Título: Dextrocardiaco
Autor: Juan Arcones
Editado por: Stonewall
Sinopsis:
Marc es un joven veinteañero,
obsesivo, tímido y tremendamente enamoradizo. Una noche conoce a Lucas, alto,
guapo, rubio, con ojos color mostaza y labios de ídolo africano, del que acaba
enamorándose perdidamente a primera vista. Pese a que parece que ese
enamoramiento es correspondido, Lucas lo llevará a un mundo que desconoce,
agarrándolo directamente desde el corazón y arrastrándolo a un torbellino de
discusiones acaloradas, reconciliaciones pasionales y, en definitiva, grandes
noches por las calles madrileñas.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
La sinopsis en sí convierte esta novela en algo prometedor, lo que me
arrastró (como Marc por Lucas) a adquirirlo y conocer esta historia. Sin
embargo, aunque sí fue una lectura bastante entretenida, no alcanzó las elevadas
expectativas que yo mismo concebí en mi mente con esas meras líneas de
introducción al lector potencial.
Dextrocardiaco es un poco lo
que suele pasar con eso de “chico conoce a chica, ambos tontean, se pelean, se
vuelven a enrollar y vuelta a empezar”, aunque con dos chicos; creo que esto
es, en base, lo mismo sin importar las preferencias sexuales de cada uno.
Al comienzo de esta historia, Marc no está para muchas fiestas después de
que su ex le dejara por vía e-mail (algo que, al parecer y para pasmo mío, es
bastante común hoy en día). Sin embargo, su amigo David tiene poder de
convicción suficiente como para abducirle a una de las suyas con la esperanza
de que eso le ayude a pasar página.
Lo que menos se esperaría Marc es lo mucho que marcaría la diferencia el
hecho de plantarse en casa de su amigo, cuando empieza a conocer a Lucas. Lo
que empieza como un tonteo impremeditado, divertido y un tanto inocente irá
germinando en una relación tormentosa, virulenta, apasionada e incluso
incoherente, todos estos calificativos a partes iguales.
Dextrocardiaco es una historia no
demasiado extensa tras ese prólogo que principalmente nos explica la elección
del título elegido para la misma; poco más de treinta capítulos, con algunos
pequeños saltos en el tiempo por en medio que argumentalmente maceran
acontecimientos importantes, englobándose unos acontecimientos intensos y
desbocados que posicionarán un antes y un después en la vida de su personaje
principal. Aquí la narración se opta por la primera persona de voz del propio
Marc, desde la perspectiva de su personalidad, con toda la fuerza y la pasión
que puede llegar a desplegar tanto sus alegrías como sus dramas, con un enfoque
bastante realista y humano dentro del encuadre de este personaje en concreto.
Entre sus líneas, enrevesada en mitad referencias varias que dan a
algunas reflexiones, vemos esta forma de enfrentarnos al amor. Podemos llegar a
ser demasiado volcados en este sentimiento, así como lo extremadamente
aprensivos que nos volvemos, al borde de convertirse en un trauma o una fobia,
ante lo negativo que conlleva una relación, cuando una acaba, o especialmente
vivir con el miedo de equivocarse o de que se vuelva a sufrir, el no evitar en
algún momento las comparaciones de lo presente con lo que supuestamente debería
estar enterrado. Este es uno de los puntos que más interesantes me han
resultado, de lo difíciles y vulnerables que podemos ser, en mayor o menor medida,
en estos menesteres.
El estilo de Juan Arcones me agradó. Fluido y directo sin descuidar
conceptos como el detalle o la profundidad. Sin embargo, eso no ayudó lo
suficiente a que yo conectara con la historia de Marc y Lucas tanto como me
hubiera gustado, ya que argumentalmente he sentido que un buen tramo caía en la
ambivalencia de avanzar y de dar vueltas en círculos a un mismo tiempo, en un
carrusel un tanto tragicómico. El autor demuestra originalidad, desde luego,
pero sondando esta primera obra suya no hallé esa chispa que hiciera deslumbrar
una novela que no pasa demasiado de la cotidianidad y la realidad, éstas a
penas salpicadas por la creatividad y la exageración.
Marc despiertó en mí sentimientos encontrados. Como personaje, tiene el punto
equilibrado para dar lugar a una relación amor-odio en mi fuero interno. Por un
lado, he sentido empatía por él, incluso compasión; pero eso no restó que me
produjera en algún momento cierta vergüenza ajena, o asquearme con ese complejo
de polilla hacia una llama que puede llegar a arrastrarnos el sentimiento del
amor, aunque aquí creo haber encontrado un caso que lleva ese sentimiento a un
límite bastante insospechado. Pero el mayor punto a favor de la concepción de
este personaje es su desarrollo, que muta en algunos aspectos al mezclarse con
una persona diametralmente opuesta; pero al mismo tiempo, no madura en más de
aspectos, y esto hace inevitable que caiga, desde mi punto de vista, en errores
ya cometidos o pecar de otros que se ven a lo lejos augurando a gritos un
catastrófico final. Desde el principio se da a “valer” de cara al lector como
persona con alto grado de obsesión, pues en temas del amor le puede llegar a
afectar, hasta rozar el grado de incurable, por cosas como que su ex le dejara
y para más e-mail o por la “relación yoyó” a la que desde el comienzo parece
destinado.
Lucas me pareció, con bastante frecuencia, un completo galimatías. Es el
típico chico que podría catalogarse de “malote” por el que más de una (y uno)
en esa edad bebería los vientos: vive más de noche que de día, sin demasiadas
ataduras, capaz de plantarse en cualquier lugar por su cara bonita y que tontea
con las drogas. La bipolaridad y una mente compleja y variable le describirían
muy bien, las cuales descolocan mucho a Marc y al propio lector. Pero no quita que
posea otros encantos, como su atrevimiento indómito o su espontaneidad
efervescente, que son algunas virtudes que, en cierto aspecto, enriquecen la
monotonía y la potencial pesadumbre del protagonista; aunque esto no elude que
sea un personaje complicado a todos los niveles, todo un reto para quien quiera
conocerle (o salir con él).
No son muchos más los personajes que aparecen, pues se centra en gran
medida en las vivencias de Marc y Lucas, así como las emociones y reflexiones
del primero.
Recurrente y con un juego ceñido a su limitado papel es David, quien se
gana la fama de organizar fiestas cada fin de semana en su piso; esto creo que
se me antoja exagerado, pero que llega a ensombrecerse con la estupenda
concepción de su papel de buen amigo, leal pero es capaz de no endulzar
demasiado las cosas para que su amigo trate de ver la realidad.
Otro relevante de mención es Diego, pero profundizar lo más mínimo en él
daría lugar inevitablemente a spoilers, en especial por su incorporación en un
punto avanzado de la historia. Tiene un papel notorio, pero que he llegado a
considerar que llega a ser creado como excusa de un recurso un tanto explotado
más que por otros motivos (y hasta ahí puedo leer).
En conjunto global, la historia es ágil y condensada, que entretiene pero
que no termina de llegar tanto como podía prometer en su base. Por una cara,
llega a ser demasiado realista, que contrasta con su otra cara, que parece en
algún momento exagerar (casi diría de forma mordaz) la realidad, en especial el
caos que puede llegar a ser una relación entre dos chicos que rozan el cuarto
de siglo de andanza sobre este mundo; en ese punto entre las primeras lecciones
de madurez del mundo real y la despreocupación díscola reminiscente del ocaso
de la recta final de la adolescencia.
Respecto al desenlace, éste cae por sí solo con sus últimas líneas, las
cuales creo que resumen la práctica totalidad de esta lectura. Incluso diría
que este final desarmaría a más de un lector, como en mi caso personal, dejando
esa sensación de avanzar argumentalmente pero, a su vez, dejándonos muy cerca
de ese punto de partida, una vez que hemos terminado de sondar Dextrocardiaco.
Sobre la portada, tan sencilla como atractiva, aunque no la identifico
demasiado con la novela una vez leía ésta.
Conclusión: Una historia entretenida, sencilla, cotidiana pero con
la suficiente tónica para que no caiga en la suma insipidez; aunque diría que
podía haberse explotado más la prometedora base que le brinda el autor y que
vende la prometedora e incluso suculenta sinopsis de la contraportada.
Mi valoración global: 3/5
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