Título: El Manuscrito de
Avicena
Autor: Ezequiel Teodoro
Editado por: Entrelíneas
Sinopsis:
Bujará (Persia). Año 1004. Avicena escribe con firmeza sobre un pedazo de
piel. Al acabar, levanta la barbilla y sonríe a las decenas de miles de libros
que le rodean en la Gran Biblioteca. Ha terminado su obra más brillante. Y
también la más peligrosa. Madrid (España). Año 2011. El médico español Simón
Salvatierr
Crítica
personal (puede haber spoilers):
El Manuscrito de Avicena es la primera
novela del periodista y paisano mío Ezequiel Teodoro. Además, también cuenta
con la paradójica y curiosa casualidad de ser la primera publicada en el mundo
en la que se trata una Al-Qaeda tras la muerte de Osama Bin Laden, saliendo a
la venta poco antes de la captura y muerte del mismo.
Una trama intensa, intrigante y rica en detalles y hechos históricos, en
la que absorbe al lector junto a los protagonistas de la misma a una vorágine
que puede sorprenderte hasta la última página.
Por un lado está el doctor Salvatierra, que parte de Madrid hacia San
Petersburgo para reencontrarse con su esposa, una científica que un año atrás aceptó
un trabajo muy importante en la citada ciudad rusa. A penas comenzando su solitario
periplo, recordando fantasmas del pasado que desencadenaron fisuras sobre los
pilares de su matrimonio y su propia vida, acaba teniendo a un joven llamado
Javier como inesperado compañero, después de que éste le socorriese cuando unos
misteriosos desconocidos le asaltasen en la estación de servicio en la que
ambos se encontraban. No evita rememorar a su desaparecido hijo David en aquel
joven autoestopista que, casualmente, también se dirige a San Petersburgo; y
dicho recuerdo abre más de esas hondas heridas del pasado del doctor.
Por otro lado, Alex Anderson, una trabajadora del Museo Británico, se
encuentra con su casa patas arriba tras regresar de visitar a su padre, el cual
se encuentra trabajando en San Petersburgo. Pero detrás de lo que en principio
apunta a una gamberrada o un hurto obra de inexpertos en ese terreno, hay algo
más que hace peligrar su propia vida; por lo que se verá obligada a huir de
Londres cual fugitiva en compañía de Jeff Tyler, un agente de Scotland Yard que
considera demasiado extraños los acontecimientos que empiezan a cernirse sobre su
inesperada protegida. La única posibilidad que le resta a Alex es reunirse con
su padre, con la ayuda y el respaldo de Jeff.
Éste es el punto de partida, que no es más del primer capítulo de la
novela. Más allá de estos personajes principales se prolongan la sombra de
Al-Qaeda, la cual no está ya liderada por Osama Bin Laden; pero aún así la
organización no parece haber perdido poder, sino más bien lo contrario.
Igualmente están presentes organismos como el M16 británico y el CNI español, siguiéndoles
la pista tanto a Al-Qaeda como a Salvatierra y a Anderson. A su vez, desfilarán
paralelamente en la trama ciertas entidades que se remontan a lo largo de la
historia de humanidad hasta desentrañar el primer eslabón que une los demás que
desencadenan esta trama: Avicena (también conocido como Ibn Sina), a raíz de un
importantísimo documento suyo que ha despertado la ambición de los hombres
cuyos oídos han escuchado de su existencia y su naturaleza a lo largo de los
siglos, hasta llegar nuestros tiempos. La organización terrorista ansía dicho
texto para alcanzar sus fines, aunque no son los únicos que lo anhelan...
Una historia intensa, a veces con una densidad pareja al calibre de sus
páginas, llena de enigmas que se van destapando capa a capa y que a veces uno
llega a creer que nunca se acabarán tantos secretos e intrigas. Además, el
autor intercala los acontecimientos del presente en los que se ven sumidos protagonistas
con los vividos por otros personajes en fieles hechos históricos del pasado
como escenarios; hechos totalmente ajenos a sus principales protagonistas, pero
fundamentales para el objeto que da nombre a la obra que en muchos momentos
asciende a la categoría de protagonista indiscutible.
El propio Ezequiel Teodoro compara el periplo de Salvatierra en busca de
su esposa con la odisea que padeció Ulises por volver a Ítaca con su amada
Penélope; y tras leerlo soy incapaz de quitarle la razón a ese perfecto símil. Los
sentimientos de Simón por Silvia están muy patentes en la historia, que sumando
los acontecimientos en los que se ha visto inmerso sin elección harán que
evolucione en el plano emocional a lo largo de la novela. Y cuando decide
recorrer en coche toda Europa para reencontrarse con la mujer que nunca había
dejado de amar y no perder lo poco bueno que le queda en su vida, descubre que sus
miedos no son nada comparado con lo que en verdad está a punto de perder,
empezando por su propia vida y la de su amada.
Alex es un personaje que crece y cambia bastante con las vivencias que
atraviesa a lo largo de la novela, dando en un comienzo (al menos según mi
criterio) una imagen de mujer un tanto frívola, consentida la práctica
totalidad de su vida por su padre y que conoce bien cuánto de atractiva es y cómo
usarlo sobre los hombres para su propio beneficio. Pero cuando más se ve
arrastrada a unos acontecimientos que sólo se le antoja de las películas de
espías, se dará cuenta de que los hilos de la vida no son tan fáciles de
manejar como siempre había creído. Y todo lo que experimenta en esta historia,
especialmente los momentos difíciles, es lo que la ayuda a crecer y mejorar
como ser humano.
Sin embargo, me pareció descompensado que en los personajes de Javier y
Jeff a penas se ahondase en sus personalidades y sus pasados, sin desarrollarse
en el grado de plenitud que logran Simón y Alex. Ambos personajes masculinos
muestran al principio unas primeras cartas muy prometedoras que daban mucho
juego, pero al final se centra más en sus otros compañeros y acaban teniendo un
rol de personaje secundario a pesar de su relevancia inicial (en especial Jeff,
que a nivel de desarrollo me apenó ver que estaba más destinado a ser “carne de
cañón” y un contrafuerte para el personaje de Alex).
A lo largo de la novela, el autor nos transporta a momentos históricos
reales en los cuales se mueven otros personajes que darán más sentido a los
acontecimientos que sumerge a los que viven el “presente”. Está muy patente la
pasión de Ezequiel por la historia, ya que estos capítulos que se desarrollan
en el pasado ajeno y vinculante a su vez de la trama de la novela son ricos en
detalle y fidelidad. Además crea expectación cada vez que salta a una de estas
escenas “retrospectivas”, las cuales cobran mayor sentido cuanto más se acercan
al presente y se van desentrañando el misterio del manuscrito.
Es una obra muy entretenida, sin ser especialmente amena pero desde luego
no es explícitamente tediosa. Ideal para los que les apasione la temática que
toca pero también puede gustar a cualquiera que le brinde una oportunidad de
sumergirse entre sus páginas.
Quizás pueda cansar a quienes les guste más las tramas más lineales y
menos enrevesadas, ya que el autor nos inicia con una historia dividida en dos
paralelas entre Madrid y Londres como puntos de partida, cuyos personajes
principales se encuentran y unen en el previsible y evidente destino final
común que es San Petersburgo a mitad de la historia; además de sumar a la
ecuación los frecuentes saltos retrospectivos que te sacan momentáneamente de
la trama en la que se mueven Salvatierra y Anderson.
Respecto a su desenlace, quizás me esperaba mucho más, o por lo menos no
me esperaba otra cosa, en especial respecto al foco de interés por el que sus
personajes danzan en derredor. Sin embargo, este final no llega a desmerecer
los puntos fuertes de la obra y el destino del elenco (en general) me ha dejado
satisfecho.
Conclusión: Muchos achacan que el éxito y reconocimiento de esta
obra viene de un golpe de suerte del destino ante la captura y ejecución de Bin
Laden al poco tiempo de la publicación de El
Manuscrito de Avicena. Es innegable que este hecho fue provechoso tanto
para la novela como para el autor, pero no se les puede desprestigiar un ápice.
Objetivamente, tiene calidad suficiente para merecerse una oportunidad y un
rincón en las bibliotecas particulares de nuestras casas.
Mi
valoración global: 3/5