Título: Leal
Título original: Allegiant
Autora: Veronica Roth
Editado en España por: RBA
Sinopsis:
Una sola decisión te define.
La sociedad dividida en facciones
en la que creía Tris Prior ha quedado hecha pedazos, fracturada por la
violencia y las luchas de poder, y marcada por la traición. Así que, cuando
tiene la oportunidad de explorar el mundo más allá de los límites que siempre
ha conocido, Tris está más que dispuesta. Puede que, al otro lado de la valla,
Tobias y ella descubran una nueva vida juntos más sencilla, libres de mentiras,
lealtades confusas y recuerdos dolorosos. Sin embargo, la nueva realidad de
Tris es aún más inquietante que la que ha dejado atrás. Lo que creían haber
descubierto deja de tener sentido. Surgen verdades explosivas que hacen cambiar
de opinión a sus seres queridos. Y, de nuevo, Tris lucha por comprender las
complejidades de la naturaleza humana (y de su propia naturaleza) a la vez que
se enfrenta a elecciones imposibles que tienen que ver con el valor, la
lealtad, el sacrificio y el amor.
Contada desde una doble perspectiva
fascinante, Leal, de la autora
superventas del New York Times
Veronica Roth, nos ofrece la impactante conclusión de la saga DIVERGENTE y nos revela los secretos del mundo
distópico que ha cautivado a millones de lectores.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación y el desenlace
de una saga, será inevitable mentar sucesos de los anteriores para mayor
comprensión y coherencia de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será
bajo tu propia responsabilidad.
Lo revelado en las últimas páginas de Insurgente
fue toda una bomba esclarecedora que impactó de lleno no sólo a los habitantes
de ese Chicago post apocalíptico, sino también al lector, por el claro grado de
incertidumbre que deja hasta iniciar la presente lectura.
El video de Edith Prior, sus palabras y las imágenes que en él se
visualizan, despierta duda, miedo, curiosidad e incluso rechazo entre los
habitantes de esa sociedad cuyo sistema de facciones cae en declive aunque
muchos aún se aferren a lo que han vivido y conocido siempre.
Esa verdad tan recelosamente ocultada no conviene a Evelyn, quien desea
instaurar bajo su mando una nueva ciudad donde la gente no se ciña a conductas
ni colores de ropa que los diferencien de otros grupos, donde los abandonados
se eleven después de años de ser tratados como escoria por los habitantes de
Chicago. Tampoco permitirá que nadie salga de la ciudad siguiendo las
indicaciones de ese video, aunque para ello tenga que recurrir a la ejecución
en el intento.
Muchos ciudadanos se resistirán al despego al sistema de facciones,
empezando los primeros brotes del germen de la sublevación de un modo similar
al que fraguaron los abandonados hasta alcanzar el poder sostienen tras la
caída de Erudición. Los leales al esquema social que siguieron durante
generaciones no están dispuestos a empezar de cero, al margen de lo que han
aprendido para vivir, ni mucho menos bajo los métodos de Evelyn.
Y por su parte Tris tiene la necesidad de ir más allá de los límites del
microuniverso al que pertenece, espoleada por Edith Prior, necesitada de saber
del mundo que desconocen, su relación con la mujer de esa grabación y la verdad
de los divergentes.
Más allá de esa ciudad de facciones que en tan poco tiempo ha sufrido
reveces de consecuencias crueles hay mucho por descubrir para Tris y quienes se
atrevan a seguir los mismos pasos que su curiosidad que se convierte en una
necesidad transcendental. Pero la verdad no es fácil de asimilar tras tantos
años en la penumbra, ni tampoco las mentiras y los complots se podrán eludir
mientras la naturaleza humana esté de por medio. Ya de cada uno, sobre todo en
sus decisiones y emociones, dependerá el paso siguiente del destino que entre
todos puedan forjar en ese mundo que sobrevive a las consecuencias del declive
pasado.
Leal pone fin a una trilogía
distópica llena de intrigas y reflexiones, donde se desgrana los motivos que
impulsa a un reducido número de la humanidad a condicionar sus formas de pensar
y sentir; que el no ceñirse a esos esquemas sean motivo de exclusión y
degradación, donde los versátiles divergentes eran eliminados como si fueran un
tabú. Cada individuo tiene su visión de lo que quiere y de lo que considera
correcto en el mundo que le toca vivir, entre los posibles cambios y el
escepticismo de dejar las cosas como llevan siendo desde que tienen memoria.
Aquí se esclarece todo sobre el mundo en el que viven sus protagonistas y
su situación global más allá del escenario hasta entonces conocido tanto para
el elenco como para el lector, revelándose en toda regla qué ocurre en Estados
Unidos y que el nombre de donde ha vivido Tris es Chicago (aunque ya de por sí
los lugares de la ciudad lo acreditan como escenario real en esa trama de
ficción); lo cual ofrece más profundidad, realismo e incluso coherencia al
escenario en el que se desarrolla la obra en su conjunto. También saldrá a la
luz el origen de esa sociedad de facciones y el significado de los divergentes,
en revelaciones inesperadas e interesantes aunque no lograron sorprenderme
demasiado, con un planteamiento lógico e incluso científico dentro de los
antecedentes de ese mundo post apocalíptico. Sin embargo, junto a Tris y Tobias
se aprenderá que el mundo a descubrir no tiene porqué ser idílico y no
demasiado mejor del caótico en el que se han movido, resultándoles tan pasmoso
como aberrante en ciertos aspectos, sobre todo si hay injusticia y desigualdad
dentro de un orden supuestamente avanzado y superior.
Leal exprime más aún ese dilema
entre la aceptación de la realidad por más difícil que sea, o el aferrarse a la
ignorancia para no encarar lo que se desconoce o nos disguste. Y si hasta antes
de esta lectura nos hemos caminado a la espalda de Tris en una sociedad
divisoria pero con delicada cooperación principalmente movida por la necesidad
y/o la conveniencia, aquí se masca en el ambiente que tiende más bien hacia el
clasismo y la falsa moral dentro de un lienzo que trata de mostrarse como una
obra sublime; y todo esto hará cavilar e incluso actuar contracorriente a
quienes se atrevan a ir más allá de ese hipotético Chicago futuro.
También me ha dado pie para las reflexiones otros tantos conceptos que se
desgranan en este cierre de saga: ¿Cuánto somos o no de perfectos? ¿De verdad
puede degradar el ser humano en su psique? ¿Qué se hace a la hora de la verdad
por quienes te importan? ¿Son tan incompatibles el amor y el egoísmo? ¿Todo es
tan blanco o negro como solemos pintarlo? ¿Vale más la pena los atajos cobardes
o los largos trayectos no exentos de dificultades? Y sobre todo, ¿cómo sabemos
que nuestras decisiones son correctas, sobre todo cuando mandamos a paseo la
lógica porque el corazón imponga su voluntad?
Como cabe esperar en este género y dado el punto de apoteosis que se
alcanza en el presente final, la relación de Tris y Tobias sigue siendo un
elemento presente y de peso, pero aquí sentí que se muestra más equilibrado con
la trama general. En Insurgente
pasaron por muchas rencillas hasta encontrar el equilibrio de nuevo, pero hay
piedras que las personas pueden volver a tropezar; y es aquí donde el hilo que
los une llega a una tensión tal que el romperse o no parece debatirse todavía
más en medio de la situación en la que se embarcan más allá de los límites de
la ciudad.
La narración se rompe en este desenlace, convirtiéndose en una historia a
dos voces entre Tris y Tobias, la mayor parte del tiempo intercalándose la
visión de ella y la de él, aunque habrá momentos en que cada uno haga dobles y
que incluso el propio Tobias acabe teniendo un peso que incline un poco la
balanza del protagonismo a su favor. Cincuenta y dos capítulos y un epílogo en
los que se compenetran la visión y las emociones de esta pareja, enriqueciendo
la trama con esa doble visión, muchas veces casi simultanea, que deja atrás la
limitación típica de las novelas al exponerse mayoritariamente por un único
personaje.
El estilo de Veronica Roth sigue cumpliendo la opinión que he dejado
patente en mis opiniones previas de esta trilogía; con el atractivo del primero
pero con ciertos altibajos que ya sentí durante la lectura del segundo. He de
recalcar que el final de una trilogía no es fácil de concebir y que al mismo
tiempo llegue a ser un digno broche final, y diría que esta autora lo consigue
en gran medida, principalmente en el sprint que apura su estilográfica en el
último tramo.
Tris fue, argumentalmente, un personaje que se movía de manera irregular.
Por un lado despliega ese atractivo que me convenció en Divergente; pero por otro lado en buena parte del epicentro del
libro sentí que decaía incluso como protagonista principal, hasta que
precisamente en el final despunta de una manera que logró mejorar como
personaje. Es en Leal donde Tris saca
todo lo que puede ofrecer, demostrándome su humanidad y sensibilidad desmedida
sin caer en el tedio gracias a la fortaleza que no ha dejado de sacar más y más
en su largo y complejo camino. Creo que ha logrado alcanzar altas cotas en mi
criterio dentro del rol de heroína, más si se coteja con otras en el género
diatópico en particular.
Aunque en Insurgente no sentí
que se hubiera explotado tanto como se pudo haber hecho, aquí Cuatro/Tobias
resurgió para mí cual ave fénix; en buena parte gracias a la voz cantante que
se le brinda aquí permite explorar mejor en él. Seguimos viendo a un joven
curtido por una infancia de maltratos y de hacerse fuerte y darse a valer en
una facción a la que principalmente se traslada para escapar de su propio
pasado tortuoso; impulsivo hasta caer sin remedio en la virulenta violencia;
tan sobreprotector con la chica de la que se enamora que llega a enturbiarse la
visión que debería ayudarme a llevar por buen camino su relación sentimental.
Será aquí cuando se explote tanto su trasfondo potencial como su lado más
humano tan lleno de miedos y fragilidades (en las que tenemos a sus padres y
Tris, además sobre sí mismo por los acontecimientos que le afectan más
directamente dentro de la trama de Leal);
y me gustó ver como se enfrenta a todo lo que sea necesario, incluso con las
cadenas que le merman, para pulir las imperfecciones que potencialmente le
pueden limitar.
Como lleva siendo en los anteriores, no he
sentido que realzaran mucho más el resto de personajes en comparación con la
parejita principal, salvo en puntuales momentos en los que logran dar su juego.
Caleb y Peter son realmente distintos pero aún así comparten personalidades que
acreditan lo contradictorio que puede ser un individuo; el primero por una
cobardía con la que intenta justificar su egoísmo, pero que aún así no es
alguien tan sumamente insensible y carente de emociones afectivas a pesar de
que su propia figura ocupe bastantes cupos en la cúspide de sus prioridades; el
segundo me pareció, en su resolución, una víctima del síndrome de Estocolmo
consigo mismo, y demostrará también ser todo un cobarde aunque tenga sus causas
para ello y que llegan a ser un motivo de posible compasión hacia este
personaje. Christina y Cara tendrán su relevancia en momentos propicios para
cumplir bien su papel, sobre todo la primera de ambas que llega hasta agradar
lo que puede llegar a influir en cierto personaje. Mi mayor chasco fue Uriah,
un personaje que me agradó mucho leer a lo largo de la saga pero que me pareció
desaprovechado a la hora de la verdad, casi como si la autora no hubiera tenido
claro qué hacer con él tras quedarse tan marcado por las muertes de Lynn y, en
especial, Marlene. El resto de personajes en Chicago (destacando Marcus y
Evelyn con las asperezas entre ellos de por medio) moverán sus fichas
paralelamente dentro del segundo que se establecen.
Lógicamente habrá nuevas caras más allá de la
ciudad, todas con su justo pero preciso papel, con alguna sorpresa impactante
entre ellos. También estará un tanto presente la figura de la madre de Tris,
sondándose con ella mucho más allá incluso que el pasado y la verdad sobre este
personaje tan clavado en el alma de la heroína.
La trama empieza con buena fuerza y expectativas
prometedoras, aunque en el amplio tramo del ecuador sentí un declive de la
misma, como si le faltara la mayoría de las cualidades que debe tener un libro
que cierra un ciclo. Sin embargo, es en el último centenar de páginas cuando empieza
a dar un giro para mejor (y que realmente consigue que mi valoración global suba bastante, a pesar de que el trascurso se me antojara más bien carente de gancho); pasando casi de un momento a otro del no parecer que
quede clara una resolución a revelar un desenlace que me resultó inesperado,
sorprendente hasta el punto de no dar crédito ciertos puntos hasta que las
evidencias caen por su propio peso para bien o para mal, con una emotividad que
no tiene desperdicio, dejándome a mí en particular un regusto agridulce. Creo
que, aunque ciertos aspectos se me antojan más bien injustos, la saga no podría
terminar de otra forma.
La portada rompe la evocación de alguna facción
seguida en los casos anteriores. En el libro, sobre todo en el tramo final,
cobra más sentido el significado de las indómitas aguas que se arremolinan en
un círculo sobre el título.
Conclusión: Un desenlace donde la verdad y nada más que la verdad,
sobre la ciudad de las facciones y más allá de ésta, así como el significado de
la divergencia, serán esclarecidas para apretar las tuercas a sus
protagonistas, que sin haberlo solicitado podrían marcar la diferencia en ese
mundo distópico. Si el lector ha llegado a empatizar con Tris y su historia,
creo que Leal pasará esa prueba final
de iniciación que es su criterio literario.
Mi valoración global: 4,5/5
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