Título: En Llamas
Título original: Catching Fire
Autora: Suzanne
Collins
Editado en España por: RBA
Sinopsis:
Katniss ha logrado lo que parecía
imposible: no sólo ha sobrevivido a los Juegos del Hambre, sino que ha
conseguido también que Peeta salga con vida de ellos. Pero con ello ha
desafiado al Capitolio, y todo el mundo sabe que ellos jamás olvidan… ni
perdonan. Mientras a su alrededor se forja una rebelión largo tiempo
ansiada, bajo la vigilancia de la
policía secreta, Katniss y Peeta procurarán mantener ante el público el papel
de locos enamorados, que les ha permitido sobrevivir… y que podría ser más
sincero de lo que parece.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación,
será inevitable mentar sucesos del anterior para mayor comprensión y coherencia
de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será bajo tu propia
responsabilidad.
Una vez más de vuelta a Panem, tras esos septuagésimo
cuartos Juegos del Hambre sin precedentes. Katniss y Peeta han tirado por
tierra la inquebrantable regla de un único superviviente, gracias a esa
combinación de ingenio, un fatal descuido de quienes supervisaban la arena,
tenacidad en la supervivencia y el meterse a los habitantes del Capitolio en el
bolsillo con la pantomima (al menos por parte de ella) de los enamorados del
distrito doce.
Cabría esperar que al volver a casa sus vidas serían más fáciles para
ellos y sus familias por el distintivo privilegiado de “vencedores”, pero no es
así en absoluto. Katniss incómoda por descubrir que Peeta no fingía sus
sentimientos durante los juegos, y Peeta abatido por no ser correspondido; lo
cual lleva a una situación de tensión, porque en ese momento fingir una
relación idílica y apasionada a los ojos de todo Panem es su más fiable pero
delicada garantía de supervivencia, tanto para ellos mismos como para sus seres
más queridos.
Aunque la pareja de oro de los espectadores del Capitolio intentan
convencer a todo el mundo (en especial a los distritos) de la normalidad del
estado en el que viven los habitante de Panem, nada impide que las brasas de
una posible revolución real aviven el fuego que eleve a los afligidos de esa
sociedad algún día, todo por lo que Katniss y Peeta lograron en la arena.
Y sin a penas percibirse, unos nuevos Juegos del Hambre se vislumbran en
el horizonte, que con el motivo de su septuagésima quinta edición adquiere
también un nombre paralelo al genuino: Vasallaje de los Veinticinco; que cada
cuarto de siglo desde su comienzo se impone una norma extra aleatoria y
desconocida la cual se considera ya (teóricamente) fijada por los que
instauraron los Juegos del Hambre.
Katniss y Peeta, al ser vencedores de su distrito, ya intrínsicamente
deberían compartir con Haymitch el rol de mentor de tributos del distrito doce…
Lo que no sabrá ella es lo mucho que volverá a salpicarle este cruel evento. Y
una nueva telaraña de intrigas, adversidades, mentiras, verdades a medias y
pesares se extenderá bajo la atenta mirada del hipócrita y dictatorial Snow.
El lector ya conoce lo básico de ese universo post apocalíptico, y aquí
se ahonda más en él (entre otras cosas, el Vasallaje de los Veinticinco), a la
par que se desgrana la repercusión sobre Panem de esa final sin precedentes en
Los Juegos del Hambre. Ya no es sólo una historia sobre una tiranía cruel y
déspota o de un inhumano espectáculo de carnicería juvenil, ya que la
supervivencia de dos tributos en unos mismos juegos se ve ante todo un acto de
rebeldía al Capitolio que toca la negra moral de quien rige esa nación. La
intriga, las semillas de un gran conflicto, el germen de la desconfianza
incluso en quienes podrías o deberías creer, e incluso historias de amor
fraguadas en un escenario angosto y cruel, son ejemplos de lo que puede brotar
al terminar los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre que enriquecen En Llamas.
Los oprimidos empiezan a ver una pequeña brasa que podría avivar las
llamas del cambio, la revolución y la liberación; no es una visión fácil de
alcanzar, pero empiezan a considerar que han tenido gacha la cabeza demasiado tiempo
y que el cambio no les parece tan imposible. El opresor por el contrario ve una
mala hierba que cortar de raíz, aunque eliminarla directamente no sería lo más
propio de un ser sádico como Snow; sabiendo que es posible utilizar las
amenazas en beneficio propio, recurriendo a las amenazas inteligentes y crueles
para atajar de paso quien agarra el mango, sabiendo además así puede resultar
más delicioso que tirar de una liquidación inmediata.
Y en medio estan Katniss y Peeta, en especial ella aunque él es un gran
exponente para la visión que unos y otros vislumbran en la protagonista. Faro
de esperanza y heroína en potencia sobre la que vuelcan muchas expectativas
para los distritos; una especie de ídolo protagonista de una historia romántica
que llega a tocar la maltrecha sensibilidad de los habitantes del Capitolio;
una mancha amenazante pero de la cual no teme abiertamente, porque no es más
que una jovencilla y puede tenerla bajo control ante la abismal diferencia de
poder e influencia entre ambos.
Pero sólo Katniss puede saber quien es y lo que quiere o debe hacer;
aunque nadie le dijo que sería fácil su camino, incluso habiéndose coronado
vendedora. Los peligros que la cercan a ella misma y a quienes le importan, la
incertidumbre que exuda la población desfavorecida con su soterrado pero más
palpable descontento, diversas revelaciones y confesiones, el fingir sus
propias emociones a ojos de los demás, e incluso el caos sentimental y mental
de sus circunstancias y los sucesos que se le van presentando; estos son ejemplos
de factores que se presentarán a lo largo de En Llamas, lo cual pondrá a prueba el peso del papel que le ha sido
asignado desde el comienzo, en un camino que juzgará cuanto puede marcar aún la
diferencia en lo que parecía completamente inmutable en su gris, decadente,
cruel e injusto mundo.
Nuevamente Katniss expone la trama, desde su visión, sus pensamientos y
sus emociones. E igualmente dividida en tres partes: La chispa, El vasallaje y
El enemigo. La voz de la heroía-narradora
siguió convenciéndome, derrochando emociones con mayor intensidad esta vez si
cabe, pero sin llegar al desbordante tedio que en otros casos llegan a sacar
relucir otras que comparten su doble rol en otras novelas. Aunque la narración
en primera persona suele pecar de limitaciones al depender de la perspectiva de
quien lo expone, creo que en este segundo se ha sobrellevado un tanto mejor con
respecto al inicial.
El estilo de Collins sigue siendo tan magnético y dinámico como demostró
en Los Juegos del Hambre. Sigue dilatando
el mundo de Panem, su historia, su situación presente, la forma en la que cada
grupo de sus habitantes caminan en esa dictadura que ha mutilado en mayor o
menor medida tantos valores que se suponen intrínsicos en el ser humano; y como
acabo de comentar, ha creado en su protagonista más crucial una voz narradora
que hace más interesante la lectura. En general, ha sido capaz de sorprenderme
y emocionarme con este segundo título de la trilogía, ha llegado a despertar mi
impotencia y mi rabia en varias ocasiones, me ha robado una sonrisa incluso
adentrándome en momentos realmente difíciles para sus personajes como remansos
de calma entre las tempestades que azotan la trama. Esta autora amasa en este
libro las suficientes virtudes narrativas que compensan bien algunas cosas que
me encontré, como cierta previsión de la que no se salva ningún novelista (pero
admitamos que si no se ve un poco de humo no tiene gracia a veces encontrarte
el fuego de pronto) y ciertos elementos desaprovechados o que casi parecían
meterse con calzador (en algunas ocasiones, para compensar o realzar otros
factores).
Katniss sigue siendo una heroína que esas que me agrada dentro de tantas
que se muestran en títulos de estos últimos años. Sigue siendo fuerte y
curtida, a veces teniendo que fortalecerse y curtirse a zancadas y a hierro
candente; pero no quita que sea emocional sin pecar de ello en exceso,
mostrando amabilidad en los momentos concretos, aunque a veces resulte un tanto
tosca esa gentileza dado su propio trasfondo. Su evolución es más acentuada,
tras las vivencias que deberá afrontar y todas las elucubraciones en las que se
sumerge (sobre su situación, el mundo en el que vive tras ser vencedora, e
incluso de sus propios sentimientos por Gale y Peeta).
Gale está, finalmente, más presente y con un rol más dinámico,
participativo y directo; y esto es algo que se agradece tras su anodino peso a
lo largo del primer libro. Sin embargo, no llegué a conectar con este personaje
a pesar de su importancia aún más marcada aquí para Katniss. Un tercer vértice
de un triángulo amoroso más que anunciado y que se hizo de rogar en el anterior
libro, pero no sentí que alcanzara las expectativas de ese rol que prometía ser
más crucial.
Peeta me siguió agradando más que la contrapartida que supone Gale, a
pesar de la creciente presencia del segundo. Vemos su forma de afrontar el
estar reconocida y sinceramente enamorado aunque no sea correspondido, y que
por necesidad y supervivencia seguirá ese angustioso papel que le sería más
placentero si fuera verdad. Si tuviera que elegir entre los dos chicos cual
hace de mejor pilar para los momentos difíciles de la heroína-narradora, para
mí Peeta gana. Si ya su labia y su encanto a ojos del Capitolio fueron demoledores,
está claro que en En Llamas no se
queda corto.
Haymitch dará de nuevo su juego, a la altura de su aparición previa; sin
salirse demasiado de su línea marcada por el trauma que vivió de joven en la
arena aunque con un desarrollo marcado como personaje. También se sondará un
poco más su pasado, dado que (si el lector hace cuentas) ganó el segundo
Vasallaje de los Veinticinco en el pasado.
Qué decir de Effie; siempre variopinta, otra víctima de generaciones de
insensibilidad por pertenecer al privilegiado Capitolio. Pero más allá de esas
marcas indiscutibles que la hacen el personaje que es, también palpé su
evolución; tras esa mujer, quien ha vivido siempre ajena a los fantasmas que
atormentan a los desfavorecidos de los distritos desde su atalaya de seguridad
y bienestar, no puede evitar conectarse a Katniss y Peeta con un lazo emocional
que potencialmente sacará su lado más humano tras la banalidad inculcada por
sus conciudadanos.
Prim y la señora Everdeen son sustancialmente más presenciales en este
segundo libro, a destacar por la abismal maduración de la hermana de Katniss en
tan poco tiempo; y dicho crecimiento emocional y racional ejercen una potencial
influencia en quien ejerce el peso de piedra angular de la historia.
Un personaje que quiero puntualizar es Madge, que ya pudimos leer en el
anterior libro, con la mayor relevancia de ser quien le regala a Katniss la
insignia del sinsajo que se vuelve inseparable para la protagonista. Tras esa
primera aparición demasiado tímida, aquí la autora recurre a ella más bien poco
y de manera puntual en pos del avance argumental de otros personajes; demasiado
comedida y quizás mal explotada y que su juego hubiera sido algo más
aprovechado.
Obviamente habrá nuevas aportaciones en el elenco en todos los escenarios
posibles de Panem, pero sondar en ellos sería caer en spoilers gratuitos; nada
más diré que, en general, cada uno de ellos despiertan sentimientos y
pensamientos de todo tipo en el lector, cumpliendo bien sus roles en general
para el satisfactorio entretenimiento del lector. Tampoco olvido esas caras
conocidas, como Cinna (el cual me agradó desde su primera aparición y por el
que sentí bastante empatía). A través de Katniss y Peeta el lector sonda un
poco más la mentalidad, costumbres y estilo de vida del Capitolio; yo destacaría
un caso en concreto en que demuestra una inagotable banalidad frívola que
produce estupor e indignación en sendos personajes y en el lector por igual.
No podía omitir al presidente Snow, que ahora se vuelve un personaje
mucho más real que en el anterior libro. En toda regla, un dictador que no
acepta réplicas de nadie en cuanto a sus pensamientos y su forma de manejar
Panem, su particular teatro de polichinelas, sin miramientos de cortar hilos o
mutilar esos muñecos suyos que son sus habitantes. Un opresor que no conoce la
piedad, en especial con la más baja estofa pero sin considerar intocables a los
que están justo por debajo de él en la pirámide social. A través de Katniss, el
lector sonda y percibe de lo que es capaz este personaje y su psique ponzoñosa,
en especial en el trato cuando las distancias son más cortas de lo que
cualquiera desearía entablar con él.
De la historia en general, me gustó tanto e incluso un poco más que el
primero de la trilogía. En parte, podría decirse que es un bis en plan 1.5 si
fuera un programa informático; pero no es una simple recurrencia del que dio
comienzo, ya que hay mucho detrás de los propios Juegos del Hambre, con mayor
intriga, capotazos de amoríos y todo lo que implica un mundo que amenaza con
mutar (aunque se augura que sea a fuego y sangre) por más que lleve década y
décadas sometido al asfixiante y férreo encorsetamiento de la cruel dictadura
regente.
Sobre el final, y que me agradó también algo más con respecto a Los Juegos del Hambre es que no sabía
que me iba a encontrar y el resultado fue agradable y potencialmente prometedor
para la continuación... La autora supo desarmarme por completo en su última
página, preparándome para esa última línea que te hace contener el aliento un
segundo mientras cierras la cubierta.
La portada sigue teniendo de protagonista al sinsajo, aunque distinto a
la primera que era en forma de la insignia de Katniss, siendo este caso un
aspecto más real de esa ave ficticia. Una vez más, una cubierta que encierra
sencillez atrayente en su diseño.
Conclusión: Ya aquí me encuentro con un libro que deja atrás las
extrañas similitudes con Battle Royale
que me encontré. Una historia que avanza entre la crueldad indiscriminada y la
bondad cohibida, entre el odio y el amor, con un mundo retorcido y un juego desalmado
como pistas de baile en el que sus personajes danzan como premisa del desenlace
en Sinsajo.
Mi valoración global: 4,5/5
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