Título: El Castillo Blanco
Título Original: Beyaz Kale
Autor: Orhan Pamuk
Editado en España por: Penguin
Random House
Sinopsis:
Un joven científico italiano es
capturado por piratas cuando viaja de Venecia a Nápoles. Poco después es
vendido como esclavo a un sabio turco deseoso de conocer los avances
científicos de Occidente. Ambientada en al Turquía del siglo XVII, El
Castillo Blanco cuenta la extraordinaria
historia de estos dos hombres, que curiosamente guardan un gran parecido
físico. Una fascinante exploración de la identidad, del fatídico pulso entre
tradición y modernidad, y del destino del intelectual a través de la relación
que surge entre ambos personajes.
Crítica
personal (puede haber spoilers):
Un joven científico apasionado por el estudio, la investigación y la
búsqueda del conocimiento viaja tranquilamente de Venecia a Nápoles, hasta que
una flota de piratas turcos aborda su nao para saquear todos los objetos de
valor y tomar la mayor parte de tripulantes como esclavos para su país. Él
consigue tener un destino tenuemente menos nefasto al alegar sus vagos
conocimientos de medicina, aunque no por ello libre de la esclavitud y ninguneo.
La incertidumbre y la pesadumbre le soterrarán, anhelante de la libertad
que le han arrebatado, añorando tanto la vida que tenía antes en Italia como a
su familia y su prometida. Un día acaba bajo la tutela de un nuevo amo, al que
todos se dirigen como el Maestro. Estará a su servicio, pero al mismo tiempo
trabajarán juntos codo con codo dentro de la superioridad jerárquica del
Maestro, quien se muestra claramente ávido de los conocimientos de la ciencia
occidental. Sin embargo, el protagonista se inquietará durante gran parte de la
novela por el parecido físico marcado entre su nuevo señor y él mismo,
perturbándose por este hecho, cuestionándose si el propio Maestro, o cualquiera
que conozca a ambos, es consciente de ese hecho.
El Castillo Blanco se centra
por entero en la relación entre el protagonista (que nunca se menciona su
nombre a lo largo de la novela) y el Maestro; y del mismo modo en las reflexiones y
los sentimientos de dicho protagonista principal después del cambio abrupto
durante esa travesía que prometía a priori ser sin percance alguno.
Detrás del escenario histórico y cultural, del contraste entre Oriente y
Occidente y de los proyectos e investigaciones de sus protagonistas en
distintos campos como astrología, medicina o ingeniería, se da pie a
reflexiones y disertaciones que seguramente más de una persona ha debido
cuestionar en la vida.
La propia identidad, cuestionándose el “yo”, es recurrente en las
conversaciones entre protagonista/narrador y Maestro, y el que ambos personajes
compartas demasiadas similitudes fisiológicas hará que dicho tema alcance
mayores dimensiones, dando pie al desdoblamiento de la propia identidad.
Y aunque dé pie a distintos temas dignos de elucubrar, no sentí que se
aprovecharan dentro de una trama opaca como la que me encontré. En términos
generales acabó resultándome un argumento extraño y enrevesado, explotado con
no demasiado acierto. Centrado demasiado en las divagaciones del Maestro y el
trato entre este y el protagonista, y en la gran mayoría de los casos fue
costoso para mí el hecho de encontrar sentido a muchas de las escenas que
comparten.
Me fue imposible empatizar con el estilo narrativo de Orhan Pamuk (o con
la traducción del mismo, según se mire) sin importar el respaldo de premio
Nobel de literatura. Utiliza la primera persona, a través del anónimo italiano
que protagoniza la historia, pero de un modo poco habitual, sin apenas
diálogos, por la cual no evité sentir tedio línea tras línea, empujándome a mí
mismo sin que me atrapara la historia, más por el mero compromiso de ser un
libro propuesto por uno de los clubs de lectura en los que participo. El
planteamiento de esta historia y su trasfondo argumental era prometedor e
interesante, pero acaban desaprovechadas por la vía de narración y en parte por
la historia propiamente dicha.
Quizás una de las lacras más destacables de El Castillo Blanco sea sus personajes, que en este caso se limitan
en realidad a dos. Sin ánimo de despreciar, estos son fáciles de ser
calificados de aburridos, haciendo que decaiga más aún el interés por el
potencial de la historia que ya de por sí me parecía que poco se consigue sacar
a relucir. Además, dan la impresión de contar mucho pero luego me daban la
impresión de que no transmitían nada.
El protagonista se adapta como mejor puede a la situación en la que se ve
arrastrado por el azar del destino. Anhelará su patria, su familia y su
prometida; todo lo que tenía y quería, todo lo que estaba a su alcance; pero a
su vez, y más con el paso del tiempo, reflejará momentos de resignación a
recuperar lo perdido, que los recuerdos de su yo anterior se empañen (o más
bien legándose a otra persona) para estar más asimilado a su vida en Turquía.
Cercanía y a veces lástima serán sentimientos que le robará su Maestro, pero al
mismo tiempo será motivo de aversión, pareciendo a veces como un sucedáneo de
síndrome de Estocolmo. Y es quién más saldrá perdiendo en esta novela, porque
le dará mucho al Maestro, demasiado y más de la cuenta, a veces incluso sin darse
cuenta de ello y hasta que punto; pero él no será correspondido con el mismo
“feedback” en esa relación.
El Maestro es contradictorio, complejo y extremadamente obsesivo, además
de tóxico tanto para el protagonista como para sí mismo. Da a mostrar de sí una
imagen brillante y erudita, pero habrá momentos en los que no es todo oro lo
que hace relucir de su persona y que acabará dependiendo en buena medida de los
conocimientos que el protagonista comparte con él. También está su facilidad de
mostrar simpatía e incluso afecto por su compañero/vasallo pero con la misma
facilidad de tornar su aptitud en menosprecio y envidia. Su egoísmo y su
ambición son marcas insignias de este personaje, pero que se ahoga en la
impotencia y el temperamento cuando sus reflexiones y objetivos terminan
encallándose, haciendo que se acompleje con facilidad. Pero por otra parte,
nada le quita el mérito de su afán de amasar conocimiento, aunque sea propenso
a aburrirse en el momento menos pensado del foco de su curiosidad activa; y del
mismo modo, se lanza a los brazos de muchas reflexiones, en especial las más
porfiadas y significativas de la novela.
La única figura destacable a parte de estos sería la del sultán, que dará
su justo juego como personaje que interactúa con sus protagonistas principales.
Gran parte de su escueta participación resulta anodina y sin peso, pero llegará
un momento en que parezca despuntar su rol dentro de sus limitaciones.
En general, una historia que se hace bastante pesada y repetitiva, con
personajes que acentúan el tedio por esta lectura y una exposición lejos de ser
atractiva; a lo que no ayuda demasiado un desenlace (por llamarlo de alguna
forma) que convence incluso menos que el desarrollo llevado y que yerma el
potencial intrínseco que vuelca aquí el autor.
Conclusión: Un claro ejemplo que no sólo “best-seller”, sino que
tampoco “premio Nobel” es una apuesta asegurada para el lector empedernido y
apasionado. Las potenciales simientes de esta novela pudieron dar mejores frutos si se
hubiera cultivado mejor el resto de factores. Puede que haya quien conecte con El Castillo Blanco, aunque ese caso no
fuera el mío personal.
Mi valoración global: 1,5/5