miércoles, 23 de marzo de 2016

Crítica personal: Las Crónicas de Magnus Bane

Título: Cazadores de Sombras – Las Crónicas de Magnus Bane
Título original: The Bane Chronicles
Autoras: Cassandra Clare, Sarah Rees Brennan, Maureen Johnson
Editado en España por: Destino

Sinopsis:

Ser Magnus Bane no es fácil. Como es un brujo, siempre tiene que solucionar los problemas de otros. Su vida ha sido larga, y ha tenido muchos amores. Y ha sabido estar en el lugar correcto en el momento adecuado (bueno, a veces no tanto): la Revolución Francesa, el gran apagón de la ciudad de Nueva York, la primera batalla entre Valentine y el Instituto de Nueva York… Pero ayudar a huir a María Antonieta no tiene comparación con amar a una vampira como Camille Belcourt o tener la primera cita con Alec Lightwood.
Y si bien la leyenda se sigue creando, estas historias nos revelan su carácter, a menudo misterioso y desconocido. ¿Qué pasa cuando un brujo inmortal se vuelve loco? ¿Todos los Herondale dan tantos problemas como Will? (Respuesta: sí) ¿Qué fue lo que pasó realmente en el hotel Dumort? ¿Cómo se convirtió Raphael Santiago en vampiro? ¿Qué le comprarías a un cazador de sombras que te gusta pero con el que aún no estás saliendo? Y ¿por qué Magnus tiene prohibida la entrada a Perú?

Para Magnus sería imposible contar todas y cada una de sus historias. Nadie le creería. Aquí hay once relatos que descubren algunos secretos… que seguro él no querría que se hubiesen revelado.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Extremadamente preferible haber leído con anterioridad tanto los seis libros de Cazadores de Sombras (The Mortal Instruments) como la trilogía Cazadores de Sombras: Los Orígenes (The Infernal Devices) para comprender en plenitud esta obra, así para evitar spoilers de los mismos.

Creo que la mayoría de los lectores incondicionales de la famosa saga de Cassandra Clare se habrán enamorado (en un sentido u otro) del excéntrico gran brujo de Brooklyn. Y tengo por seguro que esta publicación es todo un regalo para quienes nos hemos encariñado de Magnus. ¿Quién no ha sentido deseos de conocer más de su larga vida de inmortal, incluso más atrás del Londres Victoriano de Tessa, Will y Jem? ¿Qué correrías, amoríos, juergas, riesgos, alegrías y penas habrá experimentado a lo largo de los siglos y que dejaran una importante mella en él? Pues Las Crónicas de Magnus Bane traerá una buena dosis de satisfacción a esas curiosidades.
Sería imposible sondar por entero toda la historia de este gran personaje, pero en este título uno puede hacerse una idea de su vida y su personalidad con esta selección de episodios trascendentes de su dilatado periodo de existencia (aunque quizás más de uno, como mi caso, le hubiera gustado desgranar aún más sus primeros años de andanza por el mundo de los mundanos).

Estas once historias son de índoles dispares, pues veremos que este brujo ha sido testigo de momentos históricos reales (como la Revolución francesa o el Crac del 29 en Nueva York), pasando por sucesos que están más relacionados con los Subterráneos y los nefilim. Y por supuesto tampoco podía faltar uno de los mayores intereses de los fans de Magnus: retazos del que posiblemente sea el más grande de sus amores: el cazador de sombras Alec Lightwood.
En general, estos relatos están colocados cronológicamente; y por la manera adecuada de posicionarlos entre sí permite apreciar en buena parte el desarrollo del propio Magnus en cada época que vive, a medida que años, décadas y siglos avanzan sin que le afecten (por lo menos de fachada) como a la mayoría de seres corrientes.
Vemos junto a él como el mundo cambia, como se desplaza con bastante frecuencia por el globo, sobre todo en busca de lugares tan exóticos como él mismo; pero el lector verá como su corazón acaba divido principalmente entre Londres y Nueva York, ciudades que por un motivo u otro se vuelven los lugares que más llega a sentir la necesidad de volver más tarde o más temprano, ya sea en unos años o décadas, con todo lo agradable y doloroso de las vivencias pasadas en ambos.

Uno de los mayores alicientes de este título, a parte de ahondar más en un gran personaje, es que complementa aún más los libros ya publicados por acontecimientos con mayor o menor relevancia, directa e indirectamente, tanto a las respectivas tramas como a los personajes de las mismas que participan en estas crónicas.
Un claro ejemplo son momentos relacionados con Los Orígenes (The Infernal Devices), tanto previos (con Vampiros, Pastelillos y Edmund Herondale) como posteriores (El Heredero de Medianoche) a los acontecimientos narrados en dicha trilogía. Precisamente es en el último de estos dos, situado un par de décadas tras los acontecimientos de Princesa Mecánica, donde se indaga un poco lo que fue de parte de los habitantes del Instituto de Londres, así como su descendencia; y queda claro que no todo iba a ir tan bien en sus vidas por demasiado tiempo, como muy a su pesar comprueba el propio Magnus. Sin duda dicho relato, que se queda la cosa bastante en el aire en su final con un halo de incierto misterio, hace de evidente anticipo y gancho para The Last Hours, la futura trilogía y secuela directa de The Infernal Devices y que, a su vez, estará conectada con la (en el momento de publicar esta crítica) recién estrenada trilogía The Dark Artifices (una relación entre ambas tramas, al parecer, idéntica a la que une The Mortal Instruments y The Infernal Devices). Admito que logra despertar la expectativa para seguir esta saga cuyo ocaso no parece divisarse.
Tampoco podían faltar sucesos relacionados con la saga principal (The Mortal Instruments), como por ejemplo sobre el Círculo de Valentine y el verdadero comienzo de la historia de Clary Fray en La Última Batalla del Instituto de Nueva York.
Además, menos centrados en la trama principal pero sí repercutiendo en lo personal de su parte de su elenco (y sobre todo el propio Magnus). El Auge del Hotel Dumort y La Caída del Hotel Dumort despiertan interés por lo que pueda haber sucedido a destacar en la historia de ese edificio emblemático de la saga, sobre todo el origen de que se convirtiera en la morada de los vampiros de Nueva York; Salvar a Raphael Santiago nos acerca más a este vampiro que ha tenido bastante que decir durante el trayecto entre Ciudad de Hueso y Ciudad del Fuego Celestial.
Magnus ha amado a muchas personas a lo largo de su existencia, entre mundanos, Subterráneos e incluso cazadores de sombras; mujeres y hombres casi por igual pero quizás con cierta predilección por su mismo sexo; amando irremediablemente tanto a personas que les corresponden como si de antemano sabe que sería un amor más bien platónico; pero ante todo que al final lo que toque su corazón sea la persona en sí por encima de su canon ideal de la combinación del cabello negro con los ojos azules.
Y Alexander “Alec” Gideon Lightwood parece para Magnus el roto para su descosido desde la primera vez que lo ve, por más que sea un nefilim. Con los relatos ¿Qué comprarle a un cazador de sombras que tiene de todo? (y con el que, de todas formas, no estás saliendo oficialmente); El curso del amor verdadero (y las primeras citas); y El buzón de voz de Magnus Bane, más de uno se quedará saciado con una buena ración de esa relación tan adictiva para buena parte de los lectores que recibió el nombre de “Malec”.
Como menté más arriba, resultan singulares los capotazos que ha dado Magnus en hechos históricos. La reina fugitiva me agradó bastante, una historia que no tiene desperdicio en la que se nos ofrece la presencia e intervención de nuestro brujo favorito en un momento famoso de la humanidad pero sin conseguir con ello méritos o cambios en el mismo.
En buena parte de la novela estarán presentes sus buenos amigos brujos (Ragnor y Catarina), a destacar Lo que realmente ocurrió en Perú, donde se atisba (sobre todo Ragnor) lo que implica para bien o para mal tener a Magnus como una de tus más cercanos y longevas amistades; y de paso esclarecer ese guijarro lanzado en cierto momento de la saga de que no pueda pisar terreno peruano.

Fue muy grato ver en este caso que Cassandra Clare sigue defendiendo con poderío ese bastión que es mi enorme agrado por su estilo narrativo y creativo (como buenamente he dejado claro en todas mis reseñas de su saga), con Sarah Rees Brennan y Maureen Johnson como excelentes escuderas para no la fácil misión para crear estos fragmentos del pasado, la vida y las emociones de uno de los personajes más aclamados de esta saga.
Igualmente agrada que las estilográficas de las dos cooperantes encajen en sincronía con la de la autora.

Como es en habitual en el universo de los Cazadores de Sombras, la voz narradora es la tercera persona; aunque roza mucho la primera persona porque todo gira en torno a Magnus, en lo que hace, lo que ve, lo que piensa y lo que siente; como si él fuese un narrador indirecto a demás de, por primera vez aquí, un protagonista principal.
Esta es sin duda una edición muy atractiva más allá de lo evidente. Antes de que el lector se adentre directamente en cada relato, éstos están precedidos por su título con un pequeño extracto del mismo para abrir boca, y justo después una página de cómic en blanco y negro (obras de Cassandra Jean) que representa un instante de dicho relato (no necesariamente el mismo que el extracto antes citado). Son detalles como estos los que hacen de un libro todo un regalo para cualquier lector de este género, y en especial para quienes admiran este universo cautivador.

Magnus Bane. Creo que este personaje ha dejado muy marcado quién y cómo es él a lo largo de los nueve libros que componen The Mortal Instrument y The Infernal Devices. Sin embargo, aquí se desgrana mucho más de este brujo tan carismático, haciendo incluso que todo lo conocido de él antes de esta lectura sea poco más que la punta del iceberg. Siempre he tenido la corazonada de que podía ofrecer incluso más si cabe de lo que él parecía ocultar tras su frecuente actitud llena de frivolidad y sus más bien falsas negativas iniciales de implicarse con los protagonistas (sobre todo si tiene que utilizar sus recursos mágicos, más si es de manera gratuita); y aquí se confirma.
Puede que el concepto de la inmortalidad, con el paso de los siglos, implique la pérdida de la chispa que muestran los mortales mundanos. Sin embargo, Magnus refleja en este libro su lado más sentido, mucho más de lo que cabía esperar en quien ha vivido durante siglos transitando una época tras otra; encontrando el amor entre Subterráneos, mundanos y hasta entre los nefilim, con sus fracasos incluso con la garantía de la inmortalidad por la otra parte, con sus pérdidas y pesares por la fecha de caducidad que supone el envejecer y finalmente morir de muchos de sus amantes. Un corazón muy humano bajo toda la magia brindada por su sangre demoníaca, incapaz en la mayoría de las veces no mojarse incluso en locuras cuando su fibra es tocada; pero también llega a refrenarse en más de una ocasión para precisamente evitar sufrir demasiado por su propia humanidad.
Por supuesto, sus extravagancias no podían faltar, una virtud que ha sido una constante suya sin importar la época o nación del globo que haya tenido la dicha (o desdicha) de que su calzado (sin duda estiloso, como siempre) haya pisado. No hay que olvidar que él es glamour… en todos los sentidos.
Si te emocionaste, reíste o lloraste con Magnus en su paso por las nueve novelas en las que ha aparecido previamente, en sus crónicas seguirás esa misma estela.

Las Crónicas de Magnus Bane regala un generoso número de personajes circundando estos trozos del camino andado por su protagonista, ya sean mundanos, Subterráneos o nefilim; tanto si son relevantes o no en las novelas publicadas, caras conocidas y nuevas casi por igual. Además, brinda también la oportunidad de diseccionar mejor la personalidad y las emociones de quienes de verdad importan tanto para Magnus como en los distintos arcos argumentales de la saga; no con la intensidad que se vuelca en el brujo pero con una riqueza de detalle elevada incluso para la pasada superficial que sus líneas reflejan.
Aquí conocemos mejor aún a sus mejores amigos dentro de los Hijos de Lilith: Ragnor Fell y Catarina Loss, los cuales gozan de una presencia bastante acentuada a lo largo de estos retazos de la dilatada vida de Magnus. El brujo de piel verde se caracteriza por un sentimiento de afecto y fobia equilibrados hacia su amigo, siendo muchas veces sufridor de las peripecias y los disparates que este le haya arrastrado a lo largo de su amistad; mientras que la altruista bruja sanadora de piel azulada es la confidente que derrocha comprensión y paciencia tanto para ayudar a su bien apreciado Magnus como para ejercer de mediadora que lime las asperezas entre éste y el amigo común. Ambos han sufrido como todo brujo por el origen de su concepción y la diferencia de ellos que tanto recelo y odio llega a despertar en los mundanos, sobre todo en sus progenitores y en las épocas que vieron por primera vez el mundo; pero tanto él como ella han afrontado sus vidas siguiendo los dictados propios que se explican en la presente, al igual que Magnus, tres caminos diferentes en mayor o menor medida pero que no resta que puedan caminar paralelos en su equilibrado (y un poco tópico) trío de amistad.
Raphael y Camille son posiblemente, hasta la fecha, los Hijos de la Noche con mayor relevancia en el universo de Cazadores de Sombras, y ellos tienen cabida aquí. Ella claro está por la evidente relación sentimental que mantuvieron en el Londres Victoriano; pero de él, personalmente, no me cabía esperar tanto, aunque en ciertos momentos de The Mortal Instruments (sobre todo en Ciudad del Fuego Celestial) hay evidencias más o menos difusas de cierto vínculo con Magnus más allá de las circunstancias del argumento o que ambos fueran del escalafón jerárquico de sus respectivas razas en Nueva York. Por un lado, el origen de la conversión de Raphael consiguió ganarme un poco más de simpatía hacia él, ya que en general no me atrajo demasiado en sus apariciones en la trama “principal” de esta saga; mientras que la pérfida tentación rubia con colmillos ofrece aspectos importantes sobre ella misma, sobre todo de cómo empezó su relación con Magnus, pero también se vislumbra que su fortaleza interior no llega tanto a la altura de las expectativas de poder y gloria que fragua en sus deseos.
Era de esperar que los nefilim tuvieran aquí notable presencia. Viejos conocidos para los fans serán su mayoría, pero también otros se presentan para futuras publicaciones, junto a un generoso número de estos semiángeles que aparecen para su participación justa y funcional (de estos últimos destacaría a los Whitelaw, los predecesores de los Lightwood en llevar las riendas del Instituto de Nueva York). Por mentar algún ejemplo, me gustó ver plasmado en su apogeo al Círculo de Valentine y su propio cabecilla en esa visión radicalmente idealista antisubterráneos que los unía, con personajes como Luke, Maryse, Robert e incluso Stephen Herondale en una juventud cuyos actos indómitos y su fe y lealtad desmedida hacia Valentine los nubla y, en mayor o menor medida, les pasará una factura que siempre recordarán incluso en el comienzo de Ciudad de Hueso; pero por lo que respecta al primer antagonista de The Mortal Instruments, éste no supone una variante real al comparársele con su yo más maduro, salvo quizás que en este caso es más descaradamente cruel, sin esa frialdad calculada y esa inteligencia manipuladora que le caracterizan. También me resultó agradable volver a leer a Tessa, Will y Jem, sobre todo en el futuro cercano a la caída del Magister; y esto puede despertar añoranza a quienes disfrutaran con la trilogía en la que se dieron a conocer, al mismo tiempo que se empieza a conocer la siguiente generación que promete (tanto queriendo o no) seguir la estela de sus predecesores en formar parte de algo relevante en la historia del mundo de sombras en el que viven.
Pero es Alec quien despunta en esta novela de entre su gente por la relación que se fragua con este brujo más allá de la profesional necesidad que los cazadores de sombras llegan a tener de sus servicios de brujería. El primogénito de los Lightwood da en estos relatos más a conocer de su personalidad, y sobre todo de lo mucho que llega a desbordar en él todo lo nuevo que se presenta ante él y que había considerado tabúes (como flirtear o tener una cita con alguien de su mismo sexo, y Subterráneo para rizar más el rizo). Si Alec me caía en bastante gracia con anterioridad, aquí siguió sin defraudarme, sobre todo al comprobar lo que incluso su mera mirada puede producir en un personaje de la talla y la experiencia en la vida como Magnus.

La portada, por supuesto, sigue siendo tan atrayente como todas las que se han utilizado en la saga, con la peculiaridad de utilizarse claramente a Godfrey Gao como modelo (quien interpretó a Magnus en la adaptación cinematográfica de Ciudad de Hueso).

Cada historia casa bien con el concepto de autoconclusión. En algunos casos terminan cerrados, otros terminan en un reguero difuso de pisadas para marcar que no todo puede ser sabido incluso por el lector y que se debe quedar en el fuero interno de Magnus; y evidentemente otros simplemente forman ramificaciones acertadas para complementar extenso árbol que es el macrouniverso de los Cazadores de Sombras, ahondando más en pasado, presente y/o futuro no sólo de tramas ya publicadas sino de lo que la autora amenaza con ofrecernos en los años venideros a la redacción de esta opinión personal.
Pero por encima de todo, realza el trasfondo con soberbio acierto todo lo que gira a Magnus.

Sin duda funcionó la mecánica utilizada con estas crónicas, muestra de ello fue que la repitieran con Historias de la Academia de Cazadores de Sombras, la cual gira esta vez en torno a Simon Lewis y que ofrecerá mucho que decir no sólo de este personaje y su futuro tras Ciudad del Fuego Celestial, sino también a los arcos de The Dark Artificies y The Last Hours.

Conclusión: Mucho se ha leído y conocido del fabuloso y glamoroso gran brujo de Brooklyn, pero en este tomo se constata que este personaje podía dar más aún; y seguramente (o por lo menos eso espero en lo personal) no será lo último que se sepa de él. Sin duda, una lectura obligada tanto para los que hayan disfrutado de la obra magna de Cassandra Clare como para los que hayan caído víctima de los hechizos y encantos de Magnus Bane.


Mi valoración global: 5/5

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