miércoles, 22 de abril de 2015

Crítica personal: Dextrocardiaco

Título: Dextrocardiaco
Autor: Juan Arcones
Editado por: Stonewall

Sinopsis:

Marc es un joven veinteañero, obsesivo, tímido y tremendamente enamoradizo. Una noche conoce a Lucas, alto, guapo, rubio, con ojos color mostaza y labios de ídolo africano, del que acaba enamorándose perdidamente a primera vista. Pese a que parece que ese enamoramiento es correspondido, Lucas lo llevará a un mundo que desconoce, agarrándolo directamente desde el corazón y arrastrándolo a un torbellino de discusiones acaloradas, reconciliaciones pasionales y, en definitiva, grandes noches por las calles madrileñas.

Crítica personal (puede haber spoilers):

La sinopsis en sí convierte esta novela en algo prometedor, lo que me arrastró (como Marc por Lucas) a adquirirlo y conocer esta historia. Sin embargo, aunque sí fue una lectura bastante entretenida, no alcanzó las elevadas expectativas que yo mismo concebí en mi mente con esas meras líneas de introducción al lector potencial.

Dextrocardiaco es un poco lo que suele pasar con eso de “chico conoce a chica, ambos tontean, se pelean, se vuelven a enrollar y vuelta a empezar”, aunque con dos chicos; creo que esto es, en base, lo mismo sin importar las preferencias sexuales de cada uno.
Al comienzo de esta historia, Marc no está para muchas fiestas después de que su ex le dejara por vía e-mail (algo que, al parecer y para pasmo mío, es bastante común hoy en día). Sin embargo, su amigo David tiene poder de convicción suficiente como para abducirle a una de las suyas con la esperanza de que eso le ayude a pasar página.
Lo que menos se esperaría Marc es lo mucho que marcaría la diferencia el hecho de plantarse en casa de su amigo, cuando empieza a conocer a Lucas. Lo que empieza como un tonteo impremeditado, divertido y un tanto inocente irá germinando en una relación tormentosa, virulenta, apasionada e incluso incoherente, todos estos calificativos a partes iguales.

Dextrocardiaco es una historia no demasiado extensa tras ese prólogo que principalmente nos explica la elección del título elegido para la misma; poco más de treinta capítulos, con algunos pequeños saltos en el tiempo por en medio que argumentalmente maceran acontecimientos importantes, englobándose unos acontecimientos intensos y desbocados que posicionarán un antes y un después en la vida de su personaje principal. Aquí la narración se opta por la primera persona de voz del propio Marc, desde la perspectiva de su personalidad, con toda la fuerza y la pasión que puede llegar a desplegar tanto sus alegrías como sus dramas, con un enfoque bastante realista y humano dentro del encuadre de este personaje en concreto.
Entre sus líneas, enrevesada en mitad referencias varias que dan a algunas reflexiones, vemos esta forma de enfrentarnos al amor. Podemos llegar a ser demasiado volcados en este sentimiento, así como lo extremadamente aprensivos que nos volvemos, al borde de convertirse en un trauma o una fobia, ante lo negativo que conlleva una relación, cuando una acaba, o especialmente vivir con el miedo de equivocarse o de que se vuelva a sufrir, el no evitar en algún momento las comparaciones de lo presente con lo que supuestamente debería estar enterrado. Este es uno de los puntos que más interesantes me han resultado, de lo difíciles y vulnerables que podemos ser, en mayor o menor medida, en estos menesteres.

El estilo de Juan Arcones me agradó. Fluido y directo sin descuidar conceptos como el detalle o la profundidad. Sin embargo, eso no ayudó lo suficiente a que yo conectara con la historia de Marc y Lucas tanto como me hubiera gustado, ya que argumentalmente he sentido que un buen tramo caía en la ambivalencia de avanzar y de dar vueltas en círculos a un mismo tiempo, en un carrusel un tanto tragicómico. El autor demuestra originalidad, desde luego, pero sondando esta primera obra suya no hallé esa chispa que hiciera deslumbrar una novela que no pasa demasiado de la cotidianidad y la realidad, éstas a penas salpicadas por la creatividad y la exageración.

Marc despiertó en mí sentimientos encontrados. Como personaje, tiene el punto equilibrado para dar lugar a una relación amor-odio en mi fuero interno. Por un lado, he sentido empatía por él, incluso compasión; pero eso no restó que me produjera en algún momento cierta vergüenza ajena, o asquearme con ese complejo de polilla hacia una llama que puede llegar a arrastrarnos el sentimiento del amor, aunque aquí creo haber encontrado un caso que lleva ese sentimiento a un límite bastante insospechado. Pero el mayor punto a favor de la concepción de este personaje es su desarrollo, que muta en algunos aspectos al mezclarse con una persona diametralmente opuesta; pero al mismo tiempo, no madura en más de aspectos, y esto hace inevitable que caiga, desde mi punto de vista, en errores ya cometidos o pecar de otros que se ven a lo lejos augurando a gritos un catastrófico final. Desde el principio se da a “valer” de cara al lector como persona con alto grado de obsesión, pues en temas del amor le puede llegar a afectar, hasta rozar el grado de incurable, por cosas como que su ex le dejara y para más e-mail o por la “relación yoyó” a la que desde el comienzo parece destinado.
Lucas me pareció, con bastante frecuencia, un completo galimatías. Es el típico chico que podría catalogarse de “malote” por el que más de una (y uno) en esa edad bebería los vientos: vive más de noche que de día, sin demasiadas ataduras, capaz de plantarse en cualquier lugar por su cara bonita y que tontea con las drogas. La bipolaridad y una mente compleja y variable le describirían muy bien, las cuales descolocan mucho a Marc y al propio lector. Pero no quita que posea otros encantos, como su atrevimiento indómito o su espontaneidad efervescente, que son algunas virtudes que, en cierto aspecto, enriquecen la monotonía y la potencial pesadumbre del protagonista; aunque esto no elude que sea un personaje complicado a todos los niveles, todo un reto para quien quiera conocerle (o salir con él).
No son muchos más los personajes que aparecen, pues se centra en gran medida en las vivencias de Marc y Lucas, así como las emociones y reflexiones del primero.
Recurrente y con un juego ceñido a su limitado papel es David, quien se gana la fama de organizar fiestas cada fin de semana en su piso; esto creo que se me antoja exagerado, pero que llega a ensombrecerse con la estupenda concepción de su papel de buen amigo, leal pero es capaz de no endulzar demasiado las cosas para que su amigo trate de ver la realidad.
Otro relevante de mención es Diego, pero profundizar lo más mínimo en él daría lugar inevitablemente a spoilers, en especial por su incorporación en un punto avanzado de la historia. Tiene un papel notorio, pero que he llegado a considerar que llega a ser creado como excusa de un recurso un tanto explotado más que por otros motivos (y hasta ahí puedo leer).

En conjunto global, la historia es ágil y condensada, que entretiene pero que no termina de llegar tanto como podía prometer en su base. Por una cara, llega a ser demasiado realista, que contrasta con su otra cara, que parece en algún momento exagerar (casi diría de forma mordaz) la realidad, en especial el caos que puede llegar a ser una relación entre dos chicos que rozan el cuarto de siglo de andanza sobre este mundo; en ese punto entre las primeras lecciones de madurez del mundo real y la despreocupación díscola reminiscente del ocaso de la recta final de la adolescencia.
Respecto al desenlace, éste cae por sí solo con sus últimas líneas, las cuales creo que resumen la práctica totalidad de esta lectura. Incluso diría que este final desarmaría a más de un lector, como en mi caso personal, dejando esa sensación de avanzar argumentalmente pero, a su vez, dejándonos muy cerca de ese punto de partida, una vez que hemos terminado de sondar Dextrocardiaco.

Sobre la portada, tan sencilla como atractiva, aunque no la identifico demasiado con la novela una vez leía ésta.

Conclusión: Una historia entretenida, sencilla, cotidiana pero con la suficiente tónica para que no caiga en la suma insipidez; aunque diría que podía haberse explotado más la prometedora base que le brinda el autor y que vende la prometedora e incluso suculenta sinopsis de la contraportada.

Mi valoración global: 3/5


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