lunes, 5 de octubre de 2015

Crítica personal: Ciudades de Papel

Título: Ciudades de Papel
Título original: Paper Towns
Autor: John Green
Editado en España por: Nube de Tinta

Sinopsis:

En su último año de instituto, Quentin no ha aprobado ni en popularidad ni en asuntos del corazón… Pero todo cambia cuando su vecina, la legendaria, inalcanzable y enigmática Margo Roth Spiegelman, se presenta en mitad de la noche para proponerle que le acompañe a un plan de venganza inaudito. Después de una intensa noche que reaviva el vínculo de una infancia compartida y parece sellar un nuevo destino para ambos, Margo desaparece dejando tras de sí un extraño cerco de pistas.

Con un estilo único que combina humor y sensibilidad, John Green, el autor de Bajo la misma estrella, teje una emotiva historia a la que da vida un inolvidable elenco de personajes. Ganadora del prestigioso premio Edgar, Ciudades de papel aborda los temas de la amistad, el amor y la identidad para plantearnos una pregunta: ¿vemos en los demás, y en nosotros mismos, solo aquello que queremos ver?

Crítica personal (puede haber spoilers):

Tenía muchas expectativas con este libro tras mi lectura de Bajo la Misma Estrella, y cierta preocupación por algunos comentarios que afirmaban que este título no alcanza el nivel de la obra que hizo tan famoso a John Green. Finalmente, pude comprobar que la marca del autor ha vuelto a marcarme con un desmesurado sentimiento de agrado.

La vida de Quentin es de lo más normal, con su vida de instituto dentro del corriente grupo en el que se mueve al margen de los banales que se codean en el de los populares. Vive el día a día con sus amigos, con un expediente inmaculado y sin salirse de lo política y condicionadamente correcto hasta el presente en su último año de instituto de cara a la universidad. Lo más destacable e inverosímil de su vida fue a los nueva años, cuando él y su entonces amiga Margo encontraron un cadáver en el parque próximo a su vecindario; experiencia que le aterró en ese justo momento a diferencia de Margo, aunque tampoco le dejó secuelas traumáticas (aunque el tener padres psicólogos de profesión seguramente sirve de mucho en estos casos). Y desde entonces y sin un motivo aparente, su buena amistad con Margo se despidió de él a la francesa, aunque hayan vivido todo ese tiempo puerta con puerta, fueran al mismo colegio, o fueran después al mismo instituto y se movieran en círculos próximos pero a su vez lejanos.
Una noche, de buenas a primeras, muy cerca del final de curso y la graduación (con la notoria presencia de la típica expectación americana producto del baile de graduación), Margo irrumpe en la ventana del cuarto de Quentin para arrastrarle a un plan movida por la venganza que resulta minucioso, vertiginoso, hilarante e impactante a partes iguales. Y tras esa noche intensa en el que parecen acortarse poco a poco la distancia emocional que se puso de por medio tiempo atrás, ella se esfuma sin dar constancia de su marcha tan siquiera a sus propios padres (aunque no sería la primera vez que la popular e indómita Margo Roth Spiegelman hace una locura de ese tipo). Quentin sentirá el deseo de encontrarla siguiendo lo que parece ser pistas de la propia Margo, pues ya dejó indicios similares con anterioridad en sus estrafalarias e inesperadas escapadas.

Ciudades de Papel es una historia que nos arrastra a la vida de Quentin en lo que le ocurre durante ese importante paso de transición a la edad adulta con el inminente fin de su vida estudiantil previo a la universidad. Y esta transición cobra más profundidad cuando Margo toma un rol importante, marcando un antes y un después más importante sobre Quentin de lo que él hubiese podido conjeturar.
El protagonista principal de la historia siempre ha llevo las riendas de su vida con absoluta normalidad, capoteando los riesgos y siguiendo un código de conducta ejemplar desde su posición de chico corriente de instituto (vamos, uno más entre las numerosas víctimas de los populares y deportistas tan tópicos de principio a fin de los institutos americanos). Siempre ha tenido una fijación y un recuerdo catalogados de especiales en lo que respecta a la figura de Margo, tanto de la amistad de infancia que compartieron como viéndola desde la distancia que separan los chicos corrientes de aquellos que acaban considerándose especiales e inalcanzables para los que se autoproclaman del montón.
Y cuando ella se quita absolutamente de en medio tras un acercamiento inesperado y profundo, ya todo empieza a cambiar en él sin que pueda evitarlo, e incluso preverlo; y esta última gran escapada de Margo salpicará a Quentin hasta ahogarle en un remolino de reconsideraciones respecto a todo lo que le rodea y de un nuevo encuentro consigo mismo, a la par que él se vuelca en cuerpo y alma por encontrarla, inquieto por si esta desaparición de Margo pueda ser la primera (y última) que se convierta en un viaje sin billete de vuelta en todos los sentidos.
Será el lector, a través de Quentin como narrador en primera persona, quien recorra tras el prólogo las tres partes de este libro (Los Hilos, La Hierba y El recipiente) un periplo de reflexiones, de indicios que a veces no serán tan simples como en ciertos casos pueda parecer y de mayor conocimiento tanto de lo desconocido como de lo que se supone ya más que conocido; sin que falten momentos hilarantes colocados de manera armoniosa e inteligente para que el hierro de esta historia no sea más pesado de la cuenta. Y sobre todo, veremos la tensión mental que se sumergirá el propio Quentin a razón de la extraña desaparición de Margo, una preocupación que se eclipsa por la obsesión por encontrarla, por entenderla y, sobre todo, la inquietud de si al final de esa búsqueda el premio sea el cuerpo sin vida de la que fue su amiga de infancia.

El estilo de John Green, tras corroborarlo con esta lectura, preserva el encanto que me atrapó con Bajo la Misma Estrella. Profunda pero sin ser densa, pero al mismo tiempo sencilla sin caer en la simpleza absoluta; una trama expuesta de una forma tan magistral que hace realmente difícil despegar los ojos de sus páginas. La expectación la mantiene hasta prácticamente vislumbrar la meta de este recorrido que nos guía Quentin, en un sendero lleno de reflexiones que potencialmente enriquece al lector, estando presente además ese sentido del humor inteligente, mordaz y certero que el autor preña la personalidad de sus personajes en las situaciones propicias. Además, sus personajes son realmente profundos en su base y en su evolución, llenos de vida y humanidad.
Con esta segunda obra suya, John Green se ha convertido en uno de esos autores que difícilmente pueda fallar a la inmensa mayoría de lectores.

Quentin es tan cotidiano como corriente, incluso con su recurrente hábito de enumerar los factores de lo que le ocurre o lo que elucubra. Y con él de la mano el lector podrá apreciar, poco a poco aunque con palpable notoriedad, su enorme evolución y maduración a lo largo de la novela; a pesar de que él siempre ha parecido demostrar cierto grado de madurez y de equilibrio mental por influencia de sus padres. El descubrirá y aprenderá muchas cosas, sobre las que siempre ha creído o hecho siempre, que la comprensión y visión de sí mismo y las demás personas no es tan simple. Además, corroborará que los grandes cambios en la vida suelen ser más difíciles de lo que se pueda considerar de antemano, que incluso pueden producir cierto grado de pavor y tristeza, y que de cada uno depende afrontar todas las etapas que se nos ponen por delante. También está su idealización de la figura de Margo, y el lector verá como en sus reflexiones sondará en ella, especialmente mientras trata de encontrarla con obsesivo empeño.
La popular y aclamada Margo es sin duda singular y un tanto misteriosa, muy presente incluso en todo el tiempo en que Quentin tratará de encontrarla y comprenderla mejor. Ya con su plan de venganza me ganó mucho la personalidad que muestra en ese momento, pero luego he llegado a recelar de ella hasta que, con la ayuda de Quentin, pude ahondar más en ella y los enigmas que afloran su figura. Aunque ella, más concretamente su ser y sus pensamientos, supone un pozo de misterios a lo largo de la novela, se puede comprender e incluso empatizar con esta joven que esconde su lógica debajo de ese libre albedrío suyo. Sin duda, es un personaje cuya profundidad sin límites hace que las ciudades que ella considera “de papel” sean demasiado pequeñas para ella a prácticamente todos los niveles de su personalidad y su alma.
Muy importantes serán los dos amigos de Quentin: Ben y Radar. Los dos tienen personalidades muy distintas pero que se balancean en perfecto equilibrio en la amistad con el protagonista principal, y juntos los tres conforman un simpático y perfecto triángulo equilátero de amigos. Ben es más desinhibido, alocado, temperamental e incluso soez dentro de las bromas tan presentes con sus amigos, además de haragán a la hora echar una mano cuando el mismo está más enfocado en sus propios asuntos y dilemas y con una simpleza que puede llegar a ser potencialmente brillante en algún momento; pero incluso con esas peculiaridades que no suelen ser vistas como virtudes, demuestra que es un gran amigo para Quentin. Por su parte, Radar es muy diametralmente opuesto a Ben, por su inteligencia, su agilidad y agudeza mental, por un temple que no resta que pueda ser mordaz y divertido, por ser la sensatez más acentuada del trío de amigos y ser más solícito incluso cuando no tenga “el cuerpo muy católico”. Sin duda, ellos dos son de los mejores alicientes de la novela, tanto por separado como por pilares de esa amistad.
Hay otros tantos personajes más, que cumplen bien su papel aunque sean menos palpables en su mayoría si los comparamos con los anteriores. Como es lógico, los padres de Quentin tienen su presencia muy marcada, y desde el comienzo se ve en ellos que son psicólogos (redomadamente psicólogos) y aplican sus conocimientos con una constancia un tanto descarada, pero que no por ello signifique sean faltos de humanidad y emociones; simplemente es su forma de ser y de vivir, y eso a veces puede desesperar al lector (y a Quentin en algún caso, por más acostumbrado que esté a ellos). Y por otro lado, sólo mencionaré (sin caer en spoiler descarado) que hay un personaje que en los primeros capítulos no auguré que tuviera la participación que fue adquiriendo al ir avanzando  la trama, y que se convierte en un buen complemento en la historia cuanto más avanza esta; y la verdad es que, dentro de cómo es este personaje en cuestión, me cayó bastante en gracia.

En general, una trama tan divertida como sentida, con un generoso manojo de llaves que nos abre muchas puertas de reflexiones y que se vuelve más dinámica a medida que las páginas pasan y el lector se empapa de los pensamientos y las experiencias que afronta Quentin.
Su tramo final me resultó vertiginoso, fresco y efervescente; que sin duda te encadena a la lectura hasta su desenlace, el cual me pareció la ronda en la que el autor puso una buena tajada de momentos llenos de humor y dinamismo, para llevarnos a un desenlace que, en mi particular caso, me dejó desarmado pero que me gustó y que fui más que consciente de que de otra forma no podría acabar un libro de John Green.

Su portada es un ejemplo del gusto que se esconde en la sencillez, al igual que pasa con la de Bajo la Misma Estrella. Puede que algunos se dejen engañar por su diseño, pero desde luego es una auténtica caja de Pandora que dentro guarda mucho más de lo que aparenta. Y el motivo de su título, aunque parece bastante claro al alcanzar cierto punto del comienzo del libro, la verdad es que el significado que encontramos sobre “ciudades de papel” es mucho más dilatado de lo que puede esperarse.

Conclusión: Una vez más, Green ha concebido una historia sumamente interesante y atractiva. Ciudades de Papel te hará reír, te emocionará, te hará reflexionar; será una fuente de inspiración que ilumina con temas muy presentes en nuestras vidas, pero que tan a menudo se quedan desapercibidos en las sombras de nuestras conciencias, que a su vez dilatará la visión de todo lo que nos rodea.
Si leíste Bajo la Misma Estrella, Ciudades de Papel no te defraudará lo más mínimo.


Mi valoración global: 5/5           

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