lunes, 28 de septiembre de 2015

Crítica personal: El Libro de los Portales


Título: El Libro de los Portales
Autora: Laura Gallego
Editado en España por: Minotauro

Sinopsis:

Los pintores de la Academia de los Portales son los únicos que saben como dibujar los extraordinarios portales de viaje que constituyen la red de comunicación y transporte más importante de Darusia. Sus rígidas normas y su exhaustiva formación garantizan una impecable profesionalidad y perfección técnica en todos sus trabajos. Cuando Tabit, estudiante de último año en la Academia, recibe el encargo de pintar el portal para un humilde campesino, no imagina que está a punto de verse involucrado en una trama de intrigas y secretos que podría sacudir los mismos cimientos de la institución.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Este título traslada al lector, y nunca mejor dicho, al reino de Darusia, donde las distancias han llegado a ser en general mucho más irrisorias gracias a los Portales, dibujos granates que permiten el desplazamiento instantáneo entre dos puntos distintos concretos sin importar la lejanía. Los únicos que pueden crearlos son los pintores de la Academia de los Portales, lugar donde se rige y controla el orden y la legalidad de los Portales diseminados por las distintas regiones del reino, así como el severo adiestramiento de esta exacta, compleja y recelosamente secreta ciencia a los maeses futuros.
En esta historia nos encontramos a Tabit, un estudiante de último curso de la Academia que llega a la recóndita región de Uskia, en los límites de Darusia, donde deberá realizar el Portal encargado por un humilde campesino, lo cual consiste a su vez su proyecto final para que pueda graduarse y convertirse en un maese.
En el prólogo anterior a esta primera aparición de Tabit, se ahonda de manera preliminar la materia prima fundamental para crear la pintura necesaria para trazar los Portales: la bodarita, un mineral del mismo color que las túnicas usadas por quienes ejercen o aprenden a dibujarlos, así como su modo de obtenerlo mediante excavaciones mineras pertenecientes a la Academia en las distintas regiones de Darusia; en estas primeras líneas se deja caer que precisamente las minas de Uskia están pasando por un momento precario en sus vetas de bodarita, a la par que Tash, otro de sus protagonistas y que trabaja en dicha mina, realiza un descubrimiento interesante para esos patrones por encima de su propio capataz por los que no siente simpatía alguna, a los que se refiere con el nombre de granates de manera despectiva.
A partir de estas primeras líneas y lo que se narra en ellas, sendos protagonistas relevantes se verán inmersos, junto al resto del elenco que compone el libro, en una trama inesperada y discordante que se sale del curso de sus vidas; cruzándose a su vez caminos que incluso obvian incompatibilidades en el pasado. Un cerco que los irá cerrando en torno a sucesos de desapariciones, asesinatos y leyendas que empiezan a estar en duda si no son simplemente eso, así como revelaciones que se salen de lo que conocen, sobre todo dentro de la cuadriculada organización de la Academia; la cual quizás sus cimientos no estén siendo en ese momento tan firmes y sin mácula como se creía...

Difícil estrujar más el libro con palabras sin caer en el error de extraer esa esencia especial que es mejor conocerla por uno mismo si te apasiona este tipo de lectura. Aunque es literatura fantástica, precisamente son los propios Portales los que le dan ese calificativo, un elemento por decirlo mágico, aunque casi considerada como una ciencia sólo comprensible para unos privilegiados, muy presente en la vida de ese mundo ficticio tan parecido al nuestro siglos atrás.
Es generosa la abundancia de enigmas que se desgranan desde las primeras páginas, como la escasez de bodarita en las minas de Uskia, la inesperada decisión sobre el Portal encargado por Yunek, el campesino a cuyo hogar acude Tabit, o lo que se fragua dentro de los muros de la sede central de la Academia en la gran ciudad de Maradia, más allá de las variopintas relaciones sociales entre ciertos alumnos en los que se incluye el antes citado, no son más que la punta del iceberg de esta historia tejida de manera meticulosa, trazando y cruzando los hilos de cada personaje con otros en armonía con el conjunto de acontecimientos de los que forman parte.

Este fue mi primer contacto con la pluma de Laura Gallego, y superó con creces mis expectativas. Me agradó su forma de expresar y delinear la trama, los acontecimientos que rodean a sus personajes y las emociones de estos. Aunque en este libro de quinientas páginas los capítulos (catorce en total, además del prólogo y el epílogo) son de gran envergadura, en especial los últimos, no resulta para nada tediosa su lectura, sino todo lo contrario. La descripción es rica, justa y concisa; los personajes en general bien elaborados y dispares entre ellos, con su personalidad y con carisma. Realmente, Gallego consiguió arrastrarme a la historia y a ese escenario que es Darusia.
Además, ha sabido sorprenderme y desarmar mis especulaciones como lector. Sin duda, hay que tener en cuenta cualquier detalle o personaje que aparente risible narrados en sus líneas, aunque resulta inevitable pasar por alto algo que más adelante revele su grado de trascendencia en la trama y el desenlace de la misma. A medida que avanzaba la lectura, me encontraba con distintas y abundantes encrucijadas de posibilidades que no he sabido adelantarme al guión ceñido por Gallego, y más cuando mete con armonía un tema tan delicado como las paradojas.
Por supuesto, tenemos ese elemento tan central que son los Portales, el cual no es sólo curioso, sino que además la autora lo detalla sin cabos sueltos ni incoherencias, e incluso se muestra en esos dibujos su lógica más bien científica junto a las extrañas propiedades de la bodarita dentro de esa ficción. Además, aborda más allá de lo que se muestra en un comienzo el tema de los Portales, de un modo que hasta se sale de la comprensión de quienes los conocen en profundidad. Están tan arraigados en Darusia, tan cotidianos en la vida de su gente, que a la mayoría le resultaría impensable una sociedad sin ellos, que la mera idea de regresar siglos atrás y a las largas distancias sin traslados instantáneos, más o menos al alcance de todos, no es menos que siniestro y turbador; esto último me hizo cavilar que nos pasaría algo similar si cotejásemos nuestro día a día sin tantos avances y hallazgos que, por norma, nos facilitan la existencia en comparación con el pasado.

En El Libro de los Portales vemos sus grandes dosis de intriga y de aventura, el eje principal de todo ese intríngulis, pero también está presente el amor/desamor, aunque en su justa pero relevante medida, sin llegar a resulta empalagosa la lectura de este aspecto ni convirtiéndola en una novela romántica-fantástica. Sólo puedo comentar al respecto que los amoríos no me los veían venir demasiado al comienzo de la historia, pero luego me fueron sorprendiendo las direcciones que se encauzan con fluida naturalidad los sentimientos que llegan a transmitirse algunos personajes entre sí, a medida que se profundizan.

Respecto al elenco, éste es heterogéneo incluso en harinas que supuestamente son del mismo costal. El relacionarse y conocerse en esas interacciones tan dispares, ellos mismos descubren que no todo es tal y como les ha susurrado al oído ese bicho que todos tenemos llamado prejuicio. En ese sentido, la historia ha sido aleccionadora tanto para personajes como para el lector.
De entre los principales, Tash es quien aparece en escena en primer lugar. Tras toda su vida trabajando en las vetas de bodarita de Uskia, su carácter es curtido y rudo de manera intrínseca como el chico minero educado por su padre. Sin embargo, hay mucho más que esconde bajo esa capa que son su apariencia y sus costumbres. Será consciente de que la vida, el mundo, su propio ser y absolutamente todo, va más allá de lo que creía o lo que ha vivido hasta ese momento; y esto será tan revelador como un tanto perturbador para Tash. Su temperamento es arrojado, pertinaz y más bien indómito. Los acontecimientos que circundan su persona afectarán a su vida, aunque creo que de una manera menos acentuada que otros personajes.
Tabit es un estudiante aplicado, el más puro cliché de afanoso ratón de biblioteca, ceñido en extremo a normas y preceptos de la Academia tanto como institución como en ciencia, en este aspecto tira más a la homeostasis hacia su cercana vida como maese tras gradarse. Aunque discrepa y se desespera con opiniones contrarias a sus convicciones estandarte, en particular con el personaje de Caliandra, respeta y tolera bastante los pensamientos de los demás y llega, en especial en el avance de la historia, a ser más flexible pero sin salirse de quien ha sido, una transistasis que irá solapando su mentalidad purista. Reservado, humilde y empático, aunque eso no quita que tenga sus buenas amistades a lo largo de sus años de estudio en la academia, que tienen también su papel en la trama. Al comienzo de la historia he sentí que no parecía un personaje de peso, pero que ha llegado sorprenderme al avanzar la trama, en especial su trasfondo y pasado, así como las explicaciones a su forma de ser o sus convicciones, que se van destapando poco a poco.
Caliandra (normalmente la llaman Cali a secas) es diametralmente opuesta a Tabit, pese a que también es una estudiante aplicada y destacable en su manera tan discordante. Una joven de buena familia de la región de Esmira poco asidua a pensar las cosas tanto como lo hace Tabit, siendo más osada, más abierta a cambios e innovaciones. También esconde su trasfondo, más allá de la dilatada solvencia de su familia, o de su popularidad dentro de la Academia tan amplia como ambivalentemente condescendiente. En muchas situaciones cruciales, aunque chocan bastante y sean tan distintos, se complementa con Tabit en el sondar las intrigas que se les ponen por delante; siendo ella a veces la chispa que hace funcionar la mecha que es la audacia y perspicacia de él.
También está Yunek, el campesino uskiano. Perseverante aunque eso le reste a veces visión de razón o juicio, orgulloso sin importar su humilde estatus, y ante todo un joven entregado pese a que la desesperación o los impulsos de sus deseos obcecados son potenciales espadas de Damocles. Al ser un joven muy impulsivo, no es difícil que suela actuar antes de recapacitar en su justa medida, llegando a hacer o decir cosas de las que pueda sentir cierta lamentación futura. Lo primero para él son su madre y, especialmente, su hermana menor Yania, un afán por darles una vida mejor, y es predispuesto a lograrlo a cualquier precio. En Yunek he atisbado que él mismo es su mayor enemigo y perdición.
No puedo refrenar en hacer una mención especial a Rodak, el cual aparece cerca del ecuador de la historia; porque su personalidad y participación me ganó lo suficiente como otros personajes meramente secundarios pero con potencial. Además, hay algo de él que me agradó, un paso adelante en la literatura en general (aunque de manera especial en la de esta temática), así como mi simpatía por la autora... Y hasta aquí puedo “leer” sobre él.
También muestra un gran elenco secundario, tanto dentro como fuera de la Academia de Maradia. Aunque por destacar, mentaría a maese Belban, un maestro conocido entre estudiantes y maeses por su fama de loco y excéntrico, que al comienzo de la historia destaca por su inesperada búsqueda tras muchos años de un nuevo ayudante entre los alumnos que están a punto de convertirse en maeses; esto hace que los toques de aspereza entre Tabit y Caliandra estén más lejos de limarse. La elección de su ayudante y muchos otros asuntos que giran en torno a maese Belban tienen su peso en la trama y en los acontecimientos, por lo que el lector debe tenerlo presente.
También está esa incógnita sobre quién se le conoce como el Invisible, una figura llena de leyendas musitadas con trémulo recelo entre los habitantes de Darusia. ¿Existe en verdad? ¿Quién es y cuales son sus objetivos? ¿Qué pinta en esta historia? La veracidad o rumor del Invisible y su posible papel son otro enigma de El Libro de los Portales.

Su desenlace, en lo que respecta a mi gusto personal, me dejó muy buen sabor de boca, aunque al comienzo resultaba muy incierto por donde iban a ir los tiros, hasta que empezó a sorprenderme cuando las páginas por sondar empezaban a ser más escasas. La trama danza al compás de la música de la autora hasta prácticamente el último acorde, hasta las últimas líneas de ese epílogo que esclarece sin dejar cabos sueltos, poniendo punto y final a una estupenda historia.

La portada, muy acertada, sin duda capaz de llamar la atención del lector potencial. La maquetación de esta edición se ubica a la altura de la envoltura; el número de cada capítulo, así como las palabras prólogo y epílogo, se enmarcan dentro del relieve que evoca un ejemplo de Portal (el mismo diseño que se puede apreciar en granate sobre portada y lomo, así como en tono sepia en la contraportada bajo la sinopsis); y antes de comenzar cada capítulo, se exponen extractos ficticios de ese mundo, la mayoría líneas de la normativa de la Academia de los Portales o textos de otros maeses, siempre vinculante a ese conocimiento secreto respetado por los habitantes de Darusia. De igual modo, en cada uno de esos intensos pero para nada tediosos capítulos, una floritura delimita una escena y otra, como una marca que divide sus capítulos en actos o subcapítulos.

Conclusión: Laura Gallego consigue con El Libro de los Portales trasportar al lector a un mundo por descubrir cada vez que traspasamos esa entrada que son sus páginas. Una aventura con buenas proporciones de intriga, el elemento fantástico en la figura de los Portales y su toque de romance, todo macerado con calma pero con dinamismo ascendente en su búsqueda de sorprender y agradar a los que estén dispuestos a descubrir si de verdad en Darusia no existen fronteras.

Mi valoración global: 5/5





1 comentario:

  1. Primer comentario ¡oleee! NO, en serio

    Muy buenas

    He leído tu reseña y me he dado cuenta de que el libro te ha encantado (como es natural). A mí me pasó lo mismo. Luego, cuando lees la crítica malvada del jardín de las malas hierbas (bloggeras súper buenas) te entran dudas...

    Bueno, lo más importante de un libro es que te guste. Me quedé con gans de una segunda parte (aunque el final es cerrado y la autora dijo en su web que no habría más).

    Bueno, un beso.
    Xd,
    A.

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