martes, 31 de mayo de 2016

Crítica personal: Trash

Título: Trash
Títulos en español: Los Reyes de la Basura/Trash, Ladrones de Esperanza/Desechos y Esperanza
Autor: Andy Mulligan
Editado en inglés por: Definitions (Random House Group Company)
Editado en España por: Salamandra

Sinopsis (de la edición original):

Three friends.
Raphael, Gardo and Rat.
Living on a heap of trash, a lifetime of sifting rubbish. One day they find something extraordinary – a deadly secret. From that moment they are hunted without mercy.
With danger snatching at their heels, the boys are chased from the city’s dirty gutters to its wealthy avenues.
But they can’t run for ever. They need a miracle.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Este ha sido mi verdadero estreno con la literatura cien por cien en inglés; auque no ha sido una lectura por elección, más bien una imposición de la escuela oficial de idiomas a la que llevo asistiendo este último lustro. Al ser mi primera inmersión a una obra íntegra en la lengua de Shakespeare, y al resultar bastante de agrado mío, creo que se merece una crítica en este blog.
Por ello, invirtiendo por primera vez lo habitual, tanto los datos como la portada que encabezan la presente entrada se enfocan más a la edición original que leí, aunque para los que no sean muy versados con el inglés aporto secundariamente los datos de la edición publicada en España (que como curiosidad, es la primera vez que me encuentro con un libro editado en castellano por una misma editorial y haya sufrido tantos cambios en su título).

El autor nos trasporta a una ciudad de un país no definido, aunque con evidentes semejanzas culturales con Latinoamérica (a pesar de que él mismo reconoce haberse inspirado en Filipinas). Una sociedad en la que hay una pobreza desmedida y con un reducido número de ricos que son demasiado solventes.

Raphael Fernandez es un muchacho de a penas catorce años de Behala (anteriormente conocida como Smoky Mountain), una pequeña comunidad en el mismo vertedero. Desde que era lo bastante mayor para caminar por sí mismo y coger cosas con sus manos, ha vivido escarbando en la basura que le rodea, ley de vida de los niños del lugar y que arrastran mientras sus cuerpos sean capaces de hacerlo.
Un día él encuentra lo que consideran por esos lares un “especial”, una bolsa de basura de Green Hills, la zona más rica de la ciudad. Entre tantos desperdicios de calidad superior a la que suele llegar a sus manos, encuentra una bolsa de cuero con una llave, un mapa de la ciudad y la cartera de un tal José Angélico en su interior. Raphael considera dicho hallazgo como algo interesante que despierta tanto su propia curiosidad como la de Gardo, su mejor amigo quien siempre le ha cuidado como si fuera su hermano mayor.
De manera extraña e inesperada, la policía no tarda en llegar a Behala pidiendo la colaboración de todos sus habitantes en busca de un objeto de características idénticas a la encontrada por Raphael, aunque sin revelarles lo que hay en el interior. El incentivo diario que ofrecen a cada uno de los habitantes de Behala (incluyendo a los niños) a la hora de buscarlo, así como la generosa recompensa que promete para cada familia del basurero cuando fuera encontrado, despierta recelo en los dos amigos; por lo que deciden dejarlo a buen recaudo en manos de un chico un poco más joven que ellos llamado Jun-Jun (más conocido por el mote más bien ofensivo de Rat), quien a su vez les informa que la llave es de las usadas en los casilleros de la Estación Central.
Movidos por la curiosidad, tras un cúmulo de circunstancias turbulentas, no tardarán en indagar sobre José Angélico y todos los misterios que deja tras de sí dentro de esa bolsa de cuero. Este trío de amigos se adentrarán en una senda tan emocionante como peligrosa, en algo que puede resultar demasiado colosal para unos muchachos tan jóvenes venidos de la zona más miserable. Ninguno de ellos podría imaginarse en un comienzo de lo que puede depararles esa extraña aventura que marcará un antes y un después en sus vidas.

Trash nos desgrana una sociedad como tantas de nuestro día a día que resulta demasiado injusta con los más paupérrimos, que contrasta en este caso con el imperioso tren de vida de una minoría, siendo muy destacable el poderío y patrimonio del senador de ese país.
El argumento gira irremediablemente en una intriga que en un comienzo será (tanto para sus protagonistas como para el propio lector) difícil vislumbrar la relación del contenido de esa bolsa de cuero con lo que se revele más adelante para pasmo de Raphael y compañía. Y una vez que se esclarezca el eje angular que mueve cada pieza y engranaje del libro, se irá convirtiendo en una imparable y acelerada carrera contrarreloj para los tres muchachos de Behala.
Esta obra toca puntos que, metiéndome en la piel de quienes se mueven dentro de ella, me han dado a varias reflexiones. Por ejemplo la importancia de valores como la moral, las virtudes, las relaciones entre las personas y el amor de todo tipo, incluso en mitad de un vertedero en el que la gente subsiste con las miserias de otros más favorecidos; gente que nace y vive como hormigas obreras en lo más bajo de la sociedad en la más profunda resignación. También nos da en la cara con esa gran verdad que, incluso siendo importante lo antes citado, el dinero lo es incluso más, pues es lo que hace girar el mundo y dar valor incluso a las personas, más importante que el propio agua, y que sin dinero nada crece ni nada vive en realidad. Lógicamente, también tocará lo que puede perderse y podrirse una persona cuando se engolosina con el dinero, pero que ante todo siempre depende de cada uno, sin importar sus orígenes, lo que pueda o no cegar el materialismo.
En Trash, como punto curioso, se analizan aspectos de la aptitud de los niños del vertedero, seguramente no tan distintos que tantos niños en su misma situación. Se nos muestran con una capacidad de mentir, e incluso manipular, desarrollada por sus carencias y necesidades. Cualquiera prejuzgaría esa manera de actuar, pero tras leer a sus personajes es evidente la justificación personal de todos ellos capaz de quitar malicia a algo tan desleal: han aprendido a mentir como algo natural, como un mecanismo de defensa que como herramienta pérfida para causar estragos; y creo que eso y otras cosas se comprenden si se vive entre la basura olvidado por el resto del mundo, cuando todos los subterfugios posibles se vuelven una necesidad.
Y de igual modo, aunque el mundo de los desfavorecidos a veces uno tiene que mirar por sí mismos o el grupo al que perteneces, se demuestra la unión desinteresada que puede emerger a la hora de la verdad cuando tus iguales se ven realmente en necesidad.

La novela, estructurada en cinco partes, está narrada en primera persona, pero la voz cantante es tan compartida que podríamos hablar de una pequeña coral. Raphael es uno de los narradores más presentes, sobre todo al comienzo al ser quien realiza ese hallazgo tan relevante y quien toma un papel significativo en las primeras divisiones, introduciéndonos en la vida en Behala. Gardo y Rat tendrán mucho que decir, sobre todo el segundo en momentos significativos.
También tenemos a dos personajes bastante próximos a los tres muchachos: Olivia Weston y el padre Juilliard, que forman parte de la escuela misionera de Behala; ella con una narración más directa, mientras que el religioso en parte hace de puente con lo que otras personas puedan aportar para mayor esclarecimiento de los sucesos en los que Raphael y sus amigos acaban metidos hasta el cuello.
A parte de la narración en sí, en una de las últimas partes se presentan unos pocos textos en forma de artículos de periódico, que cumplen la misión doble de complementar y aclarar, desde una perspectiva externa a la primera persona, la intriga que aquí se nos presenta.

El estilo de Mulligan me agradó y no es realmente complicado ni denso para quienes se animen a iniciar lecturas en inglés (salvo por alguna expresión suelta que otra que quizás las cojan más al vuelo los más familiarizados con el argot inglés). Derrocha una sencillez que armoniza con la profunda intensidad que plasma en su elenco, la cual se solapa bien con una acertada exposición del escenario y la situación del mismo. Sin duda su prosa es agradable; y en lo que respecta al tema comprensión, es apropiada para quienes tengan nivel de inglés equivalente al B2 o que se estén preparando para el mismo (como es mi caso en el momento de redactar esta crítica), e incluso para los que dominen en buen grado el B1.

Mulligan consiguió que despertara en mí un alto grado de empatía hacia sus personajes.
Se nos muestra a Raphael como un chaval bastante temeroso y dubitativo en su comportamiento habitual; casi siempre necesitado de Gardo, del respaldo e incluso la protección que este le ofrece casi desde la cuna, lo cual a veces puede resultar tedioso. Tampoco parecía tener grandes aspiraciones ni esperanzas, como suele pasar en los resignados habitantes de Behala; centrado en buscar entre la basura algo que pueda servirles en casa, incluyendo comida, y principalmente materias reciclables para sacar una mísera cantidad de dinero, porque de él depende en gran medida su tía, sus primos y su medio hermana. Sin embargo, a pesar de su inseguridad y lo que pueda sobrecogerle las crudas experiencias que le abordarán, logrará sacar la pizca de valor suficiente para avanzar, sin esconderse ni huir en ningún momento. Será en esa adversidad donde, además del valor, pueda encontrar ganas de soñar y, quien sabe, intentar tornar esos sueños en algo más tangible y real.
Gardo ha crecido y madurado demasiado rápido, más incluso de lo normal en los niños de Behala. Su mayor prioridad, incluso por encima de su propia seguridad, es Raphael, con un afán de evitarle cualquier sufrimiento que se convierte para él en una necesidad y una razón de ser. De un carácter precavido y un tanto tosco que le hace recelar bastante de todo el mundo, en especial de desconocidos y aquellos que puedan ser una amenaza para él mismo y Raphael; prueba de ello es su costumbre de llevar en cada momento consigo su garfio, herramienta típica de todos los chicos del vertedero, como una extensión de su cuerpo a usar como arma si fuera preciso. Su personalidad irremediablemente curtida, pero no por falto de algunos matices propios de su edad, le permite no amilanarse ante la adversidad, lo cual será bastante relevante para que los tres amigos no se dejen llevar por el pánico cuando las cosas parezcan complicarse. Las vivencias que le depara afectarán positivamente en él, siempre dentro de las posibilidades que le permita su personalidad.
Si tuviera que confesar mi predilección por uno de los tres, no dudaría en decir Jun-Jun/Rat. A pesar de ser más joven que los otros, ha demostrado mayor conocimiento del mundo, superándoles también en agilidad de reacción a los imprevistos. Un superviviente nato que llegó no mucho tiempo atrás a Behala, habiendo sobrevivido en las calles de la ciudad desde muy temprana edad hasta que fue acogido por la escuela misionera del vertedero. Lo que le diferencia de Gardo es que no ha dejado que lo difícil le mine y agrie tanto; siendo un chaval que, incluso viviendo entre las ratas por las que todos en Behala le dieron su apodo y vivir más desnutrido y sucio que cualquiera del lugar, su carácter es más fluido, optimista y sagaz, e incluso diría que puede resultar demasiado despreocupado (al menos, en apariencia). Al comienzo no parece destacar demasiado, aunque con muchas cuestiones en torno a su escuálida figura; pero a medida que avanza su interacción con la trama, estrechando lazos con sus nuevos amigos, ofrecerá una pequeña pero esmerada mina de trasfondo, a destacar sus propias emociones y aspiraciones. Seguramente se gane la empatía de cualquier lector, sobre todo por como evoluciona su relación con los otros dos, en especial Raphael, así como todo lo que él puede ofrecer.
Más allá de estos muchachos, poco peso cae de verdad en otros personajes, incluso la tía del propio Raphael no llega a ofrecer mucho. Principalmente tenemos al padre Juilliard y Olivia. Ambos personajes comparten matices como lo mucho que influyó conocer Behala a la hora de quedarse allí para prestar su ayuda y, enternecedoramente, el cariño especial que manifiestan por Rat, el cual de algún modo los considera lo más parecido a unos padres.
Juilliard muestra empeño constante en ayudar a los niños del vertedero y darles lo mejor, insistiéndoles (sin mucho éxito en algunos casos, como los tres jóvenes protagonistas) en que asistan a las clases de vez en cuando; un hombre que llegó en su juventud para unos pocos años pero que al final se quedó allí entregado en su labor con esas pobres gentes, aunque esté a punto de jubilarse obligatoriamente al comienzo de la historia. El clérigo será el nexo con otras personas que revelarán al lector información muy importante para ir encajando las piezas del enigma que empieza con el hallazgo de Raphael.
Por su parte Olivia ha encontrado un motivo en su vida en Behala y sus pobres niños, una decisión no tan habitual en alguien tan joven como esta británica. De voluntad totalmente predispuesta, una virtud que en cierto sentido es su defecto. Tendrá un peso relevante en todo este meollo, que a su vez en cierto momento deja una impronta de incertidumbre.
No podía omitir a José Angélico, al comienzo solo un nombre y una foto en un documento de identidad, sin mucho que decir sobre su vida personal dentro de la que fuera su cartera. Sin embargo, poco a poco se convierte en un personaje más que los muchachos irán conociendo mejor a través de distintos medios. Su figura está muy presente, sobre todo en la mente de Raphael, Gardo y Rat, como si el rompecabezas que comienza con el mapa y la llave fueran su legado, un cometido que se vuelve más nítido y argumentado cuando los visillos del misterio empiecen a apartarse para mostrar la verdad.
Hay algunos personajes más, en ciertos casos con una importancia elevada dentro de la trama, pero lógicamente los omitiré para no pecar de spoiler descabellado.

En términos generales diré que, aunque se centra en su mayor parte en los tres amigos y sus indagaciones, esta obra ofrece una pequeña intriga que va creciendo a medida que tintes de conspiración y peligros tiñan el guión. Y sobre su final, sólo me queda decir que me agradó hasta el punto de robarme una sonrisa; haciendo que, incluso si en algún momento la lectura me obligara a tomármelo con cierta calma a pesar de no ser muy extensa, valiera la pena descalzarme junto a estos jóvenes harapientos en lo que se habían metido de lleno como antojo de un destino que, a final de cuentas, resultó juicioso.

A parte existe una adaptación cinematográfica, cuya llegada a España repercutió en el cambio de título de la primera edición de Salamandra. Espero poder darle una oportunidad en un futuro cercano, animado por compañeros de clase que sí la vieron a raíz de nuestra lectura obligatoria del curso, prometiéndome que me encontraré con una cinta bastante fiel a lo escrito por Mulligan.

Conclusión: Una historia enriquecedora de amistad y perseverancia que nos enseña que las pequeñas cosas que podamos encontrar fortuitamente pueden ser más grande si le prestamos atención. Una historia que nos enseña, siendo realistas, la importancia del dinero que margina a unos y eleva a otros; pero que ante todo hace importante el valor de la persona en sí.


Mi valoración global: 4/5

No hay comentarios:

Publicar un comentario