Título: Buscaré
el Océano
Título original: The Forest of Hands and Teeth
Autora: Carrie Ryan
Editado en España por: Random
House Mondadori
Sinopsis:
En la aldea, el mundo
de Mary se rige por unas pocas y simples verdades:
Los Guardianes protegen
y sirven.
Los Condenados jamás
desfallecerán.
Y bajo ningún concepto
se debe cruzar las alambradas, pues sólo ellas protegen del Bosque de Manos y
Dientes...
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Aquí tenemos un libro bastante híbrido y original que a priori resulta
prometedor por mezclar una buena dosis de distopía bastante apocalíptica con
presencia de zombies de por medio, así como todos los misterios que han llevado
a la humanidad hacia la situación que se presenta; aderezando esta historia un
toque de elemento romántico.
Sin embargo, Buscaré el océano
no llegó a relucir tanto a mis ojos a medida que transcurría esta lectura, por
mayores que fueran las expectativas de su sinopsis.
Un pueblo donde una agonizante y más que reducida humanidad se resiste a
la extinción, frágilmente protegida de una amenaza conocida como los Condenados
mediante unas rejas que lo delimitan del vasto Bosque de Manos y Dientes. Sus
habitantes están convencidos de su precaria perpetuidad por la delicada protección
que les rodea sin fin, confiando en los Guardianes que velan tanto por ellos
como por sus salvaguardas. Además, todos comparten una creencia devota y ciega,
casi subyugada, a la fe divina predicada por las mujeres que conforman la Hermandad.
Bajo este escenario tan asolado e incluso deprimente, tenemos a una joven
llamada Mary. Su vida dará un gran giro cuando su madre, siempre anhelante por
su esposo al otro lado de la alambrada tras convertirse en Condenado tiempo
atrás, acaba corriendo el mismo destino; y la joven se considerará culpable de
ello por no haber estado a su lado para controlarla. Y esa decisión no sólo le
pesará en su culpabilidad, sino también a todo lo demás cuando su hermano Jed
decide desentenderse, echándola del hogar familiar al convertirse en cabeza de
familia tras el destierro voluntario de su madre después de cambiar, sumándose
que la rechace Harry, el único chico de su generación con el que podría haberse
desposado; conllevando a que Mary se una a la Hermandad.
Ella, embargada por sentimientos de desdicha, conocerá más a fondo a la Hermandad entre los
muros de la Catedral ,
donde descubrirá evidencias sutiles pero claras que empezarán a tambalear todo
lo que había creído hasta ese instante, encontrando cada día más turbias las
profundidades de la
Hermandad y las verdades que predican y que tanto confían los
habitantes del pueblo bajo esa superficie cristalina a simple apariencia.
Y Mary, a pesar de estas circunstancias, incluso si todo llegase a colapsarse
en su vida con la cruenta adversidad pisándole los talones aún más con las
fragancias de la muerte y el miedo, seguirá manteniendo su esperanza en todas
las leyendas que le contaba su madre sobre el mundo previo al Regreso, en
especial la existencia del océano, que se volverán su obsesión.
Aquí se nos presenta un mundo al parecer desolado, con la humanidad
reducida a un misero pueblo, volcados en la supervivencia y una existencia lo
más normal posible a pesar de verse cercados, con un peligro atroz más allá de
sus límites. El uso conjunto de la distopía y los zombies hacen Buscaré el océano un libro con
originalidad, con un planteamiento inicial nada desechable, prometiendo mucho a
la hora de desentrañar los misterios detrás del motivo de porqué el mundo acabó
en esa situación.
Un punto que brinda mucho juego es que los habitantes de ese pueblo tan
agonizante y deprimente son devotos (o más bien sometidos) a la fe divina,
ciegos a la Hermandad
que en realidad lo controlan según sus criterios. Sin duda, las que moran la Catedral han sabido
explotar una catástrofe de un pasado incierto de marcar pero sí un tanto
remoto, a través del miedo por la amenaza constante de los Condenados y el que
aún estén pagando una especie de castigo divino.
Los Guardianes gozan de un estatus bastante privilegiado en apariencia,
estando justo por debajo de las hermanas, aunque no es una tarea del todo fácil
ante el riesgo de encarar a los Condenados que intentan penetrar la alambrada,
las cuales también deben reparar dado ese caso, o de verse eliminando o
desterrando tras el cambio a conciudadanos que se contagien.
En esa microsociedad el sentimiento del amor lo he hallado como una
quimera, un privilegio, e incluso algo forzado, ya que la perpetuidad les es
más que primordial. El matrimonio en la mayoría de los casos es un ritual
necesario, más que por un sentimiento y compromiso puramente libre y gustoso
entre dos personas. Lo que resulta un tanto perturbador.
Y tras este escenario y esa sociedad con sus entretejidos dan juego a
esta historia, ¿cuánta verdad hay en todo lo que les mueve? ¿cuántas mentiras
hay dentro de esas verdades, y viceversa? ¿qué se queda en la ignorancia y
cuánto se está jugando con los demás? A través de su protagonista se irá
desgranando cada detalle, mientras ella va conociendo a fondo después de tantos
años a su propio pueblo y, en particular, a la Hermandad y lo que va
vislumbrando entre bambalinas.
El planteamiento de los Condenados está bien definido, unos auténticos
zombies cuyo origen se desconoce y que considero poco acertado compararlos con
el estereotipo de aquellos que tanto conocemos pese a las similitudes obvias.
Todo un enigma que ni Mary ni nadie de la aldea se habría parado a reflexionar
de su origen o su contagio, e incluso del casi efectivo freno que les supone la
alambrada que los deja en el lado del Bosque de Manos y Dientes.
Sin embargo, a pesar de lo prometedora que resulta esta historia, no llegó
a convencerme tanto como me había esperado, siendo más bien una obra
entretenida. En muchos momentos me acompañó la impresión de no alcanzar toda la
fuerza que podía tener, además del hecho de que acaban llevando demasiado peso (y
desde mi punto de vista, con algo de tedio) los sentimientos y reflexiones de
Mary, así como todo el factor romántico que se cuece en derredor de ella;
quedándose en muchos momentos los sucesos generales de la trama en un plano
ambiental.
Y aunque el argumento no lleva mal camino a lo largo de este libro,
encontré ciertas lagunas, así como recursos que me parecieron quedarse a medias
tintas. Cierto que tiene que guardarse misterios si le continuarán dos libros
más, pero creo que en este aspecto la autora fue algo sórdida, quedándose más
bien en explicaciones de los Condenados, la Hermandad o ciertas
costumbres y rituales que se llevan a cabo en el pueblo.
Aquí se recurre a la narración en primera persona a través de Mary,
siendo ya muy recurrente esta vía cuando tenemos una protagonista principal de
sexo femenino en cuya percepción se vuelca la historia y lo que se acontece.
Esto nos da una visión muy visceral y apasiona por parte de Mary, pero a su vez
creo que en este caso limita en sutil proporción la profundidad de la trama;
por no olvidar que en muchos momentos Mary puede ser un verdadero dolor de
cabeza.
El estilo de Ryan es muy cuidado, sabiendo jugar con la ambientación con
gran habilidad, arrastrando al lector a la ansiedad de ese escenario que sumirá
a sus personajes. Pero a su vez no consiguió anclarme en su obra tanto como
hubiera esperado o deseado; en ciertos momentos la coherencia y el dinamismo se
han encontrado con puntos más lentos y que me han parecido que a veces fallaba
en algo que no acababa de encajar.
Prácticamente todo gira en la figura a Mary, quien vive primero la
pérdida de su madre, algo que la embargará de culpa y tristeza, sentimientos
acentuados cuando se ve ingresando en la Hermandad tras perder también su hogar junto a su
hermano o de crear el suyo propio con el único chico libre de su generación. Me
agradó su capacidad de llegar a ver lo turbio tras lo que los demás creen con
excesiva devoción, así como su constancia y personalidad propia, aferrándose
con obstinada voluntad a sus sueños y dictados que le mueven el corazón, sin
importar la incertidumbre o las consecuencias tras el horizonte del futuro,
quedándose fiel a las elecciones de su corazón y su voluntad. Pero en contra la
vi un tanto obsesionada y temeraria, contrastando con el arrojo que también ha
sido capaz de sacar en dadas ocasiones. Ella será capaz de ver lo que los demás
no pueden detrás de la
Hermandad y lo que oculta, distinguiendo en esas benefactoras
del pueblo un lado difuso, una mano bastante férrea tras esa pizca de almíbar
con el que orienta a su gente; lo que la empujará siempre hacia delante. Ella
agrada y exaspera a partes más o menos iguales.
Otro personaje con peso en Buscaré
el océano será por ejemplo Jed, el hermano de Mary. Su relación con ella
dará giros rotundos, así como tiras y aflojas. Son muchos factores que pesarán
sobre él, tanto su deber como Guardián como el bienestar y futuro de su esposa
y la prole que estará por llegar, lo cual le hará dar pasos duros, y a veces
precipitados y dolorosos, a lo largo de todo lo que le transcurre en el libro,
en particular los relacionados con su único consanguíneo vivo.
Para explotar el factor romántico, aunque no con tanto acierto a mi
parecer, serán la mejor amiga de Mary, Cass, así como los hermanos Harry y
Travis. Ella es un personaje de carácter débil, inestable en cuando la
seguridad y el bienestar se desmoronan, que además acaba endureciéndose más por
la amargura que por la voluntad de superación, además de quedándome
ambivalentes sus sentimientos de amistad hacia la protagonista. Por parte de
los dos muchachos, muy distintos pero similares entre sí, Harry resulta el
hermano más testarudo y menos templado, mientras Travis es más sosegado,
reflexivo y que mayor simpatía me ganó. Estos tres personajes, junto a Mary,
compondrán un cuadrado amoroso imposible de dar por sentado cómo acabará.
La hermana Tabitha, quien controla la Hermandad , se me antojó
una mujer con muchísimas reservas y bastante recelosa. De forzada, fría e
interesada empatía, atajando a Mary en su formación como hermana con temor y
respeto tan sutiles como tajantes. Ella sabe mucho más incluso de lo que de por
sí expone y aparenta, tanto sobre el Regreso, los Condenados y más allá del
Bosque.
La trama rueda con fluidez pero con baches a intervalos, con un dinamismo
variable, sin que se reste su capacidad de entretener y de haberme sorprendido
bastante de principio a fin, regalando crudeza y giros dramáticos que en su
mayor parte fueron bien pincelados. Su “desenlace” me agradó en bastantes
aspectos, pero al mismo tiempo me resultó demasiado precipitado y en el aire, e
incluso falto de armonía. Aunque es el primero de una trilogía, no he visto que
pusiera un punto y a parte demasiado acertado; más que un trasbordo de trenes,
me he topado con su último capítulo con una vía muerta, con la siguiente
estación rozando el horizonte.
En definitiva, un final demasiado abrupto para mi criterio pero que no
resta la intriga a lo que vendrá después o que cumpla bien el libro con su
función, habiendo aún demasiados misterios tanto del comienzo como los que
fueron germinando por el periplo de Mary.
En el tema de portadas, me he encontrado con dos distintas: la de edición
regular y la utilizada por Círculo de Lectores (siendo esta última el caso de
mi lectura). La verdad es que ninguna ha llegado a cautivarme demasiado, siendo
para mi gusto un mayor reclamo la propia sinopsis… Sin olvidar que el cambio de
título hace que se parezca al original tanto como un huevo a una castaña,
aunque quizás El Bosque de Manos y Dientes no habría tenido mucho gancho y el
que optaron al menos casa bien con la obsesión de Mary en las leyendas que le
contaba su madre.
Conclusión: Una historia en parte entretenida que mezcla distopía,
romance y zombies en su originalidad base, pero que no terminó de convencerme y
que pudo haberse explotado bien lo que en un principio prometía y que acaba de
manera demasiado tajante. Puede llegar a despertar la curiosidad del lector qué
ocurrirá después, pero en mi caso no ha sido con la avidez efectiva de otros
inicios de sagas.
Mi valoración global: 2,5/5