Título: Memorias de Idhún II:
Tríada
Autora: Laura Gallego
Editado en España por: SM
Sinopsis:
“El dragón y el unicornio han
llegado… El dragón y el unicornio están aquí…” La noticia corre como la pólvora
entre los Idhunitas contrarios a la tiranía de Ashran el Nigromante. Crecen así
las esperanzas de que la ansiada profecía se cumpla y el mundo de Idhún sea
liberado. Y, sin embargo, la guerra sigue y los miembros de la Resistencia
toman caminos diversos. Además, ¿cómo creer en Jack y Victoria, si Kirtash, el
shek, está con ellos?
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Los intensos acontecimientos narrados en el primer libro de esta trilogía
a duras penas fueron la premisa de lo que de verdad estaba por llegar.
Finalmente, una vez encontrados el dragón y el unicornio, la Resistencia
decide dejar atrás la Tierra para regresar a Idhún. La profecía parece estar
dando los primeros pasos hacia su culminación, pero nadie contaba con que Kirtash,
un shek e hijo de Ashran, se “uniera” a sus filas por sus inesperados sentimientos
por Victoria (encarnación humana de Lunnaris, el último unicornio); o que esta
no sólo le corresponda, sino que al mismo tiempo sienta amor recíproco hacia
Jack (encarnación de Yandrak, el último dragón), el cual atesora un odio
instintivo correspondido hacia el joven con el que comparte el corazón de su
amada.
Los pueblos que ansían la libertad de Idhún a duras penas soportan el
yugo del Nigromante, volcando sus esperanzas más en esa profecía que en esa
Resistencia que comienza a buscar vías de crecer y fortalecerse ante un
conflicto tan desnivelado como inexorable. Pero nadie entenderá cuan importante
puede ser el extraño vínculo que unen al unicornio, el dragón y el shek; además
de inverosímiles verdades tras las palabras de los oráculos.
Tríada nos sumerge en una aventura de proporciones homéricas,
junto a un triángulo amoroso singular que tendrá demasiado que ver con el
destino de la confrontación entre la Resistencia y los aliados que recopilen
por el camino contra la tiranía de Ashran y los sheks. Este segundo libro,
aunque tenga de por medio una mayor presencia de un cliché típico que es una
profecía, alardea credenciales de ser un entramado finamente hilado con
secretos, intrigas, mentiras y traiciones; con la acción trepidante que preña
cada página; con la impertérrita voluntad de los miembros de la Resistencia
tanto en sus objetivos comunes como en otros más personales; con la minuciosa
pulcritud de las jugadas de Ashran en esta partida tan decisiva en ese exótico
y atractivo escenario que es Idhún; con todo lo que puede surgir entre los tres
jóvenes cuyos destinos y sentimientos se entrelazan.
Uno de los puntos
fuertes de Tríada es que se muestra al
fin Idhún como mundo en todo su esplendor, con un detalle en todos sus aspectos
perfectamente concebidos (geografía, razas, culturas, creencias, etc) y con una
coordinación y coherencia que agrada al lector y espolea la curiosidad por ese
lugar tan recóndito al nuestro. Además se profundiza claramente en reflejar como
es ese mundo en los años de tiranía del Nigromante, donde los mezquinos han
sabido como dar rienda suelta a sus peores deseos y ambiciones, donde los
justos y débiles a penas se les permite callar y cabizbajar ante la injusticia
a la que parecen haberse acostumbrado del todo.
Este segundo libro es donde más se marca el verdadero despertar de
Victoria y Jack como unicornio y dragón, además del conflicto interno que sufre
Kirtash entre el shek de su interior y ese lado humano que se ganó el nombre de
Christian. Llegué a sentirme, sobre todo cuanto más avanzaba la novela, que
cada uno de estos tres personajes representaba dos entidades separadas en un
mismo recipiente, que a veces puedan debatirse en conflicto entre el lado
humano y el instinto de la criatura sobrenatural; y al mismo tiempo,
convertirse esta dualidad en dos piezas conexas inseparables y dependientes la
una de la otra, capaces de armonizar si cada uno de estos personajes encuentra
su propio punto de balance.
Sin duda, al igual que todo lo que implica la profecía y el inminente
conflicto decisivo, se vuelve más crucial y complejo, página a página, el
triángulo amoroso Jack-Victoria-Christian. Primero por el hecho que ella ame
exactamente igual a ambos muchachos y que mantenga una relación con ellos de
manera simultanea cuando están a su lado, aunque esto no implica la total conformidad
de ellos dos. Por otra parte está ese virulento punto de tensión entre Jack y
Christian, aunque sea el primero el único que da señas claras de celos y
exigencias, porque aquí entra en juego, para complicar más todavía la ecuación
romántica, el odio inevitable y racial que se profesan el dragón y el shek,
toda una prueba a afrontar cada vez que ambos están cerca y que tratan de
mantener a raya lanzarse el uno a la yugular del otro a la primera de cambio
por el amor que sienten sus lados humanos… pero nada garantiza que esa tregua
sea tan indefinida como desearía Victoria.
También se distinguen los dos universos tan distintos que son ambas
relaciones por separado. Jack es más apasionado, expresivo y ligado en sus
sentimientos, mientras que Christian es más independiente y libre pero no por
ello menos sincero y desvivido que el otro; y aquí choca el gozo emocional de
Victoria con cada uno de ellos, a pesar de esa marcada diferencia. Además, otro
aspecto interesante es la relación que previsiblemente inician Jack y Christian
al comienzo del libro, cuando logran atar lo suficiente corto ese odio
ineludible; lejos de que puedan ser amigos propiamente dicho, pero sí cordial y
respetuosa hasta cierto punto dentro de esa difícil situación cuando anteponen
a Victoria, al comprender a su vez que el otro la ama con la misma franqueza y
que privárselo sería un egoísmo que pondría en tela de duda la franqueza de su
amor hacia ella.
Tríada se compone por Despertar y Predestinación, de catorce capítulos cada uno, con un prólogo al
comienzo del primero y un epílogo cerrando el segundo, y una vez más la voz en
tercera persona se encarga de la narración.
Ambas partes corresponden a los libros tercero y cuarto de los seis que
originalmente compusieron la obra antes de su conversión oficial y definitiva
en trilogía.
El estilo narrativo y la creatividad de Laura Gallego siguieron sin darme
motivos de decepción, además de regalarme aquí uno de esos casos que rompe mi
rutina de lectura en que una segunda parte decaiga ligeramente respecto al
inicio. Si La Resistencia me lanzó un
cabo, Tríada me espoleó a asirme a
esta lectura con fuerza. Una prosa detallada pero directa, intensa sin ser
abrumadora, junto a la concepción de un mundo preñado de fantasía y aventura
que se ganan fácilmente el calificativo de “épico” son claros ejemplos de que Memorias de Idhún sea la obra estandarte
de esta excelente autora. Otra virtud de la narrativa de Gallego digna de
elogio y admiración es el amplio abanico de emociones que rezuman sus
personajes, tan distintos entre sí, del amor al odio, pasando por la tristeza,
la alegría, el deseo, el anhelo, la rabia y la impotencia entre tantos; un mar
de sentimientos que pasan muchas veces de uno a otro de manera súbita pero sin
que esto se vuelva un caos. Si argumentalmente logra equilibrio, su pluma
también al transmitir dulzura sin caer en líneas empalagosas y el dinamismo que
está lejos de resultar vacuo.
Victoria, quizás el eje más crucial de Memorias de Idhún, es un personaje que me produjo empatía y a su
vez supuso un reto para la comprensión. Su personalidad agrada, gentil y frágil
pero decidida y obstinada; aunque eso no facilitaba tanto el vislumbrar lógica
sobre sus complicados sentimientos. Sin embargo, se irá dando a entender un
poco mejor el porqué de esta forma de amar tan extraña a esos dos jóvenes
destinados a un odio racial insuperable por más que ellos lo retengan. Del
mismo modo, se irá mostrando más la influencia del unicornio en su personalidad
para explicar mejor la forma de ser de Victoria. En general, un personaje con
el que disfruté leyendo, es especial por la repercusión sobre ella de distintos
acontecimientos de esta trama en los que a veces su corazón noble y su doble
amor despedido pueden llegar a ser su propia perdición. Llegó a sorprenderme en
gran medida, además de emocionarme y consternarme a lo largo de la segunda
mitad del libro.
Jack llegó a agradarme en mayor medida que en La Resistencia. Por un lado, no deja de ser un muchacho como
cualquier otro, y eso se demuestra lo que le cuesta digerir que la dicha de
gobernar en el corazón de Victoria implica un reino con dos coronas. En Tríada se vuelve más nítida y firme la
línea de su evolución y maduración tras cada acontecimiento que fraguará en él
alguien nuevo pero que tampoco deja de ser ese Jack del comienzo. Quizás de los
tres principales es el que más se encuentra a sí mismo, sobre todo en lo que se
refiere a Yandrak.
Kirtash/Christian sigue siendo un personaje interesante de leer, sobre
todo porque aquí se nos regala la oportunidad de conocerle mejor; sobre todo de
lo que está implicando en él sus sentimientos por Victoria o la superficial
relación que mantendrá con otras personas, en particular Jack. Se indaga más
allá de la imagen de asesino que se ganó el temor de todos los idhunitas, o del
híbrido humano y shek que lo convirtió su padre. Se nos muestra su frialdad e
indiferencia prácticamente incurable que su amada y parcialmente su antagonista
son de los casos puntuales capaces de traspasar, pero muy intrínsecamente se
llega a vislumbrar que no es el cero absoluto a nivel de emociones. El estigma
de su historial de muertes y la facilidad con la que ignora el valor de la vida
será algo muy marcado en él, pero que no dejará de entreverse que eso es sólo
la punta más sombría del iceberg de su persona. Su forma de amar trata de
demostrar que la independencia y la libertad en una pareja no están reñidas con
la ligadura entre sendos corazones. Aunque su proceso de desarrollo no me
resultó tan acentuado como el de Jack, Kirtash tampoco me dejó indiferente.
Son muchos los personajes que se muestran aquí. Viejos conocidos como
Alexander, Shail y Allegra a los que sumar caras nuevas que se unen para
expandir y enriquecer tanto la trama como el escenario principal. Y resultó
agradable en buen grado como estas pequeñas piezas llegan a destilar una
presencia y una participación mucho más grande de lo que puede esperarse de
secundarios, con historias y dilemas personales enredándose con acciones
vinculadas a los acontecimientos principales que se explotan más de lo que me
cupe esperar al iniciar esta lectura. De algún modo, en general, este amplio
abanico de personajes, entre humanos y otras razas de Idhún, son un gran sostén
tanto para el trío protagonista como al porvenir marcado por la profecía.
Ashran el Nigromante siguió pareciéndome un antagonista bastante
interesante. Cumple su rol con los criterios más clásico, pero al mismo tiempo
con evidentes pinceladas que lo alejan lo suficiente de los clichés. Algo
positivo en este personaje es su velo de misterio que supone tanto sus metas
verdaderas, las sendas por las que quiere encauzar en verdad sus planes y,
obviamente, su propia persona. Sorprendentemente inquietante en sus
apariciones, pues uno no evita recelar de él por su temple incluso en momentos
en que parece estar en jaque o que ocurra algo en la trama que evidencia más el
peligro que corre su supremacía; porque a veces da la impresión de que va más
de un paso por delante, incluso cuando todo parezca ir poco a poco en su contra,
sin que la profecía o las decisiones de las piezas principales de la misma le
perturben lo más mínimo.
A groso modo, Tríada es una continuación atractiva e intensa que
engrandece la trilogía, con giros en el argumento que la hacen escasamente
previsible, un ambiente de fantasía y de aventura que atrapa. En general, y
para agrado del lector, los caminos que siguen tanto la trama principal como el
factor romántico son difíciles de anticiparse, y en general logran impactar con
asiduidad; sobre todo en esa parte intermedia entre el tercer y cuarto libro.
El final no es menos que soberbio, con promesas de ser determinante pero
dejando la incertidumbre necesaria para picar a adentrarse sí o sí en Panteón. Aunque muchos acontecimientos de
la trama puedan darse por cerrados al final de estas líneas, no todo estará tan
atado como muchos habitantes de Idhún puedan dar por sentado, en especial las
propias tribulaciones de los principales implicados de la Resistencia; porque
todavía les depara mucho más allá de estos acontecimientos narrados en Tríada, y seguramente en una escala
superior a lo narrado en estas páginas. Y algo que me agradó en este aspecto
fue el epílogo: impactante y demoledor, inesperado saliéndose de toda conjetura,
capaz de dejar al lector abrumado e incrédulo hasta que pueda sondar el último
capítulo de esta trilogía que, a estas alturas, se ha ganado el adjetivo de
memorable.
Uno de los atractivos de este libro, a nivel edición, es su diseño. Sus
páginas y su sobrecubierta siguen la línea de La Resistencia, pero la cubierta inferior, tanto en su exterior
como en sus caras interiores, regala ilustraciones de esta historia (de Marcelo
Pérez) y un mapa bastante detallado de Idhún (de José Luis Navarro); elementos
que la hacen ganar frívolos puntos a esta lectura.
Conclusión: Un mundo fantástico y mágico lleno de posibilidades, con una
trama llena de acción y una historia de amor a tres bandas que se compenetran y
equilibran a la perfección en el argumento de este segundo libro. Los
sentimientos de Victoria, Jack y Kirtash tendrán mucho que decir en la
profecía, mientras algunos están dispuestos a luchar por Idhún, moviéndose
creyendo en sí mismos independientemente a las palabras de los oráculos. Tríada
es el perfecto cantar de los juglares de ese mundo que narre el principio de un
final… o el preludio que de pie a otro cantar aún por entonar en Panteón.
Mi valoración global: 5/5