jueves, 21 de abril de 2016

Crítica personal: Leal

Título: Leal
Título original: Allegiant
Autora: Veronica Roth
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

Una sola decisión te define.
La sociedad dividida en facciones en la que creía Tris Prior ha quedado hecha pedazos, fracturada por la violencia y las luchas de poder, y marcada por la traición. Así que, cuando tiene la oportunidad de explorar el mundo más allá de los límites que siempre ha conocido, Tris está más que dispuesta. Puede que, al otro lado de la valla, Tobias y ella descubran una nueva vida juntos más sencilla, libres de mentiras, lealtades confusas y recuerdos dolorosos. Sin embargo, la nueva realidad de Tris es aún más inquietante que la que ha dejado atrás. Lo que creían haber descubierto deja de tener sentido. Surgen verdades explosivas que hacen cambiar de opinión a sus seres queridos. Y, de nuevo, Tris lucha por comprender las complejidades de la naturaleza humana (y de su propia naturaleza) a la vez que se enfrenta a elecciones imposibles que tienen que ver con el valor, la lealtad, el sacrificio y el amor.
Contada desde una doble perspectiva fascinante, Leal, de la autora superventas del New York Times Veronica Roth, nos ofrece la impactante conclusión de la saga DIVERGENTE y nos revela los secretos del mundo distópico que ha cautivado a millones de lectores.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación y el desenlace de una saga, será inevitable mentar sucesos de los anteriores para mayor comprensión y coherencia de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será bajo tu propia responsabilidad.

Lo revelado en las últimas páginas de Insurgente fue toda una bomba esclarecedora que impactó de lleno no sólo a los habitantes de ese Chicago post apocalíptico, sino también al lector, por el claro grado de incertidumbre que deja hasta iniciar la presente lectura.
El video de Edith Prior, sus palabras y las imágenes que en él se visualizan, despierta duda, miedo, curiosidad e incluso rechazo entre los habitantes de esa sociedad cuyo sistema de facciones cae en declive aunque muchos aún se aferren a lo que han vivido y conocido siempre.
Esa verdad tan recelosamente ocultada no conviene a Evelyn, quien desea instaurar bajo su mando una nueva ciudad donde la gente no se ciña a conductas ni colores de ropa que los diferencien de otros grupos, donde los abandonados se eleven después de años de ser tratados como escoria por los habitantes de Chicago. Tampoco permitirá que nadie salga de la ciudad siguiendo las indicaciones de ese video, aunque para ello tenga que recurrir a la ejecución en el intento.
Muchos ciudadanos se resistirán al despego al sistema de facciones, empezando los primeros brotes del germen de la sublevación de un modo similar al que fraguaron los abandonados hasta alcanzar el poder sostienen tras la caída de Erudición. Los leales al esquema social que siguieron durante generaciones no están dispuestos a empezar de cero, al margen de lo que han aprendido para vivir, ni mucho menos bajo los métodos de Evelyn.
Y por su parte Tris tiene la necesidad de ir más allá de los límites del microuniverso al que pertenece, espoleada por Edith Prior, necesitada de saber del mundo que desconocen, su relación con la mujer de esa grabación y la verdad de los divergentes.

Más allá de esa ciudad de facciones que en tan poco tiempo ha sufrido reveces de consecuencias crueles hay mucho por descubrir para Tris y quienes se atrevan a seguir los mismos pasos que su curiosidad que se convierte en una necesidad transcendental. Pero la verdad no es fácil de asimilar tras tantos años en la penumbra, ni tampoco las mentiras y los complots se podrán eludir mientras la naturaleza humana esté de por medio. Ya de cada uno, sobre todo en sus decisiones y emociones, dependerá el paso siguiente del destino que entre todos puedan forjar en ese mundo que sobrevive a las consecuencias del declive pasado.

Leal pone fin a una trilogía distópica llena de intrigas y reflexiones, donde se desgrana los motivos que impulsa a un reducido número de la humanidad a condicionar sus formas de pensar y sentir; que el no ceñirse a esos esquemas sean motivo de exclusión y degradación, donde los versátiles divergentes eran eliminados como si fueran un tabú. Cada individuo tiene su visión de lo que quiere y de lo que considera correcto en el mundo que le toca vivir, entre los posibles cambios y el escepticismo de dejar las cosas como llevan siendo desde que tienen memoria.
Aquí se esclarece todo sobre el mundo en el que viven sus protagonistas y su situación global más allá del escenario hasta entonces conocido tanto para el elenco como para el lector, revelándose en toda regla qué ocurre en Estados Unidos y que el nombre de donde ha vivido Tris es Chicago (aunque ya de por sí los lugares de la ciudad lo acreditan como escenario real en esa trama de ficción); lo cual ofrece más profundidad, realismo e incluso coherencia al escenario en el que se desarrolla la obra en su conjunto. También saldrá a la luz el origen de esa sociedad de facciones y el significado de los divergentes, en revelaciones inesperadas e interesantes aunque no lograron sorprenderme demasiado, con un planteamiento lógico e incluso científico dentro de los antecedentes de ese mundo post apocalíptico. Sin embargo, junto a Tris y Tobias se aprenderá que el mundo a descubrir no tiene porqué ser idílico y no demasiado mejor del caótico en el que se han movido, resultándoles tan pasmoso como aberrante en ciertos aspectos, sobre todo si hay injusticia y desigualdad dentro de un orden supuestamente avanzado y superior.
Leal exprime más aún ese dilema entre la aceptación de la realidad por más difícil que sea, o el aferrarse a la ignorancia para no encarar lo que se desconoce o nos disguste. Y si hasta antes de esta lectura nos hemos caminado a la espalda de Tris en una sociedad divisoria pero con delicada cooperación principalmente movida por la necesidad y/o la conveniencia, aquí se masca en el ambiente que tiende más bien hacia el clasismo y la falsa moral dentro de un lienzo que trata de mostrarse como una obra sublime; y todo esto hará cavilar e incluso actuar contracorriente a quienes se atrevan a ir más allá de ese hipotético Chicago futuro.
También me ha dado pie para las reflexiones otros tantos conceptos que se desgranan en este cierre de saga: ¿Cuánto somos o no de perfectos? ¿De verdad puede degradar el ser humano en su psique? ¿Qué se hace a la hora de la verdad por quienes te importan? ¿Son tan incompatibles el amor y el egoísmo? ¿Todo es tan blanco o negro como solemos pintarlo? ¿Vale más la pena los atajos cobardes o los largos trayectos no exentos de dificultades? Y sobre todo, ¿cómo sabemos que nuestras decisiones son correctas, sobre todo cuando mandamos a paseo la lógica porque el corazón imponga su voluntad?

Como cabe esperar en este género y dado el punto de apoteosis que se alcanza en el presente final, la relación de Tris y Tobias sigue siendo un elemento presente y de peso, pero aquí sentí que se muestra más equilibrado con la trama general. En Insurgente pasaron por muchas rencillas hasta encontrar el equilibrio de nuevo, pero hay piedras que las personas pueden volver a tropezar; y es aquí donde el hilo que los une llega a una tensión tal que el romperse o no parece debatirse todavía más en medio de la situación en la que se embarcan más allá de los límites de la ciudad.

La narración se rompe en este desenlace, convirtiéndose en una historia a dos voces entre Tris y Tobias, la mayor parte del tiempo intercalándose la visión de ella y la de él, aunque habrá momentos en que cada uno haga dobles y que incluso el propio Tobias acabe teniendo un peso que incline un poco la balanza del protagonismo a su favor. Cincuenta y dos capítulos y un epílogo en los que se compenetran la visión y las emociones de esta pareja, enriqueciendo la trama con esa doble visión, muchas veces casi simultanea, que deja atrás la limitación típica de las novelas al exponerse mayoritariamente por un único personaje.

El estilo de Veronica Roth sigue cumpliendo la opinión que he dejado patente en mis opiniones previas de esta trilogía; con el atractivo del primero pero con ciertos altibajos que ya sentí durante la lectura del segundo. He de recalcar que el final de una trilogía no es fácil de concebir y que al mismo tiempo llegue a ser un digno broche final, y diría que esta autora lo consigue en gran medida, principalmente en el sprint que apura su estilográfica en el último tramo.

Tris fue, argumentalmente, un personaje que se movía de manera irregular. Por un lado despliega ese atractivo que me convenció en Divergente; pero por otro lado en buena parte del epicentro del libro sentí que decaía incluso como protagonista principal, hasta que precisamente en el final despunta de una manera que logró mejorar como personaje. Es en Leal donde Tris saca todo lo que puede ofrecer, demostrándome su humanidad y sensibilidad desmedida sin caer en el tedio gracias a la fortaleza que no ha dejado de sacar más y más en su largo y complejo camino. Creo que ha logrado alcanzar altas cotas en mi criterio dentro del rol de heroína, más si se coteja con otras en el género diatópico en particular.
Aunque en Insurgente no sentí que se hubiera explotado tanto como se pudo haber hecho, aquí Cuatro/Tobias resurgió para mí cual ave fénix; en buena parte gracias a la voz cantante que se le brinda aquí permite explorar mejor en él. Seguimos viendo a un joven curtido por una infancia de maltratos y de hacerse fuerte y darse a valer en una facción a la que principalmente se traslada para escapar de su propio pasado tortuoso; impulsivo hasta caer sin remedio en la virulenta violencia; tan sobreprotector con la chica de la que se enamora que llega a enturbiarse la visión que debería ayudarme a llevar por buen camino su relación sentimental. Será aquí cuando se explote tanto su trasfondo potencial como su lado más humano tan lleno de miedos y fragilidades (en las que tenemos a sus padres y Tris, además sobre sí mismo por los acontecimientos que le afectan más directamente dentro de la trama de Leal); y me gustó ver como se enfrenta a todo lo que sea necesario, incluso con las cadenas que le merman, para pulir las imperfecciones que potencialmente le pueden limitar.
Como lleva siendo en los anteriores, no he sentido que realzaran mucho más el resto de personajes en comparación con la parejita principal, salvo en puntuales momentos en los que logran dar su juego. Caleb y Peter son realmente distintos pero aún así comparten personalidades que acreditan lo contradictorio que puede ser un individuo; el primero por una cobardía con la que intenta justificar su egoísmo, pero que aún así no es alguien tan sumamente insensible y carente de emociones afectivas a pesar de que su propia figura ocupe bastantes cupos en la cúspide de sus prioridades; el segundo me pareció, en su resolución, una víctima del síndrome de Estocolmo consigo mismo, y demostrará también ser todo un cobarde aunque tenga sus causas para ello y que llegan a ser un motivo de posible compasión hacia este personaje. Christina y Cara tendrán su relevancia en momentos propicios para cumplir bien su papel, sobre todo la primera de ambas que llega hasta agradar lo que puede llegar a influir en cierto personaje. Mi mayor chasco fue Uriah, un personaje que me agradó mucho leer a lo largo de la saga pero que me pareció desaprovechado a la hora de la verdad, casi como si la autora no hubiera tenido claro qué hacer con él tras quedarse tan marcado por las muertes de Lynn y, en especial, Marlene. El resto de personajes en Chicago (destacando Marcus y Evelyn con las asperezas entre ellos de por medio) moverán sus fichas paralelamente dentro del segundo que se establecen.
Lógicamente habrá nuevas caras más allá de la ciudad, todas con su justo pero preciso papel, con alguna sorpresa impactante entre ellos. También estará un tanto presente la figura de la madre de Tris, sondándose con ella mucho más allá incluso que el pasado y la verdad sobre este personaje tan clavado en el alma de la heroína.

La trama empieza con buena fuerza y expectativas prometedoras, aunque en el amplio tramo del ecuador sentí un declive de la misma, como si le faltara la mayoría de las cualidades que debe tener un libro que cierra un ciclo. Sin embargo, es en el último centenar de páginas cuando empieza a dar un giro para mejor (y que realmente consigue que mi valoración global suba bastante, a pesar de que el trascurso se me antojara más bien carente de gancho); pasando casi de un momento a otro del no parecer que quede clara una resolución a revelar un desenlace que me resultó inesperado, sorprendente hasta el punto de no dar crédito ciertos puntos hasta que las evidencias caen por su propio peso para bien o para mal, con una emotividad que no tiene desperdicio, dejándome a mí en particular un regusto agridulce. Creo que, aunque ciertos aspectos se me antojan más bien injustos, la saga no podría terminar de otra forma.

La portada rompe la evocación de alguna facción seguida en los casos anteriores. En el libro, sobre todo en el tramo final, cobra más sentido el significado de las indómitas aguas que se arremolinan en un círculo sobre el título.                                                                                                                                                                

Conclusión: Un desenlace donde la verdad y nada más que la verdad, sobre la ciudad de las facciones y más allá de ésta, así como el significado de la divergencia, serán esclarecidas para apretar las tuercas a sus protagonistas, que sin haberlo solicitado podrían marcar la diferencia en ese mundo distópico. Si el lector ha llegado a empatizar con Tris y su historia, creo que Leal pasará esa prueba final de iniciación que es su criterio literario.


Mi valoración global: 4,5/5

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