martes, 12 de enero de 2016

Crítica personal: Sinsajo

Título: Sinsajo
Título original: Mockingjay
Autora: Suzanne Collins
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

Katniss Everdeen, la chica en llamas, ha sobrevivido de nuevo a Los Juegos. Gale ha escapado. Su familia está a salvo. El Capitolio ha capturado a Peeta. El Distrito 13 existe de verdad. Hay rebeldes. Hay nuevos líderes. Están en plena revolución. El plan de rescate para sacar a Katniss de la arena del cruel e inquietante Vasallaje de los Veinticinco no fue casual, como tampoco lo fue que llevara tiempo formando parte de la revolución sin saberlo. El Distrito 13 ha surgido de entre las sombras y quiere acabar con el Capitolio. Al parecer, todos han tenido que ver en el meticuloso plan… todos menos Katniss.
El éxito de la rebelión depende de lo dispuesta que ella esté a ser una marioneta, a aceptar la responsabilidad de incontables vidas y a cambiar el curso del futuro de Panem. Para hacerlo deje dejar a un lado sus sentimientos de rabia y desconfianza. Debe convertirse en el Sinsajo… a cualquier precio.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación, será inevitable mentar sucesos del anterior para mayor comprensión y coherencia de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será bajo tu propia responsabilidad.

Aún viéndolo con sus propios ojos, para Katniss no es fácil aceptar que el Distrito 12 haya dejado de existir y que la gran mayoría de sus habitantes sucumbieran en el bombardeo del Capitolio. Ese sabor amargo no puede desaparecer sin más aunque tenga la fortuna de que su madre, Prim y Gale sigan vivos, porque ella es la responsable, indirecta pero certera, de esa masacre.
Tampoco le es llevadera la idea de que no pudieran rescatar también a Peeta de la arena del Vasallaje de los Veinticinco y quedando éste a merced del Capitolio; sin saber que ha sido de él o lo que pueda estar soportando. De igual modo, el hecho de que el Distrito 13 siga existiendo en la clandestinidad y preparándose durante años para contraatacar a la tiranía del presidente Snow será toda una revelación. Y para terminar, el que ella sea tan importante para los rebeldes del 13.
Sin quererlo y sin a penas percatarse, Katniss se ha convertido poco a poco en un icono para el pueblo de Panem que simboliza la revolución para la sociedad y la chispa de sublevación de las masas oprimidas contra el déspota y cruel Capitolio. Alma Coin, presidenta del Distrito 13 y líder de los rebeldes, insta a Katniss que sea el Sinsajo que represente la cara de la rebelión ante el pueblo de Panem en la inminente guerra; porque saben que sin ella su éxito se vuelve mucho menos probable para espolear a la ciudadanía llana a unirse a la lucha y, sobre todo, derrumbar los pilares que sostienen las cadenas de la tiranía.
Finalmente Katniss aceptará, pero no sin condiciones, en buena parte personales. Se creará sobre ella un personaje para idolatrar al pueblo para ser su fuente de valor y esperanza; de igual modo se convertirá en un soldado que por la causa y por el rol de Sinsajo a exponer al mundo deberá estar también en el riesgo del fuego cruzado. Sin embargo, lo que más le preocupa es Peeta, analizando sus propios sentimientos hacia este a la par que se adentra en una nueva relación con Gale entre la guerra y sentimientos confesados antes del Vasallaje de los Veinticinco; descubriendo que quizás su propio corazón puede convertirse en un campo de batalla mucho más delicado. Y por supuesto, mientras la sotierra las cada vez más nítidas trompetas que anuncian la verdadera guerra contra el régimen de Snow, puede que sea inevitable hacerse ciertas preguntas: “¿En quién se puede confiar de verdad? ¿A quiénes conoce en realidad? ¿Qué verdad hay en las profundidades de sus sentimientos? ¿Quién es ella en realidad, si la imagen que quiere y debe mostrar, o por el contrario…?.

Sinsajo culmina la trilogía, tras la expectación que despertó el desenlace de En Llamas, que seguramente a pocos haya dejado indiferente.
Quien crea que este libro será un triplete de los Juegos del Hambre dado el doblete en el anterior (aunque con el nombre añadido del Vasallaje para que no resultara del todo lo mismo), mejor que no se haga ilusiones con el dicho de que, en ese aspecto, no haya dos sin tres. Esta vez los “juegos” serán algo más reales y crueles si cabe, y casi diría que “razonable” para un baño de sangre: la guerra en toda regla. Los tributos siempre se han enfrentado, en verdad, a una batalla aunque campal y anárquica pero no libre de alianzas temporales y traiciones fermentándose; ahora los contendientes son dos claros bandos que sí están dispuestos al conflicto sin la menor coacción opresiva, pero no por ello menos brutal. Y esta guerra promete ser llevada mediante todos los medios posibles, incluyendo la propaganda a través de las ondas, con tal de hundir y destrozar al bando contrario y alcanzar sus objetivos.
Como acabo de exponer, una parte bastante importante, e incluso curiosa, es el tema de la guerra a través de las ondas con las denominadas propos. Las acciones de Katniss más allá de la relativa salvaguarda del Distrito 13 serán recogidas en casi todo momento, tanto para mostrar la realidad al pueblo de Panem pinchando las emisiones del Capitolio como para promover la imagen del Sinsajo, y por ende la de la rebelión. Quizás este aspecto es uno de los que da más juego dentro de esta guerra que llega a convertirse en una travesía por una oscura y espesa jungla sin brújula alguna, porque lo único que Katniss deja claro es que nada está de verdad claro en su mundo en ese punto en el que han llegado.
Este cierre de la trilogía me ha enfocado algo que es tan cierto como recurrente: A veces no todo es tan blanco puro o tan negro azabache, sino que el gris puede ser lo más común en una variedad de intensidades más amplia de lo que puede uno considerar. Cierto que hay mucha oscuridad en la personalidad de Snow y en sus métodos de dominar a la población, pero dentro de su crueldad muestra ir más de frente de lo que puede apreciarse; y del mismo modo, aunque el blanco que supone la meta de la rebelión y Alma Coin, a medida que se sonda la novela las nobles y justas intenciones no lucirán tan inmaculadamente níveas como se quieren vender.

Sinsajo se divide en tres partes (Las cenizas, El asalto y Asesinos), más un escueto epílogo que en conjunto cierra con todo el acierto posible esta historia y ese mundo de tiranía cruel en extremo; en general, no se sale la más mínima puntada del patrón que siguieron a pies juntillas los libros predecesores. Lógicamente, Katniss sigue cumpliendo el rol de narradora que comparte con el principal de heroína; y quizás en este aspecto sufra el doble filo de la voz en primera persona, pues hay muchos acontecimientos (a parte de los que ella no presencia pero sí llega a saber de ellos) que podrían haberse esclarecido.

El estilo de Suzanne Collins continúa siendo de mi agrado, tanto por su exposición como la forma en que absorbe al lector en los sentimientos de Katniss. Sin embargo en esta buena historia en su base, concibiendo en este tercero un cierre nada desechable, no ha logrado contentarme tanto como en los anteriores. Casi diría que ha concebido una recta final aún más enrevesada que más bien acaricia el adjetivo de caótica; pero no por ello quita que sea bastante demoledora narrativamente hablando, golpeando con mayor virulencia aún en las emociones del lector.

Katniss sigue sin tenerlo fácil en este desenlace, más bien se complica más todavía. El escenario en el que andará será un verdadero laberinto tanto emocional como mental, porque el hilo de la confianza se vuelve en ella más fino y frágil; y ella es capaz de contagiar ese sentimiento al lector. Se verá muy inmersa en el conflicto que se desencadena en la novela, tan acerado y candente o más que los juegos que logró escapar con vida. Su rol en este terreno es peculiar, ya que deambulará entre la actividad de combatir como un soldado siempre que tiene la oportunidad y la pasividad de ser una especie de mascota de la rebelión y sus videos. Creo que será en Sinsajo donde más se curte y pruebe la sensibilidad de Katniss, a pesar de lo mucho que ha sido castigado su corazón, que ya de por sí llegará a sobrecogerse ante.
Gale no alcanzó, ni siquiera en este desenlace, las cotas mínimas de expectativas que deposité en él en el primer libro; incluso en algunos aspectos decepciona. No es un mal personaje, ni tampoco digo que sea nulo ofreciendo juego a la trama; sin embargo, personalmente me esperaba más de él. Lo que sí ofrece, a mi parecer, lo que puede germinar en una persona cuando carga años de resentimiento que desembocan en una obsesión de justicia, convirtiéndose esto en una obsesión capaz de nublar la visión de otras cosas importantes e incluso dañar lo mejor de uno mismo; y esto hace que me parezca por debajo de Katniss pues ella ha pasado por calamidades, pérdidas y sufrimientos iguales e incluso mayores pero que ella sí muestra más potencial de perseverancia.
Peeta, el tercero en discordia en este triángulo singular, puede que sea el personaje más sufrido y castigado de este desenlace, puede que incluso más que Katniss por los corredores tortuosos y anegados que le toca sondar por los empujones del destino y la crueldad del mundo post apocalíptico que vive. Será un personaje más crucial que nunca, sobre todo para Katniss, más allá todavía de lo que en superficie muestra. Algo que llega a influir mucho de él en este desenlace es lo más aún diametralmente opuesto que es de Gale; mientras que este último ha caminado de la mano del rencor y la destrucción en esta guerra, Peeta no se ha entregado tan vehementemente a esa manera de enfrentarse a la adversidad, pues siempre en lo más hondo es el chico que puede creer en un mañana mejor, y que siempre, a pesar de todo, es ese hijo del panadero que a hurtadillas le dio pan a alguien que lo necesitaba en contradicción a su madre. En resumidas cuentas, Katniss es la maquinaria de la historia, pero para mí Peeta es una pieza de menor tamaño en comparación a ella pero que se convierte en el engranaje central que hace que ella funcione hasta el final.
La mayoría del resto de personajes son caras conocidas de las anteriores entregas. Haymitch, Finnick, así como otros tributos del Vasallaje que sobrevivieron, mantienen más o menos su grado de influencia tanto en la heroína como en la trama en sí. Por supuesto está Prim, que dentro de su papel sumamente secundario muestra un buen grado de resolución y evolución. Habrá otros personajes que en este libro se esclarecen en mayor o menor medida (dentro de lo que tenga claro conocimiento Katniss) lo que es de ellos antes, durante y después de Sinsajo.
Una parte muy importante, pegados a los talones de Katniss en buena parte de este recorrido, son Cressida, Messalia, Castor y Pollux. Serán quienes aseguren tenerla a tiro de cámara para captar sus acciones, su arrojo y sus decisiones en todo lo que ella participe en esta guerra. Un grupo muy heterogéneo y compenetrado que se amolda bastante bien al Sinsajo y cumple estupendamente su cometido profesional. Parece inevitable que el roce surja entre ellos y Katniss, lo cual nos permite a partes iguales conocerlos un poco mejor y ahondar algo más en la propia protagonista.
Destacaría por otro lado a Alma Coin, la dirigente tanto del Distrito 13 como de la rebelión. Una mujer que escuda su frialdad y su meticulosidad en el objetivo de destruir el yugo del Capitolio sobre los oprimidos Distritos; y toda empatía que ella saca a relucir queda condicionada y estudiada, porque ese el poder que posee como guía de las piezas de su bando de esta guerra. Aunque está claramente en el bando de los buenos esta obra, así como sus metas son por el bienestar de la nación oprimida, se palpa en sus primeras escenas que es de las que no se conformarían con cualquier cargo en la futura sociedad que desean forjar, y que para ello no le importa dar una de cal y otra de arena. Si Snow es la inquietud que aviva la ira y el miedo en los dominados, Coin es la quietud gélida que uno puede llegar a recelar si se ve más allá de sus palabras y actos objetivamente nobles.

La trama sigue su redil de expectante incertidumbre dentro del caos que supone la confrontación, mostrando lo que mueve tanto a unos como a otros. La destrucción y la crueldad de la guerra en todos sus aspectos están muy presentes; donde vemos a La Parca sesgando con la misma avaricia que ha mostrado en cada libro de esta trilogía, pero fue en Sinsajo donde pude sentir más punzante el filo de su guadaña cada vez que se cobraba su presa. El tema de las muertes de personajes (desde cruciales hasta secundarios que lleguen a caer en gracia a parte de los lectores) es algo que estamos acostumbrados en este género, o que al menos uno debería estarlo, sobre todo tras las más significativas que se han cobrado en los libros previos de esta trilogía (muchos aún deben escocerse por la de Cinna); sin embargo, creo que no es fácil aguardar y soportar esto incluso en un desenlace, y en éste la autora logra golpear donde duele, quedando el anterior caso de Cinna en casi una minucia (quien avisa no es traidor).
Un final que desarma al lector, con partes (y pérdidas) que no se esperan o que sí se esperan aunque podamos negarnos a aceptarlas como probables hasta que la autora abofetea con la crueldad de su creatividad. Incluso he llegado a sentirme que todo lo que ha andado y sufrido Katniss pierde de un momento a otro todo sentido. En general sorprende hasta casi las últimas páginas el como queda esta partida con todas las cartas sobre la mesa, aunque en mi caso me dio más o menos la misma cantidad de pros y de contras; agradándome en buena medida pero aún así no llega a lo que cabía esperarme en el momento culminante de esta historia. Además, otro aspecto que me pareció un tanto mal aprovechado en este tercer libro fue el romántico y ese triángulo Katniss-Gale-Peeta que ya desde el comienzo de la trilogía se vendía como un elemento poderoso y prometedor de cara al futuro; pero en alto grado sentí que queda eclipsado (y casi aplastado) por el resto de factores de la trama.
Tampoco destila mucho el muy escueto epílogo, que deja un buen tramo de cabos a disposición de la imaginación y las hipótesis del lector; aunque lo más crucial queda más o menos atado de una manera muy profunda y reflexiva. Un punto y final que cumple bien su cometido, pero recalco que en mi caso no llega a encajar conmigo como lector tanto como esperé.

Y no podía faltar el sinsajo en la portada, con sus alas más extendidas en majestuosidad, un símbolo más claro de esperanza y libertad, con expectativas de traer esa equidad libre de tiranía.

Conclusión: Los juegos se han acabado para entrar en algo puramente adulto pero tan cruel como los vividos por todos los tributos de la historia de ese mundo. La incertidumbre y la muerte rondan demasiado cerca en cada página, y definitivamente nada está claro ni decidido, pudiendo pasar de todo (ya sea para gusto o fiasco del lector). Aún así, si has empezado con Los Juegos del Hambre, vale la pena terminar para saber como acaba esta evidente tragedia.


Mi valoración global: 3,5/5


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