miércoles, 28 de enero de 2015

Crítica personal: Juegos Perversos

Título: Juegos Perversos
Título original: The Dirty Secrets Club
Autora: Meg Gardiner
Editado en España por: Círculo de Lectores

Sinopsis:

Mientras el suelo de San Francisco tiembla por enésima vez, un hombre y una mujer desafían al destino encaramándose a la azotea de un gran edificio y se pasean en precario equilibro por encima de un muro. No son personajes anónimos, y la rocambolesca escena no es fruto de un arrebato de locura, sino que forma parte de un juego que empieza a ser demasiado peligroso. En cuarenta y ocho horas, dos personajes públicos han hallado la muerte en extrañas circunstancias. Dos días después, una fiscal federal fallece tras un inexplicable choque de vehículos. ¿Muerte accidental, suicidios o inexplicables asesinatos?
La policía recurre a la psiquiatra forense Jo Beckett para esclarecer los hechos. Pero no es en las vísceras de las víctimas en las que debe hurgar la doctora Beckett, sino en los entresijos de sus almas. Resolver ambigüedades, implantar certezas donde anidan vaguedades y encontrar sentido donde no parece haberlo. Las vidas de las personas suelen guardar espacios de sombra, culpas y humildes misterios, a menudo banales y apenas susurrados. Pero lo que Jo Beckett empieza a atisbar es mucho más complejo y retorcido.

«Te has portado muy mal. Te doy la bienvenida al Club de los Secretos Sucios...»

Crítica personal (puede haber spoilers):

Empezamos la novela con un hombre y una mujer que en ese primer momento no tendremos claro quienes o que tipo de personas son, haciendo una verdadera locura en la azotea de uno de los edificios más altos de San Francisco justo después de una de esas frecuentes sacudidas menores que sufre la ciudad californiana. Pero poco después, un extraño accidente de coche marcará el inicio de un desentrañar de misterios para revelar capa tras capa una cadena de muertes igual de extrañas que llevarán a su núcleo: un juego que está lejos de ser inocente.
En esta historia será la psiquiatra forense Jo Beckett, reclamada por el cuerpo de policía para formar parte del equipo de investigación del caso, quien deberá descubrir la verdad desde su curtido punto de vista, en un campo que personalmente desconocía bastante de su existencia y que gracias su autora, a través de este peculiar personaje, uno ha podido conocer.

No psicoanalizo mentes: psicoanalizo almas. Sus pasos retumbaron en la escalera. Soy psiquiatra forense.
Él relajó los hombros y la miró con renovada curiosidad.
¿Y qué es lo que hace exactamente?
Realizo autopsias psicológicas para determinar si las muertes sospechosas o ambiguas son naturales, accidentes, suicidios u homicidios le explicó. Descubro por qué murieron los muertos.
En el rostro del agente se dibujó una expresión de alivio y una sonrisa afloró a sus labios.
¿Y no tiene problemas con los cobros de las consultas?
Sólo con los zombies. Los hago pagar por adelantado, antes de que se larguen a vagar como almas en pena.
Llegaron a lo alto de las escaleras.
¿Y no practica ese vudú suyo en alguna oficina cómoda y calentita?
En ese momento, Jo vio por qué Cruz pensaba que Harding había saltado la barrera deliberadamente. Bajó el tono de su voz.
No cuando se trata de un caso grave de brujería, como éste.

Nada más empezar ese caso, la teniente Amy Tang no se lo pone fácil a Jo dándole a ésta un plazo demasiado corto para tener elaborado su informe sobre la principal víctima y aparente causante del supuesto accidente, pues se ha ido desarrollando a intervalos demasiado cortos en San Francisco otras tantas muertes de personas que están lejos de ser anónimas como cualquier hijo de vecino, a parte de la conductora de ese siniestro en que Beckett se incorpora a la investigación, una fiscal federal adjunto cuya carrera y reconocimiento estaban subiendo como la espuma.
Poco a poco Jo hurgará en la mente de su actual paciente y encauzará sus pasos hacia el descubrimiento de las piezas que se irán conectando para esclarecer estos alarmantes sucesos, así como la existencia de algo llamado el Club de los Secretos Sucios (CSS), en el cual Harding estaba más que metida. La protagonista de esta historia no se imaginará en un principio lo potencialmente arrastrada que podría acabar en dicho juego si no se anda con cuidado, poniendo en riesgo algo más que la eficiencia de su trabajo y el éxito de la investigación.
Encontraremos en la sombra, como podrá especular el lector que se adentre en esta novela, una figura siniestra y enigmática detrás de la trama y el reguero de muertos que se van sumando y que no parece dispuesto a cesar lo más mínimo esta mecánica hasta llegar a esa meta personal, hacia la que se mueve con vehemente y vital obsesión.

Una novela policiaca con sus buenas dosis de suspense y otras de momentos más amenos que armonizan entre sí, donde la muerte está constante. Jo se verá metida en una carrera contrarreloj para cumplir tanto su obligación profesional como esa otra aún más importante para ella más allá incluso de su juramento hipocrático; pero este caso mantendrá más vivos recuerdos y fantasmas de un pasado que creyó superar, o al menos vivir su día a día con la huella marcada en su alma de esas experiencias que conoceremos a la par que la acompañamos en el trabajo que anda sumergida en unas aguas más profundas de lo que cualquiera creería al principio.
Además, Juegos Perversos nos adentra en los entresijos de las personas. Da lugar a la reflexión sobre el tema que gira en torno a los secretos, en especial los más turbios que se ocultan, y a través de sus personajes (en particular los miembros del Club de los Secretos Sucios) encontramos un abanico bastante amplio de cómo alguien llevaría sus secretos más inconfesables y sus emociones al respecto; cada persona es un mundo, algunos pueden mostrar arrepentimiento y moverse por la desesperada expiación, otros quizás se vanaglorien en alardes en círculos selectos al respecto, o que metafóricamente se prostituyan por esos oscuros secretos, todo dependiendo del color emocional de cada persona, y dicha gama es tan amplia como la cantidad de estrellas en el firmamento.

El estilo de Meg Gardiner ha pasado mi gusto con una nota excelente. Una exposición de la trama acertada, me ha tenido bastante enganchado pero saboreándolo poco a poco para no acabar demasiado pronto. Su prosa se lee bastante bien en general, sobre todo en lo que se refiere a descripciones, detalles y cada situación que sucede en el libro. Sus 41 capítulos son bastante cortos, fluidos y amenos de leer (algunos de muy pocas páginas pero los más largos no se tarda demasiado en liquidarlos). No encontramos ni prólogo ni epílogo, aunque los capítulos primero y último cumplen respectivamente dichos papeles con el mismo resultado. Dentro de lo que sé de estos temas, Gardiner ha sabido documentarse bien (aunque en lo relacionado a derecho ya lo tenía fácil al ser licenciada en dicha materia) y crear una historia sin puntos cojos a simple vista. Además, hay que tener en cuenta que en el curriculum de la autora tiene el respaldo de buenas palabras por parte de Stephen King, el cual dice al respecto “Hay que leer a Meg Gardiner”.

Jo me ha gustado bastante, y es raro que un personaje principal me caiga tan en gracia como lo ha hecho esta psiquiatra forense. Una mujer muy peculiar desde su forma habitual de vestir que la aleja a priori de lo que se puede esperar de su profesión, pasando por detalles suyos sobre sus orígenes étnicos, hasta llegar finalmente a su personalidad y sus aficiones. Perseverante, observadora y práctica, defensora del derecho a la vida incluso para aquellos que seguramente no se la merezcan tanto. Toda una profesional y experta en su campo, aunque descubrimos a lo largo de este libro que en ciertos matices peca un poco del refrán “en casa del herrero cuchillo de palo”. Vivencias relevantes de su pasado estarán presentes en su vida y que el lector irá desentrañando poco a poco; a la par que se sumerge en la investigación, también será un caso donde tratará sin buscarlo temas personales que de ella dependerá pasar de verdad página. La doctora Beckett promete una lectura interesante.
También tenemos muy presente a Amy Tang, teniente del cuerpo de policía de San Francisco. Esta americana de etnia asiática no necesitaría demasiada caracterización para disfrazarse de elfa por sus rasgos físicos: bastante menuda, con el negro predominando sus vestimentas y “pelopincho”, que sumándole la rudeza de su carácter hace que cualquiera piense que ella “apunta maneras”. Una mujer muy entregada a su trabajo y que le gusta que éste se lleve a cabo con perfección, certeza y en la mayor prontitud posible. Su interacción con Jo no es nada desechable. Tang me ha parecido un personaje tal como se muestra pero con algo que me deja claro que no todos los gatos de noche son tan pardos como aparentan.
Igualmente tenemos un personaje a tener muy en cuenta en este episodio de la vida de la doctora Beckett, que será un apoyo muy grande para ella tanto en este caso tan enrevesado como en esos duelos internos que lleva acarreando y viviendo con ellos en los últimos años: Gabriel Quintana. No puedo decir demasiado de él sin destripar, a parte de que pertenece a la 129ª División de Rescate Aéreo y que gustará mucho al público femenino; pero como digo antes, habrá que tenerle bien en cuenta a partir de su primera aparición.
En el elenco se cuenta con distintos personajes, pasando por el entorno tanto personal como profesional de la protagonista, además de algunos personajes retrospectivos y todos aquellos relacionados con el Club de los Secretos Sucios... y la autora los hace desfilar delante del cañón de una ruleta rusa trucada por la creatividad de la autora. La parte antagonista estará muy presente, sobre todo en sus maquinaciones, cuyos motivos e identidad se irán esclareciendo a medida que pasamos las páginas de Juegos Perversos. Habrá personajes muy presentes, o más bien su huella bien marcada, incluso habiendo pasado a mejor vida, como por ejemplo y en particular “Chicadura”.

Para no restar interés al lector, no ahondaré más en la trama en esta reseña, pues aconsejo y espero que se adentren en este libro, porque creo que vale la pena; no me ha decepcionado para nada. Aunque seguramente en el final, que es bueno, me esperaba que estuviese algo a la altura de cómo se desarrolló la trama en general y creo que flojea de manera un tanto sutil. Del desenlace mismo me callo para no fachar nada al posible lector interesado, pero se puede decir que no deja que digamos cabos sueltos... aunque la historia de Jo Beckett no quedan en Juegos Perversos, hasta la fecha tres libros más le siguen con esta psiquiatra forense como protagonista (The Memory Collector, The Liar’s Lullaby y The Nightmare Thief), y espero poder adentrarme en ellos algún día, me he quedado con ganas de un poco más a pesar de lo intensa y completa que es esta novela.

La portada me ha gustado, muy sugerente por lo que salta a la vista sobre la cornisa de un rascacielos, sin olvidar la espectacular estampa que tenemos de fondo que se el escenario de la trama, San Francisco. La tipografía del título que recuerda a pintalabios no es así por arbitrariedad.

Conclusión: Una buena historia policiaca y de suspense, imagino que a la altura de los adeptos a dicho género o para los no muy iniciados como es mi caso. Sombría pero con sus sutiles matices luminosos bien colocados que armonizan esta historia. Os invito y recomiendo que acompañéis a la doctora Beckett en este caso, pero tened mucho cuidado con el Club de los Secretos Sucios... en especial si tenéis los requisitos necesarios para entrar en él. ¿Te atreves a aceptar su invitación?


Mi valoración global: 4,5/5


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