Título: Juegos Perversos
Título original: The Dirty Secrets Club
Autora: Meg Gardiner
Editado en España por: Círculo de
Lectores
Sinopsis:
Mientras el suelo de San Francisco
tiembla por enésima vez, un hombre y una mujer desafían al destino
encaramándose a la azotea de un gran edificio y se pasean en precario equilibro
por encima de un muro. No son personajes anónimos, y la rocambolesca escena no
es fruto de un arrebato de locura, sino que forma parte de un juego que empieza
a ser demasiado peligroso. En cuarenta y ocho horas, dos personajes públicos
han hallado la muerte en extrañas circunstancias. Dos días después, una fiscal
federal fallece tras un inexplicable choque de vehículos. ¿Muerte accidental,
suicidios o inexplicables asesinatos?
La policía recurre a la psiquiatra
forense Jo Beckett para esclarecer los hechos. Pero no es en las vísceras de
las víctimas en las que debe hurgar la doctora Beckett, sino en los entresijos
de sus almas. Resolver ambigüedades, implantar certezas donde anidan vaguedades
y encontrar sentido donde no parece haberlo. Las vidas de las personas suelen
guardar espacios de sombra, culpas y humildes misterios, a menudo banales y
apenas susurrados. Pero lo que Jo Beckett empieza a atisbar es mucho más
complejo y retorcido.
«Te has portado muy mal. Te doy la bienvenida al Club de
los Secretos Sucios...»
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Empezamos la novela con un hombre y una mujer que en ese primer momento
no tendremos claro quienes o que tipo de personas son, haciendo una verdadera
locura en la azotea de uno de los edificios más altos de San Francisco justo
después de una de esas frecuentes sacudidas menores que sufre la ciudad
californiana. Pero poco después, un extraño accidente de coche marcará el
inicio de un desentrañar de misterios para revelar capa tras capa una cadena de
muertes igual de extrañas que llevarán a su núcleo: un juego que está lejos de
ser inocente.
En esta historia será la psiquiatra forense Jo Beckett, reclamada por el
cuerpo de policía para formar parte del equipo de investigación del caso, quien
deberá descubrir la verdad desde su curtido punto de vista, en un campo que
personalmente desconocía bastante de su existencia y que gracias su autora, a
través de este peculiar personaje, uno ha podido conocer.
—No psicoanalizo mentes:
psicoanalizo almas. —Sus pasos retumbaron en la escalera—. Soy psiquiatra forense.
Él relajó los hombros y la miró con renovada curiosidad.
—¿Y qué es lo que hace
exactamente?
—Realizo autopsias
psicológicas para determinar si las muertes sospechosas o ambiguas son
naturales, accidentes, suicidios u homicidios —le explicó—. Descubro por qué murieron los muertos.
En el rostro del agente se dibujó una expresión de alivio y
una sonrisa afloró a sus labios.
—¿Y no tiene problemas
con los cobros de las consultas?
—Sólo con los zombies.
Los hago pagar por adelantado, antes de que se larguen a vagar como almas en
pena.
Llegaron a lo alto de las escaleras.
—¿Y no practica ese vudú
suyo en alguna oficina cómoda y calentita?
En ese momento, Jo vio por qué Cruz pensaba que Harding había
saltado la barrera deliberadamente. Bajó el tono de su voz.
—No cuando se trata de
un caso grave de brujería, como éste.
Nada más empezar ese caso, la teniente Amy Tang no se lo pone fácil a Jo
dándole a ésta un plazo demasiado corto para tener elaborado su informe sobre
la principal víctima y aparente causante del supuesto accidente, pues se ha ido
desarrollando a intervalos demasiado cortos en San Francisco otras tantas muertes
de personas que están lejos de ser anónimas como cualquier hijo de vecino, a
parte de la conductora de ese siniestro en que Beckett se incorpora a la
investigación, una fiscal federal adjunto cuya carrera y reconocimiento estaban
subiendo como la espuma.
Poco a poco Jo hurgará en la mente de su actual paciente y encauzará sus
pasos hacia el descubrimiento de las piezas que se irán conectando para
esclarecer estos alarmantes sucesos, así como la existencia de algo llamado el
Club de los Secretos Sucios (CSS), en el cual Harding estaba más que metida. La
protagonista de esta historia no se imaginará en un principio lo potencialmente
arrastrada que podría acabar en dicho juego si no se anda con cuidado, poniendo
en riesgo algo más que la eficiencia de su trabajo y el éxito de la investigación.
Encontraremos en la sombra, como podrá especular el lector que se adentre
en esta novela, una figura siniestra y enigmática detrás de la trama y el
reguero de muertos que se van sumando y que no parece dispuesto a cesar lo más
mínimo esta mecánica hasta llegar a esa meta personal, hacia la que se mueve
con vehemente y vital obsesión.
Una novela policiaca con sus buenas dosis de suspense y otras de momentos
más amenos que armonizan entre sí, donde la muerte está constante. Jo se verá metida
en una carrera contrarreloj para cumplir tanto su obligación profesional como
esa otra aún más importante para ella más allá incluso de su juramento
hipocrático; pero este caso mantendrá más vivos recuerdos y fantasmas de un
pasado que creyó superar, o al menos vivir su día a día con la huella marcada
en su alma de esas experiencias que conoceremos a la par que la acompañamos en
el trabajo que anda sumergida en unas aguas más profundas de lo que cualquiera
creería al principio.
Además, Juegos Perversos nos
adentra en los entresijos de las personas. Da lugar a la reflexión sobre el
tema que gira en torno a los secretos, en especial los más turbios que se
ocultan, y a través de sus personajes (en particular los miembros del Club de
los Secretos Sucios) encontramos un abanico bastante amplio de cómo alguien
llevaría sus secretos más inconfesables y sus emociones al respecto; cada
persona es un mundo, algunos pueden mostrar arrepentimiento y moverse por la desesperada
expiación, otros quizás se vanaglorien en alardes en círculos selectos al
respecto, o que metafóricamente se prostituyan por esos oscuros secretos, todo
dependiendo del color emocional de cada persona, y dicha gama es tan amplia
como la cantidad de estrellas en el firmamento.
El estilo de Meg Gardiner ha pasado mi gusto con una nota excelente. Una
exposición de la trama acertada, me ha tenido bastante enganchado pero
saboreándolo poco a poco para no acabar demasiado pronto. Su prosa se lee
bastante bien en general, sobre todo en lo que se refiere a descripciones,
detalles y cada situación que sucede en el libro. Sus 41 capítulos son bastante
cortos, fluidos y amenos de leer (algunos de muy pocas páginas pero los más
largos no se tarda demasiado en liquidarlos). No encontramos ni prólogo ni
epílogo, aunque los capítulos primero y último cumplen respectivamente dichos
papeles con el mismo resultado. Dentro de lo que sé de estos temas, Gardiner ha
sabido documentarse bien (aunque en lo relacionado a derecho ya lo tenía fácil
al ser licenciada en dicha materia) y crear una historia sin puntos cojos a
simple vista. Además, hay que tener en cuenta que en el curriculum de la autora
tiene el respaldo de buenas palabras por parte de Stephen King, el cual dice al
respecto “Hay que leer a Meg Gardiner”.
Jo me ha gustado bastante, y es raro que un personaje principal me caiga
tan en gracia como lo ha hecho esta psiquiatra forense. Una mujer muy peculiar desde
su forma habitual de vestir que la aleja a priori de lo que se puede esperar de
su profesión, pasando por detalles suyos sobre sus orígenes étnicos, hasta
llegar finalmente a su personalidad y sus aficiones. Perseverante, observadora
y práctica, defensora del derecho a la vida incluso para aquellos que seguramente
no se la merezcan tanto. Toda una profesional y experta en su campo, aunque
descubrimos a lo largo de este libro que en ciertos matices peca un poco del
refrán “en casa del herrero cuchillo de palo”. Vivencias relevantes de su pasado
estarán presentes en su vida y que el lector irá desentrañando poco a poco; a
la par que se sumerge en la investigación, también será un caso donde tratará
sin buscarlo temas personales que de ella dependerá pasar de verdad página. La
doctora Beckett promete una lectura interesante.
También tenemos muy presente a Amy Tang, teniente del cuerpo de policía
de San Francisco. Esta americana de etnia asiática no necesitaría demasiada
caracterización para disfrazarse de elfa por sus rasgos físicos: bastante
menuda, con el negro predominando sus vestimentas y “pelopincho”, que sumándole
la rudeza de su carácter hace que cualquiera piense que ella “apunta maneras”.
Una mujer muy entregada a su trabajo y que le gusta que éste se lleve a cabo
con perfección, certeza y en la mayor prontitud posible. Su interacción con Jo
no es nada desechable. Tang me ha parecido un personaje tal como se muestra
pero con algo que me deja claro que no todos los gatos de noche son tan pardos
como aparentan.
Igualmente tenemos un personaje a tener muy en cuenta en este episodio de
la vida de la doctora Beckett, que será un apoyo muy grande para ella tanto en
este caso tan enrevesado como en esos duelos internos que lleva acarreando y
viviendo con ellos en los últimos años: Gabriel Quintana. No puedo decir
demasiado de él sin destripar, a parte de que pertenece a la 129ª División de
Rescate Aéreo y que gustará mucho al público femenino; pero como digo antes,
habrá que tenerle bien en cuenta a partir de su primera aparición.
En el elenco se cuenta con distintos personajes, pasando por el entorno
tanto personal como profesional de la protagonista, además de algunos
personajes retrospectivos y todos aquellos relacionados con el Club de los
Secretos Sucios... y la autora los hace desfilar delante del cañón de una
ruleta rusa trucada por la creatividad de la autora. La parte antagonista
estará muy presente, sobre todo en sus maquinaciones, cuyos motivos e identidad
se irán esclareciendo a medida que pasamos las páginas de Juegos Perversos. Habrá personajes muy presentes, o más bien su
huella bien marcada, incluso habiendo pasado a mejor vida, como por ejemplo y
en particular “Chicadura”.
Para no restar interés al lector, no ahondaré más en la trama en esta
reseña, pues aconsejo y espero que se adentren en este libro, porque creo que
vale la pena; no me ha decepcionado para nada. Aunque seguramente en el final,
que es bueno, me esperaba que estuviese algo a la altura de cómo se desarrolló
la trama en general y creo que flojea de manera un tanto sutil. Del desenlace
mismo me callo para no fachar nada al posible lector interesado, pero se puede
decir que no deja que digamos cabos sueltos... aunque la historia de Jo Beckett
no quedan en Juegos Perversos, hasta
la fecha tres libros más le siguen con esta psiquiatra forense como
protagonista (The Memory Collector, The Liar’s Lullaby y The Nightmare Thief), y espero poder
adentrarme en ellos algún día, me he quedado con ganas de un poco más a pesar
de lo intensa y completa que es esta novela.
La portada me ha gustado, muy sugerente por lo que salta a la vista sobre
la cornisa de un rascacielos, sin olvidar la espectacular estampa que tenemos
de fondo que se el escenario de la trama, San Francisco. La tipografía del
título que recuerda a pintalabios no es así por arbitrariedad.
Conclusión: Una buena historia policiaca y de suspense, imagino que a la
altura de los adeptos a dicho género o para los no muy iniciados como es mi
caso. Sombría pero con sus sutiles matices luminosos bien colocados que
armonizan esta historia. Os invito y recomiendo que acompañéis a la doctora
Beckett en este caso, pero tened mucho cuidado con el Club de los Secretos
Sucios... en especial si tenéis los requisitos necesarios para entrar en él.
¿Te atreves a aceptar su invitación?
Mi valoración global: 4,5/5