalizar ni poner
etiquetas a una persona únicamente por la atracción afectiva y sexual que
manifieste por unos y/o por otros, y mucho menos sin conocer a la persona en
sí.
Dos puntos a tener también en cuenta, en lo que concierne al
protagonista, son su sueño de ser novelista y saber más sobre su padre
biológico. Lo primero, aunque presente como meta personal en su juventud y una
realidad presente en su edad adulta, no es algo que se ahonde de manera
significativa en comparación a otros asuntos más desgranados en la novela,
siendo más bien un recurso y un parapeto para la trama. Con respecto al tema de
su progenitor, es algo que deja caer al comienzo con indicios entre líneas no
tan fáciles de leer, pero que a medida que el tiempo y las vivencias avanzan,
irá resurgiendo esa inquietud de Billy, en especial cuando se entrevea secretos
por destripar que ni las personas ni los años pueden enterrar para siempre.
A lo largo de la novela hay diferentes referencias narrativas, muchas
buscadas por Billy en la biblioteca, aconsejado y guiado por su amada señorita
Frost, centrándose mucho en historias sobre encaprichamientos prohibidos,
complicados e incluso peligrosos. Algunos ejemplos son Madame Bovary de Gustave Flaubert, Grandes Esperanzas de Charles Dickens, o la obra teatral Verano y Humo de Tennessee Williams. Y
con estas referencias metidas en medio de estas páginas, el autor logra captar
atención potencial hacia estas obras a quienes no las conozcan.
Sus catorce capítulos muy generosamente extensos están narrados en
primera persona, en la voz del propio Billy, compartiendo todas sus
experiencias con clara y detallada naturalidad, sin andarse con medias tintas
ni tapujos a la hora de exponer todo lo que considera importante de su vida,
incluyendo los asuntos de índole sexual, pero sin caer estrepitosamente en la
vulgaridad aunque sí pueda resultar un tanto explícito.
El estilo de John Irving me pareció bien balanceado, entre los pros y los
contras que he encontrado en esta lectura. Aquí ha concebido una historia
intensa, detallada, directa, sentida y visceral, fácil de seguir a pesar de la
dimensión que abarca la vida de su protagonista tanto en experiencias como en
tiempo amasados; sin embargo, por el calibre de páginas que la componen y por
su propio estilo, esta la hace una lectura algo lenta y pesada en ciertos
momentos, aunque en buena parte de la trama se vuelva mucho más dinámica y
atractiva, y en general la convierte en una lectura que llevar a cabo con calma
e incluso paciencia para poder disfrutarla por entero.
Uno de los puntos a favor del autor es su minuciosa exposición de la
homosexualidad, de las alegrías y sobre todo las penas, de la realidad en torno
al colectivo LGTB desde los años cincuenta hasta nuestros años más próximos.
Aunque logra arrastrar bien al lector a la mentalidad y las emociones que
implicaría haber vivido en esas distintas décadas, con lo relacionado a este
tema logra llegar hasta el tuétano del mismo a través de su protagonista y las
personas que forman hebras en el telar de su propia historia.
Billy cuenta con un amplio trasfondo a sus espaldas; a lo que se suma
marcas propias como su costumbre incurable a las repeticiones, así como sus
dificultades a la hora de pronunciar ciertas palabras más por cuestiones
emocionales y psicológicas que meramente fisiológico. Se ve la curiosidad,
tanto sexual como en lo que se refiere a la vida en sí y las personas que le
rodean, desde esa edad que se es mayor para ser un niño pero joven para que le
consideren un hombre. Comparte sus dudas, inquietudes y descubrimientos durante
su adolescencia en Favourite River. Mostrará sus momentos de valor y a veces de
cobardía; su entrega a su sueño de ser escritor de profesión, derramando buena
parte de sus creencias y sentimientos referentes a las “tendencias sexuales no
convencionales” en sus manuscritos. Algo que llega a frustrarle en alguna
ocasión es su versatilidad con las personas tanto para las relaciones sexuales
como de pareja, sin distinción entre hombres, mujeres y transexuales femeninos
en ambos terrenos; pero esa bisexualidad en la que se va reafirmando con el
tiempo es objeto de suspicacia para muchos. Un personaje que abre su alma y
desnuda sus intimidades al lector sin pudor ni lamentaciones, con todo lo que
implica ser como es; compartiendo también la importancia (ya sea positiva o
negativamente) de cada persona que haya desfilado en vida que haya contribuido
a ser como es, mostrando el afecto y el desprecio a veces inseparables hacia
ellos según cada momento como las dos caras inseparables de una moneda.
Un muy dilatado elenco es el que rodea al protagonista, conformando un
completo y complejo mosaico que sería imposible de englobar en esta reseña como
se merecen.
Una parte muy importante es su familia. Tanto su abuela Victoria como su
tía Muriel son mujeres de echar de comer a parte, sumamente altivas, propensas
a censurar y criticar lo que no les agrada en los demás y que tienen a sus
maridos bastante acogotados aunque no siempre; y en lo que respecta los
Comediantes de First Sister, la una no es partidaria aunque resignada a los
papeles que adopta su marido con afán, y la otra es avariciosa de protagonismo
en lo posible sobre el escenario. El abuelo Harry es un personaje que me llegó
al corazón, alguien que demuestra preocupación y afecto por su nieto, el cual
con el tiempo desgrana lo que implicaba el transformismo de este hombre sobre
un escenario más allá de las diferentes reacciones del público (desde la diversión
a la repulsa). Por parte de Mary, la madre de Billy, me pareció alguien mutable;
al principio no tan parecida a su madre y su hermana, encantada con su segundo
matrimonio con Richard, una madre que siempre había adorado a su único hijo,
pero que a medida que este crecía su personalidad cambia de manera inexplicable
para él, pero con más significado de lo que hubiera entrevisto. Bob, el marido
de Muriel, se hace querer y siempre regala todo su sincero afecto a su sobrino
político; aunque su único defecto motivo de crítica para muchos es su excesivo consumo
de alcohol, pero eso no mancha la buena madera que es él. Gerry, la prima de
Billy, es un personaje de presencia sutil, pero que dentro de esa limitación va
ganando participación a medida que transcurre la historia; con una relación
tensa con sus padres y un carácter fuerte y chabacano que la hace indiferente a
lo que piensen los demás sobre ella misma. Richard Abbot, el joven padrastro de
Billy, es alguien cuya personalidad lo hace ganador de la simpatía de los demás;
y aunque habrá momentos en que decepcione a su hijastro, desde el principio se
gana su cariño como si fuera su padre biológico.
Dentro de Favourite River, está el matrimonio Hadley, aunque con un mayor
peso en Martha, la esposa, y la hija del matrimonio, Elaine, siendo el cabeza
de familia una figura con un pie metido en la irrelevancia. Martha será alguien
que apoyará a Billy en algún momento, siendo confidente en parte de su
adolescencia; mientras que Elaine será todo un referente de amistad leal,
aunque ella no se librará de sus propios episodios dignos de encerrar con llave
en lo más profundo de su memoria y su corazón, tan agónicos para ella que se
vuelven complicados de compartir a fondo incluso con alguien tan importante
para ella como es Billy. Entre sus compañeros se desgrana más, dentro de sus
papeles secundarios, algunos miembros del equipo de lucha (que en general
sorprenderán a pesar de ser pinceladas sutiles en la trama), destacando entre
ellos su capitán: Kittredge; este joven con el guapo tan subido, creyéndose
mejor que nadie y con poca amabilidad hacia los demás, sobre todo contra sus principales
objetos de burla que son Billy y Elaine, tiene facilidad de ganarse el
desprecio del lector pero que a su vez llega a sorprender de manera impactante
cuando la novela se encuentre en un punto bastante avanzado. Otro estudiante a
tener un poco en cuenta que entrelaza parte de su vida con Billy, con el que
además comparte problemas de dicción, es Tom Atkins, un joven más bien insulso
de mente y voluntad débiles e inseguras, el tipo de persona que suele despertar
lástima en la mayoría y que suele considerarse alguien destinado a ser un
pringado en esta vida de la cuna a la sepultura.
Muchas personas formarán parte de la vida de Billy en su edad adulta,
tanto en el amor como en la amistad. Hombres, mujeres y transexuales de todo
tipo y condición, algunos más trascendentes que otros. Sin embargo, la señorita
Frost será la pieza maestra de todas en el desarrollo del protagonista. La
bibliotecaria derrocha fuerza en su personalidad imperturbable, con un halo
enigmático rodeándola que encandila a Billy tanto como ese cuerpo su, con sus
manos grandes y sus pechos minúsculos a pesar de su edad. Detrás esta mujer hay
detalles que darán que pensar, además de ser un personaje impactante en varios
acontecimientos de la trama, y que sin duda influirá en el protagonista y
dejará una impronta lo suficientemente honda para que siga recordándola de
manera tan especial incluso en la vejez.
También está el padre de Billy, conocido por algunos como “el chico de
los códigos”, un tema que es más mencionado al principio de la novela, sobre
todo en la infancia del protagonista, para luego caer un poco en el olvido
hasta que resurja en la memoria y la curiosidad de Billy con el paso de los
años, a medida que descubra cosas que estaban cubiertas sobre esa figura
enigmática para él.
Como antes mencioné, la trama es intensa, detallada, atractiva,
sorprendente e incluso reveladora; y precisamente, junto a la profundidad de
sus personajes, esos son sus puntos fuertes capaces de despertar curiosidad al
lector, al ofrecer la vida entera de su protagonista/narrador a tantos niveles:
su vida familiar, su adolescencia en la academia, la búsqueda de su propia
persona y de su sexualidad, sus altibajos amorosos y personales, las verdades
que van saliendo a la luz poco a poco de quienes han formado parte de su
existencia; sus alegrías y arrojos, sus miedos y cobardías, sus aspiraciones y
las maneras con las que ha salido adelante con todas las piedras que pasan por
el camino de su vida (entre ellas, como es obvio, la homofobia); en definitiva, Billy Dean tal cual. Y todo lo bueno que ofrece esta novela hace que compense e
incluso mitigues los contras que me ofreció, tales como la amplia dimensión
que tiene que la convirtió en una lectura que necesité afrontar con bastante sosiego para cosechar el disfrute que encontré en sus páginas.
El final realmente me agradó, capaz de ofrecer incluso nuevos personajes
y revelaciones que tengan su pequeña voz y voto por igual en la trama y en el
alma de ese Billy en el último tercio de su vida. Y en sus últimas páginas
dejará claro su protagonista cuánto ha influido en él todo lo que ha vivido y
todas las personas que ha conocido; en especial su señorita Frost.
Conclusión: La biografía profunda y visceral de un hombre corriente en
la que este desgrana, analiza y comparte todo lo que ha vivido y sentido. Un larguísimo
y a veces empinado recorrido en muchos sentidos, incluido el sexual, que un
lector con buena paciencia y nulo escepticismo será capaz de entender y sentir
lo que Billy Dean Abbot es capaz de enseñar y enriquecer, tanto de sí mismo
como de las personas en general, a lo largo de más de cincuenta años de su vida
que recoge esta novela.
Mi valoración global: 4,5/5