Título: Ciudades
de Papel
Título original:
Paper Towns
Autor: John Green
Editado en España por: Nube de
Tinta
Sinopsis:
En su último año de instituto,
Quentin no ha aprobado ni en popularidad ni en asuntos del corazón… Pero todo
cambia cuando su vecina, la legendaria, inalcanzable y enigmática Margo Roth
Spiegelman, se presenta en mitad de la noche para proponerle que le acompañe a
un plan de venganza inaudito. Después de una intensa noche que reaviva el
vínculo de una infancia compartida y parece sellar un nuevo destino para ambos,
Margo desaparece dejando tras de sí un extraño cerco de pistas.
Con un estilo único que combina
humor y sensibilidad, John Green, el autor de Bajo la misma estrella, teje una emotiva historia a la que da vida
un inolvidable elenco de personajes. Ganadora del prestigioso premio Edgar, Ciudades
de papel aborda los temas de la amistad,
el amor y la identidad para plantearnos una pregunta: ¿vemos en los demás, y en
nosotros mismos, solo aquello que queremos ver?
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Tenía muchas expectativas con este libro tras mi lectura de Bajo la Misma Estrella, y cierta
preocupación por algunos comentarios que afirmaban que este título no alcanza
el nivel de la obra que hizo tan famoso a John Green. Finalmente, pude
comprobar que la marca del autor ha vuelto a marcarme con un desmesurado
sentimiento de agrado.
La vida de Quentin es de lo más normal, con su vida de instituto dentro
del corriente grupo en el que se mueve al margen de los banales que se codean
en el de los populares. Vive el día a día con sus amigos, con un expediente
inmaculado y sin salirse de lo política y condicionadamente correcto hasta el
presente en su último año de instituto de cara a la universidad. Lo más
destacable e inverosímil de su vida fue a los nueva años, cuando él y su
entonces amiga Margo encontraron un cadáver en el parque próximo a su
vecindario; experiencia que le aterró en ese justo momento a diferencia de
Margo, aunque tampoco le dejó secuelas traumáticas (aunque el tener padres
psicólogos de profesión seguramente sirve de mucho en estos casos). Y desde
entonces y sin un motivo aparente, su buena amistad con Margo se despidió de él
a la francesa, aunque hayan vivido todo ese tiempo puerta con puerta, fueran al
mismo colegio, o fueran después al mismo instituto y se movieran en círculos
próximos pero a su vez lejanos.
Una noche, de buenas a primeras, muy cerca del final de curso y la
graduación (con la notoria presencia de la típica expectación americana
producto del baile de graduación), Margo irrumpe en la ventana del cuarto de
Quentin para arrastrarle a un plan movida por la venganza que resulta
minucioso, vertiginoso, hilarante e impactante a partes iguales. Y tras esa
noche intensa en el que parecen acortarse poco a poco la distancia emocional
que se puso de por medio tiempo atrás, ella se esfuma sin dar constancia de su
marcha tan siquiera a sus propios padres (aunque no sería la primera vez que la
popular e indómita Margo Roth Spiegelman hace una locura de ese tipo). Quentin
sentirá el deseo de encontrarla siguiendo lo que parece ser pistas de la propia
Margo, pues ya dejó indicios similares con anterioridad en sus estrafalarias e
inesperadas escapadas.
Ciudades de Papel es una
historia que nos arrastra a la vida de Quentin en lo que le ocurre durante ese
importante paso de transición a la edad adulta con el inminente fin de su vida
estudiantil previo a la universidad. Y esta transición cobra más profundidad
cuando Margo toma un rol importante, marcando un antes y un después más
importante sobre Quentin de lo que él hubiese podido conjeturar.
El protagonista principal de la historia siempre ha llevo las riendas de
su vida con absoluta normalidad, capoteando los riesgos y siguiendo un código
de conducta ejemplar desde su posición de chico corriente de instituto (vamos,
uno más entre las numerosas víctimas de los populares y deportistas tan tópicos
de principio a fin de los institutos americanos). Siempre ha tenido una
fijación y un recuerdo catalogados de especiales en lo que respecta a la figura
de Margo, tanto de la amistad de infancia que compartieron como viéndola desde
la distancia que separan los chicos corrientes de aquellos que acaban
considerándose especiales e inalcanzables para los que se autoproclaman del
montón.
Y cuando ella se quita absolutamente de en medio tras un acercamiento
inesperado y profundo, ya todo empieza a cambiar en él sin que pueda evitarlo,
e incluso preverlo; y esta última gran escapada de Margo salpicará a Quentin
hasta ahogarle en un remolino de reconsideraciones respecto a todo lo que le
rodea y de un nuevo encuentro consigo mismo, a la par que él se vuelca en
cuerpo y alma por encontrarla, inquieto por si esta desaparición de Margo pueda
ser la primera (y última) que se convierta en un viaje sin billete de vuelta en
todos los sentidos.
Será el lector, a través de Quentin como narrador en primera persona,
quien recorra tras el prólogo las tres partes de este libro (Los Hilos, La Hierba y El recipiente)
un periplo de reflexiones, de indicios que a veces no serán tan simples como en
ciertos casos pueda parecer y de mayor conocimiento tanto de lo desconocido
como de lo que se supone ya más que conocido; sin que falten momentos
hilarantes colocados de manera armoniosa e inteligente para que el hierro de
esta historia no sea más pesado de la cuenta. Y sobre todo, veremos la tensión
mental que se sumergirá el propio Quentin a razón de la extraña desaparición de
Margo, una preocupación que se eclipsa por la obsesión por encontrarla, por
entenderla y, sobre todo, la inquietud de si al final de esa búsqueda el premio
sea el cuerpo sin vida de la que fue su amiga de infancia.
El estilo de John Green, tras corroborarlo con esta lectura, preserva el
encanto que me atrapó con Bajo la Misma
Estrella. Profunda pero sin ser densa, pero al mismo tiempo sencilla sin
caer en la simpleza absoluta; una trama expuesta de una forma tan magistral que
hace realmente difícil despegar los ojos de sus páginas. La expectación la
mantiene hasta prácticamente vislumbrar la meta de este recorrido que nos guía
Quentin, en un sendero lleno de reflexiones que potencialmente enriquece al
lector, estando presente además ese sentido del humor inteligente, mordaz y
certero que el autor preña la personalidad de sus personajes en las situaciones
propicias. Además, sus personajes son realmente profundos en su base y en su
evolución, llenos de vida y humanidad.
Con esta segunda obra suya, John Green se ha convertido en uno de esos
autores que difícilmente pueda fallar a la inmensa mayoría de lectores.
Quentin es tan cotidiano como corriente, incluso con su recurrente hábito
de enumerar los factores de lo que le ocurre o lo que elucubra. Y con él de la
mano el lector podrá apreciar, poco a poco aunque con palpable notoriedad, su enorme
evolución y maduración a lo largo de la novela; a pesar de que él siempre ha parecido
demostrar cierto grado de madurez y de equilibrio mental por influencia de sus
padres. El descubrirá y aprenderá muchas cosas, sobre las que siempre ha creído
o hecho siempre, que la comprensión y visión de sí mismo y las demás personas
no es tan simple. Además, corroborará que los grandes cambios en la vida suelen
ser más difíciles de lo que se pueda considerar de antemano, que incluso pueden
producir cierto grado de pavor y tristeza, y que de cada uno depende afrontar
todas las etapas que se nos ponen por delante. También está su idealización de
la figura de Margo, y el lector verá como en sus reflexiones sondará en ella,
especialmente mientras trata de encontrarla con obsesivo empeño.
La popular y aclamada Margo es sin duda singular y un tanto misteriosa,
muy presente incluso en todo el tiempo en que Quentin tratará de encontrarla y
comprenderla mejor. Ya con su plan de venganza me ganó mucho la personalidad
que muestra en ese momento, pero luego he llegado a recelar de ella hasta que,
con la ayuda de Quentin, pude ahondar más en ella y los enigmas que afloran su
figura. Aunque ella, más concretamente su ser y sus pensamientos, supone un
pozo de misterios a lo largo de la novela, se puede comprender e incluso
empatizar con esta joven que esconde su lógica debajo de ese libre albedrío
suyo. Sin duda, es un personaje cuya profundidad sin límites hace que las
ciudades que ella considera “de papel” sean demasiado pequeñas para ella a
prácticamente todos los niveles de su personalidad y su alma.
Muy importantes serán los dos amigos de Quentin: Ben y Radar. Los dos
tienen personalidades muy distintas pero que se balancean en perfecto
equilibrio en la amistad con el protagonista principal, y juntos los tres
conforman un simpático y perfecto triángulo equilátero de amigos. Ben es más
desinhibido, alocado, temperamental e incluso soez dentro de las bromas tan
presentes con sus amigos, además de haragán a la hora echar una mano cuando el
mismo está más enfocado en sus propios asuntos y dilemas y con una simpleza que
puede llegar a ser potencialmente brillante en algún momento; pero incluso con
esas peculiaridades que no suelen ser vistas como virtudes, demuestra que es un
gran amigo para Quentin. Por su parte, Radar es muy diametralmente opuesto a
Ben, por su inteligencia, su agilidad y agudeza mental, por un temple que no
resta que pueda ser mordaz y divertido, por ser la sensatez más acentuada del
trío de amigos y ser más solícito incluso cuando no tenga “el cuerpo muy
católico”. Sin duda, ellos dos son de los mejores alicientes de la novela,
tanto por separado como por pilares de esa amistad.
Hay otros tantos personajes más, que cumplen bien su papel aunque sean
menos palpables en su mayoría si los comparamos con los anteriores. Como es
lógico, los padres de Quentin tienen su presencia muy marcada, y desde el
comienzo se ve en ellos que son psicólogos (redomadamente psicólogos) y aplican
sus conocimientos con una constancia un tanto descarada, pero que no por ello
signifique sean faltos de humanidad y emociones; simplemente es su forma de ser
y de vivir, y eso a veces puede desesperar al lector (y a Quentin en algún
caso, por más acostumbrado que esté a ellos). Y por otro lado, sólo mencionaré (sin
caer en spoiler descarado) que hay un personaje que en los primeros capítulos no
auguré que tuviera la participación que fue adquiriendo al ir avanzando la trama, y que se convierte en un buen
complemento en la historia cuanto más avanza esta; y la verdad es que, dentro de
cómo es este personaje en cuestión, me cayó bastante en gracia.
En general, una trama tan divertida como sentida, con un generoso manojo
de llaves que nos abre muchas puertas de reflexiones y que se vuelve más
dinámica a medida que las páginas pasan y el lector se empapa de los
pensamientos y las experiencias que afronta Quentin.
Su tramo final me resultó vertiginoso, fresco y efervescente; que sin duda
te encadena a la lectura hasta su desenlace, el cual me pareció la ronda en la
que el autor puso una buena tajada de momentos llenos de humor y dinamismo,
para llevarnos a un desenlace que, en mi particular caso, me dejó desarmado
pero que me gustó y que fui más que consciente de que de otra forma no podría
acabar un libro de John Green.
Su portada es un ejemplo del gusto que se esconde en la sencillez, al
igual que pasa con la de Bajo la Misma
Estrella. Puede que algunos se dejen engañar por su diseño, pero desde
luego es una auténtica caja de Pandora que dentro guarda mucho más de lo que
aparenta. Y el motivo de su título, aunque parece bastante claro al alcanzar
cierto punto del comienzo del libro, la verdad es que el significado que
encontramos sobre “ciudades de papel” es mucho más dilatado de lo que puede
esperarse.
Conclusión: Una vez más, Green ha concebido una historia sumamente
interesante y atractiva. Ciudades de
Papel te hará reír, te emocionará, te hará reflexionar; será una fuente de
inspiración que ilumina con temas muy presentes en nuestras vidas, pero que tan
a menudo se quedan desapercibidos en las sombras de nuestras conciencias, que a
su vez dilatará la visión de todo lo que nos rodea.
Si leíste Bajo la Misma Estrella,
Ciudades de Papel no te defraudará lo
más mínimo.
Mi valoración
global: 5/5
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