Título: Trash
Títulos en español: Los Reyes de
la Basura/Trash, Ladrones de Esperanza/Desechos y Esperanza
Autor: Andy Mulligan
Editado en inglés por: Definitions (Random House Group Company)
Editado en España por: Salamandra
Sinopsis (de la edición original):
Three friends.
Raphael, Gardo and Rat.
Living on a heap of trash, a lifetime of
sifting rubbish. One day they find something extraordinary – a deadly
secret. From that moment they are hunted without mercy.
With danger snatching at their heels, the boys
are chased from the city’s dirty gutters to its wealthy avenues.
But they can’t run for
ever. They need a miracle.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Este ha sido mi verdadero estreno con la literatura cien por cien en
inglés; auque no ha sido una lectura por elección, más bien una imposición de
la escuela oficial de idiomas a la que llevo asistiendo este último lustro. Al
ser mi primera inmersión a una obra íntegra en la lengua de Shakespeare, y al
resultar bastante de agrado mío, creo que se merece una crítica en este blog.
Por ello, invirtiendo por primera vez lo habitual, tanto los datos como
la portada que encabezan la presente entrada se enfocan más a la edición
original que leí, aunque para los que no sean muy versados con el inglés aporto
secundariamente los datos de la edición publicada en España (que como
curiosidad, es la primera vez que me encuentro con un libro editado en
castellano por una misma editorial y haya sufrido tantos cambios en su título).
El autor nos trasporta a una ciudad de un país no definido, aunque con
evidentes semejanzas culturales con Latinoamérica (a pesar de que él mismo
reconoce haberse inspirado en Filipinas). Una sociedad en la que hay una
pobreza desmedida y con un reducido número de ricos que son demasiado solventes.
Raphael Fernandez es un muchacho de a penas catorce años de Behala
(anteriormente conocida como Smoky Mountain), una pequeña comunidad en el mismo
vertedero. Desde que era lo bastante mayor para caminar por sí mismo y coger
cosas con sus manos, ha vivido escarbando en la basura que le rodea, ley de
vida de los niños del lugar y que arrastran mientras sus cuerpos sean capaces
de hacerlo.
Un día él encuentra lo que consideran por esos lares un “especial”, una
bolsa de basura de Green Hills, la zona más rica de la ciudad. Entre tantos
desperdicios de calidad superior a la que suele llegar a sus manos, encuentra
una bolsa de cuero con una llave, un mapa de la ciudad y la cartera de un tal
José Angélico en su interior. Raphael considera dicho hallazgo como algo
interesante que despierta tanto su propia curiosidad como la de Gardo, su mejor
amigo quien siempre le ha cuidado como si fuera su hermano mayor.
De manera extraña e inesperada, la policía no tarda en llegar a Behala
pidiendo la colaboración de todos sus habitantes en busca de un objeto de
características idénticas a la encontrada por Raphael, aunque sin revelarles lo
que hay en el interior. El incentivo diario que ofrecen a cada uno de los
habitantes de Behala (incluyendo a los niños) a la hora de buscarlo, así como
la generosa recompensa que promete para cada familia del basurero cuando fuera
encontrado, despierta recelo en los dos amigos; por lo que deciden dejarlo a
buen recaudo en manos de un chico un poco más joven que ellos llamado Jun-Jun (más
conocido por el mote más bien ofensivo de Rat), quien a su vez les informa que
la llave es de las usadas en los casilleros de la Estación Central.
Movidos por la curiosidad, tras un cúmulo de circunstancias turbulentas,
no tardarán en indagar sobre José Angélico y todos los misterios que deja tras
de sí dentro de esa bolsa de cuero. Este trío de amigos se adentrarán en una
senda tan emocionante como peligrosa, en algo que puede resultar demasiado
colosal para unos muchachos tan jóvenes venidos de la zona más miserable.
Ninguno de ellos podría imaginarse en un comienzo de lo que puede depararles
esa extraña aventura que marcará un antes y un después en sus vidas.
Trash nos desgrana una sociedad
como tantas de nuestro día a día que resulta demasiado injusta con los más
paupérrimos, que contrasta en este caso con el imperioso tren de vida de una
minoría, siendo muy destacable el poderío y patrimonio del senador de ese país.
El argumento gira irremediablemente en una intriga que en un comienzo
será (tanto para sus protagonistas como para el propio lector) difícil vislumbrar
la relación del contenido de esa bolsa de cuero con lo que se revele más
adelante para pasmo de Raphael y compañía. Y una vez que se esclarezca el eje
angular que mueve cada pieza y engranaje del libro, se irá convirtiendo en una
imparable y acelerada carrera contrarreloj para los tres muchachos de Behala.
Esta obra toca puntos que, metiéndome en la piel de quienes se mueven
dentro de ella, me han dado a varias reflexiones. Por ejemplo la importancia de
valores como la moral, las virtudes, las relaciones entre las personas y el
amor de todo tipo, incluso en mitad de un vertedero en el que la gente subsiste
con las miserias de otros más favorecidos; gente que nace y vive como hormigas
obreras en lo más bajo de la sociedad en la más profunda resignación. También
nos da en la cara con esa gran verdad que, incluso siendo importante lo antes
citado, el dinero lo es incluso más, pues es lo que hace girar el mundo y dar
valor incluso a las personas, más importante que el propio agua, y que sin
dinero nada crece ni nada vive en realidad. Lógicamente, también tocará lo que
puede perderse y podrirse una persona cuando se engolosina con el dinero, pero
que ante todo siempre depende de cada uno, sin importar sus orígenes, lo que
pueda o no cegar el materialismo.
En Trash, como punto curioso,
se analizan aspectos de la aptitud de los niños del vertedero, seguramente no
tan distintos que tantos niños en su misma situación. Se nos muestran con una
capacidad de mentir, e incluso manipular, desarrollada por sus carencias y
necesidades. Cualquiera prejuzgaría esa manera de actuar, pero tras leer a sus
personajes es evidente la justificación personal de todos ellos capaz de quitar
malicia a algo tan desleal: han aprendido a mentir como algo natural, como un
mecanismo de defensa que como herramienta pérfida para causar estragos; y creo
que eso y otras cosas se comprenden si se vive entre la basura olvidado por el
resto del mundo, cuando todos los subterfugios posibles se vuelven una
necesidad.
Y de igual modo, aunque el mundo de los desfavorecidos a veces uno tiene
que mirar por sí mismos o el grupo al que perteneces, se demuestra la unión
desinteresada que puede emerger a la hora de la verdad cuando tus iguales se
ven realmente en necesidad.
La novela, estructurada en cinco partes, está narrada en primera persona,
pero la voz cantante es tan compartida que podríamos hablar de una pequeña coral.
Raphael es uno de los narradores más presentes, sobre todo al comienzo al ser
quien realiza ese hallazgo tan relevante y quien toma un papel significativo en
las primeras divisiones, introduciéndonos en la vida en Behala. Gardo y Rat
tendrán mucho que decir, sobre todo el segundo en momentos significativos.
También tenemos a dos personajes bastante próximos a los tres muchachos: Olivia
Weston y el padre Juilliard, que forman parte de la escuela misionera de
Behala; ella con una narración más directa, mientras que el religioso en parte
hace de puente con lo que otras personas puedan aportar para mayor esclarecimiento
de los sucesos en los que Raphael y sus amigos acaban metidos hasta el cuello.
A parte de la narración en sí, en una de las últimas partes se presentan
unos pocos textos en forma de artículos de periódico, que cumplen la misión doble
de complementar y aclarar, desde una perspectiva externa a la primera persona,
la intriga que aquí se nos presenta.
El estilo de Mulligan me agradó y no es realmente complicado ni denso
para quienes se animen a iniciar lecturas en inglés (salvo por alguna expresión
suelta que otra que quizás las cojan más al vuelo los más familiarizados con el
argot inglés). Derrocha una sencillez que armoniza con la profunda intensidad
que plasma en su elenco, la cual se solapa bien con una acertada exposición del
escenario y la situación del mismo. Sin duda su prosa es agradable; y en lo que
respecta al tema comprensión, es apropiada para quienes tengan nivel de inglés
equivalente al B2 o que se estén preparando para el mismo (como es mi caso en
el momento de redactar esta crítica), e incluso para los que dominen en buen
grado el B1.
Mulligan consiguió que despertara en mí un alto grado de empatía hacia
sus personajes.
Se nos muestra a Raphael como un chaval bastante temeroso y dubitativo en
su comportamiento habitual; casi siempre necesitado de Gardo, del respaldo e
incluso la protección que este le ofrece casi desde la cuna, lo cual a veces
puede resultar tedioso. Tampoco parecía tener grandes aspiraciones ni
esperanzas, como suele pasar en los resignados habitantes de Behala; centrado
en buscar entre la basura algo que pueda servirles en casa, incluyendo comida,
y principalmente materias reciclables para sacar una mísera cantidad de dinero,
porque de él depende en gran medida su tía, sus primos y su medio hermana. Sin
embargo, a pesar de su inseguridad y lo que pueda sobrecogerle las crudas
experiencias que le abordarán, logrará sacar la pizca de valor suficiente para
avanzar, sin esconderse ni huir en ningún momento. Será en esa adversidad
donde, además del valor, pueda encontrar ganas de soñar y, quien sabe, intentar
tornar esos sueños en algo más tangible y real.
Gardo ha crecido y madurado demasiado rápido, más incluso de lo normal en
los niños de Behala. Su mayor prioridad, incluso por encima de su propia
seguridad, es Raphael, con un afán de evitarle cualquier sufrimiento que se
convierte para él en una necesidad y una razón de ser. De un carácter precavido
y un tanto tosco que le hace recelar bastante de todo el mundo, en especial de
desconocidos y aquellos que puedan ser una amenaza para él mismo y Raphael;
prueba de ello es su costumbre de llevar en cada momento consigo su garfio,
herramienta típica de todos los chicos del vertedero, como una extensión de su
cuerpo a usar como arma si fuera preciso. Su personalidad irremediablemente
curtida, pero no por falto de algunos matices propios de su edad, le permite no
amilanarse ante la adversidad, lo cual será bastante relevante para que los
tres amigos no se dejen llevar por el pánico cuando las cosas parezcan
complicarse. Las vivencias que le depara afectarán positivamente en él, siempre
dentro de las posibilidades que le permita su personalidad.
Si tuviera que confesar mi predilección por uno de los tres, no dudaría
en decir Jun-Jun/Rat. A pesar de ser más joven que los otros, ha demostrado mayor
conocimiento del mundo, superándoles también en agilidad de reacción a los
imprevistos. Un superviviente nato que llegó no mucho tiempo atrás a Behala,
habiendo sobrevivido en las calles de la ciudad desde muy temprana edad hasta
que fue acogido por la escuela misionera del vertedero. Lo que le diferencia de
Gardo es que no ha dejado que lo difícil le mine y agrie tanto; siendo un
chaval que, incluso viviendo entre las ratas por las que todos en Behala le
dieron su apodo y vivir más desnutrido y sucio que cualquiera del lugar, su
carácter es más fluido, optimista y sagaz, e incluso diría que puede resultar demasiado
despreocupado (al menos, en apariencia). Al comienzo no parece destacar
demasiado, aunque con muchas cuestiones en torno a su escuálida figura; pero a
medida que avanza su interacción con la trama, estrechando lazos con sus nuevos
amigos, ofrecerá una pequeña pero esmerada mina de trasfondo, a destacar sus
propias emociones y aspiraciones. Seguramente se gane la empatía de cualquier lector,
sobre todo por como evoluciona su relación con los otros dos, en especial
Raphael, así como todo lo que él puede ofrecer.
Más allá de estos muchachos, poco peso cae de verdad en otros personajes,
incluso la tía del propio Raphael no llega a ofrecer mucho. Principalmente tenemos
al padre Juilliard y Olivia. Ambos personajes comparten matices como lo mucho
que influyó conocer Behala a la hora de quedarse allí para prestar su ayuda y,
enternecedoramente, el cariño especial que manifiestan por Rat, el cual de
algún modo los considera lo más parecido a unos padres.
Juilliard muestra empeño constante en ayudar a los niños del vertedero y
darles lo mejor, insistiéndoles (sin mucho éxito en algunos casos, como los
tres jóvenes protagonistas) en que asistan a las clases de vez en cuando; un
hombre que llegó en su juventud para unos pocos años pero que al final se quedó
allí entregado en su labor con esas pobres gentes, aunque esté a punto de
jubilarse obligatoriamente al comienzo de la historia. El clérigo será el nexo
con otras personas que revelarán al lector información muy importante para ir
encajando las piezas del enigma que empieza con el hallazgo de Raphael.
Por su parte Olivia ha encontrado un motivo en su vida en Behala y sus
pobres niños, una decisión no tan habitual en alguien tan joven como esta
británica. De voluntad totalmente predispuesta, una virtud que en cierto
sentido es su defecto. Tendrá un peso relevante en todo este meollo, que a su
vez en cierto momento deja una impronta de incertidumbre.
No podía omitir a José Angélico, al comienzo solo un nombre y una foto en
un documento de identidad, sin mucho que decir sobre su vida personal dentro de
la que fuera su cartera. Sin embargo, poco a poco se convierte en un personaje
más que los muchachos irán conociendo mejor a través de distintos medios. Su
figura está muy presente, sobre todo en la mente de Raphael, Gardo y Rat, como
si el rompecabezas que comienza con el mapa y la llave fueran su legado, un
cometido que se vuelve más nítido y argumentado cuando los visillos del
misterio empiecen a apartarse para mostrar la verdad.
Hay algunos personajes más, en ciertos casos con una importancia elevada
dentro de la trama, pero lógicamente los omitiré para no pecar de spoiler
descabellado.
En términos generales diré que, aunque se centra en su mayor parte en los
tres amigos y sus indagaciones, esta obra ofrece una pequeña intriga que va
creciendo a medida que tintes de conspiración y peligros tiñan el guión. Y
sobre su final, sólo me queda decir que me agradó hasta el punto de robarme una
sonrisa; haciendo que, incluso si en algún momento la lectura me obligara a
tomármelo con cierta calma a pesar de no ser muy extensa, valiera la pena descalzarme
junto a estos jóvenes harapientos en lo que se habían metido de lleno como
antojo de un destino que, a final de cuentas, resultó juicioso.
A parte existe una adaptación cinematográfica, cuya llegada a España
repercutió en el cambio de título de la primera edición de Salamandra. Espero
poder darle una oportunidad en un futuro cercano, animado por compañeros de
clase que sí la vieron a raíz de nuestra lectura obligatoria del curso,
prometiéndome que me encontraré con una cinta bastante fiel a lo escrito por
Mulligan.
Conclusión: Una historia enriquecedora de amistad y perseverancia
que nos enseña que las pequeñas cosas que podamos encontrar fortuitamente
pueden ser más grande si le prestamos atención. Una historia que nos enseña,
siendo realistas, la importancia del dinero que margina a unos y eleva a otros;
pero que ante todo hace importante el valor de la persona en sí.
Mi valoración global: 4/5
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